jueves, 20 de noviembre de 2008

Bono da marcha atrás y se queda sin su santa.


José Bono quiso acabar ayer con la polémica suscitada por la placa en homenaje a sor Maravillas, religiosa santificada por Juan Pablo II, nacida en uno de los edificios del Parlamento. “Es público y notorio –dijo el presidente del Congreso– que no se dan las condiciones apropiadas”. E insistió en que la idea de rendir tributo a la religiosa, promovida por el PP, no pretendía hacer un reconocimiento de confesionalidad religiosa ni molestar a nadie. Pero era evidente que sí había molestado, y mucho, a la mayoría de diputados, excepto al PP. Y, para evitar la “confrontación” y el “malestar” entre diputados, zanjó de esta forma el episodio.

La decisión primera de Bono, tomada a la chita callando, contaba con el apoyo del PP y con un supuesto mutismo del parlamento. Pero la propuesta enseguida despertó las sospechas de los parlamentarios del grupo socialista y de ERC-IU-ICV, que alegaron que se vulneraba el principio de aconfesionalidad consagrado por la Constitución. Ante tal embestida, al final, Bono y el PP dieron marcha atrás, lamentando la polémica y subrayando que no había intención de ofender o incomodar a nadie. “Las decisiones de la Mesa y las decisiones del presidente pueden ser erróneas –alegó Bono–, singularmente las mías, pero, desde luego, no están cargadas de mala intención contra nadie”. Joan Ridao, portavoz de ERC en la Cámara Baja, consideró “sabia” la decisión porque subsanaba un error. Y Joan Herrera, de ICV, se mostró satisfecho, pero pidió que la polémica condujera a una reflexión a fondo sobre la aconfesionalidad de las instituciones del Estado.

Al parecer, el colmo había llegado cuando una cámara de televisión captó al presidente del Congreso en una conversación distendida con tres diputados del PP. Conversación que fue posteriormente matizada por el propio Bono, quien aseguró que tales palabras no tenían “el más mínimo ánimo de molestar a nadie”. En la grabación, Bono, que alegó posteriormente que bromeaba, se dirigía a los parlamentarios del PP, comentado: “Hay una santa y algún malo… y los hijos de puta del partido propio”. Era la segunda vez que una cámara se la jugaba a Bono. La primera fue en enero de 2004, cuando era presidente de Castilla-La Mancha y llamó “gilipollas” al primer ministro británico, Tony Blair, en un comentario privado que fue captado por otra cámara.

La portavoz del PP en el Congreso había afirmado que, de no traer la santa al Congreso, se estaría cometiendo una “discriminación” por motivos religiosos. Sáenz de Santamaría disentía por completo de la “visión” del Estado aconfesional y recordaba que la aconfesionalidad “supone que nadie puede ser discriminado por razón de sus creencias religiosas”. Por el contrario, Leire Patín, secretaria de organización del PSOE, sostenía que “las Cortes deben mantener su estatus aconfesional y, más allá de sus méritos más o menos discutibles, se me ocurren otras candidatas”. Elena Valenciano, responsable de política internacional del PSOE, pedía que, si la madre Maravillas iba a tener una placa, “hay que poner otras a las Trece Rosas, en referencia a los 13 jóvenes comunistas fusiladas durante la contienda”. Y Bono optó, muy a pesar suyo, por dar marcha a atrás y quedarse sin santa. El mismo Alfonso Guerra había señalado que aquel homenaje era una “decisión horrorosa” La última decisión del presidente calmó los ánimos. “Una vez reconocido el pecado –señaló Joan Ridao, de ERC– ahora queda que se haga propósito de la enmienda”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A Bono le gustan las placas, condecoraciones, medallas y toda clase de quincalleria en general -civil, militar y ecuestre.- Fue un ministro quinqui de defensa que se hacía condecorar a si mismo. Recientemente se ornamentó con pelos el exterior de la cúpula craneal, cada uno de ellos costosisimo.( un cabello 100vacunas para africa) Ante tal maravilla debió prometerle una placa a la madre maravillas. Menos mal que el parlamento es sagrado.
chiflos.