“Leonor cuenta 95 diputados republicanos”.
Leonor, desde la tribuna del
Congreso –cuenta Isaac Rosa en Zona Crítica–, cuenta en voz baja mirando al
hemiciclo: “…81, 82, 83 y 84. Uf, 84 diputados que no aplauden. Más otros 11
que se han quedado fuera, suman 95. Y 46 senadores que tampoco vendrán al
besamanos”. Leonor se vuelve hacia su madre: “Oye, mamá, ¿tú crees que seré
reina? Porque a este paso…”. ¿Estará preocupada la princesa por su futuro
reinado? ¿Lo estaba ayer el rey, que escuchó muchos menos aplausos de los que
recibía su padre? ¿Estamos de enhorabuena los republicanos? ¿Acabará a este
paso despertando hasta el ‘alma republicana’ esa que dice el PSOE que guarda
por ahí? ¿España, mañana, será republicana? No corran tanto, no pongan a
enfriar el cava, que esto todavía va para largo. Si lo pensamos solo
numéricamente, sí, sin duda: este jueves vimos el Congreso más republicano en
cuarenta años. O el menos monárquico, que no es lo mismo pero es igual, creo.
95 diputados y 46 senadores. Unos abiertamente tricolores, con bandera,
camiseta o pin. Otros sin aplaudir, sentados mientras hablaba el rey. Aparte
los independentistas que ni fueron, y los nacionalistas, más distantes que
nunca. Repito: 95 diputados y 46 senadores que no pasaron por el besamanos más
breve de la historia reciente”.
Podemos y las confluencias solo
han conseguido que la causa monárquica pierda casi un tercio del Congreso, sino
que, además, han conquistado las alcaldías de las principales ciudades que son
republicanas (o al menos no son monárquicas, que no es lo mismo pero es igual,
creo). “En el caso de Podemos, se han pasado dos años esquivando calculadamente
el tema, o cogiéndolo con pinzas eufemísticas: el debate república-monarquía no
era una prioridad, o como mucho había que hablar de ‘democracia’ mejor que
‘república’, para no caer en un marco electoralmente perdedor. Seguramente con
razón, aunque nos fastidiase a los republicanos. Ayer todavía no se atrevieron
a decir la palabra tabú, pero Pablo Iglesias cuestionó la legitimidad
monárquica con una contundencia que solo habíamos visto al Pablo Iglesias de
los tiempos pre-Podemos, en la línea de ese nuevo Podemos ‘de la calle’ que él
y los suyos defienden”.
“La histórica presencia de
republicanos (o no monárquicos, que no es lo mismo etc.) en Congreso y
Ayuntamientos coincide con un momento en que la cuestión monárquica está fuera
del debate, no es un asunto conflictivo en la sociedad, que está a otras
urgencias. Nada que ver con hace dos años, cuando el relevo en la corona tras el
deterioro del último Juan Carlos y los escándalos en su familia. Hoy el rey ha
salvado aquel bache, y no por méritos propios: le basta no repetir los errores
de su padre, y se beneficia de estar institucionalmente por encima de la crisis
del sistema de partidos. La buena noticia es que la brecha visibilizada en el
Congreso abre muchas posibilidades, quizás no a corto pero sí a medio plazo.
Con el bipartidismo se rompió también el consenso monárquico, y el declive de
los partidos tradicionales es también un declive de los apoyos partidistas del
rey. Lo de ayer fue solo un gesto, decorativo si quieren, intrascendente
incluso, pero de una dimensión nunca vista. Sí, Leonor, deberías estar
preocupada”.
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