viernes, 3 de diciembre de 2010

No quiero ser puta.


Esta fotografía no pertenece a Leyre. La copié de Internet, pero ayuda a imaginarla.

El domingo pasado, en Mundo-anuncio.com, una mujer joven, de 27 años, lanzaba desde el barrio de Portazgo en donde, al parecer, vive una inquietante demanda de trabajo. “Soy española –decía–, quiero trabajar pero no quiero ser puta. ¿Es eso posible?”. La mujer sin rostro, de nombre Leyre, se rebelaba contra la opción de o ser una parada o trabajar, pero con su sexo, y extendía su mensaje con este crudo mensaje:

“Estoy hasta el mismísimo coño de que sólo salgan anuncios para ser puta y estoy a la espera de encontrar alguna oferta de empleo serio y sin trampas. ¿Por qué no hay ningún empresario decente con una actividad alejada de estos temas? Si es necesario rezar 200 rosarios para que Dios medie un jodido milagro, juro que lo haré”.

Leyre parecía saber muy bien de lo que hablaba y añadía, indignada: “Ya está bien, joder. Que las mujeres valemos para muchísimas cosas más que para chupar pollas y follar a cambio de un miserable dinero que luego no da ni para pagar el psicólogo para que ayude a superar el puto trauma de haberse metido a puta por desesperación”.

El anuncio terminaba con esta frasecita: “Si alguien lee este anuncio y tiene alguna oferta decente para trabajar que, por favor, responda ya que, si estoy a punto de la ruina más absoluta, aún así, prefiero verme pidiendo en el metro antes de meterme a puta. ¿OK?”.

No me extraña que, en esos tiempos en los que se necesitan tantos milagros urgentes para cambiar la sociedad, se encuentren a veces iglesias llenas, y no de santos ni de fieles feligreses. Lo triste de esta sociedad es que, si Leyre está buena, como entienden los jodidos entendidos en este puto negocio, puede que le caigan ofertas en esta rama, pero ni una sola en otras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La joven en cuestión además de pretender un trabajo,refiere lo que sabe o sabría hacer. Puede salir la cara o la cruz, pero es ella quien lanza la moneda al aire y apuesta en las dos opciones. Si cayera de canto gana Pigmalión.
Sonará su móvil, -sin duda-

chiflos.