Ninguna mujer es un culo.
Ninguna mujer es un culo, titula
Leticia Corral en LQSomos. “La polémica por la suspensión del concurso que
elige a la cola más linda del verano, y la discusión sobre los certámenes de
belleza que coronan reinas y princesas a las más lindas, pone bajo la lupa
estas definiciones culturalmente construidas sobre los cuerpos femeninos. No se
trata de enfrentar lindas versus feas, gordas versus flacas, sino revisar este
discurso automático sobre ¿qué es un cuerpo bello? ¿Qué finalidad tienen esos
concursos en un contexto de lucha feminista que avanza, rebelando
subjetividades, en una etapa del capitalismo donde nuestro cuerpo es el
bastidor donde se inscribe la violencia machista?
“En esta época del año, afloran
los certámenes de belleza, elecciones de reinas princesas y de culos perfectos.
Todos sabemos cuáles son los parámetros normalmente aceptados para participar
de ellos, porque nos han enseñado qué cuerpos son elogiables, deseables y
premiados. Hay un discurso culturalmente construido en torno a la noción de
belleza femenina, que según las épocas varía, pero siempre exige un modelo
ideal al que toda mujer debe alcanzar para poder sentir que existe. Pero
resulta que, como todo modelo, es una idealización: “el mapa no es el
territorio”. Ese modelo no es ajeno a la época, a las disputas y definiciones
políticas, porque muchas sentimos que es el momento para hacer de nuestro
cuerpo una rebelión. Nuestro cuerpo femenino territorio a colonizar, objeto de
la violencia machista y patriarcal, también es un espacio de disidencia.
“Hace algunos días se informó que
el famoso certamen que elige a la mejor cola del verano se suspendía. Muchas
fueron las opiniones, pero no resulta casual que se diera en estos momentos. Y
es que algo está cambiando, la lucha feminista avanza redefiniendo, reconstruyendo.
Porque una presión desde abajo logra imponer cambios, y replantear discursos. Estamos
aquí para dar esa batalla, ninguna mujer es un culo. Nosotras, las que tenemos
cuerpos inapropiados frente a una sociedad que estandariza y controla, nos
reunimos, nos organizamos, conformamos alianzas para intentar rehacer esas
estructuras impuestas que nos esclavizan. No somos el mapa, somos el
territorio, el que nos pertenece, existimos y nos hacemos visibles para construir
nuevos cuerpos, nuevos deseos, nuevas bellezas. Esta rebelión, no solo nos
interpela individualmente sino que se trata también de un encuentro colectivo. Rechazamos
esas fronteras que imponen qué cuerpos son lindos/feos, normales/deformes,
válidos/inválidos, saludables/enfermos. Haremos de nuestro cuerpo una gran
rebelión, no queremos ni princesas ni reinas ni colas perfectas.
Lucrecia Masson afirma: “Es
necesario atentar contra la matriz que nos organiza corporalmente. Desnudar el
artefacto que nos construye en tanto cuerpos, en tantos territorios donde se
inscriben lecturas. Es necesario desafiar esas lecturas y crear, imaginar,
fantasear, inventar nuevos relatos. Hay un gran aparato ficcional que hace que
nuestros cuerpos se lean como ‘generizados’ o ‘racializados’ o viejos, o discapacitados,
o gordos, o enfermos. Nuevos paradigmas afloran. Por lo tanto, resulta urgente
poner bajo la lupa certámenes de belleza que no hacen más que reafirmar y
reproducir estándares que son ahistóricos a los debates que las mujeres venimos
dando.
“La elección de reinas y
princesas de belleza, ya no está a la altura de las discusiones, en un país
donde se realizaron masivas movilizaciones contra los femicidios, escaladas
violentas que no cesan. Un ejemplo es el certamen de belleza que elige y corona
a la reina del mar en la ciudad de Mar del Plata. Tan cristalizada tradición,
que se vuelve obsoleta frente a nuestras necesidades. Porque en esa misma
ciudad falta Lucía, y otras tantas. Porque mientras se elija a una, como
representante de la ciudad pujante y bella, muchas otras se reunirán en la
rambla el 6 de enero, como un anticipo de lo que será el próximo paro
internacional de mujeres”.
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