viernes, 22 de julio de 2016

Carta abierta de un antitaurino a Sebastián Castella.

  El escritor malagueño, Rafael García Maldonado.
Sebastián Castella, junto a María Sara y Gipsy Kings

Antonio García Maldonado cedió su espacio a su hermano, el escritor y farmacéutico Rafael García Maldonado, en una carta abierta al torero Sebastián Castella, quien, en agosto de 2015, publicaba un manifiesto en defensa de la tauromaquia en el que pedía a los taurinos reivindicar la fiesta sin deshonra.

“Estimado Sr. Castella, me llamo Rafael García Maldonado y soy amante de los toros. He leído su carta con atención y, si me lo permite, voy a escribirle unas palabras. No había escuchado jamás su nombre, ni el suyo ni el de prácticamente ningún matador de toros actual, así que va a tener usted que perdonarme este atrevimiento. Con respecto a mí, los que me conocen le dirán que soy cualquier cosa menos un radical, un violento o un hippie. Soy farmacéutico, una profesión noble, de la que tengo cinco generaciones detrás. Desde hace unos años también soy escritor de novelas. Me apasionan la lectura, la historia y los animales, y de esta triada de aficiones saco conclusiones y certezas que me hacen decirle que su carta está llena de despropósitos, falsedades y demagogia barata. Sobre todo, de ignorancia. Me ha hecho usted pasar vergüenza ajena, y por eso estoy aquí, escribiéndole.

“Habla usted como ‘matador profesional’, que ya es en sí un disparate, y se queja de que la imagen de los toreros está hoy día vilipendiada, de que no hay libertad, de que existe una persecución política e ideológica, etcétera. Incluso dice que Europa le maltrata y que tiene usted derecho al trabajo, algo que, siguiendo su lógica, también podrían reclamar los mafiosos y los proxenetas. Este era un país libre, o algo así, añade con todo el resentimiento que le da (algo hasta cierto punto comprensible) ver cómo su siniestra profesión tiene los días contados. Porque le diré que lo que se opone a todo lo que usted intenta torpemente defender se llama progreso moral y compasión. Usted no se va a poder jubilar como matador porque haya una revolución antitaurina, sino porque la sociedad avanza en su moral, en sus costumbres, y ustedes no lo hacen. Ya casi nadie puede ver cómo sufre un animal. Intoxica y miente cuando dice que el toreo es del pueblo, que no tiene ideología y que es de artistas y poetas. ¿Compara usted la literatura, la pintura y la música con la masacre de un noble animal porque a determinados artistas (Picasso, pone de ejemplo; un genio malvado y sádico) les gustase dicho espectáculo y los trataran en sus obras? ¿Un novelista que también retrate el crimen hace del asesinato cultura? Creía que no se había atrevido a tanto, pero vi que sí cuando nos amenaza con una ridícula imitación de Bertolt Brecht: ‘hoy van a por los toros, mañana será otra modalidad artística’. (…)

“Las corridas de toros, señor Castella, son una brutalidad objetiva, un ejemplo agonizante del pueblo bárbaro que fuimos hasta hace muy poco. No hay éticamente por donde defender nada con una mínima lógica, más allá de lo que siempre dice Sabina: ‘Al que no le gusten los toros que no venga’. Se tortura y mata a un gran rumiante hasta la muerte. Punto. Ni arte ni milongas. El toro, por si usted no lo sabe, no es bravo, es un rumiante especializado en la huida. De no estar cerradas las puertas de la plaza, se marcharía lejos, a pastar con el resto de sus congéneres. Embiste, entre otras cosas, por miedo. Por terror y porque se le provoca con el tormento. Porque antes de salir a la plaza a los toros les untan los ojos con vaselina y prácticamente no ven, porque les golpean los riñones con sacos terreros, porque les afeitan los cuernos, porque se les clava una divisa que hacen que salgan desesperados de dolor a la arena. El resto, la escalofriante puya del picador, las banderillas, etcétera, ya lo conoce. Todo eso duele mucho. Muchísimo, igual que le dolería a usted, porque su sistema límbico (el sistema cerebral del dolor, busque en Wikipedia) es exactamente igual al tratarse de un mamífero grande. Señor Castella, su combate es falso, y encima está amañado. (…)

“Por el respeto que de todos merecen los verdaderamente discriminados, no anime a la carcundia patria a salir de ningún armario, porque haría de nuevo el ridículo al ver que son cuatro gatos los aficionados a esa siniestra fiesta. Empleen el dinero de las subvenciones públicas en formación, en buscar un trabajo digno. No apelen más a la tradición (¿acaso no lo es la ablación del clítoris en Somalia?) ni al liberalismo. Ah, y no diga tampoco aquello del sufrimiento de los demás animales, las gallinas en las jaulas y todo eso, porque le adelanto que tampoco me gustan nada, y que compro huevos de gallinas del campo, que es donde deberían estar los toros”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo nunca había escuchado nada sobre ese supuesto escritorsucho

Anónimo dijo...

Boticario a tu botica, a seguir con tu cruzada de todo lo que no sea medicamentos alopáticos...