domingo, 20 de noviembre de 2016

El trumpazo americano y la España de Forges.

    
      
    América y el mundo se han despertado, sobrecogidos por el desasosiego y la duda de un resultado inesperado. La  victoria de Trump es una de las calamidades más grandes que ha golpeado a Occidente. Las protestas en las calles de las grandes ciudades no tienen precedentes en Estados Unidos. Se han repetido durante más de una semana. Si continúan, revelarán que la división en la sociedad norteamericana es tan fuerte como lo pueda ser en Europa. Protestas que van contra el racismo, lo misógino y lo homófobo y autoritario de derechas. “Este populismo de derechas –escribe Owen Jones en Theguardian– ya no puede ser menospreciado como un incidente puntual. De hecho, sin un cambio urgente en la estrategia, la izquierda y, probablemente, toda la opinión progresista quedará marginada hasta el punto de la irrelevancia. Nuestra crisis es existencial. Muchos factores explican esta calamidad. El legado de la esclavitud supone que el racismo esté en el ADN de la sociedad estadounidense. Los esfuerzos resueltos de los afroamericanos por sus derechos civiles se han topado con un rabioso contragolpe. Los sondeos a pie de urna sugieren que Trump arrasó entre las personas blancas no graduadas, hombres y mujeres: sólo las mujeres blancas graduadas han votado mayoritariamente a Hillary Clinton. Sin olvidarnos de la misoginia. Trump, que presume de haber asaltado sexualmente a sus víctimas, dirigió una campaña definida por el odio a las mujeres. Clinton era, evidentemente, una candidata del establishment, pero a un hombre del establishment se le hubiese tratado de otra forma. Muchos estadounidenses se sienten castrados debido a dos factores: la desaparición de puestos de trabajo seguros y cualificados que les daban un estatus y la sensación de orgullo y el auge de los movimientos de mujeres y LGTB que algunos hombres piensan que debilitan una legítima posición de superioridad. Pero existe un factor que no puede ser ignorado. El centrismo, la ideología de los supuestos moderados, está colapsando. Se ha marchitado ante los retos del resurgimiento de la derecha populista y los nuevos movimientos de la izquierda”.

  Tras aceptar su derrota, Hillary Clinton, en bucólico paseo con sus perros, en un bosquecito aledaño a su casa.    

      La feroz crisis dentro del Partido Demócrata entró en una debacle tras la derrota de Hillary Clinton, la mujer a la que apoyó como la “mejor preparada” para completar su trabajo. “El partido hoy está sin poder, sin identidad y sin líder”, dice al diario argentino La Nación. El problema, con ser ya crítico para el desempeño político, podría sumar pronto un costado financiero. “Llegará un momento en que nuestros donantes corten aportes hasta que se vea más claro”, añade. La impensada derrota anticipa una crisis que el partido pensó que tendría, tal vez, dentro de cuatro años. Pero no ahora. Nadie, o casi nadie, pensó seriamente en el escenario del fracaso y sus derivaciones. Como candidata, Hillary Clinton tal vez siga siendo una figura influyente. Lo mismo que su marido, el ex presidente Bill Clinton. Pero ninguno con cargos formales dentro de la estructura. El tono de Clinton, la candidata presidencial con más experiencia de la historia del país, apenas importó. Fue derrotada por Obama, entonces un joven senador, y ahora ha sido superada de nuevo por un político inexperto de signo contrario. “¿Qué será lo siguiente para la izquierda? –se pregunta Owen Jones–. No puede ceder en la lucha contra el racismo, la misoginia y la homofobia, pero debe planear urgentemente cómo hacerlo de una forma que conecte con los marginados. La clase trabajadora cada vez es más diversa y la izquierda deben tener un mensaje que cale con todos los votantes. No puede permitir que la derecha populista retrate a la izquierda como una ideología que odia los valores de la clase trabajadora. Necesitamos proyectar una visión conmovedora. Porque ahora sabemos que decir los datos y limitarse a esperar lo mejor no mitigará a la derecha ni construirá una alianza progresista. Existe un hilo común, pero los centristas y radicales no han logrado encontrarlo. Debemos redoblar nuestros esfuerzos. Desde Estados Unidos, vemos la tragedia que ocurre con el vacío”.


