24 de mayo. Siete razones contra las corridas.
Frente a los que defiende con uñas y dientes las corridas y apelan por la raigambre de la tradición y por el supuesto arte del toreo (los toreros siempre me han parecido hacer gala del coqueteo con la muerte, convirtiéndolo con orgullo en su profesión. Cuantos más toros muertos en sus vidas, más arrogantes e endiosados se sienten), me permito recordar las razones de quienes abogan por la supresión de la lidia. Entre ellas, las aportadas por Fernando Álvarez, etólogo, profesor de investigación (CSIC, Estación Biológica de Doñana):
- El toro sí sufre durante las corridas. Al no poder huir, no puede expresar su rechazo a la lidia. Le sigue la abundante hemorragia y los desgarros producidos por la puya y las banderillas en músculos, nervios y huesos, hasta que las repetidas estocadas y el consiguiente encharcamiento pulmonar y asfixia acaban con su vida.
- El toro no disfruta de una especial buena vida ni de una muerte digna. Como el cerdo ibérico que lleva en la dehesa la mejor vida para producir buenos jamones, las condiciones del toro en el campo son las elegidas por el ganadero para su uso en la plaza. En el concepto de muerte digna, no cabe el morir acuchillado en un espectáculo, sino ser bien tratado hasta el último momento, evitándose el sufrimiento. ¿Qué hacer, además, con la picaresca del afeitado de los cuernos, la irritación de las pezuñas o las purgas debilitantes?
- La supresión de la lidia no implica la extinción del toro bravo ni de su hábitat. Ambos se conservan con fines económicos y, de suprimirse la “fiesta”, serían conservados, como lo son otros ecosistemas y razas bovinos, incluido el uro primigenio. El sufrimiento de los humanos y de otros seres no justifica la tortura del toro en la plaza. Ocuparnos ante todo del sufrimiento de otros seres humanos no es pretexto para continuar produciendo dolor en los animales.
- El aspecto artístico y tradicional de la lidia no justifica su componente sádico. Puede quizás expresar un cierto sentimiento heroico de la vida y algunos experimentan una emoción estética en el ambiente colorista de la plaza. Para muchos otros, esa emoción la anulan los mugidos y jadeos del animal desesperado y los chorros y vómitos de sangre. La machacona alabanza de la “fiesta” en prensa, radio y televisión, habitúa desde la infancia al ciudadano, quien llega a no ver al toro como un ser que siente. Hasta las instituciones del Estado participan en este embotamiento, subvencionando o asistiendo sus cabezas visibles a las corridas.
- El beneficio económico de la lidia está manchado de sangre. Y justificar el espectáculo del sufrimiento con el beneficio económico es inmoral. La campaña a favor de la lidia está a cargo de críticos taurinos, ganaderos, toreros y empresarios.
- La oposición a la lidia ha sido una constante en la historia de España. Isabel la Católica, Lope de Vega, Tirso de Molina y Quevedo, mostraron su aversión por los toros. Para los ilustrados, la “fiesta” era bárbara, sangrienta y cruel, y varios reyes borbones la prohibieron. Su restauración por José I y Fernando VII fue fuertemente protestada. A los taurófobos escritores del 98 les siguió el afán taurino de los poetas del 27, deslumbrados por el enfrentamiento hombre-animal. Ferrater Mora fue la discordante voz anti-taurina en la dictadura.
- Si la lidia ha iluminado grandes obras pictóricas y poéticas, fue mayúsculo en sus autores el olvido del toro, sacrificado a sus entelequias. En contrapartida, se han manifestado respecto a ella, como “fiesta” bárbara de desprecio al animal, figuras extranjeras y de cultura ibérica. Entre las últimas, Balmes, Campomanes, Jovellanos, Blanco White, Larra, Joaquín Costa, Pío Baroja, Caro Baroja, Jacinto Benavente, Leopoldo Alas, Ramón y Cajal, Unamuno, Gregorio Marañón, Sorozábal, Ferrater Mora, Francisco Umbral, Haro Tecglen, Rodríguez de la Fuente, Salvador Pániker, Esperanza Guisán, Eduard Punset, Rosa Montero, Lucía Etxebarria. Muños Molina, Jesús Mosterín, Manuel Vicent y Saramago).
3 comentarios:
Totalmente deacuerdo. Es una tortura atroz propia de los seres humanos, que como todos sabemos es la especie animal más inhumana que existe. Que decepción y absurdez el dolor siendo vivo.
chiflos.
Yo soy contrario a la fiesta por razones totalmente diferentes. Y me entristece, entre los detractores, ser una minoría.
Imaginemos por un momento que se monta un show televisivo que consista en lo siguiente:
Se disponen seis revólveres cargados con balas todas falsas excepto una, en uno de estos.
Entra un caballero y, debe escoger una pistola al azar, hacer girar el tambor y apretar...
¿Acaso no es una aberración hacer de la muerte humana un espectáculo?
¿Sería denunciable y punible este show?
Bueno, pues en el caso de los toros nos hallamos ante algo parecido. Un pobre sujeto se juega la vida para regocijo de todo el público, que es devorado por el morbo de la muerte en directo. Esto se retransmite, y encima se paga a estos hombres. Incluso se permite entrar en este juego suicida a menores de edad...
Estoy en contra de los toros por que son el último vestigio que queda de la barbarie del circo romano; a la que esclavos modernos se ven empujados, aún hoy, para salir de una miseria absoluta. No está lejos el día en que los toreros patrios lleguen a este país en patera.
Me entristece sobremanera que nadie más que yo piense así en los foros antitaurinos. Presentar una compasión mayor por el animal que por el esclavo que será sacrificado es muestra de ser tan salvaje como los que pagan por asistir a una corrida. Esta insensibilidad por la vejación moral, democrática y laboral que supone una corrida de toros me da el justo retrato de nuestra sociedad.
Recuerdo una entrevista de Dolores Uribarri, en la que relataba que, siendo ella coordinadora de la defensa civil en el sitio de Madrid , recibió en audiencia a una delegada de una sociedad filantrópica francesa.
La pasionaria, desesperada por cualquier tipo de ayuda internacional, se aprestó a tener la entrevista, que ella resumía más o menos así:
(dice la delegada)"Verá Vd., en nuestro país estamos muy preocupados por la suerte que correrán Perros y Gatos en este conflicto".
La pasionaria, que no salía de su asombro e indignación le contestó.
"No tiene Vd. que preocuparse en absoluto por ellos. Hace ya tiempo que nos los hemos comido a todos del hambre que pasamos".
En este asunto, el primer explotado y sacrificado es el ser humano.
Con permiso. (a José)
Tu interpretación me parece acertada, pero parcial. Me explico: Si discutieramos acerca de la pena de muerte, tu objección sería la del puesto de trabajo del verdugo. Es una razón más, pero no la unica. "el otro es uno mismo"
El toro es uno mismo -digo yo- y en el 100% de los casos será la victima más inmediata.
chiflos.
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