Gran número de personas protesta contra las medidas sanitarias que la Comunidad de Madrid pretende implantar.
La cuarta jornada de huelga de la Sanidad Pública madrileña concluía el miércoles pasado en una manifestación multitudinaria a las puertas del Parlamento autónomo, donde se batían las enmiendas a los presupuestos del 2013. El PP consagraba el modelo de gestión privada, rechazado por las fuerzas vivas de Sanidad.
Pese a su atomización sindical, todos protestaron por el desmantelamiento del sistema sanitario público y algunos de ellos, vestidos en sus “batas blancas”, accedieron a las tribunas de visitantes, expresando sus protestas. Sus señorías suspendieron la sesión y ordenaron el desalojo. Los sanitarios no pensaban ceder a las pretensiones del Gobierno de privatizar su salud. El Plan de Medidas de Garantía de la Sostenibilidad del Sistema Sanitario Público, presentado el 31 de octubre pasado, junto a los Presupuestos de 2013 de la Comunidad de Madrid, contemplaba, entre otras propuestas, la privatización de 6 hospitales públicos y de 27 centros de salud. Y a la vista de que el presidente González, como el consejero de Sanidad, Javier Fernandez Lasquetty, lo llevaban adelante sin negociar nada, los madrileños intensificaron su lucha contra ese atropello.
“Le recuerdo que nosotros somos el Gobierno apoyado por un 53% de los madrileños”, declaraba Fernández-Lasquetty en un periódico madrileño. El PP y los lobbys económicos que le apoyaban no estaban dispuestos a dejar pasar la ocasión de sacar provecho de una situación de debilidad económica como la que ahora atraviesa el país. Y aseguraron que al Estado le cuesta menos dinero la gestión de los hospitales y centros de salud si los gestiona una empresa privada. Pero era falso.
Existen ejemplos que así lo acreditan, como lo ocurrido en
Alzira, uno de los primeros “ensayos” de privatización que se hicieron en España, en 1999, o en otros lugares, como en el
Hospital de Alcorcón. Fracasos que, en el futuro, seguirán registrándose en todos aquellos centros hospitalarios que caigan en manos privadas.
Marea blanca en las calles madrileñas.
Casi 600 médicos de más de 20 centros sanitarios enviaron una “carta a los ciudadanos” en la que explicaron que los seis centros que González y Lasquetty quieren privatizar “están entre los menos costosos” de la comunidad.
Los coordinadores de la Plataforma de Jefes de Servicio de los Hospitales Públicos avisaron de que las privatizaciones “comprometen seriamente la calidad y universalidad” de la sanidad. En la
carta abierta a todos los madrileños –similar a la
ya enviada a Javier Fernández Lasquetty, consejero de Sanidad de Madrid– mostraban a los ciudadanos los motivos por los que rechazaban
el plan de ajustes y privatizaciones anunciado por el Gobierno regional. Un plan que “compromete seriamente la calidad y la universalidad de la sanidad pública madrileña” y responde al “único argumento” de que es necesario para abaratar costes. “
No es cierto –aseguraban– que la sanidad privada sea más barata que la pública; en los países en que coexisten ambos sistemas el gasto sanitario por habitante y año es mucho más alto, y la aportación de gasto público para ello también”. Los profesionales de la sanidad promovían dedicación y rigor, control del gasto, fomento de la inspección y más respeto a “su” sistema sanitario. “Es cierto que se han cometido errores en la gestión del SSP –escribe Joaquín Mayordomo en el artículo “Una sábana blanca en el balcón”, de cuartopoder.es–. Durante años ha sido un saco sin fondo en el que no había manera de controlar el gasto. Desde el descontrol en el uso del material fungible, pasando por el dispendio y abuso en la dispensación de fármacos, hasta llegar, en algunos casos, a construir hospitales allí dónde no hacían falta, sólo por contentar a unos pocos. Parecía que nunca iba a llegar el momento de apretarse el cinturón. Durante años, el crecimiento en el gasto superó con creces el crecimiento del PIB; la deuda iba engordando hasta convertirse en endémica y así, es cierto, ya no se puede seguir. Pero, de ahí a enarbolar la bandera del ‘esto no sirve, esto no funciona’ para proceder a la privatización de la sanidad, hay un trecho. Y esto es lo que hoy está en juego en Madrid y lo que los profesionales sanitarios madrileños no parecen dispuestos a permitir”. Ese es el mensaje de quienes hacen la huelga. El Madrid sanitario está mostrando al resto de España qué es resistir a la sinrazón y a la injusticia.
Manifestantes a las puertas de la Asamblea de Madrid. Foto de Luis Sevillano.
