Diego Torres no quere ser chivo expiatorio e insiste en que la Casa Real “revisaba” y “guiaba” las actividades del Instituto Noos.
Diego Torres, en la entrevista a Ana Pastor, en la
víspera del juicio.
La infanta Cristina, al fondo, detrás de Ana María Tejeiro ,en el banquillo de los acusados.
Al fondo, Iñaki Urdangarín y su socio, Diego Torres, en la sala de juicio.
Juicio histórico el
iniciado ayer en Palma de Mallorca. Estaban
sentados en el banquillo de los acusados: Iñaki Urdagarín y su esposa,
la infanta Cristina –hija del rey emérito, Juan Carlos, y hermana del rey
Felipe VI–, Diego Torres, socio del primero, su esposa, Ana María Tejeiro, el
expresidente balear, Jaume Maras, así como dieciocho acusados más, que se
enfrentan a penas de más de 100 años. Difícil de pronosticar qué pasará tras la
fase de las cuestiones previas, donde la infanta –acusada de ser cooperadora necesaria
de dos delitos fiscales cometidos presuntamente por Urdangarín– tratará de
librarse del banquillo por la doctrina Botín y algunos de los imputados intentaron
cerrar pactos con la Fiscalía Anticorrupción.
La infanta Cristina y
su marido, Iñaki Urdangarín, son acusados en la primera sesión de un juicio que
puede prolongarse seis meses. Más de 500 periodistas acreditados de la prensa
nacional e internacional pudieron ver u oir cómo la infanta, tras saludar con
un “hola”, pasó, igual que su esposo, Iñaki Urdangarín, por el arco de
seguridad. Veinticinco minutos más tarde llegaba el exsocio de Urdangarín,
Diego Torres y su esposa, Ana María Tejeiro, igualmente procesados en esta
causa. Un día antes, Diego Torres hacía unas exclusivas declaraciones
televisivas a Ana Pastor en “El Objetivo” de La Sexta, en las que presentaba sus
actividades en el Instituto Noos como “avaladas” por la monarquía. “El rey Juan
Carlos –sostuvo– conoció, supervisó e incluso colaboró con esa asociación”.
En la víspera de este
juicio, Diego Torres, exsocio de
Urdangarín y vicepresidente de la fundación, acusado de delitos de
prevaricación, malversación de fondos públicos, fraude, tráfico de influencias,
contra la Hacienda Pública, falsedad, estafa, falsificación y blanqueo de
capitales, avanzaba su postura, presentándose como una víctima inocente. Pedro
Horrach, fiscal anticorrupción, le señala como supuesto cerebro de una
organización dedicada a desviar, a través de un entramado de empresas pantalla,
fondos procedentes de administraciones públicas como el Gobierno balear, la
Generalitat valenciana o el Ayuntamiento de Madrid. No obstante, Torres aseguró
que la Casa Real, a través de su jefe y del secretario personal de las infantas,
Carlos García Revenga, y tesorero del Instituto Nóos, supervisó los negocios
del Instituto que dirigía junto a Urdangarín. Y aseguró que “esto no es una
acusación contra ellos. Lo sería –dijo– si hubieramos hecho algo ilegal o poco
ético, pero estábamos convencidos de que todo estaba bien hecho. Ellos
revisaban lo que nosotros hacíamos y nos decían que estaba bien hecho, que
estaba perfecto. Nos guiaban”.
Torres leyó en “El
Objetivo” parte de un correo supuestamente enviado a don Juan Carlos. “En él se
le pedía –dijo–, que colaborase para facilitar la asistencia al encuentro de
determinadas personalidades del mundo del deporte. Pero este correo ha sido
excluido del sumario, con la excusa de que no tiene relación con los hechos”.
Insistió en la tesis de que don Juan Carlos colaboraba con la fundación,
leyendo otro 'email', supuestamente enviado desde Zarzuela al Instituto Noos.
Aseguró que él aportó al juzgado 300 correos relacionados con la Casa Real.
“Algunos son del Rey, otros son de otras personas, como Carlos García Revenga,
el abogado real y de otras personas de la Familia...”. E insistió en que no era ningún ataque: “No hay absolutamente
nada de criminal en estos mensajes. Mi tesis es que estábamos haciendo las cosas
bien. Por supuesto que nos supervisaba esta gente, y, por lo tanto, estábamos
muy tranquilos de que nada de esto podría ser nunca objeto de algún
procedimiento”.
Torres denunció la propuesta
de que asumiera un mayor grado de responsabilidad en el caso a cambio de dinero
y un puesto de trabajo en Telefónica. “Fue una propuesta que hicieron en el
despacho de mi abogado –señaló–. Yo no diría que quisieran comprarme, pero no
me pareció una oferta muy bonita. No voy a hacer de chivo expiatorio de
nadie”. Dijo que tenía los discos duros
con otros 500.000 documentos que no había podido ni leer. “No tengo tiempo
físico de revisarlos. Cada vez que el fiscal ha ampliado la acusación, he
encontrado documentación al respecto para contestar… Lo único que me importa es
que todas las pruebas sean admitidas en el juicio, porque con ellas puedo
demostrar que soy inocente… Creo que Urdangarín y la Infanta están en la misma
situación que yo”. Pero añadió: “En mis empresas no han encontrado facturas de
clases de salsa (...) no hay facturas de viajes a Roma para ver partidos de
fútbol, no hay safaris a África”.
Las palabras de Torres,
en la víspera de este macrojuicio de altos vuelos, fueron especialmente
preparadas y escogidas. Veremos, a lo largo estos meses, si las razones
alegadas van a su favor o en su contra. Iñaki Urdangarín se enfrenta a una
petición del fiscal de 19 años y medio de prisión y Torres a 16 años y medio “por
urdir y liderar” una red de empresas a
través de las que se desviaba el dinero de las distintas administraciones
públicas. Para la esposa de Diego Torres, el fiscal Pedro Horrach solicita una
pena de dos años de cárcel por un delito de blanqueo de capitales mientras que
a la infanta Cristina la considera “partícipe a título lucrativo” de los fondos
presuntamente defraudados por el que fuera Duque de Palma a través de Aizoon, la
sociedad pantalla.
HispanTV
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