Dos emigrantes españoles dirigen el gobierno de Francia y su capital, París…
Son dos hijos de inmigrantes
españoles que llegaron a un país que no era el suyo, en busca de un futuro
mejor. Y “bien sûr” que lo encontraron. Hoy, dirigen la ciudad de París y el
Gobierno de Francia. Se trata de Anne Hidalgo, nueva alcaldesa de París, y de Manuel
Valls, primer ministro de Francia. Ambos hablan perfectamente español (Valls
también habla catalán) y no reniegan de sus orígenes sino que los reivindican
como un activo. Ambos militan en el Partido Socialista, bastión de la
resistencia de una formación en horas bajas, y capitaneado desde el Gobierno
por un impopular François Hollande. La nueva alcaldesa de París y el primer
ministro galo son hijos de españoles y nacieron en España. La alcaldesa de
Madrid, Ana Botella, se “enorgullece” como “mujer y española” de que la
socialista Anne Hidalgo, de origen español, haya alcanzado la Alcaldía de París en los
comicios celebrados el pasado domingo en Francia. Botella explica que la
conoció hace un año y que le “gusta” que la Alcaldía de París esté capitaneada por esta
española. “Una española que llegó, como inmigrante de Chiclana, a París. Lo
mismo que celebra que el nuevo primer ministro de Francia, Manuel Valls, sea de
origen hispano. “Antes, como ahora, hubo muchos españoles que tuvieron que irse
de España”. Botella se calla las razones por las que tantos españoles tuvieron
que desplazarse a Francia durante y después de la guerra civil. Pero todo el
mundo lo sabe.
Anne Hidalgo y Manuel Valls, dos españoles que triunfaron en París.
La alcaldesa de la capital francesa, la primera mujer que logra tal periplo,
nació en San Fernando (Cádiz), en 1959. “En política –reconoce–, soy muy seria.
Pero, en mi vida personal, me gusta salir de fiesta, vivir en grupo, estar con
mi familia”. Valls nació en una familia acomodada; Hidalgo,
en la pobreza; él tuvo una carrera política lineal; ella fue inspectora del
Trabajo, antes de ocupar el puesto de teniente del alcalde parisino; él
representa al ala derecha, o “socio-liberal” del PS, en tanto que ella es
aliada del ala izquierda. Nacido en Barcelona hace 51 años e hijo de un
conocido pintor catalán, Manuel Valls se naturalizó francés a los 20 años Desde
entonces, ha subido los escalones del PS, donde empezó a militar a los 17 años,
hasta ocupar el puesto de ministro del Interior, en 2012, y ahora el de primer
ministro. Pese a sus polémicas declaraciones sobre la inmigración y los
gitanos, es el miembro más popular del gobierno de Hollande. Casado en segundas
nupcias con una violinista, Valls gusta de la luz de los reflectores y tiene,
según comentaristas políticos, su vista puesta en el Elíseo. Hidalgo nació en
San Fernando (Cádiz), de padres obreros que la trajeron a Francia a los dos
años, huyendo del franquismo y la miseria… Y prefiere trabajar en la sombra,
impulsando iniciativas a favor de los inmigrantes españoles y latinoamericanos.
Subraya el papel de los republicanos españoles en la Liberación de París y
condecoró, en los salones de la alcaldía, a artistas españoles como Carmen
Maura y la cantante Luz Casal. Valls no oculta que es un hincha incondicional
del Barça, aun en los partidos que los blaugrana disputan contra el Paris Saint
Germain (PSG). Ha convertido la seguridad en su principal bandera y se ha
definido como “económicamente realista”. Fue condecorado en España con la Orden del Mérito Civil y se
declara “reformista más que revolucionario”. Hidalgo dice que la suya fue “la
victoria de los valores republicanos, de la autenticidad, de la izquierda fiel
a sí misma y eficaz en su acción”. Pero, por encima de todo, algo muy fuerte
une a ambos: su orgullo por sus raíces españolas.
Anne
Hidalgo, “hija de rojos”.
