miércoles, 30 de mayo de 2007

30 de mayo. Money, money, money...

Interviú enseñó los desnudos más famosos –casi siempre femeninos–, sazonándolos con la revelación de verdades ocultas y la denuncia de los hechos más escandalosos, aliñados con la sangre de los crímenes más horribles y las firmas más polémicas. Esta táctica fue utilizada por primera vez por la revista, que muy pronto alcanzó el millón de ejemplares con el desnudo de Marisol. Una publicación que se especializó en mostrar carne fresca, condimentada con la polémica del momento. Cuanto más famosos y cotizados fueron sus desnudos, más se esmeró en conseguirlos, jugando con millones de las entonces pesetas.

Recuerdo la cara de satisfacción infantil mostrada por el propio Antonio Asensio cada vez que conseguía, orgulloso, el cuerpo desnudo de una famosa. Lo hizo con Jacqueline Kennedy (por siete millones), con Estefanía de Mónaco (por cuatro), con María Jiménez, Bárbara Rey, la duquesa de Sevilla, Sofía de Habsburgo, Sara Montiel, con Ana García Obregón (dicen que pagó hasta cuarenta millones), y con un largo etcétera, a cambio de dinero, dinero y dinero. Tenía el talonario siempre a punto y, sin ningún pudor ni escrúpulo, ofrecía millones a cambio de las más famosas en cueros.

En este panorama estuve trabajando durante años, hasta que la redacción, que denunció unos principios éticos conculcados, se vio empujada al despido por el propio Asensio, quien consideró que podía despedir a la mitad de su plantilla, la más reivindicativa, para ahorrarse disgustos y siguió gastando millones en desnudos. Una vez liberado, aproveché el momento para contarlo todo en el libro “Zeta, el imperio del zorro”, y no por venganza personal, como luego se me acusó, sino cumpliendo con el deber de contar lo que había vivido y que ya no me ataba a nada. Cosa de la que no me arrepiento, por más que los resultados hayan sido nefastos para mi vida profesional.

Ahora ya sé por propia experiencia que hay asuntos en los que los propietarios de los medios de comunicación, por muy enfrentados que estén unos con otros, se ponen enseguida de acuerdo y jamás olvidan. Entre ellos, el machacar al que denuncia sus propios tejemanejes.

lunes, 28 de mayo de 2007

28 de mayo. Promesas electorales.

Durante las dos últimas semanas, los aspirantes a concejal o a alguna de las comunidades han ofrecido promesas de todo tipo. La mayor parte de ellas fueron sobre la seguridad, la corrupción y el urbanismo salvaje. No faltaron las más variadas y variopintas: playas en el Manzanares, recuperación del tranvía, descentralización de la ciudad, potenciación de barrios, privatización de la sanidad, mejora del metro, guarderías, residencias de ancianos... Pero, curiosamente, apenas ninguna propuesta sobre la reducción del paro –un 8’5 de la población–, la peor de las plagas que hoy sufrimos, o sobre su eliminación. Es como si los futuros ayuntamientos y asambleas, resignados ante este cáncer que amenaza nuestra sociedad, no se hubieran enterado de que sigue habiendo millones de ciudadanos sin trabajo o no están dispuestos a luchar contra la esta situación.

En cambio, he oído discursos apasionados sobre la corrupción y la política antiterrorista, acusaciones mutuas de los grandes partidos, a veces sincopados por frases calculadas como esa de Rajoy: “Somos el partido del sentido común. Vamos a ganar las elecciones municipales y autonómicas y después las generales. Lo veo, lo palpo y lo siento”. Acusaciones de Zapatero sobre “el montaje y principios de hojalata” de los populares. O la de éstos que achacan al Gobierno “haber claudicado ante los terroristas”, augurando “durísimas consecuencias para la democracia y para España”. Calificaciones mutuas de “bajeza moral” y de “maniobras indignas”. Incluso reproches de un ex presidente (Aznar) al Gobierno socialista de hacer conseguido que “media España no acepte la otra media”, con la consiguiente advertencia de que “eso es lo que nos condujo a lo peor de nuestra historia hace 70 años... y cada voto que no venga al partido popular será utilizado justamente para esa política de exclusión”.

He visto en estos días polideportivos y plazas de toros abarrotadas de gente mayor que fue “invitada” a aplaudir a sus “defensores” a cambio de unos bocadillos y de un autobús gratis. Y he oído a Rajoy, satisfechos de haber llenado hasta la bandera: “Es el acto más hermoso en que he estado en mi vida política el acto más emocionante de mi vida. Aquí no se ha movido nadie y no cabe ni un alfiler. Esto es el PP”. Zapatero ha advertido a Rajoy de que “no recuperará el poder metiendo miedo... Los españoles sólo tienen miedo al pasado y la derecha es el rostro del pasado”. Y el líder de IU ha afirmado que la prueba de que la derecha está desesperada es que ha sacado “del baúl de la historia” y, con él, los “tics franquistas del PP”. Para Llamazares, “franquista es poner catastrofismo en la realidad y presentarse como la única salida patriótica frente a la antipatria que representa el resto de los españoles”.

Me pregunto quiénes son los perdedores porque, curiosamente, los dos partidos mayoritarios se enorgullecen de haber vencido. Rajoy proclamó con entusiasmo: “Hemos vencido, y el PP vuelve a ser el primer partido de España.”. Y los socialistas, que reconocen haber perdido en Madrid, se jactan de tener 755 concejales más que los populares. Zaplana , radiante, proclama: “Hemos ganado de una forma clara” Y López Garrido: “Es el PSOE quien ha ganado”

Todos se sienten ganadores y ninguno perdedor. Pero una cosa, al menos, está clara: Que la abstención alcanzó un 36’16 por ciento. Y, para mí, lo más emblemático de ese puzle político no son estas citas que demuestran el oportunismo del momento y lo alambicado del pensamiento actual, sino esta España que no quiso votar y la falta de compromiso y referencia a uno de los problemas más graves del momento: el paro de más de dos millones de españoles –frente a los 20 millones de los que trabajan– a los que no se les prometió nada, pero se les requirió seguir votando. ¿Será por eso que los índices de no votantes fueron esta vez tan bajos?

viernes, 25 de mayo de 2007

25 de mayo. La dignidad de un perro o un gato.

