viernes, 9 de agosto de 2013

TVE cumple a rajatabla con lo pactado por el PP, perder peso y espectadores.


Leopoldo González-Echenique, presidente de RTVE.

Julio Samoano, director de informativos.
Máster en radio por la Universidad Complutense de Madrid y en gestión de la comunicación política y electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, además de ser docente en la Escuela Diplomática y profesor de Estructura de la Información en la Universidad Complutense de Madrid, Julio Samoano, el periodista elegido por Mariano Rajoy como nuevo director de informativos, ya tenía, entre otros años de experiencia, la dirección y presentación del informativo de Telemadrid. De manera que, en junio de 2012, era nombrado por el presidente de RTVE, Leopoldo González-Echenique, director de los servicios Informativos, sustituyendo a Lorente. Un año después de ‘barrer’ al equipo de Fran Llorente, RTVE, en poder ahora del PP, vive mínimos de audiencia y credibilidad, habiendo conseguido con sus cambios no liderar en ninguna franja y perder a más de 200.000 espectadores.

Pero ¿qué se podía esperar de un profesional tan dispuesto a obedecer al PP? Que cumpliera a rajatabla con los deseos de ese partido que no eran otros que desmontar esa plataforma independiente. No en vano, en 2005, Samoano había escrito una tesis de máster titulada explícitamente Estrategia de comunicación para el triunfo del Partido Popular en las próximas elecciones generales. Y, lo primero que hizo con ese bagaje fue relevar a los periodistas más destacados que protagonizaban programas líderes de audiencia en sus franjas horarias y que incluían debate político y opiniones ciudadanos. Entre ellos, Xabier Fortes, Ana Pastor, Juan Ramón Lucas o Toni Garrido,  periodistas afines ideológicamente al anterior gobierno del PSOE. A partir de ese momento, descafeinó todo el aparato ya en marcha y lo sustituyó por otro con la presunta parcialidad y uso ideológico preciso, al servicio del gobierno de Mariano Rajoy y del PP. Lo que le ha provocado la pérdida de audiencia y de su liderazgo y la crisis permanente de este ente público.  

Samoano barrió literalmente al equipo directivo que había dejado su sucesor, Fran Llorente, y acabó con quien era uno de los grandes valores de la cadena, Ana Pastor, señalada como periodista “incómoda”. Somoano comunicó al Director de Contenidos, Matías Montero, que se encargaba del día a día en los telediarios, a la directora del Canal 24 horas, Asunción Gómez Bueno, así como a la de los programas informativos no diarios, Alicia G. Montano, que estaban cesados. A casi todos les dio el mismo argumento: “Tengo derecho a formar mi propio equipo”. Samoano realizó otros cambios clave que no eran de la estructura de mando, sino de pantalla. Así acabó con los presentadores de los dos programas informativos diarios más carismáticos, Xavi Fortes, que presentaba el informativo-debate de la noche en 24 horas y, sobre todo, con Ana Pastor, la editora-presentadora de Los Desayunos. En el caso de esta última, ‘el despido’ no dejó de resultar controvertido. La nueva dirección de RTVE pretendió ‘vestirlo’ de simple reasignación. El departamento de Comunicación hizo pública una nota diciendo que le habían ofrecido un posible programa de entrevistas en horario nocturno. Ana Pastor lo negó. Estos cambios, masivos, se vieron como un intento de control político y, desde el principio, se temió su repercusión en el producto. Lo sucedido en los meses siguientes, confirman los temores y sospechas.

Sin embargo, las audiencias del pasado mes de julio son para Samoano, el éxito de su operación. Los telediarios han pasado de ser líderes en todas las franjas, a no liderar ninguna. El share de los telediarios, en julio de 2012, era del 15,2%, y contaban con 1.556.000 espectadores. Dos puntos por encima de los informativos de Tele5 y tres sobre los de Antena 3. Hoy, su share es de un 13,2% y su número de espectadores 1.350.000. Es decir un 2% y 200.000 espectadores menos. TVE ocupa el último lugar entre las cadenas grandes generalistas y las audiencias de la radio y la televisión públicas han caído en un pozo, con recortes presupuestarios que han forzado a renunciar a programas estrella. El liderazgo, audiencia y prestigio de la televisión pública se ha venido abajo con una cadena de errores profesionales (el último caso, el de la cobertura del accidente de tren de Santiago) y, sobre todo, con acusaciones de manipulación denunciadas no sólo en el Parlamento, sino también por los propios trabajadores de TVE. Rajoy, sin embargo, está tranquilo, sabiendo que, al menos, en esos programas, no se le atacará como en las privadas  y que cuanto menor sea el peso de la radiotelevisión pública, más fácil resultará justificar para sus enemigos la reducción de sus presupuestos, e incluso la no necesidad de su mantenimiento. Cosa que aún está en el aire. Pero todo se  andará.

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