domingo, 6 de febrero de 2011

Egipto: doce días de revueltas.


Los centenares de miles de egipcios que salieron a la calle para celebrar una recién conquistada libertad y gritarle al dictador que abandonara el país de forma inmediata, no obtuvieron una respuesta clara. Hosni Mubarak, de casi 83 años, enfermo y forrado de dinero (se le calcula una fortuna de 1700 millones de dólares), se limitó a anunciar por televisión que no se presentaría a la reelección en septiembre, algo que no calmó la presión popular. “Moriré en la tierra de Egipto”, dijo, pese a la reclamación de los que llenaban la Plaza de Tahrir. La presión al “rais” egipcio para que pusiera fin a sus tres décadas de Gobierno no solo le había llegado de la calle, sino de países que, hasta aquel momento le habían apoyado. El mismo presidente de EE UU, su más fiel aliado en occidente, le conminó de madrugada a comenzar “ahora” la transición hacia la democracia, instando a la vez al ejército a velar para que el proceso se culminara de forma pacífica. La mayoría de la gente que seguía resistiendo en la Plaza de Tahrir tenía la esperanza de que el esperado discurso del presidente Mubarak respondiera a sus demandas. Pero tenían en su mente un lema claro: “Si Mubarak no se va, nosotros tampoco”. Muchos de los manifestantes se enterarían del contenido de su discurso gracias a las llamadas por el móvil. Y la reacción de las miles de personas que permanecían en la plaza fue la de no moverse hasta que Mubarak se fuera definitivamente del poder.

Seguidores y detractores de Bumarak.

Pero las intenciones de Mubarak de permanecer entre los suyos por las buenas o por las malas se hicieron patentes el pasado miércoles, cuando intentó aplastar la protesta de los manifestantes, enviando a sus matones a la Plaza de Tahrir. Un asalto en toda regla que provocó un elevado número de heridos y varios muertos. El Ejército, testigo de las refriegas, no movió, en esta ocasión, un dedo por mantener la seguridad del pueblo. Toleró y permitió que miles de individuos armados con cuchillos, barras de hierro, piedras y cócteles molotov, llegaran a los accesos de aquella plaza. La violencia se inició tras una discusión frente al Museo Egipcio en el que reposan los restos momificados de Ramsés II, el tesorero de Tutankamón, y cientos de papeles. Ni el Ejército ni la Policía, que desapareció misteriosamente, intentaron intervenir para frenarla. El primer asalto de los partidarios de Mubarak hizo retroceder unos cien metros a los manifestantes que protegían la entrada a la Plaza, a la altura del museo. Poco después, sus detractores se apropiaron de piedras y adoquines para recuperar el terreno perdido Ambos bandos quedaron separados por los carros blindados del Ejército. Pero los militares se hicieron a un lado y dejaron sus tanques, con la excusa de que no habían recibido ninguna orden para actuar.

Egipcios contra Murabak, heridos a garrotazos y pedradas.

Cientos de hombres de Mubarak, llegaron a la plaza armados y a caballo para atacar directamente a los manifestantes que continuaban pidiendo que se fuera el presidente Mubarak. La nueva fuerza, disfrazada de marabunta defensora y partidaria del dictador, estaba tomando las calles de El Cairo, dispuesta a sembrar el caos y el pánico entre la población egipcia. Las piedras volaban, impactando sobre el rostro o parte del cuerpo. El acoso de los partidarios de Mubarak fue aumentando también en las inmediaciones de la plaza. Agresiones, intimidaciones, robos de cámaras y de teléfonos se multiplicaron, con amenazas de muerte contra una prensa a la que acusaban de ser agresores de Egipto. Se intensificó la caería a periodistas extranjeros. Algunos de los seguidores de Mubarak, montados en caballos y en camellos, tras arrollar a varias personas, fueron reducidos y linchados hasta la muerte. El resto salvó la vida gracias a los esfuerzos de los manifestantes que, haciendo gala de una resistencia civil pacífica digna de Gandhi, protegieron a los agresores y los entregaron al Ejército. Durante esta noche, Al Yazira, la cadena qatarí, mantuvo cámaras en directo desde varios puntos de la ciudad. Los disparos con armas automáticas fueron hechos a partir de las 4.00, hora local (2.00 GMT), en un tiroteo que se prolongó cerca de una hora. Al Yazira agregó, citando testigos, que los disparos partieron desde tres lugares distintos próximos a la Plaza Tahrir, epicentro de las protestas contra el régimen de Mubarak.