En 1939, el abuelo de Anne Hidalgo, socialista y republicano
español, tuvo que huir durante la Guerra Civil. Luego volvió a España pero, en el
regreso, su esposa murió y a él le condenaron a cadena perpetua. El padre de
Hidalgo, electricista, se tuvo que criar con sus abuelos. Al año siguiente de
haber nacido, Anne huye con sus padres y cuatro hermanos, emigrando esta vez
por problemas económicos. Abandona España cuando sólo tenía dos años. Se cría
en Lyon y obtiene, a los 14 años, la
nacionalidad francesa. Con su padre en la cárcel, Anne, aquella “hija de
rojos”, llega a la escuela francesa, pública y laica, según reconoce. Allí, presume
de identidad andaluza en cuanto puede. A los 15 años se hace feminista, tras
leer a Simone de Beauvoir y Anäis Nin. Una advertencia de la maestra al resto
de niños y niñas la pone en alerta: “No permitáis que las españolas sean las
primeras de la clase”. Con 24 años, ya como abogada laboralista en Lyon, llega
a París, la ciudad de sus sueños, en donde se doctora en Derecho y entra a formar
parte del socialismo francés, al tiempo que es inspectora de Trabajo. Allí
ocupa distintos puestos en la política y, en 1997, entra a formar parte del
equipo de Martine Aubry, ministra de Empleo y Solidaridad del Gobierno
socialista de Lionel Jospin (1997-2002). Luego, es nombrada teniente de alcalde
del Ayuntamiento parisino y, en el 2010, es condecorada por el rey Juan Carlos
con la Real Orden
de Isabel la Católica. Con
su familia siempre habla en español, pero con su hermana, que ahora vive en
Estados Unidos, se comunicaba en francés. La Anne francesa es, en realidad, la Ana hispánica, aunque, como
ella misma reconoce, nunca escogió “afrancesar” su nombre. “Lo hicieron en la
escuela. Fuera de casa, me llamaban Anne, sin consultarme. Y, en casa, los
amigos y compañeros, me conocían como Ana”. Cuando Nathalie Kosciusko-Morize, la candidata
conservadora a la alcaldía de París, la quiso atacar en la campaña electoral,
tachándola de aburrida, Anne respondió tajante, tirando de identidad: “Soy
andaluza y los andaluces no somos aburridos. Los que me ven así (aburrida) no
me conocen”. Desde París, Anne Hidalgo sigue liada con su pueblo de San
Fernando, donde sus padres, ya ancianos, forman parte de la honorable lista de
históricos militantes de la agrupación local del PSOE que perdieron su juventud
luchando por la libertad. Ellos jamás pudieron pensar que Anne, una de sus
hijas, “hija de rojos”, lograría ser alcaldesa de París y burlarse de quienes
desearon cortarle las alas a la igualdad de oportunidades y a la libertad.
M. Valls, el nuevo primer ministro francés,
frente al Elíseo.
El padre del nuevo primer ministro francés, el
pintor Xavier Valls, emigró a Francia a finales de los 40 y falleció en 2006.
Fue un artista que exploró el cubismo y la abstracción en centenares de retratos,
paisajes y naturalezas muertas, algunos de las cuales se expusieron
recientemente en el Espai Volart de la Fundació Vila Casas de Barcelona. Además, un
primo del padre del nuevo primer ministro, Manuel Valls i Gorina, compuso la
música del himno del FC Barcelona, del que es un gran forofo, aunque tiene el
corazón algo dividido, porque es aficionado también del Paris Saint Germain
(PSG). Su padre, Xavier Valls, y su madre, Luisangela Galfetti, procedente de
la zona Suiza en la que se habla el italiano, quisieron que su hijo naciera en
España cuando estaban de vacaciones en Cataluña. Tuvo la nacionalidad española
hasta la adolescencia, cuando se decantó por la francesa. Manuel Valls se
sumergió en un mundo donde la cultura y la política estuvieron entrelazadas. A
los 17 años se afilió al Partido Socialista, aunque no obtuvo la nacionalidad
francesa hasta los 20 años, lo que le impidió votar en 1981 por François
Mitterrand, primer presidente socialista. Entre otros cargos, fue el
responsable de prensa del gabinete de
Lionel Jospin, alcalde de Évery y candidato a las primarias socialistas que
François Hollande ganó. Fue ministro del Interior cuando llegó al Elíseo y hoy,
ese personaje de alma culé y capaz de hablar con fluidez castellano, catalán,
francés e italiano, con su nombramiento como primer ministro, se convierte en
el segundo 'español' en protagonizar los movimientos de la alta política
francesa. A finales de 2012, visitaba, como ministro del Interior, La Colonia Española
y la Casa de
Madrid en Beziers. Y, en febrero de 2013, inauguraba, en el Museo Montparnasse
de París, una muestra del pintor y exiliado español, Eduardo Pisano. Se le considera un “social liberal”, ha
renegado de la denominación “socialista” y mantiene una de las posiciones más
duras sobre inmigración dentro del progresismo francés, algo que le ha
granjeado fama sarkozysta de izquierdas.