Un día antes de esta manifestación de protesta contra la privatización de la sanidad, se registraba una concentración en la Puerta del Sol para protestar contra la intención del Gobierno autonómico de privatizar los hospitales y centros de salud. Facultativos y pacientes, en representación de todos los hospitales y centros de salud madrileños, emprendieron una marcha silenciosa para continuar su lucha contra el Plan de sostenibilidad de la sanidad. “Tu salud es negocio”, “¡Sanidad pública, no se vende, se defiende!” y “No se venden las manos que te atienden” eran los lemas que encabezaban los médicos y enfermeros ataviados con batas, pañuelos y velas blancas, mientras rodeaban la sede de la presidencia autonómica. De hacerse efectivo el plan de la Comunidad, “nuestros contratos cambiarán y esto repercutirá en la atención a su salud –se lamentaban–. A partir de ahora, los pacientes se dividirán en ‘rentables’, atendidos por los hospitales privatizados, y los ‘no rentables’, atendidos por una sanidad pública mermada”. “Un millón de firmas recogidas –decía un grupo de anestesistas– debería servirles para sentarse a negociar y no tratar de imponer sus medidas por la fuerza. Porque hay muchas alternativas, pero no nos quieren escuchar”. “Si funciona la gestión privada –recalcaba Alberto, un médico del Centro del Salud Guzmán el Bueno– ¿por qué no iba a funcionar la pública? A los que tienen que cambiar y bajar los sueldos es a los consejeros. Nosotros ya hemos sufrido la suspensión de la paga extra de Navidad y de los moscosos sin protestar. Ahora les toca a ellos”. Con pitos, aplausos y gritos de protesta, los manifestantes concluyeron la marcha. Luego, regresaron a sus centros de salud y hospitales para continuar con los encierros y la huelga indefinida.
Un grupo de médicos y trabajadores de la sanidad madrileña protagonizó el inicio de las XV jornadas de Puertas Abiertas del Senado, que inauguró el presidente de la Cámara Alta.
Un grupo de medio centenar de médicos y trabajadores de la sanidad madrileña se unió, el mismo martes, al inicio de la XVª jornada de Puertas Abiertas del Senado, inaugurada por el presidente de la Cámara Alta, Pío García Escudero. Las puertas se abrieron a las diez de la mañana con motivo del Día de la Constitución. Entre los visitantes, se encuentraban médicos y trabajadores de varios hospitales públicos madrileños que, tras atravesar el arco de seguridad como el resto de ciudadanos, ocuparon los escaños del antiguo Salón de Plenos, desde donde se emitía en directo un programa de radio.
Los médicos protestan en el Senado.
Una vez allí, se pusieron las batas blancas que llevaban guardadas en bolsos y mochilas, en protesta por la reforma sanitaria planteada por el Gobierno regional. E iniciaron su protesta, desplegando carteles con lazos negros y pancartas en las que leía: “Sanidad Pública” o “Sí, se puede”, en protesta contra la reforma sanitaria aprobada por el Gobierno regional y que ejecutaría a mitad de 2013, según anunció del presidente González. Los corearon mientras en el estrado se encontraba el conductor del programa, Manolo H.H., y los senadores Beatriz Jurado (PP), Ander Gil (PSOE) y Narvay Quintero (CC). Los sanitarios permanecieron una media hora en el hemiciclo, con sus batas y carteles. Después, charlaron con varios representantes políticos, a los que les explicaron que con la huelga pretendíam denunciar que la sanidad madrileña pudiera estar gestionada por empresas privadas. “No puede ser –se quejaron– que una parte del presupuesto sanitario vaya a una empresa privada. No queremos que la salud de todos la gestione una empresa privada”. Reconocieron que habían aprovechado esta jornada abierta en el Senado para “buscar difusión”. Posteriormente, abandonaron el salón. Al margen de la protesta sanitaria, las jornadas de puertas abiertas transcurrieron sin incidentes en un año especial para la Cámara Alta.
La Policía detiene a uno de los asistentes a la concentración ante la Asamblea de Madrid que protesta contra las medidas que la Comunidad de Madrid implantará.