Enfrentamientos en la Plaza de Tahrir.

Por lo menos en uno de los casos, la víctima recibió un tiro en la cabeza, según la misma cadena de televisión, que indicó que, antes de que comenzaran los disparos, varios desconocidos, cubiertos con pasamontañas, fueron vistos en los alrededores de la plaza. Al Yazira señaló que el Ejército, que desde el viernes pasado, se había encargado de custodiar la plaza, entró con sus tanques, pero su interrupción no calmó los disparos hechos por desconocidos. Muchos de los manifestantes anti-Mubarak denunciaron, desde Twitter y desde las cámaras de Al Yazira, que quienes entraron a caballo y en camello, provocando disturbios, eran policías encubiertos. Algunos de los manifestantes consiguieron “robarles” la identificación policial, escondida entre las ropas de paisano y las mostraban a las cámaras, denunciando que era la propia policía del presidente Mubarak la que provocaba el estallido de violencia. Continuaron los enfrentamientos en la plaza mientras el Museo Egipcio sufría un incendio por cócteles molotov lanzados. El Ejército intentó sofocar todas las llamas mientras de la Plaza Tahrir salían los heridos por golpes o pedradas.

Cuando la sangre llega al río Nilo.

Centenares de miles de egipcios que no pudieron acudir a la capital, por la paralización de los trenes, se manifestaron en Alejandría, Suez, Asuán, Mansur y en otras ciudades. Todos ellos gritaron parecidas consignas contra Mubarak, el dictador todopoderoso que se vio degradado desde la condición de enemigo del pueblo a la de simple estorbo. A la mañana siguiente, cientos de manifestantes seguían concentrados en la Plaza de Tharir, “dispuestos a llegar hasta el final” después de haber protagonizado la “manifestación del millón”, protesta que no lograba la dimisión inmediata del presidente. La situación se había tensado al máximo aquella noche, al manifestarse en las calles adyacentes a la plaza los seguidores de Mubarak al grito: “Mubarak, Mubarak, te queremos” y “Al Yazira, ¿dónde estás ahora?”. Los seguidores del régimen habían entrado en la Plaza Tahrir, guiados por trabajadores de los medios estatales y armados con palos. Los incidentes provocaron numerosos heridos. El Ejército llegó a disparar al aire para intentar separar a los manifestantes en uno de los accesos de la plaza. Además, se oyeron varios disparos.

Obama, con su otrora amigo, Mubarak.

A las 11 de la mañana del jueves se volvieron a reproducir los enfrentamientos del miércoles en la Plaza de Tahrir con los seguidores de Mubarack que disparaban y lanzaban piedras contra los opositores al régimen. A la misma hora, la televisión Al Yazira mostraba los enfrentamientos registrados durante la noche. Y la BBC aseguraba que los seguidores de Murabak habían vuelto a atravesar el cordón del Ejército en la plaza, lo que provocó nuevos enfrentamientos. España Francia, Reino Unido, Italia y Alemania emitieron un comunicado en el que llamaban a que la transición comenzase inmediatamente y aseguraban: “La población egipcia debe tener el derecho a manifestarse de manera pacífica y gozar de la protección de las fuerzas de seguridad”. Minutos más tarde, los militares conseguían abortar la última tentativa de los seguidores de Moubarak que querían de nuevo atacar. A las doce horas, Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, pedía a todas las partes que se sentaran a hablar y ofrecía ayuda de las Naciones Unidas. En su llamada a Mubarack para que garantizase la seguridad de las protestas, se quejaba: “Estamos preocupados por la violencia y los ataques”. Declaración muy parecida a la de los líderes de los principales países europeos quienes, hasta estos momentos, se habían mostrado de acuerdo con Murabak, pasando por alto todos sus abusos de poder.

