viernes, 4 de octubre de 2024

“Austria, Le Pen y otros nazis de buen ver”.

Herbert Kickl, líder ultraderechista del partido austriaco FPOe, después de ser reelegido líder durante el Congreso Ordinario del Partido Federal. Foto Helmut Fohringer.

David Torres confirma que la reciente victoria de Herbert Kickl, líder del FPÖ en Austria, tiene un eco siniestro con la de Hitler en las elecciones federales de 1933, un amargo y sanguinario triunfo de la democracia que casi nadie quiere recordar por razones obvias. “Al tío Adolf, el mayor genocida de la humanidad, lo tenemos catalogado como dictador, olvidando que llegó al poder gracias a unas elecciones democráticas, en un país trufado de institutos, universidades y laboratorios, aupado por un electorado al que se puede calificar de cualquier cosa excepto de inculto

“Los parecidos se diluyen un poco al examinar la situación al detalle: el incendio del Reichstag, del que se acusó falsamente a los comunistas, el miedo a una guerra civil y la ceguera del mariscal Hindenburg. Sin embargo, al igual que el FPÖ, los nazis de 1933 no consiguieron la mayoría absoluta y tuvieron que contar con el apoyo del Zentrum, liderado por el sacerdote católico Ludwig Kaas. Pese a su victoria en las urnas, de momento nadie quiere un gobierno presidido por Kickl, ni los liberales, ni los socialdemócratas, aunque los populares del OVP, con el actual canciller Karl Nehammer al frente, ya se lo están pensando. A ver, son populares por algo. En cuestiones históricas, nadie dijo que el presente sea un calco exacto del pasado, sino que la Historia se repite. En este caso, Austria repite el circo siniestro de Alemania en 1933 hasta el punto de que Kickl insiste en ser nombrado Volksanzer, ‘canciller del pueblo’, un palabro que apesta a nazismo por los cuatro costados.

David Torres dice no recordar donde leyó eso de que no es que la Historia se repita, sino que los historiadores se copian unos a otros. “Si esto es así, últimamente los historiadores de moda han debido darse un atracón de alubias con chorizo, porque, la verdad, se repiten muchísimo. La reciente victoria de Herbert Kickl, líder del FPÖ en Austria, tiene un eco siniestro con la de Hitler en las elecciones federales de 1933, un amargo y sanguinario triunfo de la democracia que casi nadie quiere recordar por razones obvias. Al tío Adolf, el mayor genocida de la humanidad, lo tenemos catalogado como dictador, olvidando que llegó al poder gracias a unas elecciones democráticas, en un país trufado de institutos, universidades y laboratorios, aupado por un electorado al que se puede calificar de cualquier cosa excepto de inculto.

“Los parecidos se diluyen un poco al examinar la situación al detalle: el incendio del Reichstag, del que se acusó falsamente a los comunistas, el miedo a una guerra civil y la ceguera del mariscal Hindenburg. Sin embargo, al igual que el FPÖ, los nazis de 1933 no consiguieron la mayoría absoluta y tuvieron que contar con el apoyo del Zentrum, liderado por el sacerdote católico Ludwig Kaas. Pese a su victoria en las urnas, de momento nadie quiere un gobierno presidido por Kickl, ni los liberales, ni los socialdemócratas, aunque los populares del OVP, con el actual canciller Karl Nehammer al frente, ya se lo están pensando. A ver, son populares por algo. En cuestiones históricas, nadie dijo que el presente sea un calco exacto del pasado, sino que la Historia se repite. En este caso, Austria repite el circo siniestro de Alemania en 1933 hasta el punto de que Kickl insiste en ser nombrado Volksanzer, ‘canciller del pueblo’, un palabro que apesta a nazismo por los cuatro costados”.

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