martes, 22 de julio de 2025

“Por el humo se sabe dónde está Ayuso”

 

Isabel Díaz Ayuso, a 14 de julio , en Madrid. Carlos Luján. Europa Press

David Torres nos recuerda en Público cómo, en medio de una canícula mortal, las posibilidades de ocio en Madrid siguen siendo incomparables tras la promesa de la construcción de un Cristo titánico y de un circuito de Fórmula 1. “La tarde del pasado jueves la oferta turística se disparó inesperadamente con un churrasco improvisado de tres mil hectáreas y pico. Es cierto que el churrasco empezó en los alrededores de Méntrida, provincia de Toledo, pero el humo y las cenizas pronto alfombraron el firmamento de la capital de España con un fabuloso manto apocalíptico a 38º Celsius. Velázquez se habría vuelto loco intentando remedar ese asfixiante tono púrpura. Aparte de los mejores cielos, los mejores torreznos y el mejor Cañón del Colorado, Madrid también cuenta con los mejores incendios forestales del mundo.

 “De hecho, dos días después brotó otro churrasco en Arroyomolinos, aunque bastante más modesto, lo que da la razón al proyecto arboricida de Almeida. Cuantos menos árboles haya, menor riesgo de incendios: una idea de bombero que ya se le ocurrió a George W. Bush hace un cuarto de siglo y cuyo objetivo último es dejar las ciudades peladas como el desierto del Sáhara. En un desierto es jodido provocar un fuego. Sin embargo, es curioso que se emplee peyorativamente la expresión ‘ideas de bombero’, cuando las ideas de bombero y en particular, los bomberos, han salvado tantas vidas. En el incendio del jueves no hubo que lamentar ninguna víctima, aunque un reportero de Telemadrid por poco no se chamusca vivo gracias a la costumbre de informar de una catástrofe desde el puto epicentro de la catástrofe. (…)

“Lo verdaderamente peligroso no son las ideas de bombero sino las almas de pirómano. Por pura coincidencia, el conflicto entre los bomberos y la Comunidad de Madrid parece encaminarse a un acuerdo definitivo después de más de quince años de lucha sindical, de protestas, huelgas, sueldos congelados y denuncias de condiciones laborales inadmisibles. Para Ayuso, lo mismo que para sus predecesoras en el cargo, lo esencial en Madrid es pagar bien a los toreros, a los banderilleros, a los curas y a los Legionarios de Cristo. Un incendio en la capital solo ocurre de higos a brevas mientras que las ocasiones de pecar están a la que salta y un miura puede embestir desde cualquier esquina. Nunca se sabe cuándo puedes necesitar un torero de guardia para que te haga un quite por chicuelinas o un aguerrido sacerdote que aleje a un demonio disfrazado de mujer fatal a golpe de escapulario.

“Todo lo que yo sé del noble oficio de apagar fuegos se reduce a un coche de bomberos que me regalaron de niño y, más recientemente, a las ocho temporadas de Chicago Fire que me he tragado hasta la fecha. No es que sea una gran teleserie, ni siquiera muy buena, pero mientras estoy en casa, sufriendo con la elíptica, me entretengo contemplando los cuerpazos de las bomberas (en especial, Miranda Rae Mayo) y de los bomberos (en especial, Taylor Kinney). Sospecho que Ayuso es de esa gente que piensa que los bomberos solo sirven para decorar calendarios, esa gente que, calibrando los resultados de las elecciones madrileñas, aplaudiría muy a gusto una teleserie sobre arzobispos en acción y otra sobre toreros de urgencia.

“Además, Ayuso posee una envidiable capacidad para encender fuegos apenas abre la boca. A veces, sin abrirla siquiera. En la Cañada Real el vecindario denunció que el incendio del jueves fue provocado por los continuos cortes en el suministro eléctrico y responsabilizó directamente a Ayuso. Un montón de gente que vivía sin luz, prácticamente sin agua potable y ahora también sin techo. Un montón de chabolas arrasadas en tres mil hectáreas que, a fin de cuentas, se iban a quemar igual. Mientras tanto, Ayuso veraneando en un chalet con piscina propiedad de la Comunidad de Madrid que ha costado más de cuatro millones de euros. No se sabe si su novio, Alberto González, la acompaña en los chapuzones, aunque a estas alturas de su complicada situación jurídica lo mismo ya ni es novio ni nada, igual que Montoro o que Bárcenas. En Madrid, Ayuso no tiene la menor posibilidad de tropezarse con su novio, ni en un ático de lujo ni en un chalet pagado con dinero público. Los que tropezamos somos nosotros”.

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