Mazón adjudica contratos millonarios de emergencia a una empresa vinculada al caso Gürtel.
El pasado 29 de octubre,
la DANA arrasó la Comunidad Valenciana dejando un rastro devastador: casas
destruidas, infraestructuras colapsadas y una presa, la de Buseo, en grave
peligro de rotura. Según la Generalitat Valenciana, las aguas superaron en
hasta 2,5 metros la coronación de la presa, construida entre 1903 y 1915,
comprometiendo su estabilidad y seguridad. Presidido por Carlos Mazón, el
Consell adjudicó la reparación de la presa a la empresa Becsa SA, propiedad de
Gabriel Alberto Batalla Reigada, condenado en 2018 por delitos vinculados a la
financiación ilegal del Partido Popular en el marco del caso Gürtel. Un
contrato de 3,9 millones de euros fue asignado sin publicidad ni concurso
público, bajo el paraguas de un procedimiento de emergencia.
La relación entre Becsa y
el Partido Popular valenciano tiene raíces profundas. Gabriel Batalla,
accionista de la empresa, no solo confesó haber participado en la financiación
ilegal del PP, sino que su firma ya había sido señalada en casos como Fabra 2,
donde se descubrió que la constructora costeó gastos personales del
expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra. Este entramado
empresarial y político revela un modus operandi donde los intereses privados
prevalecen sobre el interés público. Además, Becsa no es una desconocida para
el equipo de Mazón. El secretario autonómico y jefe de gabinete del presidente,
José Manuel Cuenca, trabajó previamente en esta empresa. ¿Es coincidencia que
una compañía con vínculos tan estrechos con el PP obtenga contratos millonarios
de emergencia?
Según Spanich Revolution,
“la DANA dejó al descubierto más que la vulnerabilidad de las infraestructuras
valencianas. También evidenció las grietas de un sistema donde las emergencias
se convierten en terreno fértil para el lucro privado. La normativa permite las
adjudicaciones directas en situaciones de crisis, pero ello no exime al gobierno
de su obligación de transparencia y rendición de cuentas. La Generalitat
justificó la elección de Becsa argumentando su ‘conocimiento previo’ de la
infraestructura, ya que había ejecutado obras menores en la presa en 2022. Sin
embargo, esa familiaridad no debería ser un cheque en blanco. La confianza en
una empresa condenada por corrupción es una afrenta para una ciudadanía que, en
medio del desastre, exige respuestas limpias y efectivas.
“Por otro lado, la
comunidad científica lleva años advirtiendo sobre el aumento de fenómenos
extremos debido a la crisis climática. En lugar de reforzar las
infraestructuras y planificar con antelación, los gobiernos siguen actuando a
golpe de improvisación, dejando a las comunidades más vulnerables expuestas a riesgos
crecientes. La emergencia climática no debe ser excusa para políticas públicas
erráticas ni para perpetuar redes de poder corruptas”.
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