El miércoles, en la Asamblea de Madrid, se debatieron los presupuestos del 2013, en los que se incluía el plan de privatización de hospitales y ambulatorios. Cientos de manifestantes –apoyados por la presencia de Tomás Gómez y otros diputados del PSM– roderon el edificio para protestar por los recortes en la sanidad pública y por el ERE de Telemadrid. El presidente de la Asamblea, José Ignacio Echeverría, mandó desalojar a personas de la tribuna de invitados. Se trataba de una veintena de personas, algunas de las cuales llevaban puestas camisetas blancas, que reclamaban una “sanidad pública”. Los diputados de IU se levantaron para aplaudirles. Muñoz Abrines, Portavoz adjunto del Grupo Popular, criticó la “concepción de la izquierda de un debate democrático y sin coacciones” y se dirigió al diputado socialista, Juan Segovia, para advertir que él no se dedicaba a “boicotear” actos. PSOE e IU golperon sus mesas en señal de protesta y Echeverría paró momentáneamente el pleno. El portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, Tomás Gómez, y algunos diputados se colocaron entre los policías antidisturbios y los manifestantes que protestaban frente al Parlamento regional para evitar que los agentes les desalojasen de la zona o les echasen para atrás. La mayoría eran trabajadores de la sanidad pública y de Telemadrid, concentrados, desde primera hora, a las puertas de la Cámara legislativa autonómica, con pancartas y pitidos en contra del plan de Sostenibilidad del Sistema Sanitario de la Comunidad de Madrid y de las medidas que había tomado el Gobierno regional en sus presupuestos. El portavoz del PP en la Asamblea, Íñigo Henríquez de Luna, criticó en su cuenta de Twitter la “coacción” que asegura suponer la manifestación ante la Asamblea regional y señaló la actitud de los parlamentarios del PSOE y de IU como “un acto contrario a la democracia”. “Hoy –apostilló– es un día negro para la Democracia y un día lamentable”.
Marea-blanca en Puerta de Hierro.
El calendario de acciones informativas, reivindicativas y solidarias, para profesionales y usuarios de la sanidad pública, durante esta semana del 3 al 9 de diciembre, estuvo sobrecargada de actos. Cada médico acudió a su hospital o centro de salud para informar a los pacientes de los motivos de la huelga. Levantaron el “Muro del Saber” ante el monumento a “Los Portadores de la Antorcha”, frente a las Facultades de Medicina, Farmacia y Odontología, todos ellas cuna de miembros de AFEM (Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid). El grupo escultórico mostró a un gigante moribundo, entregando, antes de perecer, una antorcha (símbolo del conocimiento) a otro gigante joven que, a lomos de un caballo, la recogía para continuar con ella la carrera, representando la transmisión de la cultura y civilización occidentales a través de la Historia. Ante la escultura, se levantó un muro de ciencia con libros antiguos frente a la ignorancia demostrada por algunos en las últimas semanas. E inundaron las calles de Madrid con sus batas blancas para informar a todos los ciudadanos de la razón de su huelga. Un representante de AFEM permaneció en cada centro por las mañanas para resolver cualquier cuestión. Hubo una campaña de Donación de Sangre en los Equipos Móviles en la Puerta del Sol, concentraciones contra los planes de privatización del Gobierno Regional en el pleno de la Cámara y en la Asamblea de Madrid y, el mediodía del domingo, una manifestación recorre Neptuno-Sol, con la lectura del Manifiesto por la Sanidad Pública.
Jesús Posada, Ignacio González y Pío García Escudero.
En el salón de los “pasos perdidos”, el Día de la Constitución, el presidente del Congreso, Jesús Posada, para el cual no eran tiempos para “aventuras revisionistas”, saludó al presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. Ambos fueron observados por el presidente del Senado, Pío García Escudero. Mariano Rajoy, en otro lugar, dijo que no pensaba tocar la Constitución ni en una coma. No estuvieron presentes ni Patxi López, ni A. Mas, ni M. Roca, ni Iñaki Agasagasti, ni otros políticos históricos. Pero sí se encontraba entre ellos a médicos que acudieron a la celebración de la 34 aniversario de la Constitución, e insistieron en que no estaban luchando por sus sueldos sino porque el plan que pretendía la Comunidad de Madrid entrañaba a todas luces un cambio radical del servicio universal de la sanidad. La AFEM ofreció a Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, todo su caudal de experiencia en el que decían cómo y dónde se puede ahorrar, pero sin cambiar el modelo y sin la intervención de intermediarios privados. El presidente González se comprometió a “iniciar un diálogo” con los médicos “a partir del lunes”. Pero, el jefe del Ejecutivo madrileño apuntó por el plan de reforma de la sanidad madrileña y estuvo dispuesto a disminuir costes. “Tenemos que ahorrar”, insistió a toda costa. En contra de este plan, los médicos mantuvieron los días de huelga indefinida, incidiendo en los paros totales en todo el sector, convocados por los sindicatos. El gesto de González se sumó al del consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, que afirmó el jueves, en la Asamblea de Madrid, que negociaría a partir del viernes con los jefes de servicio, pero acto seguido precisó que no pensaba dar marcha atrás a las medidas.
