“Soy un ludópata”.
“Soy un adicto al juego
-confiesa en Change.org
un ludópata-. Empecé a jugar cuando tenía 16 años. Primero esporádicamente,
después sin poderlo controlar. Quería curarme, pero cuando caes en algo así
créeme que es muy difícil salir. Pedí que me prohibieran el acceso a salas de
juego y apuestas, y así fue. Pero las máquinas tragaperras siguen estando ahí,
en el bar de al lado de casa y en muchos más. Por eso necesito tu ayuda”
La ludopatía destroza la
vida. Y muchas de las recaídas de las adicciones se podrían evitar si se prohibieran
las máquinas tragaperras en bares, como han hecho ya otros países. Nuestro
personaje, al principio entraba en los bares y consumía algo mientras jugaba.
“Pero acababa frenético, así que empecé a pedirme cervezas. Una, primero;
luego, otra. Y, como quería seguir jugando, un botellín más. Con el tiempo la
adicción al juego me llevó también a la adicción a la bebida, con todas las
consecuencias que eso tuvo no solo en mí sino en toda mi familia.
“Me di cuenta de que
había tocado fondo. Hablé con un amigo, empecé a ir a terapia y ahora acudo
regularmente a reuniones de jugadores anónimos. Quiero salir de esto, de
verdad. Pero, en España, es muy fácil volver a caer. Porque en todas partes hay
máquinas, atrayéndote con sus luces y sus sonidos estridentes junto a la barra
de un bar.
“Gracias a mis terapias
-reconoce- me estoy recuperando de mi adicción. Pero, en los últimos años, he
recaído en varias ocasiones por culpa de esas tragaperras, y conozco otras personas
a las que les ha pasado lo mismo. Algunas estaban muy avanzadas en su proceso
de recuperación, pero entraban en un bar, echaban una partida y vuelta a
empezar. Por eso te pido que las apoyes. Pido que se prohíban las máquinas
tragaperras en los bares o que, al menos, se regulen de una forma más estricta.
Esta petición se me ocurrió gracias a un viaje familiar. Pasamos unos días en
el extranjero y me di cuenta de que allí no había ni una máquina tragaperras. Y pensé: si viviera en un sitio así, mi
problema terminaría”.
“Noruega y Polonia ya las
prohibieron hace tiempo, mientras, en España, seguimos teniendo más de 140.000
máquinas tragaperras que no solo producen recaídas en quienes ya tenemos una
adicción al juego, sino que, además, generan nuevos adictos, muchos de ellos a
edades muy tempranas como fue
mi caso, con 16 años. Y seguirán generándolo, si no hacemos nada por evitarlo”.
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