    Donald Trump.

    ¿Cómo consiguió Trump invertir una tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la recta final de la campaña? Muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido Republicano, y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a cenizas. Ignacio Ramonet nos pone en antecedentes: “Hay que entender que, desde la crisis financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido), ya nada es igual en ninguna parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia, como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han multiplicado los terremotos electorales (entre ellos, el Brexit). Los grandes partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en los países nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia, España). El paisaje político aparece radicalmente transformado. Ese fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país que ya conoció, en 2010, una ola populista devastadora, encarnada entonces por el Tea Party. La irrupción del multimillonario Donald Trump en la Casa Blanca prolonga aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo prever. Aunque pervive, en apariencias, la vieja bicefalia entre demócratas y republicanos, la victoria de un candidato tan heterodoxo como Trump constituye un verdadero seísmo. Su estilo directo, populachero, y su mensaje maniqueo y reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de la sociedad, muy distinto del tono habitual de los políticos estadounidenses, le ha conferido un carácter de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del electorado de la derecha. Y la ‘palabra libre’ de Trump sobre los latinos, los inmigrantes o los musulmanes, es percibida como un auténtico desahogo”.
       
Trump y sus siete propuestas.

Ramonet precisa que el mensaje de Trump no es semejante al de un partido neofascista europeo. “No es un ultraderechista convencional. Él mismo se define como un ‘conservador con sentido común’ y su posición, en el abanico de la política, se situaría más exactamente a la derecha de la derecha. No censura el modelo político en sí, sino a los políticos que lo han estado piloteando. Su discurso es emocional y espontáneo. Apela a los instintos, a las tripas, no a lo cerebral, ni a la razón. Habla para esa parte del pueblo estadounidense entre la cual ha empezado a cundir el desánimo y el descontento. Se dirige a la gente que está cansada de la vieja política, de la ‘casta’. Y promete inyectar honestidad en el sistema, renovar nombres, rostros y actitudes. Estos son los siete puntos fundamentales que defiende, silenciados por los grandes medios: 


1) “Los periodistas no le perdonan que ataque de frente al poder mediático. Le reprochan que constantemente anime al público en sus mítines a abuchear a los “deshonestos” medios. El candidato republicano no dudó en retirar las credenciales de prensa para cubrir sus actos de campaña a varios medios importantes, entre otros: The Washington Post, Político, Huffington Post y BuzzFeed. Y hasta se atrevió a atacar a Fox News, la gran cadena del derechismo panfletario, a pesar de que lo apoya a fondo como candidato favorito...

2) “Otra razón por la que los grandes medios atacaron con saña a Trump es porque denunciaba la globalización económica, convencido de que ésta ha acabado con la clase media. Según él, la economía globalizada está fallando cada vez a más gente, y recuerda que, en los últimos quince años, en Estados Unidos, más de 60.000 fábricas tuvieron que cerrar y casi cinco millones de empleos industriales bien pagados desaparecieron.

3) “Es un ferviente proteccionista. Propone aumentar las tasas sobre todos los productos importados. Desvela que, tratará de sacar a EE.UU. del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Y arremete contra el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), asegurando que sacará al país del mismo.  

4) “Muchos electores republicanos, víctimas de la crisis económica del 2008 o que tienen más de 65 años, necesitan beneficiarse de la Social Security (jubilación) y del Medicare (seguro de salud) que desarrolló el presidente Barack Obama y que otros líderes republicanos desean suprimir. Tump ha prometido no tocar estos avances sociales, bajar el precio de los medicamentos, ayudar a resolver los problemas de los “sin techo”, reformar la fiscalidad de los pequeños contribuyentes y suprimir el impuesto federal que afecta a 73 millones de hogares modestos.

5) “Contra la arrogancia de Wall Street, Trump ha prometido aumentar los impuestos de los corredores de “hedge funds” que ganan fortunas, y apoyar el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall. Aprobada en 1933, en plena Depresión, esta ley separó la banca tradicional de la banca de inversiones con el objetivo de evitar que la primera pudiera hacer inversiones de alto riesgo. Todo el sector financiero se opuso absolutamente al restablecimiento de esta medida.


