Controladores aéreos, militarizados.
A principios de este mes (el 3 y el 4 de diciembre), un paro repentino paralizó el control aéreo de los aeropuertos españoles. La baja masiva y espontánea de los controladores puso en jaque a España entera, en uno de los peores momentos de crisis económica que atraviesa el país. Su decisión, declarándose “incapaces de prestar” el servicio y “abandonando su puesto de trabajo” ante el puente de la Constitución, cogió por sorpresa a cientos de miles de viajeros. La presentación de las bajas, calificadas por AENA de “concertadas y masivas”, se produjo en “todas las dependencias”, con especial incidencia en Madrid y Baleares. El Gobierno reaccionó con urgencia, decretando el primer estado de alarma de la democracia española, poniendo así a 2.300 controladores aéreos bajo mando militar. Ocho días después de este paro que, afortunadamente, sólo duró 18 horas, los controladores defienden que la respuesta masiva de abandono de trabajo fue sin convocatoria previa, provocado por generación espontánea, y que se trató de una respuesta individualizada por el nuevo modelo aeroportuario aprobado el mismo viernes por el Consejo de Ministros.
Miembros del colectivo y portavoces de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA) porfían en señalar que les obligaron a trabajar a punta de pistola. Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente primero y ministro de Interior, negó tal afirmación. “¿Alguien se imagina –inquirió– que entra un guardia civil o un militar con una pistola? Es sencillamente inimaginable”. Para él no había más que recurrir al “sentido común” para saber que esto era “inimaginable”, al tiempo que recordaba que el Gobierno simplemente había decidido que el control aéreo pasara a manos de Defensa, lo que provocó que los militares acudieran a las torres de control para ver quien estaba trabajando y quien no y levantar los correspondientes atestados. Rubalcaba insiste “con firmeza” en que el paro no les va a salir “gratis” a los controladores, puesto que han generado una situación “muy dañina” para los ciudadanos, los hosteleros y la “imagen país”. “Tenemos muchos mecanismos y no vamos a dudar en aplicarlos”, recalcó, tras asegurar que un colectivo no puede poner en duda la normalidad de todo un país.
Aviones paralizados por la huelga de controladores.
Pero la sorpresa no fue tan mayúscula. El viernes, 26 de noviembre, el sindicato Usca comunicaba cierres en Galicia durante el fin de semana y ya anticipaba que se extenderían durante el mes de diciembre al resto de España. En el Consejo de Ministros del viernes, 3 de diciembre, se aprobaba un nuevo real decreto que contemplaba las rebajas fiscales para las Pymes, la subida del tabaco y la supresión de los 426 euros. En el último momento, el titular de Fomento informa del conflicto en el que, además, se decide incorporar un paquete dirigido a los controladores. Para ellos, jornada laboral sería de 1.670 horas anuales, según se había adoptado ya por decreto el 30 de julio. Igualmente, se aprueba la militarización eventual de los controladores. El Gobierno, dispuesto a recuperar su autoridad, aprovecha la oportunidad del enfrentamiento. Ante el nuevo decreto que establece el estado de alarma, los controladores deciden, a su vez, un “tour de force”. Y la mayoría abandona, sin previo aviso, su puesto de trabajo.
Durante el resto del día y hasta el siguiente, el colapso es total y la indignación de los pasajeros se filtra por todos los medios de comunicación social. Merche Canalejo, miembro de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA) que abandonó su puesto, pide “un millón de disculpas” a los ciudadanos porque dice que le da una “pena horrorosa” el caos generado tras el cierre del espacio aéreo, pero asegura que su colectivo no es el “origen del problema”, sino las condiciones de “esclavitud” en las que desempeñan su trabajo. Recuerda que, con las medidas del Gobierno, el sueldo medio de los controladores ha bajado de 350.000 a 200.000 euros y asegura que resultó “difícil conseguir convencer a una plantilla, muy castigada a lo largo del último año”. Canalejo sostiene que los controladores no querían “llegar a esto”, pero que su actitud la desencadenó el Gobierno con la aprobación del decreto-ley que regula el horario laboral de este grupo profesional y que no computa como jornada el tiempo de formación, las guardias y licencias o las ausencias por incapacidad laboral. Canalejo niega que su colectivo haya convocado una “huelga salvaje” “Lo que se dijo –corrige– es que, con ese decreto, no queríamos trabajar. La gente estaba tan hecha polvo y tan desmoralizada que se acogió al artículo 34.4 de la Ley de Seguridad Aérea porque no podía atender el tráfico”. Subraya que los controladores no suponen “el origen del problema”. Lamenta que el Gobierno sea “incapaz de negociar” y denuncia las “amenazas brutales” a las que han sometido a los controladores, con cárcel, aislamiento, delito de sedición y expropiación de bienes”. Pero, advierte, “no nos van a doblegar. Somos capaces de volver a hacerlo y tenemos las Navidades a la vuelta de la esquina”.