Anne Hidalgo, en el ala más izquierdista del socialismo galo.
“Andalucía es mi tierra –asegura, orgullosa, Anne
Hidalgo, la primera mujer que consigue la alcaldía parisina–; París, mi ciudad
y Francia, mi país”. Sus padres, ya ancianos, vuelven a Andalucía a disfrutar
de la libertad que les robaron. Y, aunque se empeña en contar su biografía con
total normalidad, esta política franco-andaluza, hija de un republicano que
llegó a Francia huyendo de la crueldad de la dictadura franquista, se sitúa en el ala más izquierdista del
socialismo galo. Desde el pasado domingo, en el que consigue el 53,34%
de los votos, es la primera alcaldesa de París, la capital de un país donde un
día llegara, siendo la hija de un electricista y una costurera andaluces. La
candidata socialista a la
Alcaldía de París logró, a sus 60 años, una clara victoria frente a la aspirante
conservadora, Nathalie Kosciusko-Morizet. La teniente de alcalde de París tomó el relevo
de Bertrand Delanoë que, en 2001, se convertía en el primer político de
izquierdas en gobernar la capital francesa y que decidía no presentarse a un
nuevo mandato. “Esta noche
–declaraba la franco-española, al confirmarse su triunfo–, París gana. Es la
victoria de los valores republicanos, la victoria de la autenticidad, la victoria
de una izquierda fiel a su ideal
y eficaz en su acción”. De esta
forma, aspira a “hacer de París una ciudad más justa y solidaria, fiel a sus
valores. Una ciudad rica en su formidable diversidad, donde la creatividad y la
innovación estarán al servicio de una vida colectiva mejor”. Asegura que será “la
alcaldesa de todos los parisinos”, admitiendo el “gran desafío que representa”
convertirse en la primera mujer en regir la capital de Francia y promete que no
engañará a nadie “ni con sus ideales ni con su honor”. Favorita en todos los
sondeos, Hidalgo fue superada en la primera vuelta de la semana pasada por
Kosciusko-Morizet, exministra de Nicolas Sarkozy, que logró el 35,64 % de los
sufragios, frente al 34,4 % de la socialista. Pero, en unos días, lograba
invertir la tendencia en la segunda y definitiva ronda, en la que recibió el apoyo de los ecologistas,
para alzarse con una victoria crucial para su partido.
Pere Navarro y Manuel Valls, en el 76º Congreso
del Partido Socialista francés.
Nacionalizado francés al cumplir la mayoría de edad,
Manuel Valls sueña con refundar el PS, echando a los viejos
líderes. Defiende
que el socialismo no está reñido con la austeridad
presupuestaria ni con conceptos como el laicismo militante, la seguridad en las calles
o el respeto a los maestros, tradicionalmente abonados al discurso conservador.
Sus enemigos
suelen decirle que está a la derecha de la izquierda o que, de joven, se
equivocó de partido. Alcalde de Évry con un 70% de votos y
diputado de Essonne, con un 60%, casado dos veces y padre de tres hijos que
sólo juran por el Barça, Valls encarna a su manera el modelo de Tony Blair adaptado
al Hexágono y representa un soplo de aire fresco en el
carpetovetónico entramado de líderes progresistas, nostálgicos de la era
Mitterrand. Valls mantiene, desde hace años, una buena relación con el líder
del PSC, Pere Navarro, y los que le conocen en la calle Nicaragua –sede de los
socialistas catalanes– le definen como un hombre serio, perfeccionista, muy
correcto en el trato y con una gran vocación de Estado. Se declara, además,
amigo del ministro del Interior de España, Jorge Fernández Díaz, con el que ha
hecho frente común contra el terrorismo a ambos lados de la frontera, y, desde
hace años, tiene relación con el expresidente de la Generalitat de
Cataluña y fundador de Convergència, Jordi Pujol. Pese a sus vínculos con
Cataluña, en donde suele pasar los veranos, el político francés siempre ha
evitado posicionarse sobre el debate en torno a la consulta de autodeterminación
en Cataluña y en alguna ocasión ha opinado que la “diversidad de España debería
ser su fuerza y no un problema”.