El amigo Mubarak, con Zapatero.

Todo valía en las relaciones diplomáticas. Se recordaba cómo Obama le había reído de las gracias de tirano. Sarkozy, Mérkel, Zapatero y otros presidentes le habían apretado calurosamente su mano. Y nadie osaba advertirle de que la represión contra el pueblo podía pasarle factura. Ahora, Alemania, Francia, España, Italia y Reino Unido emitían un comunicado de condena por la pasividad del Gobierno de Mubarak a la hora de proteger a los manifestantes de la oposición.

Los manifestantes no dejan de gritar: “¡Vete afuera, Mubarak!”

En rueda de prensa televisada, el primer ministro, Ahmed Shafiq se disculpa por la violencia y se presta a ir a la plaza en persona. “La situación –explica–se fue de las manos y está hiriendo los corazones de los egipcios. Es una vergüenza ver a la gente tirándose cócteles molotov los unos a los otros. Es una lección que debemos aprender. Se llevará a cabo una investigación completa sobre lo ocurrido”. Pero, un cuarto de hora después, los combates vuelven a la Plaza de Tharir, tras un nuevo ataque de los partidarios del régimen de Mubarak. El Ejército egipcio, que inicialmente había frenado la primera oleada de los agresores con disparos al aire, vuelve a desaparecer. Los fieles de Mubarak toman posiciones en el puente “6 de Octubre” que les da una posición de ventaja para atacar, junto al museo egipcio. Los manifestantes, que siguen exigiendo la salida del presidente egipcio, recuperan parte de las posiciones perdidas en la noche anterior. Los miembros de la revuelta popular, que consiguieron resistir dentro de la plaza, reciben refuerzos durante toda la mañana. También comida y agua. Y se organiza un hospital de campaña en una mezquita de la plaza.

Los egipcios, hartos del Faraón.

Grupos de partidarios de Mubarak rodean el hotel Ramsés Hilton en busca de corresponsales extranjeros. Los informadores denuncian ser objeto de detenciones injustificadas y que, en ocasiones, policías de paisano les han requisado el material gráfico obtenido. Desde Madrid, la canciller alemana, Ángela Merkel y el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, urgen a Mubarak, para que ponga fin a los ataques a los manifestantes que protestan en las calles y dialogue con la oposición para iniciar de forma pacífica el cambio en el país. Pero Mubarak vuelve a jugar con su carta preferida: “Si dimito hoy, esto será el caos y los hermanos musulmanes se harían con el control”. En una entrevista con la cadena ABC, el presidente egipcio niega que Obama le exigiera dimitir inmediatamente.”Obama es un buen hombre, pero no entiende la complejidad de la cultura egipcia y lo que pasaría aquí si yo dimito”. Durante la entrevista, aparece junto a su hijo Gamal y niega que alguno de los dos se vaya a presentar a las próximas elecciones: “Estoy harto –protesta–. Después de 62 años en el servicio público, he tenido suficiente. Quiero irme. No me gusta ver como los egipcios luchan unos contra otros”, dice un día después de que ni su Gobierno ni el Ejército hicieran nada por evitar los ataques en los que varios policías fueron descubiertos, instigando la violencia contra manifestantes y prensa internacional.

Berlusconi defiende a Mubarak.

