La creatividad, esa facultad vetada a los autores españoles jubilados.
Conozco a escritores
con una gran imaginación creadora que, al llegar a la edad de jubilación, libre
de compromisos habituales, intentaron volcarla en la confección de más libros. Los
más conocidos y apreciados, ganaron importantes premios literarios. Pero vieron
limitadas sus facultades no por su falta de capacidad de crear, más desbordante
que nunca, sino por las trabas burocráticas impuestas por un gobierno que no le
gusta que los jubilados piensen y creen cuando están jubilados. La reforma
legal presentada por el PP (Real Decreto Ley 5/2013) impide a los escritores
compatibilizar el cobro de su pensión con los ingresos por derechos de autor de
sus propias obras, y amortaja a no pocos creadores jubilados. La reforma legal
aprobada por el Gobierno convierte en incompatible a cualquier escritor mayor
de 65 años que cobre una pensión de jubilación y, a la vez, pueda percibir
ingresos por derechos de autor por su obra publicada y/o ingresar por
recitales, conferencias u otras actividades complementarias si estas reportan
unos ingresos anuales superiores al salario mínimo interprofesional, es decir,
más de 9.000 euros por año. Un verdadero bozal para impedir que cualquier
creador pueda seguir viviendo de su creación. Las asociaciones de escritores y
entidades de defensa de los derechos de los creadores de todo el Estado se ha
puesto en pie de guerra desde el 6 de noviembre de ese año, cuando difundieron
el manifiesto “Por el derecho a seguir creando”, en el que piden el cese
inmediato de la campaña puesta en marcha por el Ministerio de Ocupación y
Seguridad Social que insta a los afectados a escoger entre continuar
manteniendo una vida intelectualmente activa o la pensión de jubilación. El
Gobierno del PP, ahora en funciones, no les hizo el menor caso y las
asociaciones convocaron una reunión en Madrid con objeto de adoptar medidas de
presión para que cambie la normativa. Hay un autor que recibió una multa de 100.000
euros, otro que perdió su pensión de
30.000 euros por haber cobrado 15.000 euros por derechos de autor. En
Catalunya, sólo el 10% de los autores pueden vivir de lo que escriben (libros,
artículos, conferencias, cursos…). La medida causa un daño de proporciones
incalculables al desarrollo intelectual de nuestro país, impidiendo que
nuestros autores puedan seguir aportando en su última etapa de la vida en que
el grado de madurez, experiencia y sabiduría puede ser volcado en mejorar la
sociedad, cada vez más necesitada de peso intelectual. Y ser cuidados y no
rechazados por obsoletos. Carlos Muñoz, abogado de la Asociación Colegial de
Escritores de España, explica que todo esto es muy perjudicial para nuestro
país. “En la ACE, tenemos 1.700 socios, el 45% de ellos son jubilados. Que con
la actividad intelectual ganen más del salario mínimo interprofesional, tenemos
unas 225 personas. Todos pueden ser inspeccionados”.
Colinas: “Pase lo que pase, seguiré escribiendo”.
Colinas suma su voz a
la de los escritores que han intensificado sus protestas por esta situación,
completamente anómala en el entorno europeo. “España –critica abiertamente– es
el único país europeo que hace un disparate así. Si has cotizado a lo largo de
un tiempo, la pensión debe ser algo inviolable, es un derecho”, añade el
escritor, que explica que, en su caso, el cobrar por derechos de autor y por
conferencias y otros actos le ha supuesto una penalización, es decir, un
recorte significativo de su pensión. “Sé que esto irá a más si sigo publicando
pero, pase lo que pase, seguiré escribiendo”, advierte el creador. Y, aunque
prefiere no revelar la cantidad exacta, sí apunta a que su pensión está muy por
debajo de los mil euros mensuales. Su caso es delirante pero Colinas apunta que
la Asociación Colegial de Escritores se ha encontrado con casos gravísimos. La Seguridad
Social ha llegado a reclamar cuatro años de pensión a la viuda de un escritor.
El autor leonés apunta otro tema “de fondo” que es un concepto “completamente
equivocado” que, desde una parte de la opinión pública, se tiene de la cultura.
