Peligra el alto el fuego: ¿Qué esperabais de un mono con platillos jugando a gobernar?
Donald Trump ha anunciado
un alto el fuego entre Irán e Israel como quien lanza una oferta del Black
Friday: con letras mayúsculas, entusiasmo de vendedor de teletienda y una fe
ciega en su propio relato. Lo ha llamado “La guerra de los 13 días”. Le ha
puesto nombre antes de que termine. La ha convertido en producto, en historia,
en branding. Porque para Trump, las guerras no se libran: se narran. Y si se
puede salir en la portada y llevarse el mérito, mejor.
Pero mientras él
felicitaba a las partes por su “coraje e inteligencia”, Israel seguía lanzando
misiles sobre Teherán y la Guardia Revolucionaria iraní respondía con ataques
balísticos sobre Beersheva. No es paz. Es pausa. Y peligra desde el primer
minuto.
Trump habla de “acuerdo
ilimitado” mientras todo huele a pólvora y petróleo. Porque su concepto de
diplomacia es el de un niño jugando con cerillas: provocar el incendio para
luego colgarse la medalla por apagarlo. Aunque el fuego siga ardiendo por
dentro.
No hay tratado, ni
verificación, ni garantías. Solo un tuit, un par de fotos, y el ruido habitual
de un sistema internacional que se cae a trozos mientras aplaudimos al que
grita más fuerte. La pregunta no es si durará el alto el fuego. La pregunta es
cuánto falta para el siguiente show. (Spanish Revolution)
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