El Cervantes para Caballero Bonald; vallas y palos para los manifestantes.
Caballero Bonald.
Empecemos por el principio, por el Cervantes,
concedido el martes pasado a Caballero Bonald, un escritor peleón y activo en
la lucha antifranquista. Los príncipes de Asturias entregaban este premio en la Universidad de Alcalá
de Henares. Junto a las puertas del Paraninfo de esta localidad madrileña, un centenar de personas se
concentraron con banderas republicanas para increpar a Felipe y Letizia.
Sobre las doce del medio día, comenzaron a llegar las autoridades entre las que
se encontraba el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y su esposa; el
ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert; el secretario de
Estado de Cultura, José María Lassalle; la directora general
de Política e Industrias Culturales y del Libro, María Teresa Lizaranzu;
el presidente de la
Comunidad de Madrid, Ignacio González; la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes; el director
del Instituto Cervantes, Víctor García
de la Concha
y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. Asimismo,
acudieron a la ceremonia personajes importantes de las letras como el
exministro de Cultura, César Antonio Molina; Mario Vargas Llosa; Carmen Iglesias; Margarita Salas; Ana María
Matute, Premio Cervantes en 2010; Soledad Puértolas; Luis Mateo Díez o Antonio Gamoneda, Cervantes en 2006, así como los artistas Miguel Ríos y Luis Eduardo Aute, amigos del escritor. El galardón más
importante de las letras hispánicas, tradicionalmente entregado al coincidir
con el Día del Libro, fue concedido a este escritor andaluz, maestro en el uso
del idioma por una prolífica e intensa trayectoria en la que cultivó casi todos
los géneros, destacando sobre todo en poesía. Príncipes y autoridades fueron
recibidos con abucheos, acallados en algún momento por los aplausos. A su llegada al Paraninfo de la Universidad , el
escritor, acompañado por su mujer, hijos y algunos de sus nietos, más que
nervioso, se encontraba “aturdido” por un “cúmulo de actos y de halagos” que
suponía “verdaderos”.
El Rey recibe en la Moncloa a Caballero Bonald.
José
Manuel Caballero Bonald había sido recibido el lunes por los reyes en el
Palacio de la Zarzuela. El
rey Juan Carlos, de pie y sin muletas, saludó a su invitado, de 87 años. Pese a
que el monarca es doce años más joven que el escritor, le recibió con la frase:
“Está usted mejor que yo”. No en vano podía disimular el monarca su operación
sufrida el 3 de marzo de una hernia discal. Antes, caminaba con la ayuda de
muletas y los médicos habían estimado necesario “de dos a seis meses” para una
recuperación completa. Pero el rey tenía
prisa para volver a “trabajar” y estaba decidido a mostrar que estaba listo
para volver: “Ya tengo ganas de estar como usted –le dijo espontáneamente–.
Pronto, estaré dando guerra otra vez”. Su empeoramiento de la salud, operado en
siete ocasiones, desde mayo de 2010, suscitó cierta inquietud, al coincidir con
un deterioro de la imagen de la monarquía española, salpicada por polémicas y
un escándalo de corrupción, entre una población asfixiada por el desempleo y
las políticas de austeridad. En noviembre pasado se le implantó una prótesis en
la cadera izquierda debido a una artrosis y en abril fue operado de la cadera
derecha por una luxación. Días antes, los médicos le habían colocado en esa
misma zona otra prótesis, a raíz de una fractura causada por una caída mientras
cazaba elefantes en Botsuana, lo que provocó que fuera repatriado de urgencia.
Pero, en junio de 2011, ya había sido operado de la rodilla derecha e
intervenido, en septiembre del mismo año, de un desgarro en el tendón de
Aquiles. Además, en el 2010, al monarca se le extirpó un tumor benigno en un
pulmón. Otras preocupaciones morales le preocupaban, como la imputación, el 3
de abril, de su hija menor, Cristina, en la investigación por corrupción
abierta contra su marido, Iñaki Urdangarin. Y, según un sondeo publicado
por El País el 7 de abril, pero
realizado antes de la imputación de la infanta, sólo un 42% de los españoles
“aprobaban” la forma en que el monarca ejercía sus funciones, frente a 53% que
la “desaprobaban”. En estas circunstancias recibía al escritor Caballero Bonald
que, al día siguiente, recibía el Premio Cervantes.