“La realidad económica de los escritores profesionales es, generalmente,
delicada pero se tiende a confundir con la de gente de la jet-set, famosa o de
la crónica rosa que deciden publicar un libro”, explica. Esa realidad no se
corresponde con la del escritor profesional para el que “los derechos de autor
son escasos y tienen que buscar ingresos complementarios. Es una profesión muy
vocacional. No puede ser que los escritores se estén viendo en la tesitura de
tener que elegir entre cobrar la pensión o callarse”, se lamenta Colinas. “Yo
seguiré escribiendo pero, si siguen con los descuentos progresivos que me están
aplicando, llegará un momento en el que seré yo el que tenga que pagar a la
Seguridad Social”. Colinas recuerda también la labor desinteresada de “muchos
escritores que colaboramos en actos e iniciativas sin ánimo de lucro y nuestra
misma escritura no siempre genera derechos. Todo eso redunda a favor de la
cultura”, apunta. Su voz se ha sumado a las más de 1.200 firmas que avalan la
carta del presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España, Manuel
Rico, con el título “Los derechos de autor deben ser compatibles con el derecho
a la pensión de jubilación”. O a otra iniciativa dirigida al Ministro/a de
Empleo y Seguridad Social en la plataforma Change.org, que, en unos días, ha sumado
más de 6.000 firmas.
Manuel Rico, presidente de la ACE.
Manuel Rico, presidente
de ACE (Asociación Colegial de Escritores), denuncia la injusta situación a la
que se ven abocados muchos creadores a los que se penaliza por cobrar la
pensión y derechos de autor. “Buena parte de las obras de autores como José
Luis Sampedro, Ana María Matute, José Manuel Caballero Bonald o Francisca
Aguirre fueron escritas cumplidos los 65 años. La inmensa mayoría de los
escritores españoles vive de labores distintas a la literatura. Por lo general,
desde que accedieron a la edad laboral o finalizaron sus estudios, sus ingresos
les han venido de una profesión distinta: profesores, funcionarios,
periodistas, empleados de banca o de seguros, administrativos y un largo
etcétera de dedicaciones laborales bastante parecidas a las que ejerce el común
de los mortales. Sólo unos pocos pueden decir que viven de la literatura y por
lo general son escritores de edad más que madura que han acumulado una experiencia
que les permite ser requeridos en los más diversos foros o devengar derechos de
autor por sus obras. Todos estos escritores acumulan cotizaciones por esa
historia laboral durante tres o cuatro décadas y se trabajan con tesón el
derecho a recibir una pensión cuando cumplan 65 años o la edad legal de
jubilación establecida. Es en ese momento cuando el escritor ve la posibilidad
de disponer de todo el tiempo que le faltaba, de acudir a conferencias y otros
eventos sin tener que buscar hueco en sus períodos laborales, de dedicar mucho
más tiempo a escribir, a sacar adelante proyectos guardados en un cajón durante
largo tiempo. Y de hacerlo con total libertad: la que le otorga percibir
mensualmente la pensión pública para la que ha cotizado durante toda su vida
laboral librándole de servidumbres y condicionantes respecto a aquellos medios
en que publique o respecto a las editoriales que quieran influir en su labor
literaria. Hasta finales de 2012, realizar esa tarea no suponía problema
alguno… Pero, con el Real Decreto Ley 5/2013, se permite trabajar a los
jubilados y compaginarlo con el cobro de la pensión, pero sólo cuando los
ingresos generados por esa actividad sean inferiores al salario mínimo
interprofesional. En coherencia con ello, cualquier persona mayor de 65 años
que esté cobrando una pensión de jubilación, no puede realizar ninguna
actividad artística ni ninguna aportación a la cultura que tenga un valor
superior a 9.172,80 euros anuales, ya que, de lo contrario, pierde su derecho
al cobro de la pensión… En otras palabras: se penaliza la actividad
intelectual, la labor creativa de artistas en general y se abre un abismo en la
labor de quienes a lo largo de su vida han acumulado conocimientos y
experiencias para enriquecer culturalmente a la sociedad”.
