El Dios Rajoy.
"Quienes creen conocer a Mariano
Rajoy y pretenden predecirlo se equivocan. Los que critican su verbo atascado,
su morro y su inmovilismo, yerran. Porque Rajoy es Dios", escribe irónicamente Raquel Pérez
Ejerique en Zona Crítica de Eldiario. “Mariano –dice esta redactora
jefa de Política Social es– es mejor que Obama y no necesita ni
preparador físico, ni equipo de guionistas, ni asesores de imagen ni sonrisa.
Le sale a cuenta ser como es. Porque Rajoy sabe mucho más de nosotros que
nosotros de él. Juega con la fórmula del índice de cabreo, que es masa crítica
entre tiempo disponible dividido por la distancia a las urnas. Sabe que twitter
no es ‘la gente’ y que los medios no afines casi no llegan a sus votantes”.
Raquel Pérez insiste en que el
Dios Rajoy se dio el lujo de darle un puestazo al ministro de los paraísos
fiscales un viernes por la noche. “No lo hizo el domingo por no contraprogramar
la canonización de la Madre Teresa de Calcuta. Y no lo ha hecho el lunes para
que no le den la lata los periodistas. Por mucho que arriesgue, por luminoso
que sea el farol, Mariano acierta. Como en las cartas y en la apnea, siente un
cierto regusto con estirar los límites. Idea peligros y le da más morbo el
riesgo si además va ganando. Es un risk taker. Siente placer en dominar la
mano, pero más aún en doblegar los cuerpos. Puede permitirse que un ministro
espíe a políticos y mantenerlo de candidato en plena campaña electoral para
luego decir: ‘Hay gente con ganas de organizar un problema donde no existe’. Y
suben los votos para él y para el ministro candidato. Puede sacarle el corazón
al sistema público, rajar la bolsa de las pensiones, puede tener el historial
de su partido esparcido en los juzgados. Y cada vez tiene más razón y más votos”.
“Ahora, otra vez se homenajea y
en plenas negociaciones de investidura nombra a un dimitido por evasión fiscal
para el Banco Mundial. Ahí va eso. Se tapa la barba mientras se ríe por lo
bajini y se pregunta si esta vez se habrá pasado. Luego se da cuenta de que
no, tose y recompone el gesto para
entrar muy digno al Comité Ejecutivo Nacional del PP. La oposición ladra y
boquea indignada, en el PP hay tres que dicen que prefieren no hablar y una en
twitter que siente vergüenza ajena. Fin de la revolución. El 13 de septiembre,
él sabe que nadie recordará a Soria ni la resaca de este sábado ante una de las
provocaciones más chulescas de la política española reciente. Si alguien se lo
recuerda, dirá: ‘Mire usted, uno hace lo que tiene que hacer, y si este señor
es el mejor candidato según un comité técnico yo no tengo nada que decir,
porque si lo dijera, me acusaría usted de que estoy interfiriendo y
manipulando, así que haga yo lo que haga a usted le va a parecer mal porque hay
quien prefiere criticar que sacar a este país del bloqueo institucional pese a
que la necesidad de gobierno es urgente’. Al acabar, nos habremos adormilado y
ya no nos acordaremos de cuál era la pregunta. Y el caso Soria (segunda parte)
dormirá para siempre y dejará paso a cualquier otro escándalo que el todopoderoso
Rajoy calificará de ‘cosas’ y que no interferirá en su balance de cuentas,
cuentos ni resultados”.
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