Tom y Merlín, mis dos canes, se pasan la primavera jugueteando, haciéndose cómplices de sus carreras y retozones y compartiendo sus miedos por los petardos y los truenos. Cada vez que hay tormenta, relampaguea y suena a estampida, se acojonan y aporrean la puerta, que es su modo de suplicarme que les deje entrar. En cambio, mis cuatro gatos holgazanean por los rincones preferidos de casa y Pluie, mi predilecta, acostumbra a hacerme compañía todo el día, mientras escribo o toco la trompeta. Es el único de los mininos que araña y garapatea la puerta de mi estudio cuando me oye. Le abro y se acomoda en un montón de libros. Por lo visto no le asusta el sonido trompetístico, y, ni da media vuelta, ni intenta salir cuando mis labios vibran contra la embocadura. Tampoco Ludwwig un felino atigrado, se inmuta ante el sonido de la trompeta, aunque la razón es que está sordo. Ignoro si de nacimiento, puesto que me quedé con él al encontrarlo abandonado. En cuanto a los otros dos, huyen en cuanto oyen el sonido potente de este instrumento que no soportan. Quién sabe si es por los sonidos que acostumbro a emitir con él...

En cambio, Pluie (Lluvia de primavera) apercibe perfectamente el sonido de este instrumento sin inmutarse lo más mínimo. Entreabre sus ojos cuando me acerco a ella y el sonido de mi instrumento parece adormecerla o calmarla, lo mismo que hacen mis perros, aunque éstos la oyen siempre de lejos. Pero, si están peleándose por alguna tontería, el sonido trompetístico, más que cualquier grito o advertencia, les calma por unos segundos y deciden olvidar sus disputas momentáneas.

Cuando muera alguno de ellos, le enterraré lo más próximo de donde vivo, para estar cerca de ellos y rememorar lo bien que supieron comprenderme y haber compartido con ellos tantos momentos. Pero, entretanto, disfrutan de su vida sin necesidad de someterse a ninguna operación para estar más bellos y atractivos, como ocurre con los humanos.

Recuerdo, por ejemplo, lo sucedido con Michel Jackson, por ejemplo, quien se sometió a numerosas operaciones de su cuerpo, gastándose miles de dólares para embellecerlo. Operaciones de nariz, de barbilla y de liposucción, diversos tratamientos para blanquear su piel, implantaciones de sus pómulos... Retocó sus ojos, sus labios, su barbilla... Todo hasta que los escándalos y juicios terminaron eclipsando su reputación y prácticamente su carrera.

Cherilynb Sarkisian, actriz de la película Hechizo de Luna, admite haber gastado millones y millones de dólares invertidos en sucesivas operaciones de cirugía estética. Tras un embarazo, se sometió a un estiramiento de la piel, le eliminaron las varices y rectificaron sus caderas. Luego se dedicó a mejorar su rostro y los cirujanos le dejaron el trasero algo respingado. Cher responde ante las críticas por estas operaciones: “Yo tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi cuerpo, mi cara y mi figura”. Mientras la gente de su alrededor muere de hambre, de frío o de inactividad.

Mick Jagger, líder del grupo británico The Rolling Stones, recibió la oferta de vender en vida sus cenizas por 20 millones de libras, ofrecida por Guenther Roth, un comerciante austriaco que, a su muerte, pretende venderlas en relojes de arena a 600.000 libras por unidad. Los compradores interesados, recibirán un certificado que les facultará el reclamo de las mismas tras el fallecimiento e incineración del cantante. “Mick es el mejor símbolo de toda una generación aficionada a la música –comenta Roth– y ésta es la oportunidad de que siga siéndolo después de muerto”.

Todas estas variaciones sobre el comercio del propio cuerpo, que en muy poco se diferencia del comercio de la prostitución, han sido propuestas a varios personajes conocidos la mayoría de los cuales, tras un brevísimo intervalo, han terminado por aceptar. Sin embargo, ninguno de mis perros o mis gatos, leales hasta la muerte y desconocedores del precio del dinero, se prestaría a ello. Lo que, a mi entender, los hace tan importantes e indispensables. A veces más que los hombres.

miércoles, 23 de mayo de 2007

23 de mayo. Tampoco Dany, el Rojo, quiere hablar del mayo del 68



Daniel Cohn Bendit, uno de los estudiantes alemanes líderes del Mayo del 68, vino hace seis años a Madrid para pedir una constitución para la UE y una “regulación de la globalización”. El llamado Dany, “El Rojo”, hijo de un judío alemán –en realidad, es una mezcla de identidades inglesa, alemana, francesa e italiana– que huyó del nazismo, no parecía dispuesto a recodar aquellos tiempos revolucionarios. Parecía incluso cansado de hablar de ellos. Adherido al partido verde, moderado y programático, había cambiando de estrategia. Como portavoz de Izquierda Verde y eurodiputado, Dany era el encargado de lanzar las ideas federalistas europeas.

Treinta y nueve años después de aquel Mayo francés en el que le vi en las barricadas parisinas, Dany se definía como “reformista radical” y, en las elecciones parlamentarias europeas de junio de 1999, consiguió el mejor resultado de la historia de su partido. Aquel diablo al que Francia le prohibió la entrada hasta 1976, hoy se mueve por Europa, haciendo escalas en Bruselas y Frankfort, en donde tiene sus oficinas y su casa, en Estrasburgo, en donde cuenta con un minidespacho, o en Zurik.

“Las revoluciones siempre se han llevado a cabo –declaraba Cohn Bendit– porque los políticos no han hecho las reformas necesarias a tiempo”. Estaba de acuerdo en poner fin al terrorismo en el País Vasco, que ahora era, según él, lo contrario a un movimiento de liberación y de independencia. “ETA es una nueva forma de totalitarismo y de racismo en Europa –declararía a Ana Romero–. Yo soy el primero que digo que el terrorismo es lamentable, pero soy consciente de que hay que ganarse a esos jóvenes que, por motivos irracionales, odian el sistema”.

Me dio la impresión de que Cohn-Bendit no quería hablar de Mayo del 68 porque lo consideraba caduco y prefería centrarse en el presente o en el futuro. Sabia decisión, aunque difícil comprender. Sobre todo, al pensar que Nicolás Sarkozy hiciera lo mismo, prometiendo, antes de ser elegido presidente de la República francesa, doblegar a los nostálgicos y enterrar el fatídico Mayo del 68, origen, para él, de todos los males.


Realmente, uno ya no sabe si la humanidad camina hacia delante o hacia atrás. Todo depende de lo que se entienda por el pasado y el futuro. O de que iniciemos la marcha con el pie derecho o con el izquierdo. Mientras los síntomas y los detalles de la derecha no se confundan con los de la izquierda... Aunque no faltan los que intentan desorientar y despistar al personal.

lunes, 21 de mayo de 2007

21 de mayo. Los devaneos de Berlusconi.



