La maldición de la lotería.
Antonio, el de la lotería.
Andrew Oswald, profesor de la universidad británica de
Warwick, un apasionado de la lotería, ha estudiado desde el estado de salud de
los ganadores hasta cómo afecta una lluvia de libras a su ideología. En un
estudio publicado este año, Oswald y Nattavudh
Powdthavee, su colega de la London School of Economics, mostraron la relación
que existe entre lotería y sentido del voto. Hasta un 12% de los premiados, que
se reconocían laboristas en las siguientes elecciones, votaron por los
conservadores. Sin embargo, la tendencia contraria apenas se dio. De hecho,
cuanto mayor es el premio, el porcentaje de voto conservador aumenta.
Por supuesto, no todos
los ganadores de un premio importante destrozan su vida (más bien todo lo
contrario). Quizá, si se hiciera el correspondiente estudio, la tasa de
suicidios, depresiones y ruinas económicas y vitales no sea mayor que en el
resto de los mortales, a los que, con suerte, les toca el reintegro o la
pedrea. Lo llamativo es que la espiral de autodestrucción se inicie cuando cae
del cielo una importante cantidad de dinero. Ahí se comprueba cómo el dinero no
compra la felicidad. Usando una encuesta oficial que incluye preguntas sobre su
estado de salud mental, de nuevo el investigador Oswald y otro colega,
observaron el bienestar psicológico de casi 150 individuos antes y después de
que fueran premiados en la National Lottery con entre 1.000 y 100.000 libras
(entre 1.278 y 127.780 euros). Comprobaron que, comparados con los que no
habían ganado, había una mejora de 1,4 puntos en un índice de 10. Otro grupo de
investigadores también británicos usaron la misma encuesta, pero esta vez
buscaron averiguar si ganar la lotería afectaba tanto a la salud psíquica como
física y en qué sentido. Sus resultados parecen paradójicos. Por un lado,
confirmaron la mejoría de la salud mental encontrada en el trabajo de Oswald. Pero,
por otro, comprobaron que los ganadores tienden a empeorar su estilo de vida.
Por ejemplo, vieron una correlación entre ser premiado y empezar a fumar o
beber con más asiduidad.
Curiosamente, sólo en
España se produce un fenómeno tan masivo como el de la Lotería de Navidad. En
estas fechas se juega en grupos. Por ideas básicas de la teoría económica, como
la aversión al riesgo o la maximización de los beneficios, los economistas
dicen que no deberían de existir los juegos de azar, sin embargo, desde la
sociología tienen una explicación. Compras un sueño, una ilusión. Además, está
el miedo a que le toque a otros y no a ti, un miedo bien explotado por Loterías
y Apuestas del Estado con sus anuncios. “Compras un seguro de que no te vas a
arrepentir de una decisión mala. En este caso, un número extra de compradores
lo hace por miedo a que le toque a los otros. Pero conviene no olvidar que la
lotería es, en realidad, un impuesto y el gancho es el premio. Del total del
dinero que recaude este año el Estado por la venta de décimos, el 30% va para
Hacienda. Lo peor es que, a diferencia del carácter progresivo (pagan más los
que más tienen) del IRPF, el Gordo es un impuesto regresivo. Todos los
estudios, en España y fuera de ella, muestran que los compradores de lotería
tienden a ser de clase media-baja y nivel de estudios inferiores.
Anuncio de Lotería de Navidad 2014 por José Mota (Un
país de cuento)
Antonio, el dueño del bar, y María, la mujer de Manuel, son protagonistas de este cómico Spin off. Tras un año de lujuria, fiestas y alcohol, Antonio visita a la mujer de su amigo para entregarle sus cenizas. Tras ganar la lotería Manuel nunca volvió a su piso y abandonó a su mujer arrastrando al dueño de su bar preferido a un año de vida desenfrenada. Un breve anuncio con el que su director y guionista, Tuti Fernández, ha querido concienciar con humor a los afortunados de este año del peligro del “desparrame”.
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