6) “En política internacional, Trump quiere establecer una alianza con Rusia para combatir con eficacia a la Organización Estado islámico (ISIS por sus siglas en inglés). Aunque para ello Washington tenga que reconocer la anexión de Crimea por Moscú.

7) “Trump estima que, con su enorme deuda soberana, los Estados Unidos ya no disponen de los recursos necesarios para conducir una indiscriminada política extranjera intervencionista. Ya no pueden imponen la paz a cualquier precio. Y, en contradicción con varios caciques de su partido, y como consecuencia lógica del final de la guerra fría, quiere cambiar la OTAN".


“Escribo estas palabras  –dice Daniel Bernabé en Lamarea.com, bajo el título ‘La sensatez de la histeria o las victorias de Trump’– delante de un cadáver caliente, el de un orden de cosas que se pensaba infalible e intocable, pero que, forzando su desmesura y egoísmo hasta límites absurdos, ha detonado una bomba en sus cimientos. Donald Trump ha sido elegido presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Los monstruos no se crean en un día y este es el producto de todos los que creyeron que se puede construir un mundo de exclusiones vadeando el conflicto indefinidamente (…) Estas elecciones eran de partida una derrota para el sistema político norteamericano. ¿Trump y Clinton eran todo lo mejor que podía ofrecer como opción? Lo peor de estos candidatos no es que lo que dijeran de ellos mismos fuera mentira, sino que todo lo que decían de su oponente era verdad. De un lado Clinton, profesional de esa política que dice representar a los que votan, pero que sólo vela por los que tienen el dinero suficiente para financiar campañas. Mandarinato demócrata, lobo con piel de cordero, que a nadie se le olvide a qué partido pertenece Frank Underwood. Del otro Donald Trump, ultranacionalista, codicioso, xenófobo y hortera. El hincha radical pretendiendo dirigir a su equipo de fútbol, acojonando a la junta directiva. No hubo medio de comunicación que no le ridiculizara, que no escribiera editoriales hostiles contra él, no desde la trinchera del inmigrante, del homosexual o el pobre, sino desde esa comodidad de profesional asentado de clase media al que le va lo suficientemente bien para no arriesgarse con ningún cambio. Esa fue la primera victoria de Trump, atacar a un sistema de medios que en su sobreactuación ha revelado su parcialidad”. 

El Ku Klux Klan manifestó su apoyo a Donald Trump.

“Con las elecciones presidenciales –escribía a principios de mes Jessica Valenti en The Guardian–, mi optimismo sereno ha derivado en pánico. Un pánico que revuelve el estómago. Hasta ahora, de algún modo me había esforzado en no permitirme imaginar lo inimaginable: la victoria de Donald Trump. Pero, con las elecciones acercándose y el racismo y sexismo que infectan la campaña de Trump intensificándose, es difícil no estar aterrada. La semana pasada, un periódico del Ku Klux Klan mostró su apoyo a Trump y los supremacistas blancos anunciaron su plan de intimidación generalizada contra los votantes; los asiduos a los mítines de Trump lanzaron improperios antisemitas a los periodistas; y se incendió una iglesia negra histórica de Mississippi, donde se garabateó en uno de sus costados: “Vota a Trump”. Otra mujer se presentó ante la policía para acusar a Trump de abuso sexual y un cargo del gobierno de Texas llamó “puta [cunt]” a Hillary Clinton. Esto no es una cuestión de derecha o izquierda, demócratas o republicanos; es una brecha moral inconmensurable. Por eso entiendo por qué para muchos que se sienten horrorizados por Trump, lo más fácil ha sido hacer como si fuera imposible que ganase la presidencia. Es demasiado duro el imaginar el odio subyacente en su campaña y las políticas que promoverá”.

    El magnate sionista Sheldon Adelson, junto a su esposa Mirian, aportó 45 millones de dólares a campaña de Trump.