Caballero Bonald frente a los príncipes, Felipe y
Leticia, el presidente del Gobierno y otros.
Caballero Bonald excusó su ausencia en la lectura
de El Quijote, que tradicionalmente inaugura el Premio Cervantes, porque estaba
“muy cansado” y, tras achacar a su edad el hecho de que cada vez se agote “con
más frecuencia”, indicó que había pasado la noche descansado “de forma
estimable”. Quién sabe lo que pasó por su mente en los momentos anteriores a
recibir el premio. Tantos recuerdos le abrumaban. Cuando salía con su amigo
Ángel González, antes de que la muerte se lo llevara muy lejos, podía estar con
él una hora acodado en una barra de un bar sin decir ni pío. Porque “el
silencio es también una buena palabra”. Podía recordar la indignación expresada
hace más de diez años, cuando España intervino en Irak, y él rompía su silencio
poético, escribiendo un libro cabreado, ‘Manual de infractores’. “Más que
indignado, me sentía enfurecido por lo que ocurría; si hubiera sido más joven,
me habría ido de España otra vez, como cuando me largué, en el peor tramo del
franquismo, a Venezuela –reconocía a Juan Cruz en el País Semanal–; entonces
estaba cansado de censuras, sobresaltos, sectarismo, catolicismo armado… Y hace
una década o cosa así, en la época de Aznar, acabé harto de lo que ocurría, de
la porquería que había alrededor, las mentiras, la tosquedad…”. De pronto, sonó
el himno de España y María Teresa
Lizaranzu, la directora general de Política e Industrias Culturales y
del Libro, pronunció las primeras
palabras del acto. Después, y tras recibir de manos del Príncipe de Asturias la
medalla y la escultura con la que se galardona esta distinción, el jerezano
subió al estrado y pronunció el discurso que había preparado, destacando la
poesía de Miguel de Cervantes, un “vencedor literario de todas las batallas
para la libertad”.
Caballero Bonald, leyendo su discurso.
En el Paraninfo de la Universidad de Alcalá
de Henares, Caballero Bonald nos lo recordó en
su discurso: “Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden
quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la
razón”. El autor, gaditano de 86 años, habló de la poesía y sus placeres
y de los versos como arma ante los excesos del poder y los enemigos de la
libertad. Y defendió, como autor de “Descrédito del héroe”, la poesía frente a
los “desahucios de la razón y a los descalabros, añadiría yo, de la fuerza
ciega”. En un discurso reivindicativo del poder consolador de la poesía en unos
momentos tan críticos y cuando se sufren tantas injusticias, afirmó que “la poesía
puede corregir las erratas de la historia” y reclamó “la
potencia consoladora” de la misma, tan necesaria en un mundo como el actual,
“asediado de tribulaciones y
menosprecios a los derechos humanos”. Leyó con voz firme, pausada, y con
ese lejano deje andaluz que todavía le queda, que estuvo dedicado en buena medida a Cervantes, a su
infravalorada poesía, a su concepción de la libertad y a esos años
enigmáticos y “zonas de penumbra” que hay en su vida, “esas huidas imprevistas,
zozobras, cautiverios”, que vienen a ser como “la síntesis biográfica de un
perdedor”. Pero, por muchos fracasos y decepciones que sufriera, Cervantes
“nunca renunció a ir macerando en la memoria su más universal empeño creador:
el que hizo de la libertad un fecundo condimento literario”. Basta con ojear
“el esplendor polifónico” del Quijote para entender que “todo lo que tuvo de
infortunada la vida de Cervantes acabó encontrando una justiciera contrapartida
en esa manifestación
suprema de la propia libertad que es la palabra”. “Más que la
imagen del vencido por la vida, lo que ese Cervantes acaba sugiriendo es la del
vencedor
literario de todas las batallas por la libertad”, señaló
Caballero Bonald, quien al principio de su discurso recordó a otros escritores que
ya habían recibido “el premio mayor de nuestras letras”, como Antonio Gamoneda,
José Emilio Pacheco, Juan Marsé, Ana María Matute o Juan Gelman, “amigos
queridos y autores predilectos”. Superviviente, junto con Francisco Brines, de
la llamada Generación de los Cincuenta, Caballero Bonald también mencionó a
otros “compañeros fraternales” –José Ángel Valente, Carlos Barral, Ángel González, Claudio Rodríguez,
Jaime
Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo–
“a quienes la muerte cercenó la posibilidad” de recibir el Cervantes.
