La hija de Juan Carlos I y hermana de Felipe VI, en el juicio del ‘Caso Nóos’.
Foto prácticamente desaparecida en la prensa española, publicada el 12 de junio del 2015, en RosarioN/Clarín.com
Manuel González Peeters,
abogado de Diego Torres, pidió la comparecencia de los dos monarcas en el
primer juicio del “Caso Nóos”: Juan Carlos I y Felipe VI, algo que ya fue
rechazado durante la fase de instrucción. El letrado defendió que “si de lo que
se está hablando es de ejemplaridad y transparencia”, refiriéndose a la actitud
que dice tener la Casa Real, “estoy convencido de que no declinarían el
ofrecimiento” los dos monarcas. Peeters volvió a poner de manifiesto que, en
relación a la actividad del Instituto Nóos, la Zarzuela “lo tenía todo bajo
control”, por lo que “nada permitía presuponer que había nada ilícito”. El
defensor aseguró que, desde la Casa de Juan Carlos I, se controlaba “hasta la
compra de una fotocopiadora o de un vehículo”, tesis que ya defendió el propio
Diego Torres durante su entrevista con Ana Pastor, en la que llegó a asegurar
que desde la Casa Real “revisaban lo que nosotros hacíamos: decían que estaba
muy bien hecho y que adelante”.
Por otra parte, el
periodista Fernando Ónega advierte del intento de Juan Carlos de ocuparse
personalmente de su hija, la infanta Cristina. “Déjamelo a mí, que soy su padre”,
fue, según explica Ónega, el consejo que
le hiciera el rey emérito al actual rey, Felipe VI, sobre la situación de su
hermana, la infanta Cristina, que terminaría sentada en el banquillo de los
acusados por el caso Nóos. Ónega, en su libro “Juan Carlos I, el hombre que
pudo reinar”, hace un repaso a su reinado y revela los entresijos de la
abdicación y el “golpe tremendo” que le supuso la imputación de su hija. Relata
el periodista que, hace tres años, el todavía Rey Juan Carlos envió a Estados
Unidos a dos emisarios –uno de ellos, Fernando Almansa– para hablar con la
infanta Cristina y pedirle que renunciara a sus derechos sucesorios a la Corona
por el bien de la institución. La infanta “tomó nota” de esa solicitud, pero,
hasta ahora, no ha habido ninguna respuesta. Ya cerca de las últimas Navidades,
el Rey Juan Carlos y su hijo hablaron de nuevo sobre la situación penal de la
infanta y su asistencia a los actos familiares por las fiestas. Durante esa
conversación, Don Juan Carlos recomendó a su hijo que le dejara a él mediar con
la infanta. No le consta a Ónega que Juan Carlos haya vuelto a hablar del
asunto con su hija, aunque sí que ha pesado mucho su opinión de que fuera
apartada de la familia real. Ónega
incluye el primer testimonio del monarca después de su abdicación, el
pasado mes de junio, un momento que vivió con una mezcla de sentimientos
contradictorios. Lo primero, “la satisfacción del deber cumplido” y “el orgullo
de padre” al ver a su hijo nuevo rey, aunque también el “dolor de la despedida”
después de casi cuatro décadas de reinado. ¿Y lo de su hija qué?
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