Maletas acumuladas y en fila en los mostradores del aeropuerto de Barajas, paralizado.
Blanca Uriarte, controladora en Palma de Mallorca, se lamenta, entre sollozos, de que ese día entró la Guardia Civil y el Ejército del Aire, con pistolas, “y nos obligaron a trabajar en este estado de ansiedad y de nervios”. Asegura (ver vídeo del final) que “nos han puesto entre la espada y la pared y no nos han dado opción a defendernos. Esto es supervivencia”. Uriarte señala a Fomento como responsable de la tensión y los ataques de ansiedad que sufren los controladores y explica que no deberían trabajar en esas condiciones. Y recuerda que, en numerosas ocasiones, han pedido a AENA que solucionara un problema “gordísimo” que tenían, que no podían trabajar más horas por una ley que el propio Gobierno había aprobado, pero, en vez de solucionarlo, optó por lanzar un órdago a los trabajadores.
Javier Zanón, portavoz USCA en Baleares, denuncia que la Guardia Civil obligó a trabajar a algunos compañeros suyos que se encontraban descansando en el centro de control de Son Sant Joan, bajo “la amenaza de llevarlos al calabozo”. Zanón acusa al Gobierno de haberles dejado “fuera del Estado de Derecho decretazo tras decretazo”, lo que provocó un “efecto dominó de estrés y ansiedad” en el colectivo, que conllevó al cierre del espacio aéreo español durante casi 24 horas. Y censura que el Ejecutivo de Zapatero “destruyera” el convenio colectivo de los controladores aéreos “por primera vez en este país”, después de que el pasado 5 de febrero hiciera una “ley a su medida”, que regulaba la prestación de servicios de tránsito aéreo y modificaba las condiciones laborales de estos trabajadores. “Nos trataron como si no fuéramos trabajadores con derechos en este país”, reprueba, al tiempo que calificaba de “abuso” la actitud del Gobierno hacia los controladores, a quienes, a su juicio, “se ha vilipendiado y mentido”. Zanón subraya que el personal estaba “absolutamente desquiciado”, debido a que tuvo que trabajar “muchas horas” extra en los últimos meses “y no saben ni cuándo tienen que trabajar”, por lo que el colectivo ha dicho “basta ya”.
Mientras tanto, el ministro de Fomento, José Blanco, comunicaba que AENA había abierto 442 expediente disciplinarios a los controladores y que el gestor aeroportuario tipificaría las sanciones oportunas para los controladores responsables del conflicto que afectó a cerca de 600.000 pasajeros durante las 16 horas que duró. Los expedientes podrían implicar la “expulsión definitiva” del puesto de trabajo Advierte que, mientras dure el estado de alarma, “no se negociará”. Blanco se comprometía a depurar responsabilidades en el asunto del caos aéreo, donde, tanto AENA como la Fiscalía, habían abierto investigaciones. No obstante, advertía de que “no se pueden tomar decisiones generalizadas” sobre las responsabilidades de los controladores, ya que la “medida salvaje” de paralizar el espacio aéreo “fue tomada sólo por 500 del total de los controladores” que hay en España. Asimismo, afirmaba que algunos tendrían que probar sus afirmaciones en la que aseguraron que fueron amenazados por guardias civiles para que se reincorporaran a su puesto de trabajo. “Yo comprendo –dijo– que el estado de ansiedad y de shock de algunos les haya llevado a hacer afirmaciones que, en todo caso, tendrán que probar”.
Foto de Juan Torres.