Antonio
Gamoneda, uno de los poetas españoles contemporáneos de mayor prestigio, se
jubiló en 1996, y obtuvo lo más importantes premios después de haber cumplido
los 65 años: el Premio Cervantes y el Reina Sofía (2006), el Quijote de las
Letras Españolas (2009), el Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (2011)... Es posible que ahora tenga que dejar de escribir. Y no
por su edad, 85 años, sino por la reforma de las pensiones que empezó a
aplicarse en 2013. Las lagunas existentes en la ley no le permiten tampoco
cobrar sus derechos de autor de las obras escritas durante toda su vida. Así,
si desea seguir escribiendo o percibir los derechos de su obra anterior, aunque
no gane mucho más, tendrá que renunciar a la pensión. ¿Cuántos años habrá cotizado
Gamoneda para tener ese derecho? ¿Cuántos años le habrá costado llegar a ser el
gran poeta que hoy es? Justo en este momento, en que quizás podría escribir sin
presiones, se ve obligado a decidir: su tranquilidad o su arte. Tampoco él es
un caso aislado: la ley incluye a músicos, científicos, escritores o cualquier
otro creador. El Ministerio de Empleo y Seguridad Social reclama cuatro años de
pensión a otros investigados e incluso ya hay quien ha sido multado, como el
escritor Eduardo Mendoza. Cuando, en Europa, la realización de trabajos
intelectuales es totalmente compatible con una pensión al 100%, el 90% de
nuestros asociados no gana más de 20.000 euros en derechos de autor. ¿Es justo
que alguien pueda tener cinco pisos y cobrar los alquileres de esas propiedades
al tiempo que la jubilación pero no pueda recibir el fruto del trabajo de toda
su vida ni aunque este sea tan exiguo
como 9.173 euros? ¿Podemos permitirnos
prescindir de todo lo que estos creadores aún pueden imaginar y crear, de todo
lo que aún pueden aportarnos? Quizás algún día la cultura y el pensamiento en
nuestro país lleguen a considerarse tan importantes como para valorar con
reconocimiento, respeto y dignidad todo el esfuerzo y la dedicación de una vida
de nuestros autores. Pero no mientras dure esta absurda ley de pensiones que
obliga a todo creador a abandonar su esfuerzo y sí pretenda cobrar una
jubilación que muchas veces no llega ni a lo justo y necesario.
La
Seguridad Social penaliza a creadores como José Manuel Caballero Bonald,
Antonio Gamoneda, Eduardo Mendoza o Javier Reverte. La irritación que produce
la noticia provoca un movimiento de rechazo. Gamoneda dejará la escritura, si
la Seguridad Social le impide cobrar su pensión y los derechos de autor. Para
el Premio Cervantes, la normativa promovida por el Gobierno de Rajoy es “una
legislación absurda, injusta y destructiva de la cultura. Escribir es una
amenaza, si publicas te quitan la pensión” Escritores jubilados como Colinas, Luis
Mateo y Merino se plantean dejar de hacerlo por la presión de la Seguridad
Social con las pensiones. Son vidas amenazadas por la persecución de la
Seguridad Social. El Estado jubila a los escritores. Los creadores de más de 65
años se ven obligados a elegir o la pensión o los derechos de autor. Es un
problema creado por políticos carentes de sensibilidad cultural, condenando a los escritores a tomar en su jubilación una
difícil decisión: dejar de crear. Luisa Maria Begué, de Valencia, solicita al
Ministro/a de Empleo y Seguridad Social, a través de CHANGE.ORG: “Los derechos
de autor deben ser compatibles con el derecho a la pensión de jubilación.
Consecuentemente, y dado que lo importante es ser oído por quienes demuestran
poco o nulo interés por los autores, propongo, desde aquí, sumaros a la
petición, fimándola para que llegue a las instancias de la Administración
Central y sean derogados los artículos que someten a nuestros compañeros y colegas
y permitan compatibilizar y cobrar sus derechos de autor al tiempo que la paga
asignada por jubilación”. Más de 10.000 firmas fueron recogidas en la primera
semana de su publicación.
También
José María Merino se plantea dejar de escribir por la presión de la Seguridad
Social con las pensiones.
