ARCO, donde todo se vende bajo la apariencia de arte.
Uno de los bocetos de Yann Leto para Arco.
Del 19 al 21 de febrero se celebra en Madrid la
33º edición de ARCO, la feria de arte contemporáneo en la que los galeristas
buscan vender a toda costa. Este año nadie quiere a curiosos apretándose en los
pasillos. Los galeristas prefieren a los coleccionistas, compradores. “El Congreso es un putiferio, un show”, dice Yann
Leto, artista francés residente en España, desde hace ocho años, al periodista Peio Riaño.
El artista propone Congress Topless, el Congreso en pelotas,
una performance presentada en la galería murciana T20 que busca reflexionar
acerca de la política como espectáculo. Leto reproduce fielmente un club de
baile striptease, con bailarina profesional incluida, en un perímetro cerrado de
6 metros
cuadrados . “Veo el Congreso de los diputados y lo que en
él ocurre como un striptease privado. Los políticos intentan acercarse
al ciudadano con un falso discurso. Las bailarinas que se desnudan son una
metáfora del Estado de bienestar, controlado por unas personas que toman leyes y
decisiones a la ligera, sin contar con lo que los ciudadanos
piensan de ellas”, explica el artista. No se trata de políticos contratados
para desnudarse delante de un reducido grupo de visitantes, sino de dos
bailarinas, en varios pases. En cada edición de la feria este artista plantea
problemas derivados de su vocación provocadora. “Me
llaman provocador y es mucho más provocativo lo que hacen los políticos. Mucho
más indignante que lo que hacemos nosotros” El año pasado Leto montó una
de las piezas más polémicas de ARCO, una
cruz gamada con luz de farmacia. “El arte siempre da un paso delante de la
sociedad para examinarla, para ver hasta dónde es capaz de llegar. ¡¡Seguimos
con Franco, no lo hemos superado!!” recuerda al hacer referencia al
episodio de censura que vivió hace tres ediciones Eugenio Merino,
con su Franco
en congelador.
El cuadro de Leto, inspirado en la foto de la fiesta de la alcaldesa de Alicante
Yann cree que Merino hizo lo que
tenía que hacer. Y desea que los políticos entiendan su mensaje. “Si creen que
no es su lugar, pues que me echen. Reconozco que no está en el mejor sitio para
plantear una
crítica a la labor del político, que cada día demuestra en el
Congreso de la pasta que está hecho. No está en el mejor lugar, porque, una vez
son apartados de la Cámara
Baja , parten hacia su jubilación a instituciones controladas
por ellos. Me llaman provocador y es mucho más provocativo lo
que hacen ellos. Mucho más indignante que lo que hacemos
nosotros. Esto es una feria de arte, en el que el gusto es una cuestión de
elección. Los políticos no dejan opción a la decisión. Ellos tienen siempre la
última palabra”. Yann Leto admira al
colectivo Democracia:
cree que son la avanzadilla del arte español. Coincide con ellos en la
“necesidad” de alimentarse con hechos políticos, sociales y económicos. Y
reconoce que vive en un país donde no se puede estar al margen de la
corrupción. “La verdad es que España es especial. Aquí tengo mucho material
para trabajar. Como ciudadano, me duele; como artista, me alimenta”. Plantea el
debate de la madurez democrática de una Constitución joven que se avejenta,
de una sociedad que avanza hacia el pasado. Además, incluye varios cuadros de
gran tamaño, entre los que destaca una versión del Almuerzo campestre
de Manet,
inspirada en la fiesta de pijamas de Nochevieja, que la alcaldesa de Alicante
celebró en Andorra con empresarios y amigos. Leto se alimenta de la prensa,
de sus imágenes y esta le pareció muy graciosa…
Obra de Manuel Antonio Domínguez (Galería Ángeles
Baño).
Muchos de los artistas y galeristas que acuden a
la cita más importante del mercado con el arte apuestan por la provocación.
El
arte de las ferias es el arte del espectáculo, consumido a toda
velocidad. No es un museo, sino la comida rápida de la experiencia artística. Son
artistas que tratan de ponerlo todo en duda, en un momento en que el mundo en
que viven no les sirve. Luchan contra el silencio, las complicidades y la
culpa. Como la videoartista Eija-Liisa Ahtila, quien llega a la feria como parte del
programa fuerte del país invitado y con una de sus propuestas acerca del amor,
el sexo y las relaciones humanas. Recientemente, expuso en la Tate de Londres y tuvo una
retrospectiva en el Kiasma de Helsinki. Su obra fue premiada en encuentros
internacionales como la bienal de Venecia o Documenta por sus instalaciones
sobre los celos o la reconciliación. ARCO presenta este año galerías de 23 países,
un número mayor al del año pasado, aunque con menos artistas. La bajada del IVA
de obras de arte del 21% al 10% es una de las zanahorias en la mano con la que los
marchantes se pasean. Y, aunque en otros tiempos,
ARCO estuvo más arriba en la tabla –en el 2012, ocupó el séptimo puesto entre
las más importantes ferias internacionales de arte– hoy todavía mantiene su
valoración pese a la debilidad del mercado interno y la feroz competencia
ferial. El impacto de la feria sobre la internacionalización de
nuestro arte es menor del que cabría esperar pero las perspectivas serían aún
peores sin ella. El número de visitantes baja cada año, pero aún es una fuente de ingresos
importante en la segunda feria más popular del mundo, solo por detrás de India
Art Fair. ARCO es una de las ferias estrella para IFEMA, y sus
resultados afectan a las cuentas globales. También al turismo en Madrid. Su
impacto se valora en 80 millones de euros. Es la tercera feria que más entradas
vende, después de FITUR y GIFTRENDS. Su director, Carlos Urroz, dice que gasta
lo que ingresa, e incluso apunta que hubo algunas ediciones deficitarias, pero
hoy podemos colegir que queda para la institución ferial un margen de
beneficio. Quizá de un 20%. El hecho de que su presupuesto haya
subido respecto a 2013 lo indicaría así, al igual que la elevación de la
cantidad destinada a la adquisición de obras para la Fundación ARCO : en
2010 se presupuestaron 80.000 euros, en 2011 se gastaron 60.554 euros y este
año se podrá llegar hasta 140.000.
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