Una trabajadora del Hospital La Princesa, de Madrid.
La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid emitía a finales de noviembre una instrucción en la que instaba a la retirada “inmediata” de carteles en dependencias y centros de salud en los que se recogían lemas sobre el pago de cantidades económicas por servicios sanitarios. Javier Fernández-Lasquetty entiende que era una información que “claramente inducía error a los usuarios”. Patricia Flores, la viceconsejera de Asistencia Sanitaria, se dirigió a los gerentes y directores de centros, instando a su retirada inmediata. Advirtió que los empleados públicos que exhibían esa información, así como los responsables de las unidades que mantenían expuesta “esa cartelería en las dependencias de los centros sanitarios, pueden incurrir en responsabilidad administrativa”. En la instrucción, explicaba que “en los últimos días están siendo expuestos” en hospitales y centros de salud esos carteles sobre el pago de servicio sanitarios, incluidos en la Cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud, prestados por centros pertenecientes al SERMAS. “Por ser ésta una información que claramente induce a error a los usuarios –insistía– se debe proceder a la retirada inmediata de los mismos”. Por su parte, los sindicatos convocantes de la huelga sanitaria contra las nuevas medidas sanitarias criticaron el contenido de esta instrucción, al entender que quería restringir la libertad de expresión del personal sanitario. Y manifestaron el malestar generado por el vídeo “Que no te engañen”, difundido por el PP, en respuesta a la huelga sanitaria. En ese sentido, tildaron de “tosco” y “burdo” el contenido de esta pieza audiovisual y recalcaron que, para ir a las consultas de atención médica, solo se requería la tarjeta sanitaria, pero recordaron "en la farmacia sí hará falta la tarjeta de crédito”, en alusión al pago de un euro por receta.
David Torres publicó en Público el artículo “Opérese usted mismo”, sobre el desmantelamiento de hospitales públicos, una sátira de lo que ocurre estos días con la sanidad y el motivo de tantas huelgas y protestas. Decía así: “Que no cunda el pánico. Están desmantelando hospitales públicos, mandando laboratorios al desguace y despidiendo a personal médico cuyo coste hemos pagado religiosamente sólo para garantizar la mejora y la calidad del servicio. Lo ha dicho el consejero madrileño de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, en una hilarante rueda de prensa donde sólo le ha faltado extirparse el apéndice en vivo y en directo para demostrar que somos unos quejicas, que, con tres episodios de House y un sencillo curso de primeros auxilios, cualquier patriota está preparado para realizar su propio diagnóstico. De hecho, todos los españoles guardamos en el botiquín un verdadero arsenal farmacéutico. Esas dos cajas de aspirinas de más sumadas a las visitas innecesarias al galeno, dan como resultado el descojone exacto de las cuentas públicas. A los españoles siempre nos han regañado por automedicarnos pero ahora que se ha dado la vuelta a la tortilla, la autoridad nos asegura que no nos recetamos lo suficiente, que deberíamos meternos más pastillas y, sobre todo, más supositorios, visto que tragamos con todo y por todos los orificios. Habrá víctimas mortales, es verdad, pero en la nueva contabilidad hospitalaria cada muerto es un éxito seguro.
“Ya lo hemos dicho, aunque quizá no bastante alto: la Sanidad española es un negocio deficitario porque hay demasiados profesionales y demasiado buenos, y además los pacientes no se mueren lo bastante deprisa. Hay gente pesadísima que ocupa una cama de hospital durante meses, indecisa entre la defunción y el alta definitiva; hay desconsiderados que siguen yendo a diálisis como si fuesen a vivir para siempre; hay enfermos de cáncer que están repitiendo dosis de quimioterapia sin pensar, los muy egoístas, que con el dinero que malgastamos en su agonía unos cuantos filántropos podrían construirnos otro aeropuerto en Ciudad Real para hacer juego con el viejo y otro en Castellón por si los nietecitos de Fabra se aburren de pasear por el del abuelo. Cuando no quede ni un triste médico de pueblo disponible y todo el personal sanitario del país haya emigrado al extranjero o trabaje para la sanidad privada, en serias y solventes empresas familiares, entonces el negocio de la salud en España será perfecto y las cuentas estarán por fin cuadradas. Cuadradas en cajas de pino, como aquel estanquero previsor que montó una funeraria al lado del estanco y que cuando perdía un cliente ganaba otro. Creíamos que lo que nos descontaban del sueldo era por la salud y resulta que nos estábamos pagando el entierro. Desde esta perspectiva fúnebre se entienden mucho mejor la mantilla de luto de Cospedal, la pinta de sepultureros que gastan de Mariano a Wert y las siglas de la Seguridad Social, que por algo son S.S.”
