Lula paró el primer golpe, en Brasilia… Y sus repercusiones en España.
Miles de radicales seguidores del expresidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, asaltaron el pasado domingo las sedes, sitas en Brasilia, del Congreso, de la Presidencia y del Tribunal Supremo, exigiendo una intervención militar para echar a Luiz Inácio Lula da Silva, quien tomara posesión como presidente del país hace una semana. El mismo día, el Gobierno tomó el control de la Policía de la capital, destituyó al gobernador, ‘liberando’ las zonas ocupadas y más de 1.200 personas fueron detenidas, solo en Brasilia. La mayoría eran integrantes del llamado “campamento patriota”, instalado en octubre. De hecho, estaba ubicado delante del Cuartel General del Ejército, para presionar. Los manifestantes golpistas llegaron al corazón del poder desde el Cuartel General del Ejército, ubicado a nueve kilómetros en línea recta, donde estaban acampados desde que Bolsonaro perdió las elecciones hace dos meses. Convencidos de que les robaron los comicios, los bolsonaristas superaron fácilmente las barreras policiales para poder acceder a las sedes del legislativo, el poder judicial y la Presidencia. Los extremistas se negaron a aceptar la victoria de Lula en las elecciones del pasado octubre. El repentino asalto de Brasilia supuso un grave desafío para el nuevo presidente, el izquierdista Lula da Silva. Pero, el mismo domingo, la policía recuperó el control tanto del Tribunal Supremo, como del Congreso y del Palacio de Planalto, sede de la Presidencia. Los extremistas, en su mayoría con camisetas amarillas y verdes y banderas de Brasil, se negaban a aceptar la victoria de Lula en las elecciones del pasado octubre. Hasta que, horas más tarde, al filo de las siete de la tarde, la policía recuperó el control tanto del Tribunal Supremo, como del Congreso y del Palacio de Planalto, sede de la Presidencia. A la misma hora, el presidente Lula ordenó la intervención federal y asumió el control de la seguridad pública hasta el 31 de enero con el objetivo es restaurar el orden, “gravemente comprometido por actos de violencia e invasión de edificios públicos”.
Lula ordenó tomar el control de Brasilia y advirtió a Bolsonaro de las consecuencias del asaltoLula se quejó de que la Policía Militar de Brasilia no hubiese cumplido su cometido de garantizar la seguridad y proteger las instituciones. El mandatario advirtió de que “los vándalos fascistas” que atacaron las sedes de los tres poderes y sus financiadores “serán identificados y castigados”. Y acusó a su predecesor, Bolsonaro, de “estimular la invasión de los tres poderes” y de “huir” a EEUU para no colocarle la banda presidencial. Pasadas las nueve de la noche del domingo llegó la primera reacción del expresidente Bolsonaro mediante varios tuits: “Las manifestaciones pacíficas, conforme a la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla”, afirmó el ultraderechista más de dos horas después de que la policía pusiera fin al asalto. La reacción de Bolsonaro llegó una vez que los ultras fueron expulsados de los edificios tras varias horas de asalto. Los vídeos que circularon por las redes sociales muestran a los asaltantes en el salón de plenos del Congreso, destrozando mobiliario y rompiendo cristales de los edificios modernistas. Las instalaciones del Tribunal Supremo, otro de los grandes objetivos de la ira bolsonarista, fueron ferozmente atacadas. La Justicia brasileña pidió al Ejército desmantelar en un plazo de “24 horas” los campamentos en los que los bolsonaristas se habían refugiado tras el asalto. El magistrado Alexandre de Moraes, tras la petición realizada por el Supremo al Ejército, prosiguió en las detenciones de todos aquellos que habían participado en la noche terrorífica. “Nada justifica la existencia de campamentos de terroristas, financiados con la complacencia de autoridades civiles y militares de forma totalmente subversiva y sin respeto alguno hacia la Constitución”, sostuvo el magistrado, invitando a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a redoblar esfuerzos para arrestar a “todos aquellos manifestantes que aún queden en las calles”. Sólo entonces, el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en Florida, al ver que el intento de golpe comenzaba a ser fallido, se apresuró a negar que estaba detrás del mismo, cambiando su agresivo discurso por otro más evasivo, repudiando los “saqueos e invasiones” que “escapan a la regla”. Además, y consciente de que este asalto estaba perpetrado por sus seguidores, alimentados por el fantasma del fraude electoral que él mismo había formulado, “repudió” las acusaciones que lo vinculaban “sin pruebas” con lo acontecido. Mucho más directo fue el presidente de la nación, Lula da Silva, quien no tuvo dudas de que este tipo de situaciones venían precedidas del discurso de su rival: “Aprovecharon el silencio del domingo, cuando todavía estábamos formando gobierno, para hacer lo que hicieron”. Y recordó “varios discursos” de Bolsonaro, en los que “alentaba” la toma de los distintos poderes. “Esta también es su responsabilidad y la de los partidos que lo apoyaron”, sentenció.