Anne Hidalgo: los valores antes que nada.
“Si hacemos el juego a la extrema
derecha –reconocía el 25 de octubre Anne Hidalgo en El País–, Europa será un
infierno”. En 2001, entró en la política municipal de la mano de Bertrand
Delanoë. Ganó las primarias del distrito 15, donde vivía. Delanoë la nombró
teniente de alcalde, y, desde entonces vive la pasión de París, que siempre fue
un mito para ella. “No llegué aquí para ser alcaldesa –reconoce–, pero la
ilusión se completa ahora… Cuando ganó Hollande, en mayo de 2012, me
propusieron formar parte del Gobierno, pero dije que no porque quería dar la
batalla de las municipales. Como mujer de izquierdas, sé bien que los impuestos
sirven para ofrecer mejores servicios, y que algunos ciudadanos de más edad van
a tener que pagar más que antes. Pero, no podemos hacer como si no hubiera
crisis, y con nuestro presupuesto miraremos por la gente más humilde dando
ayudas para la vivienda y el transporte. La impopularidad del Gobierno es un
hecho, aunque confío en que los parisienses sabrán distinguir que nos jugamos
el futuro de la ciudad y apreciar que la gestión municipal de estos años ha
sido transparente, democrática y moderna, mucho mejor que la que hizo la
derecha antes que nosotros”. Dice que la solución es muy clara: los valores
antes que nada. Que la extrema derecha es veneno para la República , una propuesta
falsa que no soluciona nada. Que el populismo se alimenta del miedo y de la
crisis, para culpar al extranjero de todos los males. Que la hija de Le Pen
intenta que la llamen Marine en vez de Le Pen, para hacer olvidar a su padre, un
extremista, como ella… Recuerda que, en los sesenta, se hablaba muy mal de los
españoles, de los portugueses y de los italianos. Pero que había trabajo porque
las empresas necesitaban mano de obra. “Con la crisis de 1973, las cosas se
pusieron peor. También hubo racismo contra los españoles, los polacos y los italianos
en los años veinte, pero la sociedad logró superar esos recelos con la escuela
republicana. La educación redujo la crispación, y aunque mis padres oyeron en
la escuela palabras racistas, hubo otros que nos ayudaron. Creo que eso falta
ahora, entre otras cosas porque la derecha aprovechó la crisis para reducir los
presupuestos de educación. Tenemos que reconstruir la convivencia”. Su abuelo cruzó
los Pirineos con los últimos refugiados de Cataluña y estuvo en una cárcel
francesa. Luego quiso volver a España. Lo encarcelaron y lo condenaron, aunque
no lo mataron. “Mi padre dejó los astilleros de Cádiz para venir otra vez,
pensando en sus hijas. Creía en la idea de los republicanos españoles, que la
emancipación pasa por la educación. Entonces Francia era próspera, pero fue un
salto en el vacío, y trabajó muchísimo, con voluntad de integrarse”
Manuel
Valls, ministro del Interior francés, y Jorge Fernández Díaz, su homólogo
español
Manuel Valls, ex ministro del Interior y hoy
primer ministro, tuvo siempre buena sintonía con su homólogo español, Jorge Fernández Díaz, con el que
trató asuntos como el terrorismo (islamista y de ETA) o la inmigración.
