Álvaro Múnera: ayer, “matador” de toros; hoy, protector de animales.
Álvaro Múnera Builes
conocido como “El Pilarico”, es un ex-torero colombiano reconvertido en crítico
de la tauromaquia, después de quedar parapléjico por una cornada. Tras una
faena en la plaza de toros de La Macarena de Medellín y ganar la Feria de la
Candelaria, Múnera consiguió un contrato para torear en España. Llegó el 6 de
marzo de 1984 y completó veintidós corridas. Sin embargo, el 22 de septiembre
del mismo año el toro “Terciopelo” de la ganadería del Marqués de Villagodio lo
enganchó por la pierna izquierda y lo levantó, causándole la fractura de la
quinta vértebra cervical con lesión medular irreversible, acompañada de trauma
craneoencefálico.
Permaneció hospitalizado
en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo durante cuatro meses, tras lo
cual, al no haber conseguido recuperar la movilidad, fue trasladado al Jackson
Memorial Hospital de Miami (Estados Unidos). Allí permaneció hospitalizado
cuatro años y medio más, y, en ese tiempo, recuperó la movilidad de sus manos y
pudo empezar a desplazarse en silla de ruedas. También aprovechó para estudiar
Teosofía. Finalmente, fue trasladado de nuevo a Medellín para continuar su
recuperación.
Durante su estancia en
Miami, Múnera se convirtió en antitaurino y creyó que aquella cornada que lo
apartó del ruedo fue un aviso de Dios. Actualmente es criticado por usar como
bandera política la causa animalista por los taurinos que lo han llamado
traidor. En Medellín, junto a discapacitados, formó una organización, gracias a
la cual llegó a ser concejal, hizo políticas de apoyo a los discapacitados y se
adhirió a una causa en defensa de los animales, la organización “Fuerza
Anticrueldad Unida por la Naturaleza de los Animales (Fauna).
En la imagen, encontrada
en #SalvarLaTierra, se encuentra el siguiente texto: “En medio de la faena, de
repente se sentó en el borde de la arena”... En una entrevista, Álvaro dijo: “De
repente, no vi los cuernos, sino los ojos del toro. Se paró frente a mí, y me
miró. Quedóse mirándome y no quiso atacarme. Me estaba observando con la misma
mirada que todos los animales tienen, rogando ayuda. Y yo, leyéndolo en sus
ojos, me sentí como la peor criatura del mundo y detuve la batalla. Entonces,
me alejé todo lo que pude, y empecé a luchar contra este mundo”.
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