Pese a haber sido relevado por Romano Prodi, en mayo del 2006, en la presidencia del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, tras una agria polémica pos-electoral, vuelve a acaparar la atención. Hace un mes, fue pillado por la revista Oggi, flirteando con cinco mujeres en su finca de Cerdeña. No es la primera vez que es sorprendido en esta actitud. Su esposa, la actriz Verónica Lario, mostraba su rabia cuando, el pasado 31 de enero, enviaba una carta al director del diario “La República”, y le exigía públicamente que se retractara en sus tonteos amorosos con jóvenes estrellas. Berlusconi pidió entonces disculpas por su comportamiento. Tres meses más tarde, vuelve a las mismas “bagatelas”.

Por lo visto el cruce de cartas conyugales provocó un aumento de la popularidad del político en decadencia. Y, a sus 70 años, parece que le resulta rentable seguir apareciendo como un don Juan. Más que cuando aparece implicado en otros asuntos de corrupciones.

A principios de los noventa, este hijo de un banquero de clase media inició una empresa de construcción inmobiliaria que se transformó en la más importante de su país. Iniciado el 2000, ya se había convertido en el hombre más poderoso del mundo de los medios. Sólo aparecía en ellos cuando realmente le interesaba para sus intereses privados y, en el 2005 ya era la persona más adinerada de Italia, con una fortuna de 12.000 millones de dólares, ocupando el puesto 25 entre las mayores fortunas personales del mundo.

Pero su trayectoria política es sumamente turbia. Tras una inicial vinculación al Partido Socialista de Bettino Craxi, quien autorizara, con la llamada Ley Mammi, la concentración de poder mediático en sus manos, construyó el movimiento Forza Italia, con el que obtuvo el poder en las elecciones de 1994. El hombre más rico de Italia podía permitirse, desde le Poder, el lujo de comprarlo casi todo. No en vano, Antonio Asensio, en su apogeo de “Antena 3, Televisión”, tuvo también la tentación de meterse en política para seguir el camino de Berlusconi que ya entonces, en su breve paso por la presidencia del Gobierno, degustaba el sabor de la victoria casi absoluta. Lo mismo que Jesús Polanco, de quien no dudo que ha tenido semejantes sueños.

Candidato a la presidencia italiana con más de media docena de sumarios abiertos por diversos casos de corrupción relacionados con la Mafia, volvió a ganar, en el 2001, las elecciones por mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados y en el Senado. De nada sirvió que la prensa extranjera –puesto que la nacional italiana estaba, en su mayoría, controlada por este magnate de la comunicación– alertara del peligro que suponía el que Berlusconi se hiciera con el Poder. Peligro que él contrarrestó con el aumento de su propaganda en los medios italianos. Pero las sospechas de máxima colaboración de Berlusconi con la Cosa Nostra italiana, desde los orígenes de la formación de su imperio económico y mediático, se convirtieron, en su prensa y televisión, en simples murmuraciones y prejuicios contra su candidatura. Y Silvio Berlusconi supo desactivar las verdades más hirientes y las denuncias más explosivas contra él, consiguiendo que no pocos de sus electores creyeron que eran mentiras de la prensa extranjera para impedir que él les dirigiera.

Pero lo que decía la prensa europea no era inventado. Consta que Berlusconi, conocido por “Il Cafaliere”, se acercó a la Logia 2, de Ligio Gelli, a finales de los setenta. Y, según varias declaraciones de mafiosos, el emperador de los medios de comunicación, de la construcción y de otros negocios de las finanzas, la especulación y el crimen, era el mismo personaje que luego presidiría Italia.

El Cavaliere y el diputado por Forza Italia, Marcello Dell’Utri, su secretario personal y mano derecha en Fininvest y en su partido, fue procesados por su gestión al frente de Tele 5. En julio del año pasado, un suplicatorio para poder juzgarles en España fue elevado por la Audiencia Nacional. En él se pretendía levantarles la inmunidad, al ser ambos europarlamentarios. Claro que Berlusconi contaba ya entonces con una baza a su favor: ser amigo de José María Aznar, con quien trabajó en el grupo conservador europeo. Otro político español, Josep Piqué, Ministro de Asuntos Exteriores, permitió que el suplicatorio no llegara al Parlamento Europeo antes de que Berlusconi fuera elegido presidente de la República italiana.

La sospechosa lentitud de la Justicia contrastó con las prisas con las que José María Aznar felicitaba al nuevo presidente italiano, a mediados de mayo del 2001. El propio Josep Piqué, sin esperar siquiera que se conocieran los resultados oficiales, se apresuró a congratularse con él, al tiempo que confesaba sin ningún escrúpulo que “desde el principio, mi partido apoyó a Berlusconi”. Como le felicitó el líder ultra-nacionalista austriaco, Jörg Haider o Wilfreud Martens, presidente del Partido Popular Europeo o el conservador primer ministro de Malta, Edward Adami.

Silvio Berlusconi es propietario de un imperio empresarial en el mundo de la comunicación televisiva y editorial. En 1985 crea "La Cinq", la primera cadena privada gratis francesa, y adquiere acciones de "Chain", y "Cinema 5", otros canales franceses. En 1990, funda en España Telecinco. En 1976 compra participaciones de "Il Giornale". Al final de su carrera como empresario mediático, obtiene la presidencia del grupo Mondadori, es editor del periódico "La Repubblica" y de los semanarios "L'Espresso", "Epoca", y "Panorama". Más tarde, adquiere la cadena de tiendas de vídeo Blockbuster, portales de acceso a Internet y una participación en Olivetti. El grupo Mondadori controla un tercio del sector editorial en Italia. Para aunar los varios sectores de la comunicación que poseía (televisión, prensa, edición, internet, publicidad), crea el conglomerado Fininvest, que ahora se llama Mediaset, una de las más ricas empresa de Italia, con cerca del 50 por ciento de la audiencia y el 66 por ciento de la publicidad.


Con todo ese bagaje en sus espaldas, no me extraña que salga fotografiado en Oggi, cogido de la mano de su harén. Pero, el hombre más poderoso de Italia no se deja sorprender tan fácilmente por el fotógrafo en su finca de Cerdeña. Si sale es porque, por alguna oculta razón, él lo ha consentido o deliberado. A estas alturas, cuando el dinero y la especulación ha guiado una vida, es difícil creer en las simples razones espontáneas.

viernes, 18 de mayo de 2007

18 de mayo. La fuerza de la razón contra las armas.