Los vídeos que circulan por las redes muestran a los asaltantes, destrozando mobiliario y rompiendo cristales de los edificios modernistas.Al menos 1.200 bolsonaristas fueron detenidos el día siguiente en el desalojo del campamento montado frente al cuartel general del Ejército en Brasilia, lugar desde el que se lanzaron los ataques del domingo contra las sedes de los tres poderes y desde el que intentaron provocar el golpe de Estado contra Luiz Inácio Lula da Silva. Según el Ministerio de Justicia, los bolsonaristas detenidos fueron conducidos en más de 40 autobuses hasta la sede de la Policía Federal, donde fueron identificados. Unas horas antes, el domingo por la noche, Lula da Silva inspeccionó los graves destrozos en las sedes de los tres poderes del país. “Acabo de estar esta tarde en el Palacio de Planalto y en el Tribunal Supremo Federal. Los golpistas que promovieron la destrucción del patrimonio público en Brasilia están siendo identificados y serán castigados”, dijo el mandatario en Twitter. Siete días después de la investidura del presidente, los extremistas habían irrumpido violentamente en los palacios, destruyendo todo lo que se encontraron a su paso, mientras que el jefe de Estado se encontraba de viaje en la ciudad de Araraquara, en el estado de Sao Paulo. Desde allí, el mandatario de 77 años decretó la intervención federal del área de seguridad del Distrito Federal Brasilia hasta el próximo 31 de enero, ante el caos vivido en la capital brasileña. Los agentes antidisturbios, utilizaron gases lacrimógenos y bombas de estruendo, haciéndose con el control de las sedes del Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Sucedía unas cuatro horas y media después del inicio del ataque, ocurrido dos años y dos días después del violento asalto al Capitolio de Estado Unidos, por parte de ultraderechistas con los que el bolsonarismo estaba alineado. Lula calificó de “barbarie” el intento de golpe de Estado promovido por “vándalos fascistas” y acusó a Bolsonaro de “estimular” con su actitud esos actos antidemocráticos.
Un día antes, el número de radicales en el campamento aumentó hasta unos 3.000 que convocaron la manifestación violenta del domingo.Tras el violento ataque de la extrema derecha bolsonarista, los funcionarios encontraron tiradas por el suelo pinturas al lienzo rasgadas, ordenadores, impresoras y televisores dañados. La turba no llegó a entrar en el despacho de Lula en el palacio de Planalto porque la Policía llegó en ese momento y lo impidió. Los radicales no reconocieron el resultado de las elecciones del pasado 30 de octubre, en las que Lula derrotó al ahora expresidente por un estrecho margen de menos de dos puntos porcentuales. Los extremistas corearon consignas, pidiendo la intervención de las Fuerzas Armadas, pre de las cuales no acudieron a las llamadas y sus comandantes se mantuvieron en estricto silencio. El campamento de los radicales, montado hace más de 70 días, desde que Lula se impuso en la segunda vuelta de las presidenciales, sirvió de base para los manifestantes que invadieran las sedes de los tres poderes de Brasil. Y fue el lugar al que regresaron tras su fracasado intento de forzar el golpe de Estado. El número de radicales venía cayendo desde la investidura de Lula, el 1 de enero pasado. Pero el sábado, 7, eran unos 3.000 y el domingo, 8, convocaron la manifestación violenta. En más