Wert resalta la rebeldía de Caballero Bonald con
la palabra como única arma.
Dos tercios de siglo lleva ya como escritor el autor
de “Manual de infractores”, publicado
en el 2005 y galardonado un año después con el Nacional de Poesía, o de “Entreguerras”, autobiografía poética
en un sentido doble, de vida contada y de poesía revisitada, en el 2012.
En el primero “su voluntad de disidencia y protesta contra las aberraciones de
nuestra sociedad se expresa de forma más radical y directa”. José Ignacio Wert cita
unas palabras del propio galardonado, para quien “la gran literatura está hecha
por grandes desobedientes y Cervantes fue uno de ellos, pues defendió todas las
causas perdidas con su actitud de defensa del perseguido y de piedad frente al
triste”. Dice que “ejemplifica la rebeldía, la desobediencia, la actitud crítica
y responsable de quien busca libertad para la vida y para la escritura”. Y
señala que “ha usado la palabra, su única arma, para sublevarse contra los
atropellos del presente, sin abandonar por ello la exigencia formal y la
elevación del estilo”. Según el ministro de Educación, Cultura y deportes, la
literatura de este jerezano se ha vuelto cada vez más autobiográfica. Considera
que es en uno de sus últimos poemarios, “Manual de infractores”, donde “su
voluntad de disidencia y protesta contra las aberraciones de nuestra sociedad
se expresa de forma más radical y directa”. Por parte, Caballero Bonald reconoce
con humor que quizá sí merezca
“un premio a la constancia”. Es consciente de que su “biografía literaria depende tanto de los
libros” que ha escrito como de los que ha leído. Sostiene que “los
enemigos históricos de la libertad han recurrido desde siempre a una suprema
barbarie: la hoguera. O quemaban herejes o quemaban libros. En las ficciones
futuristas de un mundo amorfo, despersonalizado, regido por computadoras, la
quema de libros representa algo más que un mandamiento atroz: es una metáfora
de la esclavitud”. Y en el “recuento de emociones” que fue su discurso, menciona
sus “débitos personales” con la poesía,
que “también tiene algo de indemnización supletoria de una pérdida”. “En mi
poesía está implícito todo lo que pienso, y hasta lo que todavía no pienso, que
ya es meritorio”, afirma el escritor, que, “honestamente”, cree en “la
capacidad paliativa de la poesía, en su potencia consoladora frente a los
trastornos y desánimos que pueda depararnos la historia”. El arte en general, y
la poesía en particular, pueden “contribuir a la rehabilitación de un edificio
social menoscabado”. “Tal vez se logre así que el pensamiento crítico
prevalezca sobre todo lo que tiende a neutralizarlo. Tal vez una sociedad
decepcionada, perpleja, zaherida por una renuente crisis de valores, tienda así
a convertirse en una sociedad ennoblecida por su propio esfuerzo regenerador”,
concluyó el escritor.
Caballero Bonald: "El escritor debe ser un vigilante
del poder".