El consumo masivo de armas de fuego no asegura la paz, sino que promueve el derrame gratuito de sangre. Que un tercio de la población norteamericana posea al menos un arma de fuego no demuestra que viva más segura que los que no disponen de ellas. El 70 por ciento de asesinatos en Norteamérica son cometidos gracias a su posesión, constitucionalmente amparada por la segunda enmienda, redactada hace 200 años. Florida es el segundo estado con más crímenes en los EEUU, pese a que sus seis millones de habitantes son propietarios de armas de fuego. Cualquier ciudadano norteamericano puede conseguir una y disparar en plena calle si se siente amenazado. Pero, ¿se siente por ello más libre y menos amenazado que el español?

Recuerdo un hecho que viví hace un año, cuando circulaba en coche por Alcobendas Hice, sin duda, una mala maniobra que cortó bruscamente el paso al automovilista que intentaba pasarme por la izquierda. La maniobra me impidió ver por el retrovisor a quien me precedía, dentro del famoso ángulo no visible para el conductor. Inmediatamente, me di cuenta de mi error y le hice un gesto con la mano reconociéndolo y rogándole que disculpara mi imprudente acción. Pero, lejos de calmarse, el automovilista se enfureció más aún, interpretando mi gesto como un reto o un “vete a tomar por culo”.

La siguiente operación del conductor agraviado fue la de pasarme, ralentizando la marcha hasta obligarme a detener el vehículo. No opuse ninguna resistencia. Pensé que debía ofrecerle mis disculpas y darle toda la razón, que, sin duda, la tenía. Pero, el automovilista ofendido bajó del coche antes que yo y, con gritos y gestos violentos, se me acercó y me amenazó. Pesé que era el momento de abrir la ventanilla o bajar incluso del coche y hablarle con moderación, intentando apaciguarle. Pero, antes de que pudiera hacerlo, pensando que me había atrincherado tras la puerta herméticamente cerrada, dio un violento golpe con su puño contra mi ventanilla.

Me quedé helado, pese a que hacía calor, sin saber cómo reaccionar. Se trataba de un joven cuya fuerza y razón le salía por la boca. Pensé que, si él no hubiera creído que puertas y ventanas de mi vehículo parado estaban herméticamente cerradas, por de pronto, no me hubiera liberado de su puñetazo certero, a modo de saludo, sobre mi rostro, sin tiempo para poder explicarme. No me hubiera costada nada abrirlas y demostrarle que no oponía ninguna resistencia a sus “razones” pero, tras su primera demostración de indignación y, a falta de diálogo, permanecí inmóvil, sin atreverme, ante sus gestos y sus gritos, a abrir mi boca.

Inmediatamente, llegó su compañera, rogándole que se calmara y comenzó a tirar de él, llevándole a su coche. Tras unos segundos de discusión, emprendieron su marcha, mientras yo, con un cristal de la ventanilla que resistió el puñetazo y una puerta a la que no había puesto el pistillo de seguridad, continué circulando con extrema prudencia, pensando en lo ocurrido si las armas de fuego hubieran estado permitidas como en Norteamérica. Cuando llegué a casa, estaba pálido y las piernas me temblaban. Y comprobé, al tocar la trompeta, que todos mis dientes estaban en su sitio, salvo las cuatro muelas -una de ellas, la del juicio– que ya hace tiempo me habían extraído.

Y es que el español, más propenso que el norteamericano a la gresca, al insulto o a utilizar las manos y los puños, con un arma en las manos sin duda entraría en combate mucho antes de lo previsto, provocando con más frecuencia y vehemencia, situaciones de alarma y tragedia.

miércoles, 16 de mayo de 2007

16 de mayo. Olvidarse de vivir.

Hay gente cuyo único objetivo en la vida es demostrar que están vivos. Para ello, celebran con todo el esplendor posible los aniversarios del nacimiento, aunque la natalidad sea el acto menos consciente y voluntario que existe. Uno no nace cuando quiere ni como quiere, sino cuando le dejan o empujan para que lo haga. Pero nadie es consciente de este acto. La conciencia de sí mismo nace mucho después, con el uso de la razón. Y ¡cuántas razones pueden permanecer hoy en día sanas en un mundo tan lleno de contradicciones e injusticias!

Hay quien celebra su vida como si ésta pudiese ser elegida. Cuando es la vida la que elige a cada uno. Pero, incluso en el caso de escoger uno la propia vida, sale ésta con más cosas torcidas que enderezadas y rectas. La sola elección que el hombre es capaz de aceptar con toda dignidad es el propio camino y ¡cuántos de ellos llevan rumbos equivocados!

En cuanto al momento para morir, casi nadie lo conoce con certeza. Es la propia muerte quien viene al encuentro de uno y sólo los suicidas eligen la cita cuando desean. En este sentido corroboro lo dicho por La Bruyère cuando escribe con toda razón: “Il n’y a pour l’homme que trois événements: naître, vivre y mourir. Y ne se sent pas naïtre, il souffre à mourir et il oublie de vivre”.

lunes, 14 de mayo de 2007

14 de mayo. El naufragio de Sintel.


En la España de Manuel Aznar, la que siempre iba “bien, muy bien” –aunque reconozco que los políticos que están en el poder, sean los que sean, siempre piensan y dicen que su España va bien– sucedieron cosas inauditas, como la huelga de los obreros de Sintel, acampados durante medio año en la Castellana, hasta que el gobierno de derechas buscó un comprador para esta empresa que se hundía. Fueron 187 días de protestas de unos trabajadores que se instalaron en uno de los laterales del Pase de la Castellana y, gracias a la solidaridad de no pocas gentes, fueron improvisando tiendas de campaña, chabolas de madera, y resistiendo al paso del tiempo. Más de un millar aguantaron como una piña, unidos contra viento y marea, pese a que en Madrid no haya playas, sino sólo buques que, de vez en cuando, naufragan y gente que se aferra a lo que pilla para no terminar ahogándose definitivamente.

La organización del “Campamento de la Esperanza” fue ejemplar. Cada comida, de 350 pesetas, estaba financiada por la caja de resistencia y por las donaciones de la gente que no dejó de apoyarles. Durante la noche, los obreros montaban guardia para proteger el campamento, sobre todo en los fines de semana, en los que “se acercan coches con niñatos, paran en el carril-bus, tocan la bocina y nos insultan”. Convencidos de que la violencia no conducía a nada, estos trabajadores optaron por demostrar a qué conducía el diálogo y la protesta tranquila. El Gobierno de derechas, convencido de que no iban a resistir más de una semana, les toleró la rebeldía, pero ellos estaban preparados y dispuestos a aguantar hasta dos años.

