26 de septiembre. Un escándalo servido en bandeja episcopal.
En los últimos dias no ha dejado de soprenderme la actitud del obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, ante lo que considera una “exposición ofensiva con los nobles sentimientos católicos y de injuria hacia las personas”. El prelado se refería a la muestra temporal colectiva que el Museo de Arte contemporáneo de Eivissa (MACE) había montado en la antigua iglesia de L’ Hospitalet y exigía la retirada inmediata y urgente de la misma. Un escándalo servido en bandeja episcopal y que se ha salido con la suya.
Recuerdo mis años de infancia y adolescencia en Ibiza, gran parte de ellos pasados entre las cuatro paredes del Seminario, hoy convertido en apartamientos de alguiler o venta. Al lado del mismo, la iglesia de L’Hospitalet en donde frecuentemente solían acudir curas y monaguillos del Seminario para celebrar la misa ante una parroquia casi extinta ya en esas fechas. Hablo de la década de los cincuenta y no creo que el culto católico, desde ese tiempo para acá, haya registrado un aumento de feligreses, sino un descenso considerable de los mismos. (Por cierto, ¿también la iglesia del Seminario fue desacralizada, como lo fuera el edifico entero, así como esta iglesia, cedida al Museo mediante un convenio, firmado en 1999?). Sea lo que fuere, esta sala de exposiciones, desde 1984, cedida por el obispado, ha pasado a ser la “capilla” más visitada del siglo desde que el prelado lanzara sus gritos de escándalo. Y todo porque, en uno de los trípticos expuestos en collage, del artista holandés Ivo Hendriks, está la figura del papa Juan Pablo II en una actitud que aparenta, según versión episcopal, mantener una relación sexual con otro hombre. La obra forma parte de la retrospectiva “Vamos a Ibiza. 50 años de artistas neerlandeses en Ibiza”. Obra que está en esta exposición desde el 7 de este mes sin que haya llamado la atención de los visitantes hasta que el obispo, diez días después, alzara el grito al cielo.
El supuesto escándalo fue, a la vez, servido por medio de un titular en primera página de un periódico especializado en temas escandadosos que, supuestamente, benefician a la derecha que acaba de perder las elecciones en elecciones. Fue el pasado 19 de septiembre cuando “El Mundo-El Día” publicaba la fotografía del cuadro –expuesto al inicio de esta web–, con el siguiente título: “Imagen de la muestra exhibida en la iglesia de L’Hospitalet donde se ve al Papa Juan Pablo II, manteniendo una relación homosexual”. Y en una información-opinión, recordaba que “la iglesia de l’Hospitalet de Ibiza ha sido el escenario elegido por el Ayuntamiento de la Isla para mostrar una exposición de varios autores en la que se encuentran imágenes de alto contenido sexual. Una de ellas tiene como protagonista al Papa Juan Pablo II, quien se encuentra manteniendo relaciones sexuales con otro hombre” Y, en otro apartado, hablaba de que “el Ayuntamiento de Ibiza permite exhibir en una iglesia una muestra porno con imágenes del Papa”.
La noticia se condimentó con otros aderezos aportados por la actitud de los responsables de cultura del Ayuntamiento y del Consell de Ibiza, hoy en manos de la izquierda. Elena Ruiz Sastre, directora del Museo de Arte Contemporáneo, sostenía que la interpretación del prelado era subjetiva. “La obra posee unas transparencias y unas superposiciones de imágenes que en ningún momento representan la supuesta sodomozación”. Según ella, tampoco estaba expuesta en una iglesia, puesto que, desde hace 23 años, L’Hospitalet está restaurado y convertido en sala de exposiciones en la que ningún obispo, hasta el momento, ha ejercido ningún tipo de control. Y la directora del MACE no estaba dispuesta a retirar la obra, convencida de que un director de un museo nunca puede ser un censor. “Esta obra –explicó– es un tríptico sobre soporte digital, en el que las imágenes están superpuestas y hay unas luces intermedias que nunca representan un plano, sino que hay como unos fondos. Cuando se reproduce en papel, esos fondos no se pueden conseguir y todo queda sujeto a un plano. De manera que esa sodomía, motivo de la ofensa de algunos espectadores, resulta que no está así representada. Podría entenderse como una figura que está detrás de otra o un abrazo de una figura a otra”.
Pero el prelado, herido por la imaginada afrenta papal, insiste en que sintió una “pena inmensa” tras conocer el contenido de los collages del artista holandés, expuestos al publico en un edificio propiedad de la diócesis y pagados con dinero público. “El pueblo ibicenco –dijo el obispo, indignado– no se merece que quienes tienen la responsabilidad de gestionar la res pública se comporten de esa manera. Y la respuesta a esa lealtad y deferencia ha sido esta ofensiva exposición”. El obispo explicaría al Diario de Ibiza que, durante estos días, “han sido muchas las personas que me han manifestado su repulsa y rechazo a las imágenes polémicas presentadas, en nombre de una mal entendida libertad artística y de expresión”. El prelado confesó que había recibido muestras de apoyo de otros puntos de España y de América. Según él, no se construía de ese modo una Ibiza mejor y más libre, más amante del progreso y de la convivencia. “Más bien se la destruye y se la humilla a los ojos de los demás”. El obispo no entendía cómo “los que tienen responsabilidades en la sociedad actúan de forma tan irresponsable e irrespetuosa”. Y recordaba las declaraciones de la concejala de Cultura, Sandra Mayans, en las que afirmara que las escenas objeto de polémica son “normales”.
