(Casi) condenados: 100 días
Dibujo de Fernando Villalobos.
Antonio Tarabini, sociólogo
y residente de la Fundación Gadeso,
escribe en El Periscopi: “Han transcurrido desde las elecciones 100 días, más
de tres meses, y seguimos igual. Y faltan 33 días, un mes y pocos días, para alcanzar
la fecha, el 2 de mayo, para disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones
el 26 de junio. Mientras tanto, el gobierno en funciones, con su timonel
Mariano Rajoy al frente, se niega a dar cuenta de su gestión política al
Parlamento, donde reside la soberanía popular. Dentro de escasos días, España
debe presentar a las autoridades comunitarias sus previsiones de déficit
durante los próximos cuatro años. La UE estrecha la vigilancia sobre el control
del déficit. Parece que se decanta por darnos un año extra, pero habrá que
negociar las condiciones. Suponiendo que no se hubiera formado nuevo gobierno,
¿quién negociaría? ¿El gobierno en funciones del PP, sin ningún control ni
mandato del Parlamento? Pero, para que no se diga, Rajoy ‘solicita’ su presencia
en el Congreso para dar cuenta del vergonzoso acuerdo de una UE, ratificado por
el gobierno español, por el que el refugiado (sea niño, mujer, anciano…) que
huye de las bombas, asesinatos y ruinas, de su país se convierte en un presunto
delincuente (y para algunos un hipotético terrorista)…
“En el otro bando,
Sánchez-Iglesias, y viceversa, se reunieron el miércoles, para explorar (?) las
posibilidades de reinaugurar unas nuevas negociaciones para formar un gobierno
de cambio. Las desconfianzas son mutuas. Los podemitas están enfangados en
luchas internas que, no siendo invenciones de los medios ni de sus adversarios
políticos, no facilitan el acuerdo. Siguen rechazando, va de retro, los
acuerdos de los socialistas con el C’S., a pesar de que unos y otros aseguran
que sus contenidos están abiertos a cambios. La estrategia de Podemos, al menos
del sector de Pablo Echenique, no parece centrarse tanto en un gobierno con los
socialistas (¡y mucho menos una abstención!) cuanto que en unas próximas
elecciones los podemitas (sobre todo, si se presentan juntos con IU) den el
sorpasso a los socialistas y se conviertan en el referente político y social de
la izquierda española. Los socialistas siguen reticentes a los desplantes de
Iglesias y a un pacto “a la valenciana” (el slogan de Pablo Iglesias) que no se
sabe exactamente qué significa o supone. Sin olvidar las zancadillas que
barones y otros “ex” siguen ofreciendo a Pedro Sánchez. No tengo una pócima
mágica, pero lo cierto es que el resultado final de este maldito jeroglífico es
imprevisible. ¿Es previsible un gobierno de coalición de cambio? Posible es, si
se superan prejuicios, cerrazones, y absurdos juegos de tronos y sillas. ¿Son
previsibles unas nuevas elecciones? Probables son, aunque signifiquen un rotundo
fracaso de toda nuestra clase política, incluidos los viejos y nuevos partidos”.
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