Un hombre admite haber robado los manuscritos de más de 1.000 obras literarias.
Un empleado de la
editorial Simon & Schuster se ha declarado culpable del robo de más de un
millar de manuscritos antes de su publicación, informa el diario británico The
Guardian. Entre los autores afectados están Margaret Atwood, Sally Rooney o Ian
McEwan. El mundo editorial conocía desde hace tiempo el misterio que ahora ha
resuelto la confesión de Filippo Bernardini, de nacionalidad italiana, y que
fue detenido por las autoridades estadounidenses hace un año en un aeropuerto
de Nueva York. Aunque inicialmente se declaró inocente, el acusado ha acabado
por admitir su culpabilidad.
Bernardini ha sido
acusado de fraude después de registrar hasta 160 dominios de internet con los
que creó cuentas de correo electrónico con terminaciones muy similares a las de
las editoriales. Así se hacía pasar por agentes y casas literarias para
conseguir los manuscritos antes de su publicación, alegando a veces que los
necesitaba para proceder con su traducción a otros idiomas.
El autor confeso del robo
de más de mil obras trabajaba en Londres para Simon & Schuster, lo que le
propiciaba información privilegiada sobre los trabajos que estaban a punto de
salir a la luz en distintas editoriales. Desde 2016, las autoridades estiman
que se hizo pasar por cientos de profesionales del mundo editorial para
contactar así con los agentes de los escritores.
“Filippo Bernardini
utilizó su conocimiento de la industria para crear un sistema que robó los
trabajos preciados de los escritores y amenazó al mundo de las editoriales”, ha
declarado Damian Williams, el fiscal del Distrito Sur de Nueva York, que lidera
la acusación contra Bernardini.
Varios medios de
comunicación estadounidenses han informado en los últimos años del interés por
las obras de escritores relevantes antes de que fueran publicadas, desde Los
Testamentos de Margaret Atwood a la serie Millennium de Stieg Larsson. La única pieza del puzzle que queda por
resolver es por qué, después de conseguir los manuscritos de más de mil obras,
ninguna salió a la luz antes de tiempo ni fue filtrada por internet.
Los motivos de Bernardini
nunca estuvieron claros. Las presuntas víctimas estaban desconcertadas por el
hecho de que los robos nunca fueron seguidos por demandas de dinero, ni las
obras habrían aparecido en línea o en la web profunda. Su delito conlleva una
pena máxima de 20 años de prisión. Bernardini será sentenciado en un tribunal
federal de Manhattan el próximo 5 de abril.
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