José María Merino,
miembro de la RAE se cuestiona: “¿Por qué la pensión puede ser compatible con
la percepción de dividendos, o de rentas de cuentas bancarias, o con las rentas
de bienes inmobiliarios, y no con los derechos de autor ni con honorarios por
impartir conferencias”. Merino recuerda que, además, “los derechos de autor
acaban siendo ‘de dominio público’ al cabo de cierto número de años, lo que no
pasa con ningún otro patrimonio”. Las obras, en efecto, pasan a ser de dominio
público a los 80 años de la muerte de los creadores (lo que no sucede con otros
bienes, como por ejemplo un piso) y los que perciben rentas más bajas no pueden
completar sus pensiones con el fruto de su conocimiento. Entre los afectados por
la ley, Caballero Bonald, Eduardo Mendoza o Javier Reverte, pero hay muchos
otros menos conocidos.... “Cuando nos dimos de alta como autónomos, nadie nos
avisó de que esto podía ocurrir algún día. Si lo hubiéramos sabido, habríamos
metido el dinero en una hucha”, opina Antonio Colinas, para quien es “triste”
verse obligado a elegir entre una exigua pensión y los derechos de autor, cada
uno de los cuales por separado resulta poco menos que insuficiente, sobre todo
teniendo en cuenta que los bancos pagan a sus ejecutivos pensiones compatibles
con la de la Seguridad Social. “En el fondo –insiste Merino– el caso ofrece una
muy mala imagen del concepto que en nuestro país se tiene de la cultura, además
de que produce un daño enorme al estímulo a la creación cultural”. Y añade: “Acaso
nuestros gobernantes nos expliquen las razones de esta decisión después de
hacer algún homenaje público al cuatricentenario de la muerte de Miguel de
Cervantes, el 22 de abril de 2016. En Gran Bretaña, el primer ministro David
Cameron ya ha comunicado a su país la conmemoración oficial del
cuatricentenario de la muerte d Shakespeare, que también se celebra en 2016.
Aquí, los interesados en nuestra literatura estamos esperando un gesto público
similar a propósito del autor de la más importante novela de la historia... Tal
vez el manifiesto desinterés forme parte de la misma mentalidad que esa
persecución fiscal: menosprecio y hasta inquina por la cultura”.
Javier Reverte, periodista jubilado y autor de
novelas y libros de viajes.
Javier Reverte
denunciaba el pasado jueves que él fue uno de los primeros autores a los que
Hacienda llamara “para regularizar una situación que no les parece correcta”,
al no poder compatibilizar con la legislación actual el cobro de su pensión de
jubilado con los rendimientos por su actividad intelectual. Aplicando la
normativa puesta en marcha por el PP en la pasada legislatura, le piden que
devuelva 120.000 euros, el montante de cuatro años de cotizaciones que ha
cobrado de una Seguridad Social que ha pagado durante 40 años como
periodista. “Ahora me piden que devuelva
4 años, más intereses, más la multa de 121.637 euros” se lamenta el escritor.
Denuncia que, desde el pasado 1 de enero, le han suprimido el pago de la Seguridad
Social y ya no cobra nada. Eso sí, reconoce que ha puesto un recurso con un
abogado. “Para mí significa muchas cosas porque tengo que tirar de mis ahorros,
y tengo para un año. No tengo dinero para pagar esa multa. Los puede tener Rato
pero yo no”. Alerta de que ya no va a poder proseguir con su trabajo como
escritor de libros de viajes porque ya no tendrá dinero para viajar. A su
juicio, la actual legislación representa “un ataque a la cultura del Gobierno
del PP”, que quieren convertir España en un “país de fenicios”. “Creo –insiste
– que la cultura no les interesa en absoluto al PP. Lo demostró en el tiempo
que estuvo el señor Wert, que acabó con un montón de cosas, y le han premiado
muy bien. Cuando vas contra la cultura los gobiernos del PP, te premian muy
bien”. E ironiza con que ahora la cultura “es un enemigo” y es “delinquir”. “Yo
soy un delincuente al que le han penalizado con 120.000 euros y al que le han
retirado una pensión por la que coticé durante 40 años”. El conflicto llevó el
jueves al PSOE a presentar en el Congreso una proposición no de ley para que
sea compatible cobrar la pensión con cualquier actividad creativa.
José Manuel Caballero Bonald, en su discurso de
recepción del premio Cervantes.