“Se estima que aproximadamente 300.000 estadounidenses judíos viven en Israel y están capacitados para votar en las elecciones americanas –escribe Eugenio García Gascón en su artículo “Trump y los judíos’, publicado en Público.es–. De ellos, una buena parte reside en los asentamientos de los territorios palestinos ocupados, es decir son colonos. Los medios israelíes informaron de que, en las elecciones del 8 de noviembre, aproximadamente el 70 por ciento de los americanos judíos de Estados Unidos votaron por Hillary Clinton mientras que el 25 por ciento lo hizo por Donald Trump. Un porcentaje casi exactamente invertido fue el que se registró en Israel entre los americanos judíos que votaron por Trump. Estos datos muestran que la tendencia política de los judíos es opuesta en Israel y en Estados Unidos. Los americanos judíos de Israel se inclinan significativamente por Trump, al contrario de lo que ocurre con los judíos de Estados Unidos. El principal lobby judío de Estados Unidos, el AIPAC, está en manos de los judíos de inclinación republicana que son favorables a las políticas más reaccionarias de Israel. Los judíos americanos que emigran a Israel tienen una ideología más radical, de ahí que no extrañe que hayan votado mayoritariamente a Trump. Este sector de la población judía de Israel está más en sintonía con los lobbies judíos que con sus correligionarios demócratas de Estados Unidos. La prensa americana e israelí señala que las donaciones de los judíos en estas elecciones han estado muy repartidas. En el caso de Clinton, los cinco principales donantes han sido judíos. En el caso de Trump muchos de los mayores donantes también fueron judíos. El mayor donante de Trump ha sido, con diferencia, Sheldon Adelson, un extrecho aliado de Netanyahu, que ha entregado a Trump un talón por valor de 25 millones de dólares”.

      Steven Mnuchin & Jamie Dimon, candidatos a secretario general del Tesoro de EE UU. 

El nuevo presidente de EEUU ha sido, en las últimas décadas, una persona non grata para la banca, tras protagonizar una de las mayores quiebras de los años 90 con sus casinos, disparando la morosidad de la banca con sus casinos de Atlantic City. El enfrentamiento ha ido a más durante la campaña electoral, en la que Trump ha llegado a definir de entidad “corrupta” a Goldman Sachs y comparó a JPMorgan y otras entidades con “asesinos que se libran de condenas” por los acuerdos extrajudiciales por las hipotecas subprime. Pero todo ha cambiado esta semana. Donde dije digo... y ahora valora a dos nombres ligados a Goldman y JPMorgan como sus secretarios del Tesoro. E propio consejero delegado de JPMorgan, Jamie Dimon, es uno de los financieros más importantes del país, al que Trump denominó como “el peor banquero de Estados Unidos”. Otro nombre que más suena es un exalto ejecutivo de Goldman, Steven Mnuchin, que trabajó codo con codo con Trump durante la campaña electoral. No son los únicos guiños con los que Trump quiere enderezar su relación con Wall Street. Durante la campaña ha prometido en reiteradas ocasiones acabar con la ley Dodd-Frank, que pone límites a la gran banca de inversión norteamericana para que no se vuelvan a repetir casos como el de Lehman Brothers. “Tenemos que deshacernos de Dodd-Frank. Los bancos no están prestando dinero a la gente que lo necesita... los reguladores están dirigiendo los bancos”, señaló Trump, en declaraciones recogidas por The Wall Street Journal. La victoria de Trump en Estados Unidos no ha sido mal acogida por Deutsche Bank. La entidad alemana es uno de los mayores prestamistas del magnate norteamericano. Cuando otras entidades cerraron el grifo del crédito a Trump por sus ruinosas inversiones en casinos, el banco alemán optó por seguir financiándole. Según The Wall Street Journal, las compañías de Trump han recibido créditos por valor de 2.500 millones de dólares de Deutsche Bank. Se da la circunstancia de que el futuro de la entidad alemana depende de lo que decida Estados Unidos, que tiene sobre la mesa una multa de hasta 14.000 millones de dólares.

Mugica, en Madrid.

El expresidente de Uruguay y senador José Mujica comparó la victoria electoral de Donald Trump como presidente electo de Estados Unidos con la que propició la irrupción del nazismo y el fascismo en la década de los 30 del siglo pasado. “Surge esta respuesta, que se parece a muchas cosas que pasaron en 1930 en el mundo, con una prédica utranacionalista y chovinista”, diagnosticó en un encuentro en Madrid, junto a la alcaldesa Manuela Carmena.  Mujica vaticinó importantes “dolores de cabeza” ante esta nueva etapa que se abre con el triunfo del magnate como presidente del país más poderoso del mundo. Y dijo que “lo peor no es Trump, sino la gente que le sigue”.


