sábado, 22 de febrero de 2025

“Soy un ludópata”.

 

Un ludópata se confiesa.

“Soy un adicto al juego -confiesa en Change.org un ludópata-. Empecé a jugar cuando tenía 16 años. Primero esporádicamente, después sin poderlo controlar. Quería curarme, pero cuando caes en algo así créeme que es muy difícil salir. Pedí que me prohibieran el acceso a salas de juego y apuestas, y así fue. Pero las máquinas tragaperras siguen estando ahí, en el bar de al lado de casa y en muchos más. Por eso necesito tu ayuda”

La ludopatía destroza la vida. Y muchas de las recaídas de las adicciones se podrían evitar si se prohibieran las máquinas tragaperras en bares, como han hecho ya otros países. Nuestro personaje, al principio entraba en los bares y consumía algo mientras jugaba. “Pero acababa frenético, así que empecé a pedirme cervezas. Una, primero; luego, otra. Y, como quería seguir jugando, un botellín más. Con el tiempo la adicción al juego me llevó también a la adicción a la bebida, con todas las consecuencias que eso tuvo no solo en mí sino en toda mi familia.

“Me di cuenta de que había tocado fondo. Hablé con un amigo, empecé a ir a terapia y ahora acudo regularmente a reuniones de jugadores anónimos. Quiero salir de esto, de verdad. Pero, en España, es muy fácil volver a caer. Porque en todas partes hay máquinas, atrayéndote con sus luces y sus sonidos estridentes junto a la barra de un bar.

“Gracias a mis terapias -reconoce- me estoy recuperando de mi adicción. Pero, en los últimos años, he recaído en varias ocasiones por culpa de esas tragaperras, y conozco otras personas a las que les ha pasado lo mismo. Algunas estaban muy avanzadas en su proceso de recuperación, pero entraban en un bar, echaban una partida y vuelta a empezar. Por eso te pido que las apoyes. Pido que se prohíban las máquinas tragaperras en los bares o que, al menos, se regulen de una forma más estricta. Esta petición se me ocurrió gracias a un viaje familiar. Pasamos unos días en el extranjero y me di cuenta de que allí no había ni una máquina tragaperras.  Y pensé: si viviera en un sitio así, mi problema terminaría”.

“Noruega y Polonia ya las prohibieron hace tiempo, mientras, en España, seguimos teniendo más de 140.000 máquinas tragaperras que no solo producen recaídas en quienes ya tenemos una adicción al juego, sino que, además, generan nuevos adictos, muchos de ellos a edades muy tempranas como fue mi caso, con 16 años. Y seguirán generándolo, si no hacemos nada por evitarlo”.

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