Para la Seguridad
Social, el creador mayor de 65 años que tenga pensión de jubilación y cobre por
sus derechos de autor es un estafador. Al llegar a la jubilación, tiene que
tomar uno de los dos caminos: o la pensión o sus derechos adquiridos a lo largo
de su trayectoria. Según reconoce Peio H. Riaño en “El Español”, no pocos escritores
reconocidos están condenados a dejar de crear y de compartir su experiencia con
el resto de la sociedad. “La primera paradoja de esta absurdo puesta en marcha
con la reforma de las pensiones que el Gobierno ejecutó a partir del uno de
enero de 2013 es que dos ministerios se cruzan el fuego sobre el cuerpo de los
artistas, músicos, escritores, etcétera. Hacienda quiere que mantengan su
actividad (premios, conferencias, artículos, talleres y derechos de autor) para
ingresar impuestos. Empleo quiere que dejen de cobrar su pensión o la mitad si
se decantan por la jubilación anticipada. Según este ministerio, es incompatible
cobrar una pensión e ingresar por una actividad que supere el salario mínimo
interprofesional, es decir, 9.000 euros. Más absurdos: los herederos sí pueden
beneficiarse de derechos generados por las creaciones de sus antepasados y, al
tiempo, cobrar el 100% de su jubilación. En vida, los creadores sólo podrán
disfrutar de sus derechos cuando estén en activo. Luego, tendrán que enterrarse
en vida y, por ejemplo, rezar para que a una editorial no tenga la ocurrencia
de premiarles por una novela. Porque, en ese caso, deberá decantarse por su
pensión o el premio. Y aquí la nueva incongruencia: si es un premio por toda
una vida, como el Cervantes, no hay problema, pero si es ocasional habrá
sanción por defraudar al Estado”. Los dos primeros casos que aparecieron fueron
los de los poetas Antonio Gamoneda y José Manuel Caballero Bonald. Desde
entonces, el número no han dejado de crecer en medio año y, ahora mismo, 12
escritores pleitean para defenderse, entre ellos Javier Reverte. Eduardo
Mendoza también sufrió la reclamación y tuvo que pagar la multa. En Cataluña se
tiende a llegar a un acuerdo pero, en Madrid, la orden es “no perdonar”. Algunos
escritores madrileños bromean con irse a escribir a Barcelona. Pero, además,
hay otro castigo: si quieren volver a cobrar la pensión tendrán una
penalización de seis meses sin ver un duro antes de recuperarla.
Escritores, compositores, cineastas y demás
intelectuales protestan ante el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
Incrédulo por una
normativa que tilda de “monstruosa” y de “despropósito”, Gamoneda opina que tiene
tanto de esperpéntica como de cruel e injusta. “Y viene a hacer que me plantee
dejar de escribir”. Otros autores creen que la medida generará “un daño
incalculable al desarrollo intelectual de nuestro país” Pero ¿qué ocurre con
los derechos que siguen generando esas obras? “Eso es algo que nadie explica.
Pero, al parecer, ese trabajo efectuado por mí hace muchos años y que está
generando medianos o pequeños derechos ahora mismo también es constitutivo de
delito”. Y razones para creerlo no le faltan, tal y como explica el abogado
Carlos Muñoz, asesor de la Asociación Colegial de Escritores de España: “No
debería ser lo mismo ni debería afectar por igual el cobro de derechos de autor
por la explotación de obras realizadas antes de la fecha de jubilación, que el
cobro de derechos de autor por actividades realizadas una vez jubilado. El
primero de los supuestos debería de excluirse del cómputo de ingresos a los que
antes hacíamos referencia, pues la actividad que genera los derechos de cobro
se realizó antes de llegar a la fecha de jubilación, si bien la actual
redacción de la ley no lo contempla así”. Y aquí es cuando entran en juego las
pantanosas lagunas jurídicas, provocadas en parte por el prometido (y
pendiente) proyecto de ley para regular la compatibilidad entre pensión y
trabajo, dando lugar a situaciones como esta que no solo ahoga a Gamoneda.
Asociaciones como VEGAP, SGAE, CEDRO y ACE, en representación de los diferentes
colectivos de autores, presentaban el pasado mes de noviembre, ante el ministerio
de Educación y la ministra de Empleo, Fátima Bañez, un manifiesto por el derecho
a seguir creando. Estaba suscrito por artistas como Forges, Javier Reverte,
Marta Rivera de la Cruz, Chema Madoz, José Mercé o Paloma Pedrero, en el que
exigían “el cese inmediato de una campaña” que ocasiona “un daño de
proporciones incalculables al desarrollo intelectual de nuestro país,
impidiendo que nuestros autores puedan seguir aportando en una etapa de su vida
en la que el grado de madurez, experiencia y sabiduría puede ser volcado en
mejorar una sociedad cada vez más necesitada de peso intelectual”.