Y mientras Washington negocia un gobierno de transición liderado por el vicepresidente, Omar Suliman, los egipcios, según The New Cork Times, protestan masivamente contra Murabak en el llamado “Día de la salida”. El número de heridos en el décimosegundo día en la Plaza de Tahrir es de cinco mil. Mohamed Tantawi, ministro de Defensa y viceprimer ministro, se permite visitar e inspeccionar las tropas apostadas en torno a la plaza. El Gobierno egipcio, dando una de cal y otra de arena, anuncia que asignará el equivalente de 260 millones de dólares como compensación por los daños materiales causados por los actos de pillaje y los disturbios provocados los últimos días. En Europa, la cumbre de jefes de Gobierno de los 27 hace, al fin, un llamamiento genérico a la calma sin demasiada convicción y pide “a todas las partes” que se comprometan “en un verdadero diálogo”. De esta, manera evita señalar la puerta a Mubarak, que cuenta con el apoyo de jefes de Gobierno como Silvio Berlusconi. Tanto desde la UE como desde EEUU, se exige al presidente egipcio que lleve a cabo una transición política de inmediato. Y Berlusconi le defiende “como el hombre más sabio” de Oriente Medio. “Espero –declara a un grupo de periodistas– que en Egipto pueda haber una transición hacia un sistema más democrático, sin una interrupción del presidente Mubarak, que, en Occidente, sobre todo en Estados Unidos, es considerado un hombre de lo más inteligente y un punto de referencia cabal”… Al caer el sol, el ambiente nocturno no deja de animarse y se oyen de nuevo los gritos de “Vete!, ¡Vete!, ¡Vete!”, después de la oración de los viernes, en la que un clérigo elogia la “revolución de los jóvenes” mientras repite: “Queremos la dimisión de la cabeza del régimen”.


El presidente de EEUU, Barak Obama, señala: “El futuro de Egipto debe ser decidido por el pueblo egipcio” en una transición que debe comenzar “ya” y llevar a unas elecciones “limpias e imparciales”. Mubarak se ha convertido en un apestado para EEUU. El plan que negocia la Casa Blanca con el Ejército egipcio es formar un Gobierno de transición encabezado por Omar Suleimán, el actual vicepresidente. Según “The New York Times”, Obama no está dispuesto a continuar teniendo un aliado tan incómodo hasta las próximas presidenciales, previstas para septiembre. Y, tras 12 días consecutivos de protestas, los egipcios continúan exigiendo, el fin del régimen de Mubarak. “Nosotros nos quedamos, tú te vas”, son las últimas consignas repetidas. Convocados en “el día de la despedida”, miles de egipcios han vuelto a salir en las principales ciudades de Egipto y en la capital. Tras defenderla a sangre y fuego la Plaza de Tharir contra el asalto de los matones de Mubarak, los egipcios no están dispuestos a entregarla hasta que el presidente deje el cargo.


Desconectamos del drama Egipto para volver, como cada domingo, al humor. Seguimos, después de la viñeta de Forges, con la de Latuf (Si tu Gobierno desconecta Internet, desconecta tu Gobienro), Benett, De Angelis, Tasio y J.R. Mora.






Esta semana, “El Jueves”, resalta, como pueden observar, el pene real con un par de huevos. De esta manera, la revista de humor desmiente a Jaime Peñafiel, quien, en el programa televisivo “La Noria”, había asegurado que al monarca se le había amputado un testículo. “El Jueves” lo desmiente a su manera: con humor. “La Zarzuela desmiente a Peñafiel y demuestra que a su majestad no le falta ningún huevo”, reza la portada.


Por su parte, los habituales humoristas de cada semana perfilan sus dibujos. Comenzamos con Manuel Fontdevila: El rayo, Los líderes, Mañana, Repaso a los deberes y Revoluciones.






Terriotorio Vergara presenta: Las potencias occidentales, La marcha del millón, El PP ahora contra el pacto, El mal menor y La visita.






Y Pep Roig repasa su “Antología de chistes agoreros”.






Terminamos con cuatro vídeos. El primero, sobre lo ocurrido el pasado miércoles en El Cairo:



¿Y ese señor va a ¿ser capaz de darnos trabajo?



Emocionantes declaraciones de un egipcio residente en Londres sobre las esperanzas que se abren en su país tras las movilizaciones de estos días.



Y la chirigota ganadora del concurso del año pasado en Cádiz. Popurrí de la Chirigota “Los que Van por Derecho” del Vera Luque

3 comentarios:

Pep Roig dijo...

LAs viñetas de humor de esta edición son demasiado pequeñas, prácticamente ilegibles

Santiago Miró dijo...

Lo sé, Pepe, ha sido un error técnico que no logro subsanar.

Anónimo dijo...

Y has introducido publicidad sonora al inicio. Esto es otro error técnico...
chiflos