El Ayuntamiento de Madrid, presidido por un alcalde del PP, les dio las espaldas. El PSOE e IU pidieron que el municipio les donara quince millones de pesetas. El PP se negó e instó a que “abandonaran el campamento”. Otros Ayuntamientos, como el de Alarcón, dominado igualmente por el PP, les concedió ayudas, pero el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, cuya actitud fue calificada de “bochornosa”, no quiso ceder. El secretario regional de CCOO, Javier López, advirtió que ese Ayuntamiento era “un agujero negro de solidaridad”. Seguro que si la ayuda municipal hubiera sido para animar las fiestas de la Paloma con azúcar y aguardiente, Álvarez del Manzano no se hubiera negado a colaborar. Pero, para él, esto era algo muy distinto.

En agosto del 2001, el Gobierno de Aznar planeó la toma del campamento lejos de los focos informativos, como mejor momento para programar el asalto. En Interior bautizaron la operación como “Amanecer”. Pero alguien filtró la noticia y casi dos mil parados se movilizaron para desactivar aquel ataque. “Aquí –dijeron, decididos– sólo nos sacarán con un acuerdo o con los pies por delante”. Al fin, optaron por ceder, llegando a un pacto cuyas promesas, no el tiempo, ni la empresa ni los gobiernos llegaron a cumplir.

Seis años más tarde, la Fiscalía Anticorrupción pide que declare Juan Villalonga como imputado, ex presidente de Telefónica –en 1996 accedía a la presidencia, abandonándola en verano de 2000–, y Adolfo Jiménez, presidente del Comité de Empresa y de la Asociación de Trabajadores de Sintel, habla de la lucha en solitario de los antiguos trabajadores contra los “delincuentes de cuello blando”, al no haberse personado ningún sindicato como acusación particular en apoyo de estos trabajadores. Pero la Fiscalía Anticorrupción y el juez Santiago Pedraz siguen adelante, a pesar de “habernos fallado el Gobierno socialista, quien ni siquiera se ha dignado contestarnos a un escrito que mandamos hace tres años. Del acuerdo alcanzado hace ya cinco años sólo se ha cumplido la jubilación de 470 trabajadores mayores de 50 años. Al resto no nos ofrecieron ni un contrato. Sólo se ha logrado trabajo a 250 antiguos empleados. El resto, 850, se han tenido que buscar la vida haciendo de taxistas, jardineros, empleados de gasolineras... El Gobierno tiene la solución pero, hasta ahora, Zapatero, lo mismo que Aznar, nos ha dejado abandonados”.

El 15 de febrero del 2007, Juan Villalonga, amigo personal del ex presidente Aznar, quien le nombrara presidente de Telefónica, era citado por el juez. Desde su salida de esta sociedad, Villalonga ha pasado un dorado exilio en México, Canadá, Estados Unidos y Londres ocupando su puesto de consejero en diversas compañías. Se casó con Adriana Abascal, ex Miss México y viuda del dueño de imperio Televisa, Emilio Azcárraga. Los ex trabajadores de Sintel le acusan de haber llevado la empresa a la quiebra. Villalonga sostiene ante el juez que no sabía nada de la venta de la filial al empresario cubano estadounidense, Jorge Mas Canosa, porque fue una venta hecha mes y medio antes de su llegada a Telefónica. Pero lo cierto es que el líder conservador anti-castrista no pagó un duro a los trabajadores y Juan Villalonga siempre se ha hecho el desentendido.

Adolfo Jiménez asegura que sólo el juez puede arreglar el olvido de Telefónica. Recuerda que los trabajadores sólo han cobrado el 20 por ciento de lo que les corresponde. “Los responsables políticos han incumplido todos los puntos del acuerdo con el gobierno de Aznar, que incluía un plan de prejubilación para los mayores de 50 años y recolocación para al menos 800 empleados menores de esta edad”. Califica la gestión de Villalonga de fraudulenta y delictiva e informa que piensan movilizarse frente a las sedes del PSOE de las ciudades importantes y acudir los fines de semana a los actos electorales para pedir por su sus reivindicaciones a los futuros alcaldes y presidentes.

Dispuesta a llegar a un final feliz para todos, la Administración del Estado inicia ciertos pasos y programa diferentes mesas de trabajo con los trabajadores de Sintel, la primera de las cuales para el próximo jueves, 17 de mayo. El pasado viernes, los representantes de los trabajadores se reunieron en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales con el secretario general de Empleo, Antonio González, con la finalidad de establecer un calendario de negociaciones de actualización y hacer cumplir el acuerdo alcanzado en agosto del 2001, que debía dar cobertura a los 1.800 trabajadores afectados por la quiebra de la filial de Telefónica.


Todo un ejemplo de perseverancia y resistencia de unos trabajadores que no se amilanan por nada, ni siquiera con el tiempo y el olvido, el arma preferida por los amos. Sobre todo ahora, cuando las circunstancias electorales aprietan a los partidos. Lástima que no haya elecciones cada dos años. Incluso cada año. Seguro que los problemas no se alargarían como éste.

viernes, 11 de mayo de 2007

11 de mayo. Los consejos de Cela



Camilo José Cela, el Nobel de Literatura, cumpliría hoy, de seguir viviendo, 91 años. El autor, tan prolífero en años como en obras, se sentiría ante todo periodista, profesión cuyo carnet número 1.044 había conseguido del Registro Oficial de la Asociación de la Prensa de Madrid. Por cierto que fue expulsado de la de Buenos Aires, a raíz de la publicación de “La Colmena” en ese país.

En una prosa amena y entretenida, Cela contaba en “Dodecálogo de deberes del periodista”: “Me hicieron socio de honor cuando viraron las tornas en el ruedo ibérico y se mudó el decorado de la farsa nacional”. Como experto en periodismo, Cela aconsejaba: “Decir lo que acontece, decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración, ser tan objetivo como un espejo plano, callar antes que deformar, ser independiente en su criterio, aspirar al entendimiento intelectual, funcionar acorde con su empresa, resistir toda suerte de presiones, recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada, sino el eco de todo, conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance y no ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración, ni ensayar jamás la adulación”.

Una lección del Nobel que se ha quedado un tanto en entredicho con la querella presentada por Carmen Formoso por delito de apropiación indebida y contra la propiedad intelectual. La pertinaz acusación de haber plagiado “Carmen, Carmela, Carmiña”, cae hoy como una losa sobre “La Cruz de San Andrés”, obra de Camilo José Cela con la que ganara el Planeta en el año 1996.

