Los eurodiputados españoles prefieren viajar en primera.

Los eurodiputados ni desean renunciar a sus vuelos en primera ni congelar sus sueldos.

Se aferraron como lapas a su sillón y defienden con uñas y dientes sus privilegios de volar en primera clase. Una mayoría de eurodiputados de derechas, centro y las izquierdas, no estaban dispuestos a renunciar a ellos. A su salario bruto mensual, de 8.000 euros, se suman 304 euros por cada día de sesión en el Parlamento Europeo. Perciben además 4.299 euros para gastos corrientes de oficina y 19.709 euros para gastos de personal administrativo, y tienen, por supuesto, derecho al reembolso de los billetes de sus desplazamientos. Pues bien, cuando, para ahorrar gastos, alguien abogó por congelar los salarios y reducir los vuelos en primera clase y propuso que volaran en clase turista, la inmensa mayoría de eurodiputados españoles votaron en contra.

Eurodiputados de la Izquierda Unitaria Europea y de Los Verdes presentaron las enmiendas al presupuesto para 2012, proponiendo no aumentar las asignaciones relativas a sueldo y dietas y alegando que “mientras los ciudadanos europeos están sufriendo congelaciones y reducciones de sus salarios y pensiones, sería difícil de entender que los eurodiputados no aplicaran la contención”. En otra de las enmiendas, sugirieron reducir costes en viajes, limitando los vuelos en primera clase para los que durasen menos de 4 horas, medida que la inmensa mayoría de eurodiputados españoles igualmente rechazó. De los 54 españoles en el Europarlamento, solo cuatro votaron a favor de volar en turista: Ramon Tremosa (CiU), Rosa Estaras (PP), Oriol Junqueras (ERC) y Raúl Romeva (ICV-Verdes). Izaskun Bilbao Barandica (PNV) y María Badia i Cutchet (PSOE) se abstuvieron, 36 votaron en contra (la mayoría del PSOE y del PP), y 12 no votaron.

Luego, tras la polémica suscitada, miles de mensajes indignados aparecieron en Twitter. Y, ante una reacción tan unánime, el grupo socialista aseguró, horas después, que el grupo a favor de sus eurodiputados fue un “despiste”, un “error en la gestión del voto” y que lo cambiarían por la abstención. Pero el avalancha de críticas cubrió de vergüenza la ya de por sí maltrecha imagen de las instituciones. PSOE y UPyD prometieron corregir el voto y congelar sueldos y dietas en 2012 como gesto de austeridad acorde con los tiempos de crisis. El PP se limitó a anunciar que “lo analizaría”.

“No podemos compartir esa votación; no tiene sentido”, afeó a sus eurodiputados el número dos del PSOE. José Blanco encargó a la socialista, Elena Valenciano responsable también del área internacional del partido, que trasladase a la delegación socialista en Bruselas el rechazo de la dirección del PSOE a su votación. “Tenemos que dar ejemplo”, instó la vicepresidenta segunda, Elena Salgado. “No pasa nada por viajar en turista”, se unió la ministra de Sanidad y Política Social, Leire Pajín. “Tienen que votar a favor de las medidas de austeridad”, apremió a los eurodiputados de su partido el titular de la Presidencia, Ramón Jáuregui. Desde el PP, apenas se oyó una voz en contra. “La posición del grupo se tendrá que analizar cuando se debata un documento real, como los Presupuestos”, se parapetó Jaime Mayor Oreja, portavoz conservador en la Eurocámara, quien calificó la enmienda de “propuesta extemporánea de un eurodiputado comunista portugués pensando en los resultados electorales de su país”. Otros, como el conservador, Alejo Vidal-Quadras, vicepresidente del Parlamento Europeo, justificó estos viajes al entender que la obligación de volar 150 ó 300 veces al año “requiere unas condiciones físicas que sean las adecuadas a este esfuerzo”. Pero ¿tanto viaja el parlamentario catalán, que apenas le quedan libres unos días al año? Cayo Lara, coordinador federal de IU, tachó el comportamiento de PSOE, PP y UPyD en el Parlamento Europeo de “mal ejemplo de ética y de principios”. Y Ángel Revilla, presidente de Cantabria, recriminó a los eurodiputados: “Tendrían que ir ahora en la cola del avión”.