Íñigo Errejón: el machista inverosímil.
Antonio Avendaño escribe
en ElPlural.com sobre la conducta depredadora de Íñigo Errejón con las mujeres ese
cuidado vergel que la derecha observaba a veces con secreta envidia, a veces
con indisimulado resentimiento. “Iñigo, Íñigo, Íñigo —pregunta— ¿qué les has
hecho a las mujeres que te dijeron sí y qué a las mujeres que te dijeron no?
¿Qué le has hecho a tu partido? ¿Qué le has hecho a tu Gobierno? ¿Qué te has
hecho a ti mismo? ¿Qué nos has hecho a todos y, sobre todo, qué les ha hecho a
todas? La derecha, por su parte, siente, como sentiría la izquierda en su caso,
una morbosa satisfacción y la certeza de que puede sacar petróleo del caso
clavando en el corazón de la izquierda una cuña de su propia madera
“No sin razón, la derecha
suele acusar a la izquierda de exhibir una superioridad moral que a aquella le
resulta particularmente lacerante por distintas razones, aunque la principal de
ellas es porque tal superioridad es cierta y está sobradamente contrastada en
términos políticos y filosóficos; no obstante y en contra de lo que creen
tantos simpatizantes de la izquierda, el hecho de que determinadas ideas sean
éticamente mejores que otras no significa que también lo sean las personas que
las profesan. De entre quienes creen, pongamos por caso, que el cristianismo es
una religión superior al islam, solo los más zopencos piensan que cualquier
cristiano de carne y hueso es mejor persona que cualquier musulmán. Quienes, de
entre los que profesan la fe de la izquierda, todavía pensaban algo parecido,
el fundador de Más País sin duda les habrá abierto los ojos esta semana.
El caso Errejón tiene,
según Avendaño, múltiples derivadas y todas son tan interesantes como dolorosas.
“Como derivada orgánica por excelencia cabe identificar la ceguera de Más
Madrid para detectar y castigar lo que estaba sucediendo: y es que a los
protocolos de los partidos contra el acoso sexual les ocurre como al célebre
infierno español del chiste, donde los condenados están sumergidos hasta el
cuello en una balsa de excrementos y cada pocos minutos una afiladísima
cuchilla pasa a ras de la superficie obligándolos a sumergir la cabeza: en
realidad, es el infierno ideal porque unos días no funciona la cuchilla, otros
días el diablo está de baja laboral...
“El caso Errejón tiene, a
su vez, múltiples singularidades, entre ellas la de un altísimo potencial de
aprovechamiento político que las derechas se han apresurado explotar. Están
perfectamente en su derecho, aunque la munición que alimenta su artillería sea,
como cabía esperar, mucho menos la compasión por las víctimas de Errejón que el
malsano regocijo de ver arrojado a los leones a uno de los nombres más
brillantes y prometedores de la izquierda pro sanchista. Pero la primera y más
relevante singularidad del caso es su inverosimilitud. El brillante chaval que
cualquier madre de izquierdas (o incluso de derechas) habría deseado como novio
de su hija resultó ser, quién lo diría, un mal bicho, un sigiloso maestro del
maltrato psicológico a las incautas mujeres que caían en sus redes…
“Mas no todos los casos
de abusos masculinos de miden con la misma vara. Cuando, en 2019, Plácido
Domingo fue acusado de feos comportamientos parecidos a los de Errejón y de los
que el tenor tardó bastantes meses en pedir perdón, las derechas exhibieron con
el experimentado pecador un tacto y una condescendencia que para sí quisiera
ahora el joven político madrileño: para el mundo conservador, la filiación del
ofensor suele pesar más que la gravedad de la propia ofensa. Vayamos, en todo
caso, a la hemeroteca para despejar dudas: el 9 de junio de 2021, solo dos años
después de haber sido acusado de múltiples abusos por una veintena de
compañeras de profesión, Domingo era aclamado en el Auditorio Nacional de
Madrid, donde la mayoría de los 1.600 asistentes le dedicaron un aplauso tan
entregado y entusiasta que duró nada menos que ¡ocho minutos! Tantos minutos de
palmas solo podían significar lo que en realidad significaban: ‘Yo sí te creo,
hermano Plácido’. Es improbable que a Íñigo Errejón vuelva a aplaudirle nadie
nunca más”.