La “marea blanca” que inunda Madrid.
Ignacio Escolar, en el Diario.es, examina las siete claves por las que privatizar hospitales es una mala idea:
1. Conviene solucionar los problemas reales, no los imaginarios. Y la sanidad pública en España, frente al extendido tópico, no es insostenible, ineficaz ni cara. Al contrario, es de las más baratas y eficientes del mundo. Somos uno de los países que menos porcentaje de renta destina a su sistema público de salud: el 6,25% del PIB, unos 1.500 euros al año por persona. Con ese presupuesto, el Estado da una cobertura casi universal, muy superior a la de la mayoría de países de nuestro entorno. Gastamos menos que el resto de Europa, pero muchos europeos se vienen a España a operar. Por algo será.
2. El modelo privatizador que ha puesto en marcha la Comunidad de Madrid consiste en subcontratar la gestión de seis hospitales y 27 centros de salud públicos a empresas privadas. Estas compañías se ocuparán del servicio y, a cambio, la Comunidad de Madrid pagará todas las facturas con un canon anual. La sanidad, al menos por ahora, seguirá siendo gratuita para el ciudadano, pero el hospital quedará en manos privadas con contratos a los que después será difícil dar marcha atrás.
3. Por descontado, estas empresas no son ONGs. Pretenden ganar dinero, así que al coste del hospital habrá que sumar su margen comercial, su beneficio. Una de ellas, la más grande de las que operan en España, se llama Capio y pertenece a un fondo de inversión estadounidense, CVC, que presume de “multiplicar por 2,7 el retorno de las cantidades invertidas”. Ese negocio, obviamente, va a salir de tu salud.
4. Incluso suponiendo que lo privado funciona siempre mejor que lo público –que ya es mucho suponer–, para que tal cosa suceda hace falta algo en el mercado que en este modelo no existirá: competencia. No la habrá porque el ciudadano no suele elegir a qué hospital privatizado va. Cada empresa concesionaria, y hay apenas tres, explotará su centro sin que los recortes en su calidad afecten a sus ingresos. Así, convertiremos un servicio público eficiente y barato en lo más ineficaz que hay para el ahora enfermo, mañana consumidor: un oligopolio privado.
5. La Comunidad de Madrid apenas ha dado datos. Solo dice que los hospitales públicos cuestan de media 600 euros por habitante y que los privatizados salen solo por 411 euros. Sin embargo, estas cifras son bastante discutibles porque los privatizados no asumen costes que sí están en los grandes hospitales públicos, como los trasplantes o la investigación. Además, a los 411 euros hay que sumar el canon por la construcción del centro –también privada– y el de administración, con lo que la cifra real es mayor. ¿Cuánto? No lo sabemos. Nos falta información. Lo poco que ha explicado el PP madrileño de su modelo, una reforma del sistema sanitario que después será difícil de corregir, son estos once folios. Es un mínimo informe que no justifica una transformación tan radical.
6. Sí sabemos que algunos hospitales saldrán más caros para la Comunidad de Madrid cuando sean privatizados que ahora que son públicos. El Hospital Infanta Leonor de Vallecas, por ejemplo, cuesta al año 100 millones de euros. Atiende a 325.000 madrileños, por lo que la concesionaria que se quede con esta joyita –a 411 euros por habitante– recibirá 143 millones de euros al año. Es decir, que el "ahorro" de la privatización nos saldrá un 43% más caro nada más empezar. ¿A que es un negocio genial?
7. Las dos autonomías que, antes que Madrid, han sido pioneras en España en este modelo privatizador son Catalunya y la Comunidad Valenciana. Las dos están hoy quebradas, en gran medida por sus costes sanitarios. ¿De verdad son los ejemplos a seguir?
Y de la polémica reforma del sistema sanitario, pasamos al humor de la semana que acaba. R. Varona nos ofrece sus dibujos sobre la Manifestación original, la Cuasi unamidad, la Manzana podrida, Esta es mi cara y ...
Erich nos sorprende con nuevas imágenes que hablan por sí solas.
Otros dibujos de Forges, Pepe Farrega, Alfons López, Ramón, Peridis, FER, Humor12, Arriaga…
Y Pep Roig nos sorprende con los suyos, entre el humor negro y el blanco.
Terminamos con cuarto vídeos. En el primero observamos cómo el pasado domingo, 18 de noviembre, miles de profesionales sanitarios y usuarios salen a las calles madrileñas en defensa de la sanidad pública. Esta marea blanca denuncia los planes de privatización del Gob.
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