Previsiblemente, dichos lazos intergubernamentales se acentúen desde su nuevo
puesto. Sin embargo, en España, sus políticas fueron más conocidas por las
polémicas decisiones de repatriación de rumanos. En concreto, se recuerda el
caso de Leonarda Dibrani,
una alumna gitana de 15 años que fue detenida en el autobús escolar durante una
excursión para ser expulsada a Kosovo. Este incidente fue criticado con dureza,
incluso Hollande, la primera dama francesa, tuvo que llamar al orden a sus
ministros y Valls tuvo que asumir su “torpeza” ante Ayrault, el anterior primer
ministro, por llegar a decir que los rumanos deben irse de Francia e integrarse
en sus países, si bien insistió en que la deportación de Dibrani –a la cual, finalmente, se le concedió el
derecho a regresar, pero sin su familia– no le iba a hacer “cambiar de rumbo”. Otra
de las dudas estriba en si el presidente estará dando alas a un potencial rival
que ya intentó en una ocasión llegar al Elíseo y que, con los resultados de los
sondeos sobre la mesa, podría estar mejor situado que él para encabezar a los
socialistas en las presidenciales de 2017. Algunas de las diversas ideas
“iconoclastas” del polémico catalán/francés en el interior del Partido
Socialista, recopiladas por el diario Le Monde en su
versión digital, son: El pacto de la izquierda con el mundo económico, de
posiciones “pragmáticas”. En el año 2011/12, y ante las elecciones primarias,
su programa fue conocido como el de un “joven lobo”. Valls llegó a decir: “Que los
impuestos no van a aumentar es mentir a los franceses”. O: “Yo estoy convencido
que la izquierda debe hacer un pacto con el mundo económico y con el mundo de
la empresa”. Propuso, además, “aumentar dos o tres horas más de trabajo y con
igual salario”. En sus dos años de ministro de Interior, su obsesión por la
seguridad le llevó a “dar más autonomía a la policía”. En cuanto a los
extranjeros e inmigrantes, en un “discurso iconoclasta” manifestó: “Los
extranjeros, también con familia, también con niños escolarizados, desde el
momento en que no tienen el derecho de residencia, deben abandonar el
territorio. No hay dos políticas posibles. La que nosotros defendemos,
respetuosa con las derechos humanos, es una política de izquierdas”.
Y mientras exportamos españoles que llegan a la
alcaldía parisina y al gobierno galo, importamos dictadores que acuden a actos
importantes como el registrado esta semana. Me refiero, por supuesto, al dictador de Guinea
Ecuatorial Teodoro Obiang que ha sido el único de los jefes de Estado invitados
que ha acudido al funeral por Adolfo Suárez, oficiado en la catedral de La Almudena de Madrid por el
cardenal arzobispo Antonio María Rouco Varela. Obiang no visitaba España desde
el 2006. En los edificios de enfrente de la catedral se podía ver una pancarta
que reprobaba la visita del presidente ecuatoguineano. “Obiang vergüenza”,
rezaba un cartel. Invitado por el Rey, Obiang
sigue siendo motivo de polémica. Él mismo defendía el martes que su país es “la
embajadora en África” de la lengua española tras recordar que se trata del
“único” en el continente que tiene el castellano como “lengua oficial” y agradecía
al Rey por haber “influido” para poder participar en un acto cultural en el
Instituto Cervantes de Bruselas sobre el idioma español a pesar de las críticas
que ha suscitado su presencia. Obiang admitió “sorpresa” por “la
actitud de algunos nostálgicos que rechazan este encuentro por razones que nada
tienen que ver con el desarrollo de la lengua del español” y defendió sentirse
“muy orgulloso” de participar “por primera vez” en un acto en un Instituto
Cervantes.
El dictador Obiang asistió al
funeral de Estado celebrado en la Catedral de la Almudena para despedir
oficialmente al expresidente Adolfo Suárez. Su presencia causó un fuerte
malestar en los colectivos pro Derechos Humanos que, hace sólo una semana, se
opusieron a su participación en las conferencias
sobre lengua española celebradas en dependencias del Instituto Cervantes, en
Bruselas. En concreto, la
Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) denunció
que el mandatario guineano “viola persistentemente” estos derechos, “practica
sistemáticamente detenciones arbitrarias y torturas, limita intolerablemente la
libertad de expresión y persigue y hostiga a ciudadanos, sociedad civil o
grupos políticos que no le son afines”.
Teodoro Obiang, en el funeral de Adolfo Suárez.
Oficialmente, nadie vio el apretón
de manos entre Rajoy y el Rey a Teodoro Obiang en el funeral de Adolfo Suárez.