Enric Sopena advierte irónicamente que Trump es un buen hombre. “Quería echar 11 millones de inmigrantes y sólo expulsará 3 millones ¡Muchas Gracias, Sr. presidente!”. El director de Elplural.com comenta: “Para millones de americanos, J.Edgar Hoover, director del FBI, fue un héroe. El 14 de julio de 1955 dijo urbi et orbe: ‘Somos únicamente una organización que recoge datos. No condenamos a nadie. En el minuto mismo en que el FBI empiece a recomendar lo que debería hacerse con esta información, se convertirá en una Gestapo’. John Edgar Hoover, llegó al cargo en 1921 y lo mantuvo hasta su muerte en 1972. Era uno de los hombres más odiados y temidos en todo el espectro político americano. Fue un peligroso sinvergüenza que trataba al poder sabiendo que esos políticos estaban literalmente en sus manos. Hasta que el FBI, en la reciente campaña presidencial, se lanzó a desproteger a Hillary Clinton y favorecer a Donald Trump, empezaron a bajar las posibilidades de quien parecía, sin duda alguna, la vencedora con los votos legítimos. No deja de ser, como mínimo, un poco curioso que el actual director del FBI, James Comey, sea un tipo más cercano a la derecha americana que a Clinton. El presidente in péctore, Trump, es un truhan que acumula millones por doquier, bombardea a los pobres y acojona a los demás. Luego, aparece como si él fuera un bondadoso ciudadano, dispuesto a recortarse a sí mismo el sueldo, de modo que resulte el bueno de la película, rodeado de malditos populistas. Trump es el mejor. Solo expulsará o encarcelará 3 millones de inmigrantes y no 11 millones. ¡Muchas gracias, Sr. presidente!”


David Trueba escribe en El País el artículo “A trabajar”, del que entresacamos: “Que la gente más zafia, menos preparada y más demagoga llegue al poder en la democracia no es algo que podamos evitar con facilidad. Tenemos ejemplos sobrados sin salir de casa de nuestro voto fiel a gobernantes corruptos. Países más preparados, cultos y racionales que el nuestro han sucumbido también. Italia, que es el país más formidable de Europa, también eligió a un empresario de éxito y carente de escrúpulos para ser uno de los dirigentes más duraderos en el poder. Los italianos descubrieron que ser millonario no implica que seas capaz de convertir en millonarios a todos tus súbditos, ni siquiera el vicio fue mínimamente compartido con la plebe. Todo terminó en un problema de impotencia. El cambio no fue cambio. Trump, con uno de los discursos más toscos que se recuerdan, ha cautivado los rencores de clase y de raza, de sexo y de cultura que anidan entre los ciudadanos de la democracia más poderosa del mundo. Lo que nos interesa es comprender que por encima de las personas solo caben las instituciones, los derechos y las libertades. Por eso, que el gobierno lo alcance un indeseable no tendría que significar una catástrofe insoportable. Sin las autoridades europeas, en España sería aún más peligroso que en otros países, porque nuestros tribunales, fuerzas de seguridad, medios públicos, instituciones, comisiones de control y derechos son en exceso dependientes del poder político. La Ley Mordaza nos parece, por ejemplo, una nota chabacana aprobada en tiempos de mayoría absoluta. Pero en manos de un presidente indecente es un arma de terror y silencio. De la misma manera, los ascensos de jueces y fiscales, de directores de los medios de comunicación públicos y de los organismos de competencia, vigilancia y control, no están protegidos de la injerencia del ganador en las urnas tanto como precisa la higiene democrática. La llegada de Trump, tan celebrada por la señora Le Pen como por los nazis griegos, pero menos contestada que los desmanes de Putin o Maduro, es una llamada de urgencia a nuestros legisladores. En una coyuntura sin mayorías aplastantes, ha llegado la hora de proteger la democracia de la propia democracia, de establecer leyes que protejan y garanticen los derechos de la amenaza que alcanza el poder por la vía del voto”.

Adrián Mc Liman.

