9 de julio. A vueltas con la globalización
“Globalización” –anglicismo creado, puesto que en español “global” no equivale a “mundial”, como sí ocurre en inglés– o “mundialización” –galicismo procedente de la palabra francesa “mondialisation” (tampoco está en el diccionario de la Real Academia Española, aunque no dudo que terminará siendo incluida)–, es la tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando esa dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales.
El término, empleado corrientemente desde los años ochenta, acentúa la desigualdad y aumenta la brecha entre países ricos y pobres. A lo largo de varias décadas, la diferencia entre los ingresos de unos y de otros no han dejado de aumentar en los países más prósperos y entre los más y menos desarrollados. Y demasiada gente se ha quedado en la zaga. En el mundo, la esperanza de vida puede haber aumentado pero para muchos la calidad de vida no ha mejorado y muchos se encuentran en la indigencia, mientras que el proceso de globalización sigue aumentando aunque sólo sirva a las élites.
Nelson Mandela, el primer presidente democrático de Sudáfrica en ser elegido bajo sufragio universal (1994-1999), no es enemigo de la globalización en sí, sino del uso injusto que se hace de un fenómeno que él considera inevitable. “De la misma manera que no se puede evitar el invierno –dice él–, no podemos evitar la globalización. Ésta no la puede evitar ningún país ni ninguna organización. Globalización es romper las fronteras entre los países, lo cual facilita el comercio, abre el acceso a mercados y transfiere tecnologías a comunidades que todavía no han tenido la oportunidad de obtenerlas. Significa, entonces, un paso adelante”.
Pero, en la práctica, son los menos necesitados, no los más, los que han sacado las mayores ventajas económicas de la globalización. “Debemos reconocer –puntualiza Mandela– que la globalización todavía no ha dado respuestas a los grandes desafíos de la sociedad como la pobreza, el Sida y un sinfín de otros males socioeconómicos. Es más –asegura–, la globalización hoy por hoy sirve a los poderosos y a los fuertes y roba a los pobres y los débiles. Es por este motivo que hay tantas manifestaciones en contra de conferencias como la Organización Mundial del Comercio. Y, efectivamente, estos problemas se deben de resolver. No podemos permitir que los poderosos y los fuertes utilicen este término para enriquecerse”.
Mandela sostiene que luchar contra la pobreza es “el reto más importante que tiene la sociedad”. Pero está convencido de que uno no tiene que ser presidente o primer ministro para ayudar a erradicar la pobreza. Y hace un llamamiento a la gente común y corriente.
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