Ante todo, dignidad.
La deuda, la troika y los recortes, objetivo de las protestas
de la marcha.
La entrada a la calle Génova, blindada con vallado policial ante la concentración en Colón.
Una
participante muestra una pancarta reivindicativa.
Dignity–dignité–dignità–kuchikuy–kawsay–wuerde–dignidade–duintasuna–dignitat–waardigheid–dinjitet–годнасць–dostojanstvo–martabat–dínit–reisn–dignidad (...). Una palabra que suena bien
en todos los idiomas.
“Lo fundamental ahora –dijo Willy Toledo en el
manifiesto leído al final de la manifestación del sábado sobre la Marcha de la Dignidad – no es sólo la
palabra, sino la acción. La acción directa y no violenta. Lo ideal hoy sería
sentarnos y no movernos de aquí hasta que el Gobierno dimita… Al Gobierno no le
llega nada de esto porque vive apartado del pueblo. Tiene empatía cero con los
ciudadanos, trabaja para las grandes fortunas, para las multinacionales y para la Iglesia ”. Diego Cañamero,
portavoz del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), advierte a los
periodistas que el Gobierno “maltrata al pueblo” y que los “maltratadores
tienen que ser juzgados”. La organización dice, satisfecha, que a la marcha asistieron
entre uno y dos millones y medio de personas.
Alguien desde el escenario dijo: “Recordamos a la policía que está
interfiriendo un acto totalmente legalizado y exigimos que abandone la plaza, porque
está siendo objeto de una agresión ilegal. Estamos concentrados legalmente. Hagan
el favor de abandonar inmediatamente la plaza”. Pero los antidisturbios a lo
suyo, que no es atender peticiones del público. La gente gritó “fuera” y “vergüenza”.
Las mujeres de la Solfónica
volvieron a cantar: “Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos
una tierra que ponga libertad”. La manifestación quedó prácticamente disuelta
antes de tiempo, con una despedida atropellada. De esta forma, la noticia del
día, la de una protesta multitudinaria en reivindicación de la dignidad, se vio
empañada en los informativos de radio y de televisión a las nueve de la noche
con las imágenes de las cargas
policiales. La periodista Olga Rodrigo, que leyó parte del manifiesto comenta:
“En algunas portadas de los diarios de este domingo las Marchas de la Dignidad aparecen
recortadas, estigmatizadas o ninguneadas. Mientras, una muerte que aún no se
había producido, ha acaparado más atención que las marchas. El discurso
dominante se muestra más preocupado por la restricción del uso del coche en día
de manifestación que por los seis millones de parados y los tres millones de
niños en riesgo de pobreza. Importan más las marquesinas y los contenedores de
las calles que el medio millón de desahucios y las personas amenazadas con
perder su casa. El periodismo lleva una extraña deriva”.
Así
lucía la Plaza
de Colón de Madrid al final de la
Marcha por la
Dignidad
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