Para Adrián Mac Liman, la nueva elección del presidente americano, Donald Trump, no es una sorpresa. Teniendo en cuenta la supina ignorancia del ciudadano norteamericano en los asuntos de estado, sus tendencias aislacionistas, su justificado (o no) egoísmo a la hora de abordar los candentes asuntos mundiales, su victoria parecía más bien predecible. Y ello, por distintas razones, empezando por la campaña de la candidata demócrata, Hillary Clinton, llevada con la habitual arrogancia de la ex primera dama. Pero la mujer con múltiples caras perdió la apuesta. “En los puntos neurálgicos de la geopolítica, surgen interrogantes, subsisten dudas. Para algunos estadistas, los mensajes de Trump resultan inquietantes, cuando no ininteligibles. En la región de Oriente Medio se oyen voces discordantes. Aunque, para la monarquía saudí y sus aliados, uno de los objetivos prioritarios sería la revisión e incluso la abrogación del acuerdo nuclear con Irán, criticado por Trump en reiteradas ocasiones, lo realmente importante sería neutralizar, véase eliminar el islamismo del Presidente electo de los Estados Unidos, que se había pronunciado a favor del cierre de las fronteras a los inmigrantes musulmanes.  Pese a la rectificación del propio Trump y la desaparición de los mensajes racistas de la página Internet del candidato a la Presidencia, los saudíes exigen una retractación pública e inequívoca”... ¿Y Europa?, se pregunta Mac Liman. “Subsisten las incógnitas sobre las prioridades del Presidente electo en cuanto a la política de defensa del Viejo Continente… Trump, que desea recomponer las relaciones con Moscú, afectadas por la política de sanciones llevada a cabo por Occidente después de la crisis de Ucrania, se pronunció a favor de la retirada de algunas unidades de la OTAN estacionadas en Europa oriental, así como sobre la desmilitarización del Mar Negro. En este caso concreto, la ausencia de una protección estratégica se sumaría a otros quebraderos de cabeza de las jóvenes democracias de Europa oriental… ¿Será el aislacionista Trump un ejemplo para los ultranacionalistas franceses, holandeses y húngaros? El porvenir nos lo dirá”…


“La costumbre de pasar la bayeta a la historia para dejarla reluciente y, a ser posible, blindada, como esos aforamientos que el Gobierno procura a los delincuentes de los que reniega de cara a la galería, lo abarca todo”, se lamenta estos días el Gran Wyoming, recordando las sandeces del PSOE, entre Trump y Podemos. “No sólo protegen a los fascistas del pasado a los que sitúan en otro lugar, neutral, como ellos, sino que también le lavan el culito a los contemporáneos de la cuerda liberal, xenófoba y machista, con actitudes y declaraciones impresentables que como una lluvia fina van cogiendo espacio en lo cotidiano. Samos por hecho que el insulto, el desprecio y la difamación desde micrófonos matutinos es parte de nuestra libertad para expresarnos, siempre, por supuesto, que esos insultos vayan dirigidos a los mismos, a los antisistema populistas que nos han traído, como todos sabemos, a Trump. Al final, el señor Trump, que dice de sí mismo: ‘Soy quien soy. Soy yo. No quiero cambiar’, tiene en España a los saca lustres de turno que interpretan sus palabras como bromillas sin importancia, y no porque les cueste creerle, sino porque les gusta, y pretenden que comulguemos con esa gentuza dentro del sistema democrático al que han convertido en una mera convocatoria electoral al margen del menor sentido de la ética, de la decencia. Mientras, los señores del PSOE afines a la gestora, podrían moderarse en sus declaraciones y dejar de asociar a Trump con Podemos porque ese tipo de sandeces descalifican al que las profiere. No son serias. Son características de debates de televisiones marginales donde todo vale, de la retórica de aquel Movimiento Nacional en permanente vía de superación, incompatibles con militantes de la Social Democracia. En su intento reiterado de hacer sinónimos a PP y Podemos, por la vía Trump, son ellos los que acaban siendo identificados con el PP por la similitud de sus discursos. Dicen lo mismo. Esas cosas deberían cuidarlas. De hecho, son los grupos de extrema derecha de toda Europa los que han festejado la victoria de Trump, precisamente los que más odian las diferentes formaciones a imagen de la que aquí se conoce como ‘la formación morada’. Esas que no se han cortado en llamar a las cosas por su nombre y dicen que Trump es ‘fascista’. No son lo mismo, les odian”...
¿Y si Rajoy fuera Trump?