Cristina Antón, controladora de Palma de Mallorca, asegura que el conflicto que llevó al colectivo a protagonizar una huelga salvaje no está solucionado, “ni mucho menos” e insiste en que la actuación de los profesionales no fue algo premeditado, sino una reacción espontánea tras la aprobación del decreto que regula su jornada laboral. La controladora, que el sábado, 4 de diciembre, recibía en su blog (Controladoresaereosyotrashierbas.blogspot.com) más de 5.000 comentarios –frente a la veintena que solía recibir diariamente–, niega que los controladores disfruten de una situación “privilegiada”, alude al recorte salarial de febrero de 2010 (un 40 por ciento), y se pregunta por qué no se convocan más plazas de profesionales para cubrir las actuales necesidades. Expresa su convicción de que los controladores y AENA deben recuperar la negociación con el objetivo de alcanzar consensos. “Hemos presentado –recuerda– cientos de demandas por incidentes de seguridad, por irregularidades de todos los calibres, que van a parar al fondo de un cajón. Estamos recurriendo a tribunales europeos porque lo de España es el coño de la Bernarda…. En el segundo decretazo, nos quitaron los descansos y se concedieron barra libre para ponernos a currar como animales y nos obligan a estar disponibles 365 días al año, 24 horas al día. Esto se lo comento a los médicos que me dicen gilipolleces… No somos suficientes controladores y es lo que hay. No damos abasto, coño. No os queréis enterar. Nos exigís currar todos los días para tener vuestros putos puentes y vuestras putas vacaciones. ¿Dónde cojones dice que seamos vuestros esclavos? ¿Por qué vosotros tenéis todos los derechos del mundo y nosotros NINGUNO?... He tenido un fin de semana libre en nueve putos meses. Han operado a mi madre tres veces y la he visto cinco días… No nos dejan hablar en la tele ni salir en los periódicos porque al Gobierno no le interesa que se conozca nuestra versión. Sólo tenéis la suya”.
Cristina Antón Antón dice que no gana 200.000 euros al año por mucho que diga el ministro. “Ni eso, ni la mitad…”. Y termina su blog con estas palabras: “Y no sé de dónde coño os sacáis todos el derecho a juzgarme, condenarme e insultarme si ni sabéis lo que hago ni quién coño soy. Ya os vale a todos. Le pido al cielo de rodillas que algún día os caiga encima toda la mierda que me está cayendo y que me estáis soltando a mí. Ese día hablaremos de tú a tú y ya veréis qué bien nos entendemos”. Cristina asegura que, en la historia de España, ningún colectivo ha sido sometido a una presión tan brutal y a la sarta de animaladas que están cometiendo con los controladores. “Te aseguro –contesta a un internauta– que somos gente muy seria y responsable y nos jugamos nuestros puestos de trabajo, la cárcel, el embargo de nuestros bienes y multas millonarias. ¿Crees en serio que estaríamos haciendo lo que estamos haciendo si no hubiéramos agotado ya todas las vías razonables? Llevamos nueve meses informando de nuestras reivindicaciones, pero la gente pasa de todo. No estamos en huelga, lo que estamos es hartos y dispuestos a ir a muerte a donde haya falta porque no podemos más”.
Según palabras de César Cabo, secretario de comunicación de Unión Sindical Controladores Aéreos, se cerró el espacio aéreo habiendo controladores. Ellos fueron objeto de “otra provocación en forma de decreto ley en la víspera de uno de los puentes más importantes del año”, lo que, en su opinión, “no fue casual”. César Cabo se acercó a la Audiencia Provincial de Madrid donde fueron citados compañeros suyos por un delito de sedición tras las bajas masivas en sus puestos de trabajo. “Los controladores aéreos –dijo– acudimos a la llamada de la Fiscalía para asumir la responsabilidad que compartimos. Hay una corresponsabilidad que asumimos por nuestra parte, pero AENA y el Ministerio tendrán que asumir por la suya”. Cabo insistió en que “la empresa fue la que cerró el espacio aéreo y los aviones no salieron. “El clima de agitación –insiste Cabo– impedía a muchos trabajadores desempeñar su trabajo, pero había suficientes controladores para que los aviones pudieran seguir volando. No en las mismas condiciones, pero se podía haber seguido volando”. Según él, AENA tomó “esa decisión” (de cerrar el espacio aéreo), por lo que “tendrá que explicar” por qué lo acordó así.
Rubalcaba, tras el Consejo de Ministros.
“La actitud de los portavoces de los controladores, especialmente de César Cabo –advierte Rubalcaba en la última rueda de prensa del Consejo de Ministros– me causa una cierta perplejidad” porque “no sólo defienden sus privilegios, a veces con mentiras o medias mentiras”, sino por cómo los defienden. El ministro del Interior dice que toma nota de este “desparpajo” y de la falta de responsabilidad que considera gravísima. Y advierte que el Gobierno quiere dar ejemplo. “Lo que hay –explica Rubalcaba– son distintas vías de depuración de esa responsabilidad: la laboral, con los expedientes de AENA; dos vías jurídicas, una de la Fiscalía General y de las Fiscalías respectivas, que están trabajando, y las distintas demandas de tipo penal y civil en distintos juzgados de España. Todo eso va a seguir sus pasos… y estas cosas no van a quedar sin nada”. Por su parte, César Cabo pide que el Ministerio de Fomento explique “por qué lleva más de un año maltratando al colectivo y utilizando demagogias. Dice que quiere negociar por delante y lo único que hace es dictar por detrás decreto tras decreto. Llevamos una Ley y cuatro decretos. Se ha provocado al colectivo y se podría haber evitado”. Y USCA presenta un recurso contencioso administrativo ante el Tribunal Supremo contra los Reales Decretos en los que se decretó el estado de alarma y la militarización de los servicios de tránsito aéreo civiles, respectivamente.
La vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, declaraba el mismo viernes que las primeras cifras que se calculan sobre la privatización del 49% de AENA permitirán al Estado obtener más de 8.000 millones de euros para “reducir deuda”. En declaraciones a Onda Cero, Salgado aseguraba que los ingresos por la venta de AENA vendrán “bien a todos” y servirán también para disminuir las tasas aéreas. Y, en el artículo “La carambola perfecta” la periodista Rosa María Artal escribía: “Saquemos la pancarta para pedir las privatizaciones. Telefónica funciona, privatizada, fantásticamente para los intereses de sus dueños. Gana millones. A costa de, por ejemplo, cobrarnos a los incautos españoles las tarifas más caras de la UE. Los dueños y accionistas de Repsol obtienen cuantiosos beneficios. Argentaria forma ahora parte del poderoso BBVA que compra bancos y se sienta en la Moncloa a consulta o a dictar “consejos”. Todo eso era nuestro, del Estado. Ahora engrosa bolsillos privados y nosotros no vemos un céntimo. Por el contrario, presionan para que nos quiten lo que nos queda en aras del libre mercado y su voraz intranquilidad. La empresa privada se basa en el principio de la rentabilidad. Invierte menos para ganar más. París tuvo que “renacionalizar” el agua por los problemas que causó la falta de inversiones del concesionario privado. Las loterías proporcionan enormes ganancias. Ahora serán para cuentas privadas. El espacio aéreo estará mejor privatizado, sin estos malcriados controladores que han puesto en juego mucho en su torpe jugada. Venga pues, abramos la puerta de nuestras casas, que entren a saco y se lleven hasta la ropa sucia para venderla. ¿Cómo se puede ser tan cretino si uno no va a rellenar su cuenta corriente con ello? Así que la carambola… perfecta. Pasen señores pasen. Rien ne va plus”.
La autoridad mostrada por el Jefe del Gobierno frente los controladores es incapaz de exhibirla frente a los especuladores, banqueros, Marruecos o frente al embajador norteamericano.
Pero volvamos al asunto de hoy. “Ya está claro –escribe Isaac Rosa en Público– cuál es el juguete que va a arrasar en las próximas navidades: el controlador aéreo. Se dice que los controladores cobran demasiado, pero no es cierto. Yo diría que están mal pagados para el servicio que prestan. Por si fuera poco controlar el tráfico aéreo –cosa que no es precisamente fácil–, además cumplen una función social insustituible y muy necesaria en tiempos revueltos: canalizar el descontento ciudadano… Y los controladores son ideales para ello: son pocos, nadie sabe bien a qué se dedican, tienen aspecto de élite –‘casta’, ‘aristocracia’, se dice de ellos–, ganan más que la mayoría, son endogámicos, soberbios e insolidarios con los demás, y tienen una capacidad de presión sobre su empresa que ya querríamos muchos. Es decir, admiten odio pero también envidia o resentimiento, pues les sienta como un guante la etiqueta despectiva que más éxito tiene en tiempo de paro y miseria: privilegiados. Se ha intentado con otros colectivos, pero con ninguno luce tanto… Además, sirven al gobierno para hacer una exhibición de autoridad, de esa misma autoridad que no muestra con especuladores, banqueros, Marruecos o el embajador estadounidense. ‘Quien echa un pulso al Estado sabe que lo pierde’, presume mientras aplasta manu militari a unos controladores que, encerrados en su burbuja, no midieron su respuesta. Visto así, hasta salen baratos”.
“Ya está –advierte Federico Quevedo en el artículo “Nos duele profundamente España: Zapatero manda manu militari”, publicado en El Confidencial–: el Ejecutivo de la paz, del talante y del diálogo, acaba sus días echando mano de los militares en una decisión sin precedentes y de una gravedad extrema. Una decisión que tenemos que denunciar, que estamos obligados a denunciar por lo que de vulneración del Estado de Derecho y de las garantías constitucionales conlleva… El mundo se ríe de nosotros cuando no nos mira con indudable preocupación. España ya no es lo que era, lo que fue hace tan solo unos años: del ejemplo de la Transición, del desarrollo de los ochenta y noventa, y del milagro económico con que abrimos la puerta al nuevo siglo, hemos pasado al desmoronamiento absoluto, a la peor de las pesadillas… Cuando un país se desmorona como lo hace el nuestro y se ponen en duda todos los valores y principios con los que levantamos el edificio constitucional hasta el punto de vulnerar la propia Constitución en su esencia más profunda, la defensa de la libertad, entonces solo cabe decir que estamos firmando nuestra propia sentencia de muerte democrática. Lo que ha hecho este Gobierno ha sido violar hasta la extenuación la propia Carta Magna”.
