El misterio de Waldo de los Ríos, el genio que compuso el 'Himno a la alegría’.
“Cuando suenan los
acordes del cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven la gente no
piensa en el compositor alemán, sino en Miguel Ríos. La voz del cantante
español entonando el conocido como el Himno a la alegría ha sustituido en el
imaginario popular el clásico original. Solo unas notas para que la gente
comience a decir eso de ‘Escucha hermano la canción de la alegría, el canto
alegre del que espera un nuevo día’. Desde que la canción viera la luz en el
segundo álbum del músico, Despierta, en 1970, se convirtió en un éxito no solo
en España, sino que también fue número uno en las listas de Australia, Canadá,
Alemania o Suiza”. Así lo escribe Javier
Zurro en ElDiario.es.
“Detrás del pelotazo del
Himno a la alegría está el talento de Waldo de los Ríos, compositor argentino
que fue una celebridad desde finales de los años 60. Tuvo su propio programa
con su nombre en grandes letras; se encargó de la banda sonora de obras
maestras como ‘¿Quién puede matar a un niño?’, y fue una figura fundamental en
la España de la última década del franquismo. Aunque nacido en Argentina, fue
aquí donde se convirtió en una estrella, sobre todo por el éxito del Himno a la
alegría. Todos los mimbres para una vida idílica que terminó de forma abrupta
en 1977, cuando se suicidó en su casa de un tiro en la cabeza.
“El legado de Waldo de
los Ríos se ha limitado a aquella canción, pero su nombre no se ha
reivindicado, siendo hasta olvidado por muchos con el paso del tiempo. Ese fue
uno de los motivos que llevó a los directores Charlie Arnaiz y Alberto Ortega a
realizar un documental, Waldo, en el que indagan en la figura del músico e
intentan resolver el misterio de su muerte, ¿Qué pasó por la cabeza de alguien
que a priori lo tenía todo, para que decidiera quitarse la vida? En este caso
lo que ocurría en la calle, la represión del franquismo tiene una importancia
fundamental en el personaje, ya que Waldo de los Ríos era homosexual, vivió los
prejuicios de la época y nunca pudo vivir su sexualidad en libertad, sino entre
las paredes de su casa, convertida en su reducto de libertad. Waldo muestra la
Cara A del personaje, la que se conocía, su auge, su fama, sus éxitos, hasta
llegar a su trágica muerte que sorprendió a todos.
“La afición de Waldo de
los Ríos por grabar todo hizo que desde el momento de su muerte se especulara
con que podía haber grabado su muerte. Fue publicado en todos los medios, pero
nadie encontró la cinta. Los directores reconocen que sí pensaron que en alguna
de las cajas llenas de material que abrieron podrían encontrarse con ‘el
momento fatídico’. Es algo que a veces queríamos encontrar, otras veces no. De
todas formas, esa es una de esas grandes preguntas que no están resueltas.
Donde sí hacen hincapié,
y acaba convirtiéndose en el corazón del filme, es en reivindicar a Waldo de
los Ríos como uno de tantos artistas que no pudieron vivir su sexualidad en
libertad y vivió la homofobia de la época de la dictadura. “Es una de esas
personas que luchó por algo tan sencillo como amar a quien quería. Waldo podría
haber sido feliz, y no lo fue por una simple cuestión de tiempo. Justo un año
después de su muerte empezaron a revolucionarse las leyes, la sociedad y a
concederse derechos. Por eso ese final es tan bonito, una forma de homenajear a
las personas como Waldo, a los que salieron a la calle a reivindicar sus
derechos, algo que él no pudo hacer”. Quizás el misterio de Waldo de los Ríos
siga sin descifrarse, pero al menos ahora la gente podrá conocer su nombre y
entender todo lo que ocurría detrás de sus gafas y su sonrisa.
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