“La única diferencia que veo entre Trump y Rajoy –escribe Anibal Malvar en su artículo ‘¿Y si Mariano fuera un Trump?’, publicado en Público– es que el yanki dice lo que quiere hacer y el gallego hace lo que dice que no quiere hacer. Nos asombramos de que Trump quiera levantar un muro con México los que tenemos un muro asesino en Melilla; nos asustamos de las relaciones secretas Putin/Trump los que votamos al espía Mortadelo Fernández Díaz; aullamos por la muerte del Obamacare votando mayoritariamente a un partido (PP) que en un solo día de mayo de 2012 recortó por decreto ley 7.200 millones a la sanidad española; y salimos cuando hace bueno a la calle a protestar por la Ley Mordaza, esa que ha permitido estos días una enorme pérdida de tiempo, dignidad y dinero a nuestras arcas públicas… No quiero dejar pasar la oportunidad de recordar a los asustadizos y escandalizados antitrumpistas españoles del PP, PSOE y C´s que en España se destituye a jueces por estudiar la historia. Y nadie se alarma de fascismo. Hace apenas tres o cuatro días, el comité de Derechos Humanos de la ONU exigió al Gobierno español explicaciones sobre la inhabilitación del juez Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo. Se conoce que a los europeos de ahí arriba les parece raro que se inhabilite a un juez por investigar un crimen, con lo entretenido e inofensivo que es juzgar un chiste. Podría seguir durante horas explicando las razones por las que no me asusta en absoluto la llegada de Donald Trump. Nada de lo que promete me lo ha ido negando mi Mariano durante los pasados cuatro años de felicidad. El fascismo moderno ya no te agrede, te obliga a acostumbrarte a él. Y, hasta que te meten en la cárcel por un chiste, es bastante llevadero. Insisto en que me parece mal que el español medio del PP, el PSOE y Ciudadanos le tenga más miedo a Trump que a nuestro Rajoy. En un principio, porque se me antoja muy poco patriótico. Menoscabamos la capacidad para el mal de nuestros paisanos con demasiada ligereza, como acomplejándonos de nuestros logros nacionales. Nadie es profeta en su tierra, Mariano: incluso en tu España, asusta más Donald Trump. A mí, quizá por pereza, me asustan más las cosas que no suceden tan lejos. Mi Mariano, o sea”.


Mientras tanto, en España sigue en alto el humor.  Y Antonio Fraguas (el viñetista Forges) culpa de la actual situación política al influjo negativo de la televisión, pero cree que el humor gráfico está de enhorabuena con la constitución del nuevo Gobierno: “Vamos a ver a los políticos haciendo una cosa que no han hecho nunca: política”.  Dice que “cuando se tienen 74 años, el único proyecto es vivir 75”. Pero su discurso destila otros entusiasmos. Como el que le ha contagiado su compañero de mesa de debate, Ángel Gabilondo, en el Foro de la Cultura celebrado hace unos días. “¿Cómo sería esta España si él fuera el presidente del Gobierno?”, se pregunta Forges, el retratista de la España contemporánea y editorialista de hitos como la constitución del nuevo Ejecutivo. A ella se refería la viñeta que publicaba hace unos días, una caricatura de Rajoy repanchingado bajo un bocadillo de suspiro indolente: “Buuffssss... qué palizas hay que darse... para que todo siga igual”.

       Forges: “Esta España da para cincuenta o sesenta chistes al día.