de dos meses de concentraciones, los radicales protagonizaron varios hechos violentos, entre ellos un ataque a una sede policial y un intento frustrado de colocación de un explosivo cerca del aeropuerto de Brasilia, hace dos semanas. El domingo, 8, miles de ellos viajaron en autobús desde otros puntos del país para sumarse a las concentraciones que alentaban el golpe de Estado. A media tarde de ese día, los manifestantes acudieron al centro de Brasilia, pasaron fácilmente por un pequeño cerco policial montado y se dirigieron al Congreso Nacional. Luego, al Tribunal Supremo y al Palacio presidencial de Planalto. Ante la inacción de la Policía capitalina, rompieron los vidrios de los edificios de palacios, patrimonio de la Humanidad, y los invadieron, provocando destrozos en su interior. Lula reaccionó, ordenando la intervención de los organismos de seguridad del Distrito Federal y desplegó fuerzas federales que expulsaron a los golpistas de las instituciones. Y afirmó que hubo “incompetencia” y “mala fe” por parte de los responsables de seguridad de Brasilia que dependen de la administración del gobernador, Ibaneis Rocha, un aliado de Bolsonaro. Poco antes, el secretario de Seguridad de Brasilia, Anderson Torres, ministro de Justicia en el Gobierno de Bolsonaro, fue destituido de su cargo.
Destrozos en el Senado por parte de los partidarios del expresidente brasileño, Jair Bolsonaro.Juanlu Sánchez, de ElDiario.es, insiste en ‘Al día’: “Con la crisis de Brasil abierta, Alberto Núñez Feijóo vuelve a coquetear con la idea de que la mayoría parlamentaria en España no es legítima porque los partidos que la soportan no lo son. A pesar de que luego vaya de moderado por la vida, no es la primera vez que lo hace. Nuestra derecha utiliza veladamente la misma estrategia de erosión que la ultraderecha esgrime contra gobiernos en EEUU o Brasil. Aquí tienes un repaso en vídeo de las últimas veces que PP y Vox cuestionaron de manera burda la legitimidad de Pedro Sánchez o del gobierno de coalición. Luego cuando pase algo dirán que ellos no han sido. También han vuelto a aparecer argumentos que ya vimos durante el asalto al Capitolio de EEUU: la derecha anda acusando a Podemos de criticar lo de Brasil cuando alentó una manifestación de asalto y rodeo al Congreso hace años. Aparte de comparar cosas incomparables, están intentando manipular nuestra memoria. Pero yo me acuerdo de lo que pasó, porque estaba allí. Anoche lo resumí en un hilo de Twitter. Si miramos lo importante, lo que vemos en Brasil es que el Gobierno de Lula no solo mantuvo el control de la situación, sino que consiguió que la crisis se volviese en contra de Bolsonaro. Por un lado, la Fiscalía pidió bloquear los bienes del expresidente, ahora a refugio en Florida, y meterle mano al gobernador suspendido de Brasilia, considerado cooperador necesario de la turba en la Plaza de los Tres Poderes, al menos por ‘omisión’ en su deber. Por otro lado, el Senado ratificó el decreto de Lula para hacerse con el mando policial en Brasilia. Mientras el mundo observa los restos de heces, orina y cerveza entre los destrozos de los radicales dentro de las sedes oficiales, en los calabozos sigue habiendo unos mil detenidos a la espera de juicio. Son muchos y, en las declaraciones públicas, los portavoces del Gobierno les llaman repetidamente ‘terroristas’. El ambiente se puede volver a calentar”.
