El “David” de Miguel Ángel.
La figura de Miguel Ángel
Buonarroti, hecha por encargo de la Opera del Duomo de la catedral de Santa
María del Fiore de Florencia, mide 5,17 metros de altura y pesa 5.572
kilogramos. La escultura, entre 1501 y 1504, representa al rey David bíblico en
el momento previo a enfrentarse con Goliat, y fue acogida como un símbolo de la
República de Florencia frente a la hegemonía de sus derrocados dirigentes, los
Médici. Fue tallada en un enorme bloque de mármol de Carrara por dos escultores
encargados de la comisión antes de que Miguel Ángel asumiera el control, pero
ninguno pudo trabajar con éxito la piedra de baja calidad proporcionada.
La forma de David
explicaba las limitaciones de la piedra. Es delgado de figura y su cabeza está
apuntando a un lado, porque el bloque era demasiado estrecho para que pudiera
mirar hacia adelante. Miguel Ángel tenía sólo 26 años cuando lo empezó y 28
cuando terminó. Ya era uno de los mejores escultores vivos en ese momento,
después de haber completado la “Pietà” con la incredulidad total de Roma cuando
tenía 24 años.
Originalmente, estaba
destinada a sentarse sobre la línea de techo de la Catedral de Florencia.
Cuando se completó, era simplemente demasiado hermosa y grande para ser izada
allí arriba, y se mostró en el Palazzo della Signoria. Estudios modernos
encontraron que era anatómicamente perfecta, excepto por un pequeño músculo que
falta en la espalda. Michelangelo, quien estudió anatomía escrupulosamente, lo sabía
y escribió que estaba limitado por un defecto en el mármol.
La vena yugular en el
cuello de David es abultada, apropiada para alguien en estado de miedo o
emoción (como lo habría sido el joven pastor). Miguel Ángel sabía que esto era
una característica del sistema circulatorio, pero la ciencia médica no
documentó este descubrimiento hasta 124 años después. Fue estilísticamente
innovador. Interpretaciones anteriores de David lo representaron victorioso
sobre el ya asesinado Goliat. Aquí está en el precipicio de la batalla, su
mirada intensa y su frente fruncida representa un momento contemplativo. Representa
la forma y proporción masculina idealizada, un tema común de la escultura
griega clásica. Pero el trabajo de Miguel Ángel es mucho más naturalista,
arraigado en un entendimiento anatómico que superó con creces a los griegos.
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