martes, 17 de junio de 2025

Meditaciones Sánchez.

 

David Torres reflexionaba ayer en Público, antes de manifestarse sobre lo ocurrió tantas veces a Pedro Sánchez, cuando parece que está meditando. “Mira que lo han acusado veces de superficial, de trilero y de guapo a secas, pero lo cierto es que un hombre muy dado al retiro espiritual y a preguntarse qué va a hacer con su vida. La última vez que le dio por imitar a Marco Aurelio anunció que lo mismo se piraba de la política porque estaban investigando a su mujer y escribió una epístola a la ciudadanía en la que explicaba que necesitaba pensar si el precio del poder merecía la pena. Joder, fue tan emotivo que muchos, amigos y enemigos, esperaban que dimitiera, abandonara la política y comenzara una gira veraniega cantando su amorosa epístola de despedida a los acordes de ‘Adiós muchachos, compañeros de mi vida’.

“Aquella vez la meditación trascendental le sirvió para aclarar las cosas: tras pensarlo mucho, Sánchez aseguró que iba a seguir al frente por el bien de España, de su mujer y suyo propio, tres objetivos que en su caso suelen coincidir bastante y en el de sus amigos íntimos, no te haces una idea. Sin embargo, ahora la situación se ha complicado un poco, ya que su mujer está más investigada todavía que antes, su hermano va incluido en el lote y sus amigos íntimos luego les explico. Vamos, que parece que tuviéramos de presidente del Gobierno a Isabel Díaz Ayuso disfrazada de galán de cine, con su novio y toda la familia pringada hasta las orejas. Parece que el tópico ese de que PP y PSOE son los únicos partidos de Estado debe de referirse a que son los que parten y se reparten el Estado como si fuese bacalao.

“En efecto, ignoramos si Sánchez está pensando en dimitir de verdad, en dimitir de mentira como la otra vez o en subirse a un Peugeot con Ábalos, Cerdán y Koldo y arrancar de nuevo rumbo al arcoíris. A lo mejor sus meditaciones se reducen únicamente al color de la corbata con que va a presentarse ante las cámaras. ¿Le quedará mejor el azul conservador o el rojo fantasía? ¿Y si se prueba una chaqueta de pana al estilo Felipe, que todavía guarda la suya en un armario por si algún día le toca volver a presidir un mitin? Si se decidiera por la pana, algo ciertamente improbable, Pedro ganaría mucho con una boina y un bastón, para subrayar la inocencia del tonto de pueblo apuñalado por la espalda durante siete años por sus colegas de confianza. Milana bonita.

Una vez más nos toca resignarnos a otro tópico para tertulianos todoterreno: el de que todos los políticos son iguales  –aunque, como matizaba Orwell, algunos son más iguales que otros–. Alguien debería habernos explicado que la sacrosanta Transición consiste básicamente en transigir con todo. El jueves, en lugar de la pana felipista y la sonrisa defectuosa de Azarías, Pedro Sánchez presentó un rostro atribulado, ojeroso, maquillado para su propio funeral con el fin de compartir su dolor y su sorpresa urbi et orbi. Hombre, tampoco iba a salir con zapatones, sombrero, una rosa en el ojal  –socialista por supuesto – y maquillaje de payaso. O peor aún, con gafas y barba, mostrando un mensaje en el móvil: ‘Ábalos, Santos, Koldo, sed fuertes’.

“Una lástima  –terminaba Sánchez reflexionando– que aquella odisea de los cuatro evangelistas sobre ruedas recaudando avales por las tierras de España terminase en una road movie de puticlub en puticlub en la que Sánchez no se enteraba de nada. Con lo guapo que es, no querrán también que se enterase de algo. Cómo iba a enterarse, si ni siquiera se entera de por qué se molestan tanto estos asiduos del puticlub con la Ley del sólo sí es sí. Él iba durmiendo, pensando en sus cosas y meditando mucho, mientras sus compañeros de viaje se lo pasaban en grande y Koldo iba grabando las conversaciones en secreto, como si fuese el comisario Villarejo al otro lado de los espejos del callejón del Gato. ‘Adiós muchachos, compañeros de mi vida, barra querida de aquellos tiempos’. La que te estás perdiendo, Berlanga”.

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