Diez años más tarde de la publicación de esta obra, el Tribunal Constitucional se pronuncia a favor de la revisión judicial de la querella por presunto plagio que había presentado Carmen Formoso ante los Juzgados de Instrucción de A Coruña contra Camilo José Cela y la editorial Planeta, por sendos delitos contra la propiedad intelectual y por apropiación indebida. La escritora y artista gallega, que conoció la decisión del TC, indicó con cierta amargura que su lucha judicial "se ha alargado tanto que ya pensaba que no me darían la razón hasta que estuviera muerta".

miércoles, 9 de mayo de 2007

9 de mayo. Sarkozy promete a los suyos el cielo.


Nicolás Sarkozy, elevado al cielo francés
por los aplausos de sus electores.


Sin duda la Sorbone, universidad francesa por antonomasia, sita en pleno barrio latino, desde donde presencié aquella rebelión de estudiantes que, hace casi cuarenta años, movilizó toda Francia, se encuentra hoy desengañada y humillada por la exaltación de Sarkozy, rodeado de pequeños y grandes burgueses dispuestos a sustituir mayo del 68 por mayo del 2007 y a cambiar definitivamente el eslogan de la imaginación al poder por el de la realidad –por supuesto la de Nicolás Sarkozy–, al poder.

Con gran maestría, Sarkozy ha sabido rodearse de intelectuales coetáneos como André Glucksmann y Max Gallo, y de intelectuales como León Blum y Jean Jaurés, dos de las figuras más emblemáticas de la izquierda francesa, así como de Henri Guaino, un escritor que supo cambiar su imagen de hombre duro y antipático por la de un hombre humano, capaz de ser amado. Y con gran pericia y habilidad política, mantuvo el objetivo y las metas de sus discursos. De nada sirvió el manifiesto en pro de Ségoléne Royal, firmado por 150 intelectuales franceses a favor de una “izquierda de esperanza” y “en contra de una derecha arrogante”. “Demasiado tarde –dice dicho texto– para deplorar nuestra depresión, demasiado tarde para lamentar nuestra pasividad, demasiado tarde para darnos cuenta de que las presidenciales se han hecho sin nosotros, a pesar de nosotros... No pensamos caer en la trampa que nos ha tendido la derecha, que domina o tiene influencia sobre la mayoría de los medios de comunicación. Porque en esta campaña se ha hecho todo lo posible para desmovilizar a la izquierda y desesperar a sus electores”.

Los intelectuales critican a Nicolas Sarkozy por ser un símbolo de “regresión social” y el “candidato del poder financiero, del poder personal y del desorden mundial”, habiendo encarnado “la sumisión de la política al dinero”. Y los firmantes del citado manifiesto, entre los que hay conocidos periodistas, políticos, escritores, profesores, historiadores, sociólogos, matemáticos, abogados, etcétera, apelan la izquierda de esperanza que acaba de ser burlada por un presidente que supo enfrentarse a todos ellos y dejarles en ridículo.

Elegir a Nicolás Sarkozy –repetía Ségolène Royal el día de cierre de su campaña– sería peligroso” Y, el mismo día de su elección, el hijo de un emigrante húngaro reconocía que “el pueblo francés ha elegido “romper con las ideas y los hábitos del pasado”. Y repetía, una vez más: “Voy a devolverle a los franceses el orgullo de Francia. Voy a rehabilitar el trabajo, la autoridad y el mérito”. Apostó por la grandeza de Francia imprimiendo una imagen de ruptura con un pasado. Pero su pensamiento en contra del trabajador migratorio y a favor de la fuerza policial, con tintes de racismo y desprecio hacia la “pegre”, la chusma básicamente negra y árabe que, en mala hora, fuera despachada de los barrios centrales de París a los desiertos urbanos y muti-familiares, siguió en pie. Una candidatura que niega, en fin, los valores de mayo del 68. “Nos quedan dos días para decir adiós a la herencia de mayo del 68”, exclamaba en su último mitin de su campaña, dispuesto a borrar de la memoria aquella primavera, en un gesto para atraerse a la ultraderecha de J. M Le Pen. De hecho, parte de la extrema derecha le votó en la primea vuelta y el resto, en la segunda. Pero lo hizo de la mano de un experto en imagen, Henri Guaino.

Confieso que me dan pánico estos políticos que suben al poder con la promesa de devolver la noción de patria y de velar por la “identidad e integración nacional”, anunciando una política severa contra los descendientes de los que están en el país y no se integran. Son políticos que, una vez respaldados por el pueblo, consiguen el apoyo incluso de gobiernos socialistas extranjeros, aunque, a veces, en el fondo, prediquen lo mismo que Adolf Hitler, quien tampoco era de origen alemán, y se levantara para salvar Alemania. Me basta recordar sus insultos a los jóvenes conflictivos de los suburbios, llamándoles “gentuza”, cuando era ministro del Interior. O descubrir su verdadero rostro, mostrado por la revista Marianne, cuando se deja llevar por ataques de rabia o utiliza toda clase de redes para controlar los medios de comunicación.



Su línea de conservador más que de liberal, así como sus simpatías personales y sus semejanzas en el discurso mantenido por Aznar, Berlusconi, señora Thatcher o Merkel, me hacen presentir lo peor para una Francia que, de ser ejemplo del mundo, está dispuesta a linearse con George W. Bush, complacido al ver cómo otros le guiñan el ojo presidencial en estos momentos tan delicados para él. Su constante mano dura contra el desorden, su bloqueo a la inmigración, su obsesión por la ley y el orden, su imagen de policía con porra, su control por la nómina pública, así como su obstinación bonapartista de levantar la gran nación francesa, son garantía de lo que sigue y seguirá siendo, pese a todas las imágenes creadas y pese a los más exquisitos cambios de imagen.

lunes, 7 de mayo de 2007

7 de mayo. Un concierto catastrófico.

De mis inicios con la trompeta guardo recuerdos que sólo es mejor recordar para atemperar mi ego. Recuerdo, por ejemplo, una de las primeras apariciones, a finales de marzo del 2001, como grupo de metales de San Sebastián de los Reyes, del que formaba entonces parte. Actuamos junto con la Escuelas de Música, en el Centro Cultural José Espronceda, sito en la calle madrileña de Almansa. Teníamos verdadera ilusión y esperábamos con impaciencia ese momento. Dicho grupo, formado por un tubista, un trombonista, un trompista, un bombardino, y cuatro trompetistas y dirigido por Jesús Vioque, habíamos preparado un corto pero nutrido repertorio: “El golpe” (The entertainer), de Scott Joplin; “Village Band March”, de Spillemands March; “Mexican Folk-Medley”, un arreglo de varias piezas mexicanas, de Bert Mayer, y Trumpet Voluntary, de Jeremiah Clarke.

