De montes quemados a urbanizables.
Arias Cañete
Terra Mítica se levantó sobre un bosque quemado.
Miguel Ángel Cañete, ministro de Agricultura,
está preparando la fórmula para convertir los montes quemados en urbanizables.
De esta forma, se ahorra el esfuerzo de seguir conservándolos, con la excusa de
que no hay suficiente dinero para ello, y así, una vez quemados y arrasados por
el fuego, los entregará con los ojos cerrados al especulador. Lo que acelera y apoya,
según él, el cambio de uso forestal, “siempre que se trate de titularidad
pública y que se adopten las medidas compensatorias necesarias que permitan
recuperar una superficie forestal equivalente a la quemada. Tales medidas
compensatorias –reza el borrador de la futura ley– deberán identificarse con
anterioridad al cambio de uso”.
Dicha fórmula no complace a los amantes de los
bosques sin intereses privados sobre ellos. “Durante la reunión –explica Mario
Rodríguez, el director de Greenpeace en España– el ministro Arias Cañete nos
aseguró que esto sólo se aplicaría en casos excepcionales, pero tenemos el
razonable temor de que, como ocurre tantas veces, la excepcionalidad se pueda convertir en norma”. Hasta el momento, la
legislación española prohíbe
taxativamente el cambio de uso de los espacios quemados en el plazo de 30 años.
Es decir, que, si un monte arde, su recuperación está protegida por la
prohibición de “cambio de uso forestal al menos durante 30 años”, con la
imposibilidad de realizar “toda actividad incompatible con la regeneración de
la cubierta vegetal, durante el periodo que determine la legislación
autonómica”. Pero, con la futura ley, las cosas se ponen mucho más fáciles para
los especuladores y casos como Terra Mítica servirán de ejemplo.
Terra Mítica, parque temático situado en Benidorm
(Alicante) se construyó sobre 450 hectáreas de
terreno no urbanizable de especial protección forestal. De hecho, estaba
prevista la creación en ese entorno de un gran parque forestal, que se hubiera
convertido en uno de los grandes referentes ecológicos de Europa. Pero, el 11
de agosto de 1992, un incendio intencionado y provocado arrasó esos terrenos. A
medida que los equipos de extinción intentaban detener las llamas, varios focos
simultáneos, como si se tratara de una campaña orquestada, las iban reavivando
desde los lugares más insospechados. Mientras bomberos y retenes se
concentraban para detener los frentes de fuego, nuevos focos renacían desde otras
zonas desprotegidas. Esta situación se prolongó durante varios días. De esta
manera, desparecía uno de los más bellos pulmones forestales de España. Y la
comarca alicantina de la
Marina Baixa se convirtió en un páramo de carbón negro.
Eduardo Zaplana, a la sazón, alcalde de
Benidorm, culpó a la
Consellería de Medio Ambiente, del gobierno del socialista Joan Lerma, de
“descoordinación y lentitud en las tareas de extinción”. Ningún plan de
reforestación se aplicó en los años siguientes para recuperar los bosques
quemados. Y, cuatro años más tarde, en 1996, recién elegido Zaplana presidente
de la Comunidad
Valenciana , se creó la sociedad Parque Temático de Alicante,
que ese mismo año se beneficiaba de la
expropiación de los terrenos arrasados y otorgaba a Terra Mítica
S. A. la concesión del suelo para construir una enorme zona hotelera (2.500
plazas), dos campos de golf y el Parque de la Naturaleza.
Cuando, en 2003, se redactó la ley que cercenaba la posibilidad de
recalificar bosques quemados también Zaplana estaba allí. Era el portavoz de
Gobierno de José María Aznar
desde mes y medio antes. Ahora, el
ministerio de Arias Cañete pretende retocar aquel restrictivo artículo 50 de la
ley de 2003 y abrir la puerta a excepciones. Una propuesta que Greenpeace
califica como “un peligroso paso atrás”.
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