J. Assange se entrega a la Policía británica, pero no se rinde.
Julian Assange, fundador de Wikileaks.
Un banco suizo decidió cancelar la cuenta Wikileaks en la que Assange recogía donaciones para su defensa legal. La extraña y paradójica razón bancaria alegada es que Assange no vive en Suiza y sólo los ciudadanos de este paraíso fiscal pueden abrir cuentas allí. Para la Organización Internacional de Policía Criminal, Assange no es lo bastante narcotraficante, corrupto o nazi como para merecer la protección del afamado secreto bancario suizo. Y la Policía británica lo detiene por un confuso caso de supuesta violación en Suecia que está pendiente desde este verano pero que, curiosamente, en los últimos diez días se ha convertido en prioritario para la Interpol. Para ella, se trata de un violador, pese a las dos supuestas víctimas con las que Assange tuvo relaciones sexuales consentidas, con dos días de diferencia y sin protección. Ninguna de las dos mujeres denunció violación tras esos encuentros. Y sólo cuando, más tarde, ambas advierten que Assange ha compartido cama con las dos le denuncian por violación. Una de ellas declara que, tras romperse el condón, pidió a Assange que parase y él siguió, por lo que pidió su arresto. Y aunque el fiscal alude que no hay “razones para sospechar de violación”, más tarde, como resultado de la entrada en vigor de una orden de detención europea presentada por Suecia ante Reino Unido, de la que la Interpol se hace interesadamente eco, la fiscalía de Göteborg reabre el caso.
En estas acusaciones –todas negadas por él mismo–, así como en la operación de persecución sistemática, sus seguidores ven la larga mano de los Estados Unidos y denuncian una conspiración para acabar con Wikileaks que pasa por el encarcelamiento de su fundador y el ahogamiento financiero de la compañía sin ánimo de lucro. Assange se entrega el martes pasado a la Policía británica para declarar sobre la orden de arresto internacional emitida por la Justicia sueca. Su principal objetivo es frenar su extradición a Estocolmo. La Policía londinense comunica que el arresto del periodista australiano se basa “en una acusación de coacción, dos cargos por acoso sexual y una de violación, cometidos en agosto de 2010”. Los seguidores de Wikileaks creen que las acusaciones de abusos sexuales son un montaje para cerrar la página web que está divulgando los secretos militares y diplomáticos de Estados Unidos.
La fiscalía decide, en un principio, frenar el proceso, pero, tras la filtración de los cables diplomáticos y la emisión interesada del arresto internacional, lo pone de nuevo en marcha. Europol llega a incluir la fotografía de Assange en su página web como uno de los delincuentes más buscados. Las acusaciones suecas forman parte, según Assange, de un plan del Pentágono para acabar con Wikileaks. Además, el acoso a también se dirige hacia sus fuentes de financiación. Julian Assange permanecerá en prisión preventiva hasta el 14 de diciembre, día en que está previsto que se celebre la próxima vista del proceso para su extradición a Suecia, según determina un tribunal de Londres. El juez Howard Riddle rechaza la petición de Assange para la libertad bajo fianza, alegando que existe un riesgo de incumplimiento por parte del director del portal de Internet, reclamado por la Justicia sueca por supuestos delitos sexuales. El cineasta británico Ken Loach, el conocido periodista australiano John Pilger, defensor de los Derechos Humanos, y la millonaria Jemima Khan, hermana del diputado tory Zac Goldsmith, implicada en causas sociales, ofrecen inútilmente avalar la fianza de Assange.
A todo este galimatías, Kevin Rudd, ministro de Exteriores de Australia, lugar de nacionalidad de Julian Assange, culpa ahora a EEUU de las filtraciones de Wikileaks sobre los cables de las embajadas estadounidenses un día después de que éste sea detenido. “Assange no es el responsable de la revelación sin autorización de 250.000 documentos de la red diplomática”, alega Rudd en una entrevista para Reuters. “Los americanos son los responsables” afirma Rudd, quien remarca que los que facilitaron los documentos a Assange fueron los estadounidenses.
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