Narrador, ensayista, memorialista y, por encima
de todo, poeta, José Manuel
Caballero Bonald es una voz
insobornable y coherente, un
escritor inconformista y contrario
al pensamiento único que ha hecho de la poesía su razón de ser. Después
del grito de insumisión e inconformismo, hizo gala de ese mismo espíritu en “La noche no tiene paredes” (2009), un
libro en el que se sumerge en “el abismo de la memoria” y reivindica la necesidad de dudar
porque, como aseguró en una entrevista, “el que no tiene dudas, el que está
seguro de todo, es lo más parecido que hay a un imbécil”. Afable e irónico,
este escritor considera la poesía como
“una forma de defensa contra las ofensas de la vida”, y con ese espíritu
ha publicado, además, libros como Las
adivinaciones; Memorias de poco
tiempo; Anteo; Las horas muertas (Premio de la Crítica , 1959); Pliegos de cordel; y Descrédito del héroe (Premio de la Crítica , 1978). Miembro de
la llamada Generación de los 50, junto con escritores como José Ángel Valente,
Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Francisco Brines, a
Caballero Donald no le gusta que se le encasille en ese grupo ni en ningún
otro, porque “eso son muletillas que utilizan los historiadores para facilitar
los manuales de literatura”. Como novelista
publicó títulos como Dos días
de septiembre (Premio Biblioteca Breve, 1961), Agata, ojo de gato (Premio de la Crítica , 1975), Toda la noche oyeron pasar los pájaros
(Premio Ateneo de Sevilla, 1981), En
la casa del padre (Premio Plaza y Janés, 1988) y Campo de Agramante. Como ensayista y articulista es autor de
títulos como Notas sobre el cante
andaluz; Narrativa cubana de la
revolución; Luces y sombras del
flamenco; Luis Góngora: Poesía;
Sevilla en tiempos de Cervantes;
Copias al natural o Mar adentro. Satisfecho del camino
recorrido, a Caballero Bonald sólo hay algo que se le ha resistido, por el
momento: ser académico de la
Lengua.
Abucheos, pitadas y banderas
republicanas a la llegada y a la salida de los príncipes y autoridades. Pero ni
Rajoy, ni el Ministro Wert, ni Ignacio González se sintieron aludidos. Será la
costumbre…
Tampoco la salida de las autoridades que acudieron al paraninfo de la Universidad de Alcalá
de Henares estuvo exenta de incidentes. Algunas de las personas congregadas a
las puertas de este edificio, en la plaza de San Diego de la localidad,
abuchearon a varios de los asistentes y proclamaron consignas republicanas. Y,
en el momento en el que los Príncipes de Asturias abandonaron el lugar, algunas de las 200 personas que se
encontraban a la salida gritaron
“sinvergüenzas”, aunque don Felipe y doña Sofía no se dieran por aludidos como
tampoco el presidente Rajoy, ni Ignacio González, presidente de la Comunidad , ni J. I.
Wert, ministro de Educación y Cultura y Deporte, ni el obispo de Alcalá,
quienes oyeron claramente aquellos gritos “fuera”. Periódicos como El País, El Mundo, ABC y La Razón , silenciaron los abucheos
a los príncipes de Asturias. Curiosamente, el único que mencionó el incidente
era el más monárquico de todos, el ABC, aunque minimizándolo y
escondiéndolo en la página 58 en medio de una crónica sobre las anécdotas de
los invitados al evento que decía así: “A la entrada de las autoridades al
recinto, los alcalaínos aplaudieron a los Príncipes, con excepción de un
pequeño grupo que protestaba con banderas tricolor y carteles de IU. Nada pudo
deslucir la jornada”. El resto de periódicos informaron puntualmente,
destacando en sus ediciones digitales la protesta, con vídeos incluidos.
“Acaba el día de San Jordi –escribe Javier Pérez Albéniz en el artículo “La cultura se
marchita”, publicado en Cuarto Poder– y
comienzan a marchitarse, al mismo ritmo, las rosas y las esperanzas de cambio:
en España
la cultura es una farsa. Les cuento esto mientras veo la foto de Caballero Bonald
recibiendo el Premio Cervantes. El
escritor habló en su discurso de agradecimiento del ‘infortunio histórico del franquismo’, de los ‘enemigos
de la libertad’ y del ‘menosprecio a los derechos humanos’. Le observaban, puestos en pie, entre adormilados y
atontolinados, pensando en sus cosas, Mariano Rajoy, el Príncipe y Letizia,
el ministro Wert,
el presidente de la
Comunidad de Madrid Ignacio González, el obispo de
Alcalá Juan
Antonio Reig Pla y hasta Cristina Cifuentes, delegada del
Gobierno en la Comunidad
de Madrid. Pero, ¿qué tendrá que ver José Ignacio Wert con la cultura? Se
preguntará el lector con dos dedos de frente. Pues imagine Ignacio González, el
obispo, Letizia o la delegada del Gobierno.