Juan Ángel Juristo
publicaba el 15 de los corrientes en Cuartopoder el reportaje: “La Seguridad
Social condena a los autores jubilados a renunciar a la creación”. En él
reconoce que el problema de los escritores con los derechos de autor no es
nuevo y que, hace años, fueron sonados los casos de Torrente Ballester, Miguel
Delibes y el propio Camilo José Cela. “En estos casos, la cosa tenía que ver
con asuntos relativos exclusivamente a impuestos, es decir, a Hacienda y no
tenía nada que ver con la Tesorería de la Seguridad Social. Pero la ley del
2012 es abrumadora al cruzar los datos pues obliga a la pobreza a los creadores
casi de cualquier condición que sea, a no ser ricos por otras causas. Si se
incurre en ilegalidad, sin ir más lejos, se suele pedir seis
meses sin recibir la pensión. En el caso de Mendoza, la cosa llegó a cuatro
años. Culpable, claro, por vender muchos libros”. En la carta dirigida a Fátima
Báñez, Ministra de Trabajo, se decía textualmente: “Más allá de las
consecuencias que puede suponer esta normativa en el plano personal de cada
autor, nos preocupa el daño que se produce al privar a toda una sociedad de las
aportaciones que puedan realizar nuestros creadores en una etapa de su vida en
la que el grado de madurez, experiencia y sabiduría deberían ser cuidadas y no
rechazadas por obsoletas”. Entre los creadores que presentaron la carta se
encontraban Forges, Marta Rivera de la Cruz, José Mercé, Juan Goytisolo, Javier
Reverte, Paloma Pedrero o el fotógrafo Chema Madoz.
Cristóbal Montoro, el coco de Hacienda para los
escritores.
El pasado lunes, M.
Rivera De la Cruz escribía, en “El Español”, el artículo “Los pobres autores”,
en el que lamentaba la situación de un autor cuyo nombre era de sobra
conocido: “Es una persona inteligente y
trabajadora, que lo ha dado todo durante una vida entera y que se jubiló con
una pensión bastante miserable: la que le queda después de cotizar a la
seguridad social por la cantidad que un escritor puede permitirse y que, se lo
aseguro, no es nada del otro mundo. Una institución quería contratarle para dar
una conferencia. Le dijeron que tenían un presupuesto de trescientos euros para
pagar su magisterio. Él dijo que prefería que le hiciesen un regalo por ese
importe, pero adquirido en unos grandes almacenes. Luego, ese autor, ese
caballero, ese buen hombre, me explicó algo avergonzado que pensaba devolver el
regalo a cambio de una tarjeta de abono, que dedicaría a hacer la compra del
mes y a adquirir una chaqueta que necesitaba. Suena cutre ¿verdad? Alguien
cambiando la figurita de Lladró o el reloj de sobremesa por un cheque regalo
para comprar mortadela. Un hombre de setenta años haciendo martingalas para
llenar la nevera, y sudando frío al pensar en qué va a decir el concejal de
cultura del Ayuntamiento de Villatempujo si se entera de que el delicado
ajedrez de alabastro con el que agradecieron su conferencia ha sido convertido
en una chaqueta de lana y unas latas de atún. A eso nos lleva el disparate
perpetrado por Hacienda en enero de 2013, cuando Montoro decidió que un
escritor tenía que renunciar a su pensión si quería dar charlas o percibir los
emolumentos de sus derechos de autor. Recordé a aquel hombre al leer el
reportaje que publicaba Peio H. Riaño, hablando de la situación de nuestros
escritores jubilados, obligados a vivir con setecientos euros al mes o
inventarse recursos para completar sus rentas al margen de la legalidad. Las
personas que cita Peio en su excelente texto no son caraduras ni farsantes: son
hombres y mujeres dignísimos que se han dejado la sangre en tinta toda su vida
y ahora sólo pueden optar entre el fraude y la indigencia. Me pregunto a qué
mente retorcida se le ocurrió aprobar la ley de marras, y cómo es posible que,
desde la secretaría de Estado de Cultura, no se alzase la voz para frenar en
seco este acoso y derribo a los profesionales de la escritura. Porque se puede
entender que el ministro de Hacienda no se preocupe por la suerte de los
autores, pero no que el responsable del ramo se encoja de hombros ante
semejante desatino”.
