13 de abril. Extraviado y abatido
La penicilina tomada ya ha comenzado a causar sus efectos: controlo los accesos de tos pero también noto más nervios que me impiden descansar normalmente, convirtiendo mi cama en un campo de batalla en el que sudo bajo las sábanas y los nervios desatan sus iras.
Cuando, al fin, me he levantado con el sol, he intentado ponerme al día, leyendo la prensa y escuchando las noticias por la radio o viéndolas por televisión. Unas sesiones que, más que ponerme al corriente de lo que pasa en mis aledaños, me han dejado colapsado. Estaba extraviado y abatido, como si, tras más de una semana descolgado de lo que pasa en el mundo, de repente, mareado ante tanto acontecimiento ante mis ojos, ya no supiera quiénes son los buenos y los malos en esa película de pistoleros y vaqueros.
Cuando, al fin, me he levantado con el sol, he intentado ponerme al día, leyendo la prensa y escuchando las noticias por la radio o viéndolas por televisión. Unas sesiones que, más que ponerme al corriente de lo que pasa en mis aledaños, me han dejado colapsado. Estaba extraviado y abatido, como si, tras más de una semana descolgado de lo que pasa en el mundo, de repente, mareado ante tanto acontecimiento ante mis ojos, ya no supiera quiénes son los buenos y los malos en esa película de pistoleros y vaqueros.
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