José Enrique de Ayala, analista de la Fundación Alternativas, escribe “La democracia brasileña, amenazada”, artículo en el que describe estos hechos de extraordinaria gravedad. “Siguiendo el ejemplo del asalto al Congreso de EEUU el 6 de enero de 2021 –pero superándolo–, miles de manifestantes violentos rompieron, con cierta facilidad, las barreras de seguridad, instaladas por las Fuerzas Armadas, e invadieron la Plaza de los Tres Poderes, ocupando y saqueando con actos de vandalismo las sedes del poder legislativo –Cámara y Senado–, del judicial –Tribunal Supremo Federal (TSF)– y de ejecutivo –Palacio de Planalto–, donde se encuentra el despacho presidencial, si bien Lula no se estaba allí. Aunque, en pocas horas, la policía civil consiguió retomar el control de las tres instituciones. Lo más preocupante son las posibles connivencias que hayan podido tener los asaltantes con las fuerzas de seguridad, que podrían no haber hecho lo suficiente para detener el ataque, e incluso con algún sector de las Fuerzas Armadas. La mayoría de los gobiernos de otros países condenan inmediatamente estos hechos y apoyan a Lula, incluido por supuesto el de España. También la administración de EEUU, a la que lo que menos le interesa en estos momentos es una inestabilidad grave en el sur. Brasil tiene una enorme importancia geopolítica, tal vez ahora más que nunca, y su régimen, sea o no democrático, influye no solo en América Latina, sino en todo el mundo. La rápida y contundente reacción de Washington hizo aún más inverosímil el improbable éxito de este disparatado intento. ¿Qué habría sucedido si el presidente estadounidense hubiese sido Donald Trump, amigo declarado de Bolsonaro? ¿Y qué podría suceder en un país tan polarizado como Brasil si el próximo presidente de los EEUU fuera de nuevo Trump, o alguien de similar orientación política y ética? El episodio Trump –que aún no ha terminado, aunque esté en decadencia–, ha envalentonado a la extrema derecha, no solo en EEUU sino en todo el mundo, y ahí se puede incluir eventualmente parte de la derecha ‘clásica’ según como vayan las cosas. O ganan las elecciones, o las elecciones no valen. Los que polarizan agriamente la política, deslegitimando victorias electorales ajenas o decisiones políticas perfectamente lícitas, los que esgrimen la inminente destrucción del país –como hacen los partidarios de Bolsonaro–, los que provocan odio y resentimiento en la gente, con la intención de mantener o recuperar el poder, deberían tomar buena nota de que una cosa es encender un fuego y otra muy distinta controlarlo. Todos deberíamos aprovechar este incidente, y todos los anteriores, para darnos cuenta de que la democracia no está nunca asegurada, que puede estar en peligro en cualquier momento, que lo que se ha ganado en años o décadas se puede perder en días. Es nuestra obligación –de todos– protegerla y defenderla, de pensamiento, de palabra y –si fuera necesario– de obra. Nadie lo va a hacer por nosotros. La democracia sólo está garantizada en la medida en que los contrarios a ella no tienen suficiente poder. No debemos olvidarlo nunca”.
Pero vayamos al terreno español en donde Adrián Lardiez escribe en ElPlural.com, cómo los morados han condenado la invasión perpetrada por seguidores de Jair Bolsonaro de los principales edificios del Estado brasileño. “El coportavoz de Podemos, Pablo Fernández, ha denunciado que ‘las derechas no respetan la democracia’ y, por eso, ‘cuando fracasan sus objetivos electorales tras verter fake news, discursos de odio y lawfare, acaban dando golpes violentos’. ‘Nuestra repulsa y apoyo incondicional al presidente Lula y al pueblo brasileño’, continúa, no sin antes advertir de que lo ocurrido en Brasil se aproxima a la estrategia del PP en España: ‘Llevan cuatro años secuestrando el CGPJ. Lo que hace Bolsonaro en Brasil con una turba de fanáticos lo está haciendo el señor Feijóo con togados’. Isa Serra, coportavoza de la formación morada, golpea con el mismo argumento. Tras criticar las declaraciones de Cuca Gamarra sobre el intento de golpe de Estado, hace hincapié en que ‘lo problemático es minusvalorar los golpes a la democracia cuando parecen otra cosa’ insistiendo en la negativa de los populares a renovar el CGPJ. Además, recuerda que ‘la extrema derecha cuenta con el apoyo de grandes poderes y del Estado profundo que están dispuestos a todo’ y son ‘de tradición golpista y herencia antidemocrática’. Y la líder del partido, Ione Belarra, afila el argumentario: ‘No olvidemos que, en España, el PP lleva 4 años secuestrando el poder judicial. Hay que pararles con más democracia’.
