Franco, 40 años después de su muerte.
Franco sigue vivo, según su Fundación.
Franco, bajo palio.
Fotografía difundida por la Agencia EFE de la entrevista de Francisco Franco en Hendaya, con Adlolf Hitler.
Cuarenta años después
de la muerte de Franco, sigue provocando polémica. Ángel Viñas, historiador, economista y diplomático, autor
de “La otra cara del Caudillo” destruye la imagen de dirigente “austero y
espartano” y demuestra con documentos oficiales que éste fue un corrupto que
engordó su cuenta corriente y llegó a acumular la enorme cantidad de 32
millones de pesetas (alrededor de 400 de euros hoy). “Mientras sus soldados
morían en las trincheras y padecían hambre y piojo –dice Viñas–, Franco se
estaba haciendo millonario”. El historiador desvela la “operación café”: la
venta, en 1939, de 600 toneladas de café enviadas por Brasil para financiar
obras sociales cuyos beneficios fueron a la cuenta del dictador. “El franquismo
ha sido uno de los regímenes más corruptos de la historia de España”, concluye
Viñas. “No digo que Franco fuera un ladrón” porque en su dictadura él “era
fuente de derecho, sus decisiones eran ley, no podía hacer nada ilegal”. Como
si fuera un rey, Franco entraba en las iglesias bajo palio y miles de españoles
se arrodillaban al paso de su vehículo, constató en 1939 un embajador
estadounidense. “Tenía delirios de realeza: su orgullo exigía que solo le
sucediese alguien de sangre real”, escribe Paul Preston, desmontando un último
mito: “la idea de que había previsto y aprobado el papel que desempeñaría el
rey Juan Carlos en la transición hacia la democracia”.
En sus escritos, el
historiador británico, considerado como el gran especialista del franquismo, describe
a Franco como un hombre “poco culto”, “mediocre”, con un “enorme egocentrismo”
y “una calculadora crueldad”, animado por el odio feroz al separatismo, el
comunismo y la masonería que quería erradicar del país. “Franco mintió sobre casi
todo –asegura Preston–. Una de sus mayores mentiras es que salvó España de la
Segunda Guerra Mundial, cuando estaba intentando constantemente meterse en la
guerra”, añade el autor de la monumental biografía. Pero el militar manifestó
también, “una notable astucia e intuición” para adaptarse a las circunstancias.
Las leyendas sobre Franco se propagaron a través de la Iglesia católica y las
informaciones oficiales que se difundían obligatoriamente en los cines: el
“enviado de Dios” como “salvador de la tradición occidental cristiana”, “el
primer estratega del siglo” que “no se equivocó jamás”, el “arquitecto del
milagro económico”… Con un golpe de Estado, el general desencadenó una cruel
guerra civil española (1936-1939), que terminó ganando con la ayuda decisiva de
Hitler y Mussolini. “España era un país desangrado, abatido –explica el historiador
Carlos Gil Andrés–. Era más un problema que una solución para Hitler que se
irritó por lo que Franco pedía” para entrar en el conflicto mundial.
Y, durante cuarenta
años, Franco tuvo seguidores y admiradores empedernidos, aglomerados en torno
él que le sobrevivieron cuarenta años después. Prueba de ello es el homenaje
convocado y preparado por la Fundación que lleva su nombre. Se trata de una
cena de 40 euros, en el Hotel Meliá Castilla de Madrid, que conmemorará el “40º
aniversario de la muerte del Caudillo”. Una convocatoria-homenaje inimaginable para
otros dictadores como Hitler, en Alemania, o Mussolini, en Italia. “Con motivo
de los 40 años de la muerte del dictador, la Fundación Nacional Francisco
Franco organiza para el próximo 3 de diciembre un acto conmemorativo en el
Meliá Castilla para celebrar su 123 aniversario del nacimiento, cuya muerte
conmemora hoy con la celebración de varias misas. El argumento de la Fundación
justifica el homenaje argumentando que “es el español más grande que ha habido
nunca”. En la página web, la Fundación presenta el acto como un agradecimiento
a quien “liberó a España del comunismo, que la salvó de entrar en la Segunda
Guerra Mundial, que realizó la reconstrucción después de haber quedado asolada
y que la impulsó económicamente a partir de los años 60”. La organización obvia
la represión y persecución para señalar que “en general, consiguió para el
pueblo español prosperidad. Ha contraído tantos méritos... que lo que
deberíamos hacer es homenajearle todos los días del año”, sostiene Jaime
Alonso, uno de los portavoces de la Fundación.
El franquismo construyó
el mito de que Franco paró a Hitler. Un mito que sirvió para tratar de
minimizar los lazos entre Franco y el nazismo. “En realidad, Franco tuvo mucha
fortuna –explica el economista e historiador, Pierpaolo Babieri, autor de “La
sombra de Hitler: el imperio económico
nazi y la Guerra Civil española”–: su gran acreedor fue destruido. Esa fue su
suerte: que aquel que lo había llevado al poder y tenía una hegemonía absoluta
en España fue destruido”. Barbieri
agrega un detalle adicional, en absoluto accesorio: “De cara a una guerra en la
que construiría el imperio formal, Hitler tuvo que elegir entre una España
pobre después de tres años de guerra y la Francia de Vichy. Entre ambas, eligió
a Vichy”. Babieri recuerda que Alemania
buscó al nazismo como una respuesta nacionalista a la humillación del Tratado
de Versalles. “España, en cambio, arrastra un conflicto interno que se dirime
en una Guerra Civil… Lo más irónico es que, como decía Hugh Thomas, España era
demasiada pobre incluso para pelear una Guerra Civil. Los españoles se matan
entre primos con armas de extranjeros”. Los nazis aportaron a Franco el
armamento, a cambio de controlar recursos “clave”, entre ellos, las materias
primas, con las cuales alimentaron su industria y ensancharon su capacidad de
crecimiento. “El pacto permitiría a los alemanes explotar estructuras de las
que ya había comenzado a echar mano, muchas de ellas localizadas
–paradójicamente– en Marruecos, la última colonia española. Al ser dueños de
las empresas españolas, decidirían con qué países comerciar. Buscarían lo
provechoso para Alemania... con empresas españolas”.
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