La segunda huida de Carles Puigdemont, facilitada por los errores y la supuesta complicidad de algunos Mossos.
Alberto Pozas reconoce en
ElDiario.es que Carles Puigdemont no es ningún novato cuando hay que
desaparecer. “Su volatilización este jueves, dando esquinazo a los Mossos
d'Esquadra tras comparecer ante cientos de personas a pocos metros del
Parlament, supone su segunda gran evasión en la última década después de
abandonar España en 2017 con destino Waterloo pocos días antes de que la causa
judicial del procés echase a andar en su contra. Siete años después, la
situación política y judicial del expresident es muy diferente a la que dejó:
su partido no preside la Generalitat de Catalunya, hay una ley de amnistía
sobre el procés que impulsó y él mismo está en búsqueda y captura por
malversación dentro de las fronteras españolas.
“A diferencia de cuando
abandonó España en 2017, esta vez sobre Puigdemont sí pesaba una amenaza real:
está en búsqueda y captura por orden del juez Pablo Llarena, que en su último
auto sobre la amnistía interpretó que el delito de malversación atribuido al
expresident no ha sido perdonado por la ley. La gestión de una detención que
todos daban por hecho, dentro y fuera del Parlament, estaba en manos de los
Mossos d'Esquadra.
El expresident había
llegado a la plaza donde pronunció el discurso acompañado de un grupo de
colaboradores medio a la carrera. Saludó a sus “queridos compatriotas”, cargó
contra un “país con una ley de amnistía que no amnistía” y antes de que
arrancase el debate de investidura se despidió con una frase premonitoria: “No
sé cuándo nos volveremos a ver“. Luego bajó del escenario espoleado por un
“¡Vamos!” de su abogado, Gonzalo Boye. El estrecho colaborador del expresident
al que se atribuye toda la hoja de ruta que lo llevó a Waterloo y de su breve
reaparición pública en Barcelona. A partir de ahí, el desconcierto: unos
segundos después, Puigdemont no acompañaba al resto de políticos y dirigentes
de Junts que marchaban hacia el Parc de la Ciutadella, camino de la sesión
parlamentaria. Delante de decenas de cámaras, agentes de policía y cientos de
seguidores, Carles Puigdemont se había vuelto a esfumar.
“La variedad de versiones
y la escasez de certezas dibujan el factor caótico que introdujo Puigdemont al
desaparecer por sorpresa. Los Mossos d'Esquadra tenían intención de que su
arresto fuera lo menos espectacular posible: no engrilletarle delante de los
manifestantes y hacerlo antes de que entrara en el Parlament. Ese margen de
unos pocos metros es todo lo que ha necesitado el expresident para desaparecer
por segunda vez”.
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