A finales de noviembre
del año pasado, Hacienda expedientó a un grupo de jubilados por jugar al bingo.
Los ancianos de un barrio de Lorca, en Murcia, vieron con asombro cómo el
ministerio de Montoro les abría un expediente por juego ilegal. Los ancianos
vendían el cartón a diez céntimos y con las pequeñas ganancias conseguidas, pretendían
celebrar la cena de Navidad. Es uno de los fotomontajes de esta semana. Como lo
es el ofrecido por un bebé que provocó una
monumental movida en las Cortes. Por otra parte, “Antena 3 Noticias” abría el
pasado martes su segunda edición con una información exclusiva que relacionaba
a Podemos, la CUP y el entorno de ETA con el gobierno venezolano de Nicolás
Maduro. La noticia sorprendió a los usuarios que seguían la emisión por
Periscope, ya que pudieron escuchar las reacciones de los presentadores ante lo
que estaban contando. Otra imagen de impacto es ese eslogan del PP: “Vota a cuervos…
que te morirás de hambre” y las jugadas del PSOE en el Congreso. Por último,
ofrecemos el momento en que A-3Noticias daba el notición sobre Podemos, la CUP
e Irán, la foto por la que pedimos perdón por el error, la imagen que Twitter
llenó de comentarios irónicos e ingeniosos y la de El Jueves.
Arabia Saudí prohíbe el
ajedrez por antirreligioso. El muftí del Reino, Abdul-Aziz ibn Abdullah, lanzó
el miércoles una fetua contra el juego de tablero, calificándolo de “obra del
diablo” y de “promotor de la adicción al juego”. La orden, que puede tener
consecuencias legales, ha soliviantado a la Asociación Nacional de Ajedrez, que
teme una escalada represiva contra los jugadores. Según el líder religioso, el
juego de las 64 casillas “conduce al odio entre jugadores, impide asistir a las
plegarias diarias y es, en efecto, una manera de ganar dinero sin merecerlo”.
El jugador profesional Nigel Short ha publicado una serie de tuits en su cuenta
oficial en Twitter condenando la acción. Short recuerda que el ajedrez también
fue prohibido en Irán en 1980, cuando el régimen de los ayatolás accedió al
poder.
La monarquía árabe manda una fetua.
El humor semanal de la
prensa: Forges, El Roto, Peridis, B. Vergara, M. Fontdevila, J- R. Mora. Pat, J.
M. Nieto, A. López, Ferrán, Sciammarella, Raúl Salazar…
Pep Roig, desde Mallorca:
Infancia en el nuevo Parlamento, El pastel, Honrables sinvergüenzas, Prioridades. Dime con quién andas y ¿El malo o el peor?
Actuación en directo del concurso oficial de agrupaciones carnavalescas de Cádiz (COAC), retransmitidos a través de Onda Cádiz Televisión.Chirigota, Los Kichi - Preliminares.
Los presentadores de la “exclusiva” de Antena 3 en su informativo de la noche del miércoles se mofaron de su propia noticia, según recoge una grabación. Al punto de decir: “Nos van a dar pero bien”, nos muestran un cierto pundonor del que otros carecen por completo. Lamentable manipulación.
UC - Sa nostra ciutat d'Eivissa, publicado el 7 de junio del 2013. En aquesta illa tan pobra, 1976.
UC - Sa nostra ciutat d'Eivissa, publicado el 7 de junio del 2013. En aquesta illa tan pobra, 1976.
Del concierto “Dubé and Friends” 2015. Composición, Sébastien Dubé; arreglos, Sébastien Dubé; texto: Maria Johansson y Doble bajo, Sébastien Dubé.
Este grupo conocido por “Vocal Sampling”, interpreta una de las mejores canciones de la historia: “Hotel California” de Eagles. Conquistó al mundo con millones de visitas en un canal de vídeos populares, pero de los seis músicos, el hombre de rojo es el que más sobresale...
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