Un apretón a escondidas para evitar los focos de los periodistas acreditados,
pero haberlo, lo hubo. El Gobierno alega que vetar la asistencia del dictador de
Guinea Ecuatorial habría sido una afrenta. “El Gobierno y la Casa Real –advierte
ElPlural.com– se encargaron de que el saludo se produjera a escondidas de los
focos de los periodistas en un lugar apartado en la Catedral de la Almudena de Madrid. A la
vista de todos, el abrazo del Rey y el presidente del Gobierno al hijo mayor de
Suárez, Adolfo Suárez Illana, a la puerta de la catedral. A continuación puede
verse la entrada del Rey y Rajoy, que se reunieron con otras autoridades
presentes en la Catedral
y la familia del expresidente fallecido. Sin embargo, antes habían saludado a
los representantes extranjeros que acudieron a la ceremonia religiosa, entre
ellos Obiang. Aunque lo hicieron a escondidas, según informa El País, para
evitar la imagen con el dictador, sí hubo fotos, pero no se hicieron públicas. El Gobierno
justificó la presencia del dictador en el funeral de Suárez porque ‘se invitó a
todas las embajadas de todos los países con los que hay relaciones y Guinea
está entre ellos’. Vetar la asistencia de Obiang habría sido una afrenta”. La
relación de Obiang con Suárez no fue dulce, ya que el dictador rechazó, en
1992, recibir al expresidente, que fue enviado como mediador para buscar una
transición a la democracia en Guinea Ecuatorial. Entre los representantes
extranjeros presentes en la ceremonia se encontraban el presidente de la Comisión Europea ,
José Manuel Durao Barroso; el viceprimer ministro de Reino Unido, Nick Clegg;
el primer ministro de Marruecos, Abdelilah Benkirán; el presidente del Senado
de la República
Francesa , Jean-Pierre Bel; el viceprimer ministro de
Portugal, Paulo Portas; el ministro de Exteriores de Luxemburgo, Jean
Asselborn, y el viceprimer ministro de Bulgaria, Tsvetan Tsvetanov; y el
secretario de Estado de la
Armada , Ray Mabus, y el senador Robert Graham.
El Rey Juan Carlos, con Obiang.
“Este dictador
violento –escribe Rafa García Almazán en su web Kabila–, torturador y
multimillonario ha sido invitado a dos actos en esta semana. El lunes, al
funeral celebrado en homenaje a Adolfo Suárez, y el martes, a una conferencia
en el Instituto Cervantes de Bruselas. En el funeral, le escondieron para que
pudiera saludar con amor fraternal a nuestro querido rey. Y digo le escondieron
porque ni Televisión Española ni ningún medio pudo asistir a este entrañable
abrazo (tan entrañable como el que nuestro monarca suele dar a otros
dictadores, por ejemplo, al de Arabia Saudita o al de Marruecos). Hicieron que
pasara desapercibido, a sabiendas de que esa imagen no era pertinente.
Luego, dio una conferencia en el Cervantes de Bruselas, en la que ha
agradecido a su amigo Juan Carlos que haya intervenido para que fuera invitado
al acto. Supongo que no entraba en la cabeza de
la Casa Real
esta inoportuna mención que ha descubierto el pastel. Y es que el Rey no gana
para disgustos. Encima de que ayuda al dictador a relacionarse en Europa, va y
éste le desenmascara. En fin, una más de nuestro querido monarca que va de flor
en flor, lástima que se trate de crisantemos y huelan…. Este gobierno y este
rey han demostrado una vez más que por encima de los derechos humanos –que el
dictador Obiang tanto conculca— están las relaciones económicas. Así, de forma
desvergonzada pero ingenua piensan que tratando bien a este asesino –así lo
reconocen desde Amnistía Internacional o Human Rights Watch— pueden conseguir
contratos comerciales. En busca de petróleo, madera y pesca, nuestro rey y
nuestros gobiernos (éste y anteriores) pierden el culo ante este sátrapa, sin
importarles nada los derechos humanos. Claro que de nada les sirve porque tanto
USA como Francia se les han adelantado y les han dejado sólo con los despojos”.