“La cultura es una pantomima –prosigue Javier
Pérez Albéniz–, y el premio más importante de la literatura en español la
prueba fehaciente del tamaño de esa impostura. Caballero Bonal, escritor
comprometido, actor principal en un show cortesano, firmó un guión
aparente pero sin ningún compromiso. Poca cosa para los tiempos duros que
vivimos. Aire para los palmeros que le rodeaban en tan elegante evento. La
realidad es que, desde 2008, la industria española del libro ha acumulado una
caída del 40% del mercado y una pérdida del 30% del empleo. Premios como
el Cervantes no sirven para nada, excepto para que los libreros, pobres,
presuman de haber triplicado sus ventas el día del libro con respecto a una
jornada normal. Lamentablemente, incluso en esa fecha tan señalada
las ventas se redujeron un 15% con respecto a las del año pasado. Y qué quiere
que le diga del cine… Mientras Wert sonreía a Bonald el cine tocaba fondo: alrededor de
520.000 espectadores pasaron por los cines entre el viernes 19 y el domingo 21,
apenas 3,7 millones de euros en taquilla. ¿El peor fin de semana de la historia?
Unas cifras ridículas que hacen insostenible la industria cinematográfica. El pasado
jueves se anunció el cierre de Alta Films, la primera distribuidora española de
cine de autor. Escribo estas líneas el día después, con los libros,
el teatro y el cine cayendo en barrena y la adicción a la televisión creciendo
desmesuradamente. El pasado mes de marzo ha sido el de mayor consumo televisivo
de la historia, con 262 minutos por persona y día. La televisión florece, la
cultura se marchita”.
Salimos de esa cultura y esa televisión y nos encontramos con una
movilización convocada bajo el lema “Asedia el Congreso”. Fue el jueves pasado
y la izquierda parlamentaria se desmarcó esta vez de la misma. “Izquierda Unida no tiene nada que ver”
y “no hay postura como grupo parlamentario”, advirtió su portavoz, José Luis Centella. Pero la plataforma
“¡En Pie!”, convocante del primer “Rodea el Congreso” el pasado 25 de
septiembre, comprobó que la singular llamada a “asediar” este edificio no
contaba con el apoyo ni mucho menos masivo de la gente, y sí, por el contrario,
con la oposición viva a los antidisturbios que, empujados por el miedo del
Gobierno ‘popular’ que no quería ser desbordado por la convocatoria, se hicieron fácilmente con el control. El
desmesurado aumento de fuerza policial respondía al temor infundado que llegó a
suspender toda actividad en las Cortes y a blindarse de agentes de la Unidad de Intervención
Policial. Sin embargo, la
Plataforma “¡En Pîe!” sólo consiguió asustar a los políticos
y se enfrentó a los miembros armados de la UIP. Al iniciar la convocatoria, había en la Plaza de Neptuno tantos
periodistas como manifestantes y ambos colectivos fueron claramente superados
en número por los agentes de la
UIP que, eso sí, se hartaron de registrar mochilas y pedir la
documentación de quienes pretendían acceder a la zona. Pero la mayoría de
movimientos sociales que había participado decidió desmarcarse en esta ocasión.
Los manifestantes estaban dispuestos a perseguir los objetivos de la protesta:
derribar la valla policial, acceder hasta el Congreso y declarar la
instauración de un nuevo Estado. Pero no lograron ninguno de sus propósitos.
Manifestantes en las vallas frente al Congreso.
La llamada a “asediar el
Congreso”, lanzada por la Plataforma “¡En Pie!”, ni fue indefinida ni logró la dimisión del Gobierno,
como afirmaban los convocantes, pero sí consiguió congregar centenares de manifestantes
frente al hemiciclo. Tras más de dos horas de protesta pacífica, con menos
asistencia que en otras precedentes, la manifestación concluyó con disturbios
que se saldaron con al menos 15
detenidos y 14 agentes de la
Policía heridos y 29 personas atendidas por el Namur, según
datos de la Dirección General
de la Policía. Atocha ,
el Paseo de las Delicias y el de Santa María de la Cabeza se convirtieron en
zona de batalla campal en la que cientos de jóvenes quemaron decenas de
contenedores y arrojaron piedras y botellas a los agentes durante más de una
hora. Los propios convocantes desconvocaron la protesta a través de las redes
sociales debido al “insuficiente apoyo
social”. En el interior del Congreso, el presidente, Jesús Posada, presidente de la Cámara , permaneció allí, al
parecer, toda la jornada. No hubo Pleno, pero sí dos comisiones por la mañana.
