Políticos que conducen, bebidos.
Miguel Ángel Rodríguez, exportavoz del Gobierno de José María Aznar, negaba hace unos días que la madrugada del 3 de mayo, cuando fue detenido en su Mercedes por provocar un choque con tres vehículos que estaban estacionados en el distrito de Retiro, cuadruplicara la tasa de alcohol permitida. La versión de los agentes que acudieron al lugar del accidente y le hicieron la prueba de alcoholemia contrastaba con la de MAR ante el juez del Juzgado de Instrucción número 18 de Madrid. Según el atestado, los síntomas que presentaba evidenciaban claramente que conducía bajo los efectos del alcohol: “Andar deambulante, habla pastosa, olor a alcohol en el aliento, pupilas dilatadas y vestimenta desaliñada”. La primera prueba, arrojó un resultado de 0,99 gramos de alcohol por litro de aire espirado, cuando la tasa máxima legal permitida es de 0,25. La segunda, dos minutos después, fue mayor: 1,02 gramos. Los agentes esperaron quince minutos más para someterle a una tercera prueba, que no rebajó ni un gramo el alcohol por litro de aire espirado. Acto seguido, el conductor fue trasladado a la Unidad de Tráfico de la Policía de Madrid. Prestó declaración y quedó en libertad con cargos, pendientes de la celebración de un juicio rápido que se celebró hace unos días. El propio Rodríguez pidió perdón públicamente a través de una red social por su “mal ejemplo” y reconoció públicamente que, a partir de ahora, “hará todo lo posible” por “dar ejemplo” y no volver a conducir después de haber bebido.
De profesión periodista, Miguel Ángel Rodríguez fue portavoz de la Junta de Castilla y León, director de Comunicación del PP de 1988 a 1996 y secretario de Estado de Comunicación entre 1996 y 1998, siempre bajo la tutela de José María Aznar. El exportavoz del Gobieno respondió ante el juez, Ángel José Lera por el presunto delito contra la seguridad vial. Y se lamentó ante los medios de comunicación: “Yo no sabía que tenía personalmente tanta relevancia social. Hace 17 años, fui nombrado portavoz del Gobierno y, hace 14, dejé la política. Tengo que pedir perdón a la sociedad española, he hecho una irresponsabilidad y además haré todo lo posible a partir de ahora para concienciar a la gente de que eso no se puede hacer bajo ningún concepto”. El juicio rápido contra el periodista se celebró a puerta cerrada, después de que el titular del Juzgado hubiera impedido la entrada del público y de los informadores presentes para cubrir la vista. Rodríguez matizó que no chocó con otros vehículos, “sólo los rocé”. Y se quejó de la existencia de “inquina” personal contra él “por ser más famoso”, sobre todo por parte de periodistas tertulianos.
En el PP, hubo otros ejemplos de políticos sorprendidos al volante con copas de más. Ignacio Uriarte, vocal de la Comisión de Seguridad Vial en el Congreso y presidente de Nuevas Generaciones, abandonó su puesto –no su acta de diputado– ante la incompatibilidad de dar consejos de correcta conducción y chocar con la parte de atrás de un coche que esperaba a que el semáforo se pusiera verde. Claro que el diputado popular volvía de su despedida de soltero con una tasa de 0.54 miligramos de alcohol en el aire. En el 2010, el profesor Jesús Neira (recordado por haber pasado dos meses en coma al recibir una paliza de un toxicómano que maltrataba a su pareja) volvía a casa, después de darse “un revolcón con una mujer” y “tomarse unas cervecillas” lo que llevó a triplicar la tasa permitida en una circunvalación de la M-40. Y fue condenado a pagar una multa de 1.800 euros, a la pérdida por diez meses del carné de conducir y a la realización de trabajos sociales. Neira dijo entonces que no dejaría de beber y nunca reconoció haber cometido una mala acción. Otros cargos públicos que traspasaron los límites permitidos fueron Ángel Espadas, concejal del consistorio de Santiago de Compostela, quien dimitía en 2011, después de que una pareja de agentes detectara “síntomas evidentes de consumo de bebidas alcohólicas” al encontrarlo durmiendo en el interior de su coche. El motor de su coche estaba en marcha y se había detenido en un semáforo. Los 0,79 miligramos de alcohol por litro de aire espirado le sumieron en un profundo sueño en el transcurso del verde al rojo.
A esta lista se añade el caso del alcalde socialista de Trujillo, que en mayo 2008 fue detenido en el casco antiguo de la localidad cacereña con una tasa de 0,79 miligramos de alcohol en aire y hablando por teléfono. También se le imputó desobediencia a agente de la autoridad y tuvo que dimitir. El 12 de febrero de 2010, el alcalde de Siero, en Asturias, el socialista Juan José Corrales tuvo un accidente con su coche oficial y dio positivo en el control de alcoholemia. Dimitió 15 días después. Y como estos, otros ocho políticos más fueron pillados conduciendo beodos entre 2009 y 2011. Todos ellos siguieron el ejemplo de José María Aznar, quien manifestaba, en mayo del 2007, que la DGT no era quién para fijar cuánto vino se puede beber, tras recibir la medalla de honor de la Academia del Vino de Castilla y León. “Eso es –dijo– como esos letreros que uno ve cuando pasa ahora por las autopistas y le dicen 'no podemos conducir por ti', y yo siempre pienso: '¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?... pues eso es lo mismo, quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber. Déjame que las beba tranquilamente mientras no ponga en riesgo a nadie, ni haga daño a los demás...”
Febrero del 2009. Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, un poquitín cargado, pero sólo un poquitín. Pero tuvo el acierto no ir en coche.
1 comentario:
Políticos que conducen bebidos quizá sean los menos. Por razones obvias e inherentes a las características de su casta privilegiada, son más los políticos bebidos que van en el asiento de atrás con lamparilla.
chiflos.
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