Lourdes Costa, alcaldesa de Eivissa, señalaba que las instituciones no debían entrar a juzgar el contenido de las expresiones artísticas ni literarias. “Defendemos la libertad de expresión y de creación hasta las últimas consecuencia”, apuntó la edil. “No entraremos a censurar ni antes ni después las manifestaciones artísticas. Igual que no voy a una biblioteca y arranco las hojas que supuestamente son ofensivas para determinadas comunidades”. Pero el obispo, herido por esta “afrenta”, dio al Ayuntamiento un plazo improrrogable de 48 horas para retirar las obras “pornográficas” del interior de la iglesia. El prelado ibicenco, que calificó las imágenes de “absolutamente blasfemas”, rechazó de plano los argumentos esgrimidos por la concejala de Cultura, Sandra Mayans. Y manifestó su “profundo dolor” porque el Consistorio de Eivissa “ha consentido esa ofensa a los sentimientos de los católicos”.
Entretanto, la exposición, que hubía pasado inadvertida por el público, se llenó de gente curiosa que deseaba ver lo que el obispo había visto con sus propios ojos. “Sería inmoral mantenerla y no cancelar el convenio”, explicó monseñor Vicente Juan, quien acusó al Ayuntamiento de “no tener en cuenta los sentimientos de los otros” y de “haber abusado de la confianza de quien, con toda la buena voluntad del mundo, les prestó su casa”. Además, echando más leña al fuego, el obispo responsabilizó al Consistorio de haber perjudicado la buena imagen de Eivissa y haber causado “un daño irreparable” a millones de católicos y a “todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. El prelado ibicenco reconoció que, desde el miércoles, 19, en que la prensa daba a conocer el escándalo, la prensa nacional no decía cosas agradables de esta ciudad e insistió en que la exposición ofendía a los católicos y desagrada profundamente al obispado. “Además, los poderes públicos están dejando de lado un principio fundamental del orden democrático, cual es la salvaguarda al respeto de las creencias de los demás, algo que –a mi juicio– resulta peligrosísimo”. Y lanzó, tres días más tarde, un órdago: “No estoy dispuesto a esperar. Doy un plazo improrrogable de 48 horas al Ayuntamiento para que retire las obras pornorreligiosas del interior de la iglesia. De lo contrario, acudiré a los tribunales”.
Monseñor se emocionó cuando contaba cómo un hombre de escasos recursos económicos le había visitado para ofrecerle dinero por si, finalmente, la diócesis decidía acudir a los tribunales. Y contó que le habían llegado un montón de cartas de “gente dolida” de toda España y parte del extrajero a favor de la posición de fuerza adoptada por la curia ibicenca. “Todos ellos me recuerdan que aún queda gente buena en el mundo”. Pero la acaldesa, Lourdes Costa, ignoró las amenazas del obispo y dijo que defendería la libertad de expresión hasta sus últimas consecuencias. Aseguró que se había enterado del enfado episcopal por la prensa e insistió en que “el Ayuntamiento no ha entrado nunca a juzgar las obras ni de esta ni de ninguna otra exposición”. En una conversación telefónica con el prelado, la primera edil le espetó: “El Ayuntamiento no puede consentir chantajes ni injerencias en sus competencias. No se me caen los anillos por pedir disculpas, pero tampoco puedo aceptar chantajes o presiones que nos lleven a una censura de la libertad de expresión”.
El prelado contó con el apoyo del grupo municipal Popular del Ayuntamiento y del Consell, que presidieran la anterior legislatura. Un grupo que, cuando había estado en el poder, ejerció la censura en diversas ocasiones y que, en la actualidad, expresaba su más profundo rechazo a esta muestra. Miguel Jerez, portavoz del PP, recordó que el paragüas de la libertad de expresión “no lo aguanta todo”, y creyó que podían “llegar a romperse los postulados básicos de la libertad y los principios democráticos”. Y el ex conseller de Patrimonio, Joan Marí, expresó su “repulsa” a la actuación del Ayuntamiento por promover un acto “indigno e indecoroso”. El prelado también contó con el apoyo de la Iglesia en otras regiones. Los obispos de Provincia Eclesiástica de Valencia mostraron su solidaridad al obispo y fieles de Eivissa, y animaron a los católicos a responder cultural y jurídicamente “a todo tipo de agresiones a lo sagrado que, por desgracia, se repiten con mucha frecuencia con la Iglesia Católica”. Los titulares de la Provincia Eclesiástica, que integra a las diócesis de Valencia, Orihuela-Alicante, y Segorbe-Castellón, además de las tres diócesis de Baleares, hicieron pública su “más enérgica condena, la reprobación más firme y el rechazo total a esas expresiones que ofenden los sentimientos de los católicos y violan el elemental y fundamental respeto por las creencias religiosas, protegido por el ordenamiento jurídico español”.
Los últimos días, el obispo de la isla había oficiado un rosario en la iglesia de Santa Cruz y había mostrado su “gratitud a los feligreses por su adhesión a Jesucristo y a la Iglesia.” Veinte años antes, otro obispo de Ibiza había pedido ayuda al municipio para que su edificio no teminara en la ruina. Pero ahora, una vez restaurado y útil al menos para la gente que acudía a ver las exposiciones, exigía que lo volvieran a cerrar. El prelado había presentado una denuncia en los juzgados que quedaría sin efecto al cerrar dicha iglesia sin culto y sin público aficionado al arte. El lunes pasado el Ayuntamiento y el Patronato del MACE decidieron rescindir el convenio de colaboración con la diócesis de Ibiza y cerrar la muestra de L’Hospitalet una semana antes del final del plazo establecido. Lourdes Costa, la alcaldesa, comunicó la decisión al obispo por medio de una carta en la que mostraba su decepción por lo ocurrido estos días y por la interpretación episcopal de una de las cláusulas del convenio.
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