A las ocho y cuarto de la noche comenzaba el espectáculo. Ante una sala con más de cien butacas, casi todas ellas ocupadas, un coro infantil inició la actuación, seguido de un conjunto instrumental acústico, un grupo de flautas, un conjunto de guitarras y otro instrumental clásico. Todos ellos con sus pequeños fallos fácilmente perdonados por los espectadores que, curiosamente, a medida que avanzaba el espectáculo musical, iban menguando.

A las nueve y cuarto, aparecimos, al fin, nosotros. Los espectadores nos aplaudieron con el mismo fervor aunque con menos intensidad, puesto que el número de asistentes se había ido reduciendo, quedando en aquellos momentos unos veinticinco. Algunos de ellos formaban parte de los que anteriormente habían actuado o eran parientes suyos.

Comenzamos a actuar con la interpretación de “El golpe”. Debo reconocer que la pieza nos salió rana. Quiero decir que no obtuvimos el éxito que hubiéramos deseado. Empezamos demasiado rápido, con lo cual, al llegar a los pasajes más difíciles, nos aturrullamos. Personalmente, me confundí varias veces de compás y hubo momentos en que cada uno marchaba a su aire. Aquello parecía una olla de caracoles a punto de explotar. El bombardino había, de pronto, extraviado una válvula por lo que parte de su soplido era en balde. Yo me las veía conmigo mismo, sin ser capaz de seguir al director que se dejaba llevar por los más acelerados y, en cierto momento, perdió hasta la batuta. O mejor dicho, la estrelló involuntariamente contra el atril y se partió de dos. No sé muy bien si un trozo de la misma se le clavó en el vientre, aunque no llegué a oír ningún quejido y, finalizada la epopeya, el escaso público que aún aguantaba, ignoro si por respeto, por ignorancia, o porque le gustaba sufrir, nos aplaudió como si no hubiera pasado nada anormal. Pero nosotros sabíamos que, más que aplausos, nos merecíamos silbidos de protesta. Y el bajo golpe moral de aquella pieza, interpretada con mal pie y peor acierto, nos dejó a todos descolocados.

El resto fue mejor interpretado Y el concierto, a juzgar por algunos de los presentes que resistieron hasta el final, cual numantinos musicales, resultó todo un éxito. Por cierto, ninguno de ellos formaba parte de los organismos patrocinados por el Ayuntamiento de Madrid, por la Agencia Musical Vivace o por la Obra Social de la Caja de Madrid, que, en un espíritu lejos del sacrificio auditivo, debieron de pensar que bastante hacían ya con el patrocinio del espectáculo.
Por mi parte, me retiré sin palabras, deshecho, acomplejado por el fracaso y con la cola entre las piernas, rumiando los sinsabores de una amarga derrota que, en mi afán por triunfar en mis albores musicales, creía imposible.

viernes, 4 de mayo de 2007

4 de mayo. Bajo las brasas del 68.

Muy pronto, en aquel mayo del 68, los trabajadores franceses se unieron a la huelga, en apoyo a los estudiantes. Y los huelguistas se extendieron por toda la Nación. El 17 de mayo ya eran trescientos mil y el 21, ocho millones. En unas semanas, los huelguistas llegaron a contabilizar unos diez millones entre los que se incluía a las 300 chicas del Folies Bergères. Algo muy grave estaba ocurriendo en una Francia paralizada, sin aviones, sin trenes ni gasolina. Las mismas “poubelles” de la basura, como consecuencia de la huelga que afectaba a los basureros, se amontonaban en las calles, alcanzando algunas de ellas pilas de diez metros de basura nauseabunda.

El 24 comenzaron las negociaciones Gobierno-Sindicatos. A finales de mes, Francia era un caos. De Gaulle desaparecía del territorio francés. El 30, un millón de franceses se echaba a la calle para demostrar el apoyo al General De Gaulle quien, volviendo de Rumania, aseguraba: “El recreo se ha terminado. Reformas, sí; la canalla, no”. Y disolvía la Asamblea, terminando con el mayo francés. Pero su continuidad como presidente galo no duró mucho tiempo. Al año siguiente, abandonaba el Elíseo. En su retiro campestre, se dedicó a trabajar en sus memorias y, en noviembre de 1970, moría, a los 79 años.

La llamada Revolución de Mayo del 68 se propagó a 37 países, habiéndose escrito más de 200 libros sobre el tema. Mitterand, que calificaba de vagos a los estudiantes y aquellos tiempos de “revolución de los zánganos”, se ofreció, con Pierre Mendes France, a encabezar un Gobierno que sacara a Francia del atolladero. Eran momentos en los que el “gauchismo” y el comunismo estaban en boga, siendo ambos muy violentamente criticados por los estudiantes. Desde entonces, los gaullistas pasaron a mejor vida, los comunistas retrocedieron, en franca retirada, y la derecha no conseguiría formar un monopolio con Chirac que no superó, en la primera vuelta, el veinte por ciento de los votos.

El susto de aquella revolución acabó matando al Partido Comunista y los izquierdistas de ayer terminaron siendo domesticados. “Estos –se atrevió a sostener Charles Pasqua, Ministro del Interior francés– están ahora perfectamente integrados, hasta el punto de que ocupan puestos claves en algunos sectores, principalmente en la comunicación de prensa”. Regis Debray, un ex combatiente del Mayo de 68, recuerda: “Hemos liquidado la influencia del comunismo totalitario en la juventud. Y el entorno intelectual del PC ha sido disecado”. Debray se convirtió, a su vuelta de Sudamérica, en donde pasó varios años encarcelado, en el consejero de Mitterand y en miembro del Consejo de Estado. “Para mí –escribe en su libro “Las máscaras”– nunca ha funcionado el mito de la revolución en Francia. Aquí yo he sido siempre reformista. Nunca anticomunista, como muchos izquierdistas de antaño. Ni he creído que la revolución estuviera, en París, en la punta del fusil”.

Más de siete lustros más tarde, se presentaba una subasta pública abierta en París con carteles, botes de humo y hasta adoquines del levantamiento estudiantil francés. La promotora de esta curiosa venta estuvo dirigida por Florence Camard, una mujer experta en “afiches”, profesora del Instituto en Versalles. Camard logró reunir unos de 200 carteles y documentos que salieron a la subasta por un precio base de 600 a 10.000 pesetas los más baratos, y de 12.000 a 20.000 pesetas el resto. Junto a los carteles, se expusieron objetos como litografías, libros, banderolas, diarios, una granada, un casco de CRS auténtico, y hasta un adoquín de los utilizados. Todo ello, hasta la misma revolución, convertido hoy en historia y en arte.

