Carta abierta de un antitaurino a Sebastián Castella.
El escritor malagueño, Rafael García Maldonado.
Sebastián Castella, junto a María Sara