La aconfesionalidad del Estado español.
El gobierno de M. Rajoy, cantando
y aplaudiendo el himno de la Legión
Franco y Millán Astray, cantando el himno de la Legión en su fundación.
“Esta semana, de procesión en procesión, me lo
he pasado como una enana. “¡Qué bonita estaba España con sus legionarios, sus
mantillas, sus banderas a media asta en los cuarteles, sus ministros cantando
lo de ‘Soy el novio de la muerte’! Sólo ha faltado el Caudillo bajo palio y
habría sido perfecto”. La frase es de una señora franquista ante la fotografía
de tres ministros del Gobierno –Íñigo Méndez de Vigo, Juan Antonio Zoido y
Rafael Catalá– que aplaudieron y cantaron a rabiar ante el Cristo de la Legión.
“El Gobierno –escribe María F. Sánchez en Cuartopoder– realizó un amplio
despliegue en Málaga para asistir al desembarco de la Legión y a la ceremonia
de traslado del Cristo de la Buena Muerte. Los cuatro ministros, de Interior,
Defensa, Justicia y el portavoz del Gobierno no dudaron en acudir a los
tradicionales actos matinales de Jueves Santo que constituyen una de las
imágenes más populares de la Semana Santa malagueña. En ese momento, diversas
autoridades civiles, militares y religiosas, como es tradición, se congregaron
para asistir al acto, donde la fuerza militar entonó la tradicional letra de
‘El novio de la muerte’ mientras llevaba a hombros el conocido Cristo de Mena,
se leyó una oración por los caídos en las misiones militares del Ejército
español y se hizo entrega del estandarte del Santísimo Cristo de la Buena
Muerte.
“Hay una confusión –explica Antonio Gómez,
presidente de Europa Laica– entre el Estado y la sociedad civil”, una
asociación estatal que persigue la separación del Estado de las religiones.
“Cuando llega la Semana Santa el Ejército se pone al servicio de las
procesiones, al igual que la Guardia Civil o incluso los Bomberos, en algunos
lugares más que en otros. No entendemos que el catolicismo, que debería ser de
la sociedad, sea la simbología oficial”, indica. Este año, Defensa justificó la
decisión en una sentencia del Tribunal Constitucional, que dictaminó que
“cuando una tradición religiosa se encuentra integrada en el conjunto del
tejido social de un determinado colectivo, no cabe sostener que a través de
ella los poderes públicos pretendan transmitir un respaldo o adherencia a postulados
religiosos”. También aludió a la cuarta disposición del Real Decreto que
impulsó la ex ministra Chacón por el que se autorizan “comisiones escoltas o
piquetes para asistir a celebraciones de carácter religioso con tradicional
participación castrense”, y donde también se recoge el “respeto al ejercicio
del derecho a la libertad religiosa y, en consecuencia, la asistencia y
participación de actos que tendrán carácter voluntario”.
“Chacón dio pasos importantes en
el respeto institucional”, indica el secretario de Laicidad del PSOE José
Manuel Rodríguez Uribes. “Hay quien no lo tiene claro, como la actual ministra
de Defensa, pero el hecho de que no exista una religión oficial implica una serie
de obligaciones para los poderes públicos, que deben mantener una escrupulosa
neutralidad, por respeto a quienes profesan otras religiones y a los no
creyentes”, esgrime. Los socialistas piden explicaciones a Cospedal sobre su
decisión de izar a media asta las banderas de España. El presidente de Europa
Laica apunta que, precisamente, el punto del Real Decreto de Chacón, que se
refiere a la participación “voluntaria” de los militares en los actos
religiosos, se incluyó porque “se habían producido denuncias a la Policía
Militar de personas que no querían asistir a actos religiosos”. Los ejemplos
son innumerables. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, realizó la
tradicional ofrenda floral a María Santísima de las Penas. El alcalde del PSOE
de Alcalá de Henares (Madrid), Javier Rodríguez Palacios, participó en la
procesión del Cristo de los Desamparados y la Virgen de las Angustias. La
hermandad de El Prendimiento en Orihuela, Alicante, tuvo este año al Rey Felipe
VI como Hermano de Honor. También hay excepciones: el alcalde de Santiago de
Compostela, Martiño Noriega (Anova), quien desde que tomó el poder rechazó
asistir a actos o ceremonias religiosas. Desde Europa Laica, sostienen: “Recibe
multitud de presiones, hasta de la Casa Real, pero es un ejemplo para nosotros
del papel de los representantes que están en las instituciones”.
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