Obiang, en el
funeral de Estado celebrado en la Catedral de la Almudena.
“Un funeral
muy negro”, titula David Torres en Público.es, que hace alusión al
funeral del expresidente Alfredo Suárez. “El acto, además de solemne, fue
edificante y bastante ilustrativo acerca de cómo marchan los tiempos: hacia
atrás, de culo y cuesta arriba. El siglo XX, olvidado y amnésico, fue enterrado
con todos los honores en una ceremonia católica ante la presencia ceñuda de la Prehistoria. Para
sacar a Rouco de su retiro espiritual hacía falta una figura con tirón, un
líder con gancho, y nadie mejor que un tirano ejemplar, genocida y violador en
serie de niñas y mujeres: el dictador perpetuo de Guinea Ecuatorial. Ver juntos
a Obiang y a Rouco, el carnicero al lado del cardenal, era enternecedor, como
recordar los anuncios de cacao con leche de nuestra infancia. No en vano, la
familia Obiang es como un compendio en carne y hueso de la triste labor de
colonización española y de la reciente historia de nuestra democracia. Creo que
no hay un solo prócer que no le haya dado la mano y se haya hecho fotos junto a
él sonriendo, desde Fraga a Mariano pasando por Aznar y Zapatero. Que tu mano
derecha no sepa lo que hace la izquierda. Y si lo sabe, no se acuerda. A Obiang
no le ha hecho falta saltar la valla de Melilla ni cruzar a nado la playa del
Tarajal porque él no es un don nadie sino un déspota certificado que cuenta,
fuera de su país, con un montón de amigos poderosos a sueldo y de periodistas
de alquiler que le van corrigiendo los antecedentes penales. No es un violento
de ésos que rompen escaparates de entidades bancarias o queman contenedores,
no: lo suyo es más de matar por contingentes, de encarcelar por capricho y de
apalear por sectores de población. Alta política, se llama. Obiang no ha venido
aquí como otros negros, a vender La
Farola ni a pedir en las esquinas, sino a representar a su
país en un funeral de estado, aunque lo que va quedando de su país (aparte de
las toneladas de petróleo y de madera que se lleva en los bolsillos, y dejando
a un lado masacres, estupros y saqueos) es más bien poco. Pero África tiene
mucho que enseñar a Europa y, aprovechando el viaje de tan ilustre mandatario,
el Instituto Cervantes y la UNED
han invitado a don Teodoro a impartir unas cuantas conferencias en Bruselas,
para que los líderes europeos vayan aprendiendo cómo arrasar el continente
hasta las raíces. Dos organismos dependientes del ministerio de Cultura que,
tras el paso de Obiang, deberían rebautizarse como Instituto Torquemada y
Universidad Nacional de Fumigación a Distancia. Por la mañana, los dos
Ignacios, Wert y González, y el presidente Mariano inauguraron el Museo como si
acabaran de refundar el Corral de la Pacheca. Con ellos la arqueología tiene el futuro
asegurado”.
Dibujo de Soledad Calés en El País.
El presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, decidía finalmente suspender la cena a la que tenía previsto
asistir en la noche del miércoles, en Bruselas, y en la que iba a sentarse al
lado del presidente de Guinea, Teodoro Obiang, dentro de los actos de la cumbre
UE-África. El motivo presentado fue que tenía que preparar los encuentros del
jueves con otros líderes. La presencia del dictador Obiang en el funeral de
Suárez y en el Instituto Cervantes en Bruselas originó cierta polémica incluso
en las filas del PP. El Gobierno justificó que Rajoy se sentaría junto al
mandatario de uno de los países que menos respetaba los derechos humanos, por motivos
del idioma que hablaban ambos comensales. El presidente del Gobierno manifestó
que hablaría con Obiang como con cualquier otro líder, porque era su “obligación”.