Hoy, los héroes de Mayo del 68 han ido cayendo en el olvido y aquellas manifestaciones estudiantiles que removieran las bases socio-políticas del poder galo, pasaron a mejor vida. Las comunas dieron paso pasó a la monogamia y al nuevo orden en el que el miedo al Sida hizo estragos. Bajo aquellos adoquines del barrio Latino, colocados ordenadamente en su sitio, no ha vuelto a crecer la hierba, aunque, últimamente, las protestas se han repetido en las afueras (les banlieux), por parte por otros manifestantes. inmigrantes marginados y sin trabajo que cambiaron los adoquines por el incendio masivo de coches y protagonizan la rebelión de los suburbios. Nicolás Sarkozy, candidato de la derecha para ocupar la presidencia de la República, se presenta el próximo domingo y ha prometido doblegarlos y enterrar el Mayo del 68, origen, para él, de todos los males.

En los estertores de este siglo pasado, se llegó a escribir en la prensa española, perfectamente controlada y sumisa al Poder: “Esos muchachos rabiosos de Mayo del 68, ahora constantemente instalados en sus despachos, se lo montan para que no les falte nada, y algunos de ellos se disponen a ser abuelos y personas bien pensantes”. Pero, yo sigo convencido de que, en el umbral del nuevo siglo, el recuerdo y la imagen de aquel mes aún no se ha apagado del todo, por más que Sarkozy pretenda hace borrón y cuenta nueva..

jueves, 3 de mayo de 2007

3 de mayo. Imaginación al poder.

Cada vez que llega periódicamente este mes, recuerdo con cierta añoranza el “Mayo del 68” francés que viví directamente en París. Consignas tales como “La imaginación al poder”, “Sé realista, pide lo imposible”, “Las playas están bajo los adoquines”, “Abrid las ventanas y cerrad la tele”, “Ni amo, ni Dios. Soy yo”, “Prohibido prohibir”, “Soy marxista, tendencia Groucho”, y otras muchas, se acumulan en el baúl de mis recuerdos. La rebelión fue entonces un hecho más que una palabra y toda forma de autoridad quedóse en entredicho.

Los prolegómenos de aquella revuelta estudiantil se iniciaron en enero, con la ofensiva Vietcong de Ted contra Saigón y, en abril, con el asesinato de Martín Luther King, defensor de los derechos civiles para los negros. Vivía yo entonces en París, en donde estudiaba y trabajaba al mismo tiempo. Recuerdo que las protestas de los estudiantes fueron poco a poco creciendo, después de que, en Praga, se viviera una primavera revolucionaria, abortada, en agosto del mismo año, por los tanques rusos que invadieron Checoslovaquia. Un año antes, en Bolivia, se asesinaba a Che Guevara.

Ese mismo año del 68, en España, Serrat renunciaba a cantar en Eurovisión si no era en catalán, y Masiel le sustituía con su “La, la, la”; ETA cometía su primer atentado y los jóvenes de izquierda apoyaban tanto al Che, como a los tupamaros o a ETA. Mientras tanto, en el desierto de Nevada se hacían pruebas nucleares subterráneas. Se registraban las mayores explosiones conocidas hasta la fecha y el senador Demócrata, Robert Kennedy, sufría un atentado en Los Ángeles, falleciendo, a raíz del mismo.

Frente a los miles de estudiantes que gritábamos “El poder está en la calle”, el ministro del Interior, Marcelin, arremetía con la consigna: “El poder está en las urnas, no en la calle”, intentado terminar, en unas horas, el movimiento de los “enragés” que duró más de un mes. De Gaulle, en aquel momento, al frente del poder, calificaba las manifestaciones a favor de las reformas educativas y sociales de “chienlit” (cagalaolla) y enviaba a la Policía para sofocarlas y reprimirlas violentamente.

Son días que dejaron huella en mi vida. Oigo todavía el estruendo de los disparos provocados por la CRS (Cuerpos Republicanos de Seguridad) –que debiera llamarse Cuerpos Represivos de Seguridad– y siento desbordar mi cólera desde mi boardilla de la calle Pigalle en la que vivía. Durante aquellas jornadas de lucha sin cuartel que duraron treinta días y treinta noches, ardieron los coches, saltaron los adoquines de la calzada, hubo gritos y se multiplicaron los resistentes y los heridos contra las fuerzas de ocupación gaullista. Pero, más allá de las contraseñas y las órdenes policiales, la lucha no fue nada fácil para nadie. Sólo en la noche del 10 al 11 de mayo hubo 805 heridos, de los que 345 eran policías.

miércoles, 2 de mayo de 2007

2 de mayo. Sueños utópicos



Entre los trabajadores que ayer se movilizaron en el Primero de Mayo, exigiendo “la igualdad” y “el empleo de calidad” (sólo en España se contabilizaron unas 40 manifestaciones importantes), una mayoría lo hizo por los obreros de Delfi. Pero me imagino que muchos de los que ya perdieron sus trabajos seguirán por unos años o ¿quien, sabe?, para el resto de sus vidas, sin la posibilidad real de encontrar lo que más desean: un “curro” digno. Sobre todo, los parados que, por su edad, ya sobrepasaron la esperanza de encontrarlo, o los que no disponen de medios ni de dinero para poder desplazarse en autobús o para diferenciar un domingo de un lunes al sol, pero sin sueldo.

Y sin embargo, entre ellos, los hay que viven sin el stress habitual de no pocos de los que sí tienen sueldo y trabajo. Yo, al menos, reconozco que mi ocupación actual está mucho más llena de sentido que cuando cobraba la jornada laboral, con un trabajo no pocas veces contradictorio y sin sentido. Porque, más que una retribución por una ocupación que se nos ha arrebatado, reivindicamos el derecho a seguir viviendo en un mundo con demasiados deberes y escasos derechos. Un mundo mecanizado y dirigido por fuerzas contradictorias. Un mundo sorteado por los cuatro dominadores del mercado que imponen sus reglas y aplican ciegamente sus objetivos: aumentar a toda costa su capital.

Sueño con un día en el que todos puedan trabajar y nadie tenga derecho a explotar a su vecino. Sueño en un momento utópico en que el valor del dinero desaparezca del mercado. Sueño en un mundo sin pisotones, sin carreras por triunfar, sin peldaños que conducen al poder, sin capitalistas ni detentadores... Sueño en utopías, y no quiero despertarme.