Crueldad.
Federico ´Trillo. Isabel Infantes. Cordon Press.
Almudena Grandes titulaba así en
un artículo publicado en el El País el pasado día 9 de enero: “El 26 de mayo de
2003, el vuelo 4320 de UM Airlines se estrelló cerca de Trebisonda, en Turquía,
provocando la muerte de 62 militares españoles, 12 tripulantes ucranianos y uno
bielorruso. Ahí termina la tragedia y comienza la vergüenza del Yak-42, una
escalofriante secuencia de errores, trampas, estafas y mentiras que tejen el
escándalo más siniestro de la historia reciente.
“De todo lo que ha pasado
después, lo de menos, con ser gravísimas, son las responsabilidades políticas
que no sólo nadie asumió, sino que provocaron el ascenso de los culpables. Ni
la inconcebible arrogancia del exministro y todavía embajador Trillo, ni el
descaro con el que Rajoy le amparó, calificando como “eso” la muerte gratuita
de tantos militares españoles, ni siquiera la hipótesis de que el Consejo de
Estado haya publicado su informe, con 14 años de retraso, sólo para evitar que
el responsable último de aquel accidente recupere su plaza en dicho organismo,
nada me parece tan grave, tan imperdonable, como el contenido de las cartas que
el Ministerio de Defensa envió a los familiares de las víctimas y que éstos han
hecho público en las últimas semanas.
“Que un representante del Estado
español se atreviera a escribir a unos padres destrozados que si su hijo
viviera se avergonzaría de ellos por no aceptar la versión oficial del
accidente, o que les recomendara que fueran a un psicólogo porque no estaban enfocando
bien el duelo, me parece un ejercicio consciente de sadismo, un gesto de
crueldad que debería inhabilitar a cualquier persona para ejercer un cargo
público. Esa es la responsabilidad suprema que deberíamos exigir a los
culpables. Porque nada es más peligroso que el poder en manos de una persona
sin corazón”.
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