El jefe del Ejecutivo español sí “saludó” al presidente ecuatoguineano en los
márgenes de la cumbre, antes de cancelar su participación en la cena. Un
portavoz del Palacio de la
Zarzuela aseguró a Europa Press que el Rey “ni ha intervenido
ni ha influido” en la invitación al presidente de Guinea Ecuatorial para que
asistiera al funeral de Estado por Adolfo
Suárez ni tampoco para que hablara en el Instituto Cervantes de
Bruselas. Obiang, que el miércoles arrancó su intervención en el Instituto
Cervantes, pidiendo un minuto de silencio en honor del presidente Adolfo
Suárez, admitió “sorpresa” por “la actitud de algunos nostálgicos que rechazan
este encuentro por razones que nada tienen que ver con el desarrollo de la
lengua del español” y defendió sentirse “muy orgulloso” de participar “por
primera vez” en un acto en un Instituto Cervantes. El presidente del Gobierno
español dijo que sólo había mantenido un encuentro bilateral el miércoles con
su homólogo de Ghana, con cuyo país España mantiene un intercambio comercial
“fluido” como prueba el hecho de que es “el segundo cliente español en África”
y con el que había potencial para “seguir ampliando” el comercio.
Rajoy, salludando a Obiang.
Zarzuela intentó desvincular al monarca del
dirigente ecuatoguineano, asegurando que el rey no intercedió para invitar a
Obiang, el único jefe de Estado extranjero presente en el funeral de Estado de
Suárez, celebrado el lunes 31 de marzo. Cabe recordar que Amnistía Internacional
ha denunciado desapariciones forzosas y restricciones de derechos básicos en
Guinea Ecuatorial. Y ha llamado la atención sobre las restricciones a la
libertad de prensa, expresión y manifestación; derechos que, en este país
africano, “se restringen de forma rutinaria” a pesar de estar garantizados por
la constitución. Igualmente, ha denunciado la vigencia de la pena de muerte en
el país africano, el acoso y la privación de libertad a las que se ven
sometidos activistas y defensores de derechos humanos, además de las desapariciones forzosas
que tienen lugar en ese país. Acusaciones que no han impedido
que, a lo largo de los últimos años, ninguno de los dirigentes españoles –tanto
los ex presidentes Felipe González, como Aznar, Zapatero o el mismo Rajoy– se
reunieran con el mandatario africano en varias ocasiones. Y tampoco impidieron
el encuentro entre el presidente del Gobierno español y el dictador en Bruselas.
Cientos de tweets sobre
Esperanza Aguirre han viajado entre la mofa, el cabreo y la indignación, se ha
paseado por todas las emisoras del país y ha superado sus intervenciones con una
nueva y más vergonzosa barbaridad. ¿Cómo se les ha podido escapar a los agentes,
si la Esperanza
es lo último que se pierde? Y todo
por una simple multa. Ella insiste en que no hizo nada (salvo una pequeña
infracción de tráfico) y dice que son los policías municipales a quienes hay
que censurar. Esa es la versión que da la presidenta del PP de Madrid de su
incidente del jueves cuando aparcó en el carril bus de la Gran Vía madrileña y se dio a la fuga sin esperar a que los agentes que la multaron
le dieran permiso para marcharse. Entrevistada en el programa Espejo
Público de Antena 3, acusó a los municipales de mentir y de machismo.
Según ella, enviar a “seis agentes de movilidad para poner una multa a una
señora”, no es lo normal. Además, recriminó a uno de los contertulios, que
cuestionó el supuesto machismo de los agentes, con: “como es hombre no conoce
el machismo, yo sí”. Otros fotomontajes de Aguirre:
Y, como cada lunes:
Erlich presenta su humor habitual:
Kap y Fontdevila nos recuerdas el último plante de Esperanza Aguirre:
Otros humoristas de la semana: Peridis, El Roto,
Forges, Vergara, Pat y Danuto y Martingo.…
Pep Roig dibuja, desde Mallorca: El cielo deseado;
la economía relativa; el negocio privado; el fin de la crisis para los que
nunca la padecieron y lo primero es lo primero.
Terminamos con cuatro vídeos. Los dos primeros, sobre los dos españoles más conocidos por Francia. Anne Hidalgo y Emmanuel Valls. La primera, en octubre del 2008, siedo teniente de alcalde de París.
El segundo, como ministro del Interior francés,de mayo de 2012 a marzo de 2014.
El tercero sobre la multa y “huida” de Aguirre.
En el último, Andreu, Berto y Jorge comentan el lapsus del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que se equivocó, a finales del mes, del año en que estamos y, además habló de "tratraa...do" en la misma alocución.
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