El asalto a los edificios oficiales contra el gobierno legítimo de Luiz Inácio Lula da Silva por parte de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro agita el tablero político no solamente de Latinoamérica, sino de todo el mundo. Las imágenes, que recuerdan a las del Capitolio por parte de votantes de Donald Trump después de que saliera elegido Joe Biden, han sido motivo de condena por parte de muchas personas de diferentes sectores. Como es habitual, una de ellas ha sido el siempre contestatario tertuliano de la Cadena Ser, Antón Losada. El gallego informa a través de su perfil de lo que va sucediendo en el país latinoamericano como la intervención de Brasilia. Asimismo, algunos de sus mensajes van más allá. “El secretario de seguridad de Brasilia –advierte– es un reconocido bolsonarista. Salta la sorpresa”. La primera conclusión es un dardo hacia las derechas de nuestro país, quienes han cuestionado en reiteradas ocasiones al Ejecutivo de coalición: “Se empieza cuestionando las reglas democráticas; después, la legitimidad del otro; a continuación, se tolera la violencia y, finalmente, se asalta el parlamento”. El otro alegato va directamente contra quienes asumen como “apretada” la victoria de Lula. Un hecho que, por otro lado, de haber sido así no justificaría las acciones perpetradas por los grupos ultras. “Dejad de decir ya que el triunfo de Lula fue ajustado”, emplaza Losada en un primer momento. “Fueron 1,8 puntos de diferencia”, matiza. “A ver si ahora va a haber que golear en las elecciones”, afea en un tono de hartazgo. Algunos mensajes que llegan desde el pasado domingo por parte de las derechas resultan, cuanto menos, ambiguos. Una de las primeras reacciones de la oposición en España llegó de la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, quien cargó contra el presidente del Gobierno asumiendo que con él “esto ahora es un simple desorden público”. Tampoco quedó exenta de polémica la respuesta del propio líder de la formación conservadora, Alberto Núñez Feijóo, quien sí manifestó su “apoyo” al pueblo brasileño e hizo “un llamamiento al inmediato restablecimiento del orden constitucional”. No obstante, añade lo siguiente en una frase poco clara: “No se puede ceder ante los populismos y la radicalidad, que intentan socavar el respeto a las instituciones, la democracia y las libertades públicas”.
José Zaragoza tira de hemeroteca y retrata a Cuca Gamarra por sus palabras sobre lo ocurrido en Brasil.En cambio, José Zaragoza, diputado del Partido Socialista de Cataluña en el Congreso (PSC), es muy claro con la portavoz del PP en la Cámara Baja, Cuca Gamarra, tras sus palabras sobre lo sucedido en las últimas horas en Brasil. Zaragoza no ha dudado en apelar a la hemeroteca y ha recordado un hecho que en su día alentaron las derechas de los populares, Vox y Ciudadanos. Se trata del particular rodea el Congreso que llevó a cabo Jusapol, la plataforma de policías nacionales y guardias civiles que guarda lazos con la extrema derecha y está considerada el “brazo policial” de los de Santiago Abascal. La organización es asimismo conocida en círculos de las autoridades como “polibarroka” por los métodos “de extorsión” empleados de forma habitual. El suceso que relata el diputado y que muestra en vídeo a través de otras imágenes de medios de comunicación y particulares se remonta a marzo de 2020, cuando la asociación llevó a cabo manifestaciones en Madrid y Barcelona por la equiparación salarial y en respuesta al rechazo del Gobierno hacia una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) impulsada por la propia Jusapol. Perfectamente organizados, autobuses fletados llegaron de diferentes lugares del país para que sus fieles pudieran concentrarse por la mañana en la capital. Además, las personas que acudieron para manifestarse frente al Congreso llevaban instrucciones claras, por ejemplo, en la forma de vestir, como la obligatoriedad de llevar capuchas o pasamontañas y caretas de la película V de Vendetta. Las protestas, arropadas por los partidos de la oposición, se llevaron a cabo con el uso de bengalas, la ruptura del cordón policial, pintadas contra el PSOE y proclamas como “Esto va a permanecer cortado hasta que nos salga de los huevos”, “Vais a tener guerra” o “Si tenemos que entrar, entramos”. Zaragoza ha rescatado todo esto y ha lanzado una pregunta a Gamarra. “Diputados de PP, Vox y Ciudadanos arengando a la muchedumbre de Jusapol. Rodearon el Congreso, se saltaron las vallas, desbordaron a la policía que protegía el Congreso, lo intentaron bloquear. ¿Cómo se llama eso, Cuca Gamarra?”, cuestiona Zaragoza.