En una entrevista con Forges, Cristina S. Barbarroja le pregunta en Público.es: “¿Para cuántos chistes da España? Forges contesta: “Para cincuenta o sesenta diarios. Pero vamos a asistir a una épica, la de la viñetística, de unas 20.000 viñetas/día. Vamos a ver a los políticos haciendo una cosa que no han hecho nunca: política. Yo cogería la silla de enea y me sentaría expectante, como en el cine de verano, a ver cómo consiguen hacer política… Ocurre que, como el partido del Gobierno procesado por corrupción va a tener que hacer política, las posibilidades de mangoneo van a ser teóricas. Hay una frase que no debería decirse nunca en España: ‘Esto no puede ir peor’. Van a tener que tener mucho cuidado porque van a tener mucha obstrucción. Forges opina que, en España, no hay tantos corruptos para que voten a esa institución política. Del PSOE escribió hace poco que se había ‘estrangulado una pierna’. Y ¿quién tiene la culpa? “La labor de los comunicadores, los dibujantes, es la de retransmitir lo que está pasando. Pero yo no hablaría de culpas. Lo llevan en los genes del partido”. Forges se pregunta si Aznar es ese “único presidente sin sentido del humor” del que a veces habla. A  Sánchez no le ha hecho demasiadas caricaturas porque “es difícil. Los guapos son imposibles. Lo dice siempre Pepe Gallego, el de Gallego y Rey. Sin embargo José María Aznar me sale bastante aparente. Como Rajoy”.  Ante la pregunta de cuál debe ser el papel de los medios en democracia, responde: “Tienen que ser el vehículo del control parlamentario y del control de la acción de gobierno. Es así. Cuando el Gobierno lo haga fatal, dar cera. Y cuando el control parlamentario lo haga fatal, dar cera… Lo que tenemos que hacer es contar lo que pasa desde un punto de vista distinto al habitual. Nada más que eso”. Forges sí cree que la política es un mercado.  “Sobre todo con este gobierno que –se ve claramente en la socarronería del señor Rajoy– es para cuatro o cinco meses. Ya lo verás”. Cree que hay que votar todos los días con el ejemplo y la búsqueda continua de la libertad. “La libertad está ahí y, si no la cogemos, se escapa. Tenemos que darnos cuenta de que la vida va más allá de Telecinco. Si cambia para bien, magnífico. Si cambia para Trump, la hemos jorobado”.


Entre los fotomontajes del momento, Good morning, América, Ojo al dato de Rajoy, La Justicia no es igual para todos y El presidente de Iberdrola.






Francisco Marhuenda, entre el cinismo y la fatuidad. El director de La Razón auguraba la victoria de Trump sin esconder sus simpatías por el personaje. Estas fueron sus frases el pasado día 11, en el programa televisivo ‘Al rojo vivo’: “Trump es un señor inteligente, asumidlo, es un señor formado, no es ningún ignorante, es un showman, ¡de la tele! Nosotros estamos en un medio de televisión… ¡No es un racista! Es un patriota americano… ¡Siempre cogéis los extremos! Es que de verdad…”.


Las surrealistas e irónicas ilustraciones de Tango:






El humor semanal en la prensa: Forges, El Roto, Peridis, J. R. Mora, Satish Acharya, El último mono, El mundo de Donald Trump, Michael de Adder, Danuto y Martingo, Manel F. Pat, Atxe, Vergara…






















Pep Roig, desde Mallorca: De natural cambiante, ¡A recortaaaaaaaar!, ¡Vais a saber lo que es bueno!,  El mundo está loco, loco, loco…Prohibido discrepar, Peregrinación de corruptos españoles, Purgantes y Sueños imposibles.









Entre los vídeos de esta semana, Trump anuncia que deportará hasta 3 millones de inmigrantes con antecedentes, y no 11. AGENCIA EFE
 ESTE SECRETO PODRÍA QUITARLE A TRUMP LA PRESIDENCIA DE EEUU Julian Cavalero

 M.A.M.O.N. - Latinos VS. Donald Trump cortometraje wecanfxit TRUMPLAND Trailer Razmig
 ANTONIA vs TRUMP | Los Morancos LOS MORANCOS OFICIAL
Leonard Cohen fallecía el viernes, 11 de este mes, a los 82 años. El legendario cantautor y poeta canadiense nos deja en el imaginario colectivo himnos, como So long, Marianne, Hallellujah o la canción que dedicó a Janis Joplin, Chelsea Hotel. Un 14 de octubre de 1974, todavía con Franco vivo aunque ya en sus últimas, Leonard Cohen se dejó caer por Madrid, en el teatro Monumental. Y, en 1088, en San Sebastián. Songs of Leonard Cohen (1967) no se editó en España hasta 1971. Leonard Cohen - Hallelujah (Audio) LeonardCohenVEVO
Leonard Cohen live in San Sebastian 1.988 Javier Rodriguez Fernandez  
 Leonard Cohen - Dance Me to the End of Love LeonardCohenVEVO

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