miércoles, 30 de marzo de 2016

(Casi) condenados: 100 días

Dibujo de Fernando Villalobos.

Antonio Tarabini, sociólogo y residente de  la Fundación Gadeso, escribe en El Periscopi: “Han transcurrido desde las elecciones 100 días, más de tres meses, y seguimos igual. Y faltan 33 días, un mes y pocos días, para alcanzar la fecha, el 2 de mayo, para disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones el 26 de junio. Mientras tanto, el gobierno en funciones, con su timonel Mariano Rajoy al frente, se niega a dar cuenta de su gestión política al Parlamento, donde reside la soberanía popular. Dentro de escasos días, España debe presentar a las autoridades comunitarias sus previsiones de déficit durante los próximos cuatro años. La UE estrecha la vigilancia sobre el control del déficit. Parece que se decanta por darnos un año extra, pero habrá que negociar las condiciones. Suponiendo que no se hubiera formado nuevo gobierno, ¿quién negociaría? ¿El gobierno en funciones del PP, sin ningún control ni mandato del Parlamento? Pero, para que no se diga, Rajoy ‘solicita’ su presencia en el Congreso para dar cuenta del vergonzoso acuerdo de una UE, ratificado por el gobierno español, por el que el refugiado (sea niño, mujer, anciano…) que huye de las bombas, asesinatos y ruinas, de su país se convierte en un presunto delincuente (y para algunos un hipotético terrorista)…

“En el otro bando, Sánchez-Iglesias, y viceversa, se reunieron el miércoles, para explorar (?) las posibilidades de reinaugurar unas nuevas negociaciones para formar un gobierno de cambio. Las desconfianzas son mutuas. Los podemitas están enfangados en luchas internas que, no siendo invenciones de los medios ni de sus adversarios políticos, no facilitan el acuerdo. Siguen rechazando, va de retro, los acuerdos de los socialistas con el C’S., a pesar de que unos y otros aseguran que sus contenidos están abiertos a cambios. La estrategia de Podemos, al menos del sector de Pablo Echenique, no parece centrarse tanto en un gobierno con los socialistas (¡y mucho menos una abstención!) cuanto que en unas próximas elecciones los podemitas (sobre todo, si se presentan juntos con IU) den el sorpasso a los socialistas y se conviertan en el referente político y social de la izquierda española. Los socialistas siguen reticentes a los desplantes de Iglesias y a un pacto “a la valenciana” (el slogan de Pablo Iglesias) que no se sabe exactamente qué significa o supone. Sin olvidar las zancadillas que barones y otros “ex” siguen ofreciendo a Pedro Sánchez. No tengo una pócima mágica, pero lo cierto es que el resultado final de este maldito jeroglífico es imprevisible. ¿Es previsible un gobierno de coalición de cambio? Posible es, si se superan prejuicios, cerrazones, y absurdos juegos de tronos y sillas. ¿Son previsibles unas nuevas elecciones? Probables son, aunque signifiquen un rotundo fracaso de toda nuestra clase política, incluidos los viejos y nuevos partidos”.

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