Otras imágenes, fotomontajes y fotos sorprendentes:
Miles de seguidores del ultraderechista Jair Bolsonaro asaltaron en Brasil el Congreso, el palacio presidencial y el Tribunal Supremo, pidiendo el derrocamiento del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Todo ello sin muchos problemas pese a la presencia policial y con gran cantidad de banderas del país, como suelen pasar estas cosas. (Tremending)
Mientras políticos de todo el mundo se apresuran a emitir comunicados y tuits condenando el asalto, ¿qué hacen en el Partido Popular? En su primer tuit tras los sucesos, la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, respondía al tuit de condenaba de Sánchez diciendo: “Contigo, en España esto ahora es un simple desorden público…”. Solo después, tras las críticas recibidas, puso un mensaje de condena, asegurando que “el golpismo no tiene cabida en ningún lugar”.
Hay gente que no sabe morirse en paz.Edmundo Bal pierde las primarias de Ciudadanos con Arrimadas, que tiene al partido a puntito de desaparecer y sale diciendo que apela a una “integración de las dos partes”. (Skakeo FanZine).
Sin mencionar su cuenta
oficial ni el mensaje original de Gamarra, Bop Pop deja muy clara su visión al
respecto del polémico tuit de la política, recurriendo a la conocida fórmula de
la “cuesta de enero” que tanto –dice Pop– perjudica a los ciudadanos en cada
inicio del nuevo año. “La cuesta de
enero de Kuka Gamarra es cuesta abajo y sin frenos”, escribe con humor a raíz
de esta controversia en su perfil de Twitter. Bob Pop no ha necesitado
mencionar a Gamarra, de quien ha escrito su nombre de pila con “k”, para
manifestar su postura sobre la salida de tono de la popular, así como para
hacer las delicias de sus seguidores, que han celebrado la jocosa publicación.
'Music Session #53' ha tenido millones de
reproducciones en su primer día de estreno a costa del morbo por los mensajes
enviados a la ex pareja de la cantante, Gerard Piqué. Pero el lanzamiento
estelar, se ha visto ensombrecido porque una cantante venezolana llamada
Briella ha denunciado un posible plagio.
El humor, en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Eneko, Enrique, Manel F., Vergara, Flavita Banana, J. M Nieto, Oroz, Puebla, Asier y Javier, Pedripol, Ricardo, Malagón, Santyguti, Riki Blanco…
Pep Roig, desde Mallorca:
Los vídeos de esa semana:
Seguidores de Bolsonaro invaden el Congreso, el
Palacio Presidencial y la Corte Suprema de Brasil
El asalto al congreso en Brasil | El País
Resumen de la irrupción en Brasil: ¿cómo lograron
vencer la seguridad del Congreso?
Destrozos en las sedes tomadas por los seguidores de
Bolsonaro y repudia templada del expresidente
BRASIL-ASALTO CONGRESO: ¿Qué ESCENARIOS se abren
ahora? ¿Es BOLSONARO el máximo RESPONSABLE? | RTVE
Podemos compara el asalto de Brasil con el bloqueo del
Poder Judicial: "Es lo que hace el PP"
PODCAST | Asalto a la democracia en Brasil: el día
después
Polònia - Qui és Bolsonaro?
SHAKIRA-BIZARRAP: Sus DARDOS a PIQUÉ y su NOVIA, CLARA
CHIA, incendian las REDES | RTVE
SHAKIRA || BZRP Music Sessions #53 (Letra)
PODCAST | Quién es BZRP, el mago detrás de la canción de Shakira Shakira.
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