Por la tarde, a la hora prevista del acoso, sólo quedó un 'retén' de diputados en el Congreso.
“En las cercanías de las casetas abarrotadas de libros que llenan hoy
las calles –escribía Qaesar, en el Ventano, el pasado martes, 23 de abril,
elegido por la UNESCO
como el Día Internacional del Libro, por coincidir con el aniversario del
fallecimiento de Miguel de Cervantes, en 1616– patrullan agentes con caras de
asombro ante el espectáculo que contemplan. Es la primera vez que muchos de
ellos pueden leer un libro. Aunque muy pocos entiendan pensamientos tan
sencillos como los del poeta que ese día recibe el Premio Cervantes”. En la
fotografía, un policía ve estampado un libro en plena cara. Quizás el primero que
ve tan cerca. Lo cierto es que cultura y represión no han ido jamás juntos de
la mano y lo que hace una lo esconde la otra.
El rey
Juan Carlos en equilibrio precario.
Este dibujo
de Capdevilla, aparecido el pasado 15 de abril en Courrier International, de Le
Monde Dioplomatique, acompañaba un breve texto que decía : « Alors que certains membres de la
famille royale sont embourbés dans des affaires de corruption, la manifestation du 14 avril (date
anniversaire de la
IIème République , proclamée en 1931 avant la guerre civile et
40 ans de dictature franquiste) a rasssemblé des milliers d'Espagnols qui,
cette année, ont réclamé l'avènement d'une IIIe République. C'était
"probablement la mobilisation la plus massive depuis la Transition [lors de la
fin du régime de Franco, en 1975], écrit le magazine La Marea. Les derniers scandales
liés a la famille royale sont sûrement la cause de ce succès." D'après le journal El Diario, la droite (au pouvoir)
et la gauche espagnoles étudient chacune de leur côté comment envisager
l'abdication du roi Juan Carlos s'il décidait de passer le pouvoir à son fils
Felipe ».
Pasamos ya al humor de los domingos. “El FMI –decía el Huffington Post
del pasado 16 de abril– empeora su previsión sobre el crecimiento de España y
pronostica un paro del 26,5 para el 2014” , Jaque Mate, Los españoles, mirando para
otro lado, Qué loca está la peña y El lío de Mafalda.
Erich nos recrea con su visión del lunes y otros dibujos:
Recogemos el humor de las páginas periodísticas de esta semana de
Peridis, Ferrán, Forges, El Roto, Alfons López, y otros:
Pep Roig dibuja: El facaso de la cloaca, Inercia del fracaso nacional,
La cloaca autoprotegida, Cosas raras y La consecuencia.
Y, para terminar, les dejamos con cuatro vídeos. El primero sobre la vuelta de Juan Carlos I
En el segundo, decenas de personas acuden a presenciar la llegada de las autoridades al Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. A su entrada, los Príncipes y Mariano Rajoy, que presidirán la entrega del Premio Cervantes de literatura a José Manuel Caballero Bonald, son recibidos con algunos abucheos por parte de un grupo de personas que exhibe banderas republicanas.
El tercero, está filmado en La Plaza de Neptuno, en donde se centró, el pasado jueves, el epicentro de una nueva manifestación, 'Asedia el Congreso', convocada en esta ocasión por la Plataforma “en Pie”. Tras más de dos horas de protesta pacífica, con menos asistencia que en otras precedentes, concluyó con disturbios que se saldaron con al menos 15 detenidos y 14 agentes de la Policía heridos.
El último fue grabado el 23 de marzo pasado, por la Banda Sinfónica de Colmenar Viejo de la que formo parte. Se titula “Tango for a toreador” y es de Herman Christoffel Snijders. Con él nos despedimos hasta la próxima semana.
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