TVE cumple a rajatabla con lo pactado por el PP, perder peso y espectadores.
Leopoldo González-Echenique, presidente de RTVE.
Julio Samoano,
director de informativos.
Máster en radio por la Universidad Complutense de
Madrid y en gestión de la comunicación política y electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, además de ser docente en la Escuela Diplomática y profesor de
Estructura de la
Información en la Universidad Complutense de Madrid,
Julio Samoano, el periodista elegido por Mariano Rajoy como nuevo director de
informativos, ya tenía, entre otros años de experiencia, la dirección y
presentación del informativo de Telemadrid. De manera que, en junio de 2012,
era nombrado por el presidente de RTVE, Leopoldo González-Echenique, director
de los servicios Informativos, sustituyendo a Lorente. Un año después de
‘barrer’ al equipo de Fran Llorente, RTVE, en poder ahora del PP, vive mínimos
de audiencia y credibilidad, habiendo conseguido con sus cambios no liderar
en ninguna franja y perder a más de 200.000 espectadores.
Pero ¿qué se podía esperar de un
profesional tan dispuesto a obedecer al PP? Que cumpliera a rajatabla con los
deseos de ese partido que no eran otros que desmontar esa plataforma independiente.
No en vano, en 2005, Samoano había escrito una tesis de máster titulada
explícitamente Estrategia de comunicación para el triunfo del Partido
Popular en las próximas elecciones generales. Y, lo primero que hizo con ese bagaje fue relevar a los periodistas
más destacados que protagonizaban programas líderes de audiencia en sus franjas
horarias y que incluían debate político y opiniones ciudadanos. Entre ellos, Xabier Fortes,
Ana Pastor, Juan Ramón Lucas o Toni Garrido,
periodistas afines ideológicamente al
anterior gobierno del PSOE. A partir de ese momento, descafeinó todo el aparato
ya en marcha y lo sustituyó por otro con la presunta parcialidad y uso
ideológico preciso, al servicio del gobierno de Mariano Rajoy
y del PP.
Lo que le ha provocado la pérdida de audiencia y de su liderazgo y la crisis permanente
de este ente público.
Samoano barrió literalmente al equipo directivo
que había dejado su sucesor, Fran Llorente, y acabó con quien era uno de los
grandes valores de la cadena, Ana Pastor, señalada como periodista “incómoda”. Somoano
comunicó al Director de Contenidos, Matías Montero, que se encargaba del día a
día en los telediarios, a la directora del Canal 24 horas, Asunción Gómez
Bueno, así como a la de los programas informativos no diarios, Alicia G.
Montano, que estaban cesados. A casi todos les dio el mismo argumento: “Tengo
derecho a formar mi propio equipo”. Samoano realizó otros cambios clave que no
eran de la estructura de mando, sino de pantalla. Así acabó con los
presentadores de los dos programas informativos diarios más carismáticos, Xavi
Fortes, que presentaba el informativo-debate de la noche en 24 horas y, sobre
todo, con Ana Pastor, la editora-presentadora de Los Desayunos. En el caso de
esta última, ‘el despido’ no dejó de resultar controvertido. La nueva dirección
de RTVE pretendió ‘vestirlo’ de simple reasignación. El departamento de
Comunicación hizo pública una nota diciendo que le habían ofrecido un posible
programa de entrevistas en horario nocturno. Ana Pastor lo negó. Estos
cambios, masivos, se vieron como un intento de control político y, desde el
principio, se temió su repercusión en el producto. Lo sucedido en los meses
siguientes, confirman los temores y sospechas.
Sin embargo, las audiencias del pasado mes de
julio son para Samoano, el éxito de su operación. Los telediarios han pasado de
ser líderes en todas las franjas, a no liderar ninguna. El share de los
telediarios, en julio de 2012, era del 15,2%, y contaban con 1.556.000
espectadores. Dos puntos por encima de los informativos de Tele5 y tres sobre
los de Antena 3. Hoy, su share es de un 13,2% y su número de espectadores
1.350.000. Es decir un 2% y 200.000 espectadores menos. TVE ocupa el último
lugar entre las cadenas grandes generalistas y las audiencias de la radio y la
televisión públicas han caído en un pozo, con recortes presupuestarios que han
forzado a renunciar a programas estrella. El liderazgo, audiencia y prestigio
de la televisión pública se ha venido abajo con una cadena de errores
profesionales (el último caso, el de la cobertura del accidente de tren de Santiago) y, sobre todo,
con acusaciones de manipulación denunciadas no sólo en el Parlamento, sino
también por los propios trabajadores de TVE. Rajoy, sin embargo, está
tranquilo, sabiendo que, al menos, en esos programas, no se le atacará como en
las privadas y que cuanto menor sea el
peso de la radiotelevisión pública, más fácil resultará justificar para sus
enemigos la reducción de sus presupuestos, e incluso la no necesidad de su
mantenimiento. Cosa que aún está en el aire. Pero todo se andará.
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