El indignante Sampedro.
Galardonado con el Premio
Nacional de las Letras 2011, el escritor y economista barcelonés, José Luis Sampedro,
presidió la
Fundación Cultura de Paz, se sumó, en 2011, al Movimiento
15-M y prologó la edición española del libro “Indignaos”, del francés, Stéphane
Hessel. Sobre su muerte, tan
comentada en periódicos y blogs,
recogemos el artículo de Aníbal Malvar titulado “El indignante Sanpedro”, en
Público.es. Dice así:
“Pidió
un campari, su mujer se lo sirvió con mucho hielo, se lo bebió, se quedó
dormido y murió. Lo he leído no sé dónde. Espero que sea verdad. Cuando era más
joven, pensaba que el dandismo era patrimonio exclusivo de la aristocracia
desencantada de sí misma, byroniana, exiliada, follantisca y algo ociosa. El
tiempo, ese monstruo de patas demasiado veloces, me ha ido enseñando que no.
Existe un dandismo transversal, con los labios de la muerte en un campari y el
corazón aun palpitando en la
Puerta del Sol, que es como se ha muerto José Luis Sanpedro
(…) Tiene razón Roncone: la vejez no se contagia. Pero la juventud sí. A José Luis Sampedro se le contagió mucho, en estos
últimos años, la juventud de Puerta del Sol, de la calle, del grito, del 15-M.
Su presencia de indignado en el ideario de la revuelta quincemera resultaba
indignante para los derechócratas del PSOE y del PP, para los mantenedores del
desorden establecido, para los profetas del neoesclavismo ciudadano. ¿Qué hacía
este honorable anciano peinándose rastas ideológicas?
“No tuve la ocasión de conocerlo, pero siempre he tenido ganas de preguntarle a
Sampedro por qué, en el 36, abandonó el bando republicano que lo había
reclutado como anarco y se pasó al ejército golpista. Él dijo no hace mucho
que, por aquel entonces, se sentía fusilable por los dos bandos. Quizá. Un
cuarto de siglo convivió Sampedro con el régimen fascista sin mayores sobresaltos,
trabajando en los bancos y enseñando en las universidades.
“Hace
ya muchísimos años, José Luis Aranguren me contó que, cuando lo apartaron de
la cátedra a mediados de los sesenta, la reacción que más le sorprendió fue la
de Sampedro, a quien no conocía apenas, y que montó varios pollos públicos
jugándose el puesto y el tipo. Aranguren me vino a decir que hasta entonces
Sampedro le había parecido siempre un irónico semicómplice del régimen, incapaz
de arriesgar más que algún que otro sarcasmo íntimo. No puedo citar la frase
exacta con la que Aranguren concluyó el tema Sampedro (han pasado más de 20
años de aquella conversación), pero me vino a decir, el hombre, que hay muchas
cosas que se comprenden gracias al estudio del pasado, pero muchas otras solo
se alumbran con el imposible estudio del futuro. Sampedro se había convertido,
pocos años antes, en best-seller con La sonrisa etrusca. El
caso es que Sampedro, a raíz de la razzia franquista contra Aranguren
y otros profesores, se va al exilio blando, sin más estridencias, de las
universidades británicas y norteamericanas, que tenían el césped más esmeralda
que las nuestras porque no se regaban con sangre.
“El
tiempo, que suele hacer tanto daño, le vino a Sampedro muy bien. Su largo
futuro recién clausurado nos ha permitido conocer mejor hasta dónde puede
llegar un hombre. Si algo pudo tener claro el escritor, antes de dormir tras
beberse el último campari, es que ya no era fusilable por los dos bandos.
Estaba con los indignados y para el poder era un indignante. Demasiado sólido y
honesto como para ser susceptible de ataque o identificado en Sol por Cristina Cifuentes.
No lo demasiado viejo como para no poder ser contagiado de la juventud del
15-M, apreciado Roncone. Los amantes del tópico se han apresurado a coincidir
en que el 15-M se ha quedado huérfano. Yo no lo creo. Como tampoco creo que Olga Lucas
se haya quedado viuda: una mujer que lo último que hace por su amado es servirle
un campari con mucho hielo, no se queda viuda, se queda esperando un regreso
seguro, que Sampedro jamás fue maleducado. Aquí el único que se ha quedado solo
es el campari. Y tampoco de eso estoy seguro”.
Recordamos esta
entrevista realizada por el Follonero el pasado 31 de enero de este año.
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