José Blanco, ministro del Fomento, fustigando a los controladores.
R. G. Almazán expone en Kabila, en el artículo “La casta de los controladores vuelve a la carga”: su punto de vista del problema: “Esta pija aristocracia aérea cuyos emolumentos y condiciones son de absoluto privilegio, actúan con un egoísmo e insolidaridad total. Incapaces de ver más allá de sus narices, utilizan todos los medios, incluso paralizar el país y tomar como rehenes a cientos de miles de pasajeros. Pero no quiero dejar de lado la actitud del gobierno que, a sabiendas de cómo actúa el colectivo más elitista de este país, no ha sido capaz de poder tener previsto un plan B. Hasta la llegada de Blanco al Ministerio, todos los anteriores gobiernos han ido cediendo, ante el chantaje de estos energúmenos del aire, y dejándonos en manos de estos operadores millonarios, que siempre han utilizado la extorsión para su propio beneficio. Blanco ha sido el primer ministro capaz de enfrentarse a los controladores y que ha tratado de aminorar los privilegios. No obstante, el mismo Blanco, desde hace más de un año viene aparcando este problema y salvándolo como ha podido. Ha tenido ya enfrentamientos y estoy convencido de que conoce bien el paño. Y sin embargo, no se le ocurre sino lanzar un decreto, para que trabajen más horas los controladores, al principio de un puente, sabiendo que los controladores estaban en contra.
Y Kabila termina preguntándose: “¿Por qué el gobierno no ha tomado las medidas pertinentes? ¿Por qué no se ha habilitado, mediante la formación necesaria, a los controladores militares para que puedan hacerse cargo del control aéreo civil? ¿Por qué no se ha suscrito acuerdos con otros países, como Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, etcétera para que ocuparan los centros de control de los aeropuertos españoles, temporalmente? ¿Por qué desde hace un año no se han formado más controladores que pudieran sustituir a estos zánganos, aplicándoles las nuevas condiciones? Es increíble que el gobierno se haya visto sorprendido por esta casta sátrapa y que tenga que tomar medidas urgentes sin haber evitado que durante un periodo de tiempo el control aéreo español permanezca cerrado. La situación sigue igual hasta ahora. No es fácil saber cómo va a terminar esto. Sin embargo, el daño ya está hecho. Los causantes deben ser castigados severamente, y el señor ministro debería marcharse a su casa. Porque no se puede consentir unas medidas improvisadas, a sabiendas de que esto podía ocurrir. Y, desde luego, lo que no puede suceder es dejar otra vez la herida abierta. Que esta lamentable experiencia lleve a solucionar el problema de una vez por todas, cueste lo que cueste”.
De la crítica de la actualidad, reflejada en la prensa durante estos últimos días, pasamos al humor con el que, como cada domingo, terminamos la semana. De Peridis a Pío Padylla, Raúl Salazar, Forges y Emebé + de .
Seguimos con Manel Fontdevila: El Foco, Preocupación por las filtraciones de Wikileaks, Ciencia y Vida, El Mal y Otegui.
Con Territorio Vergara: No se habla de otra cosa, Estado de Alarma, Gestión de la crisis aeroportuaria, El presidente del Global Adaptación Institute y La Constitución.
Y con Pep Roig: Dioses flipantes, La amenaza permamente, Lamento, El problema del problema y Rueda el mundo, rueda.
Acabamos con tres vídeos sobre el tema de hoy y un cuarto sobre Javier Bardem, uno de los protagonistas del especial elaborado por “The New York Times” que ha elegido a las catorce estrellas más destadas del año que toca a su fin para rodar catorce impactantes escenas. Todas ellas, de menos de un minuto de duración, en blanco y negro, sin una palabra y con música clásica de fondo.
“The New York Times” ha escogido a catorce actores y actrices para demostrar la interpretación de los mismos como algo minimalista. En el caso de Bardem, el actor tiene un ataque de ira y empieza a destrozar la vajilla de una mesa.
1 comentario:
Fue una oportunidad perdida. Mientras los militares y policias estaban en los aeropuertos, los ciudadanos a quienes suprimen los 426€ podrían haber salido a romper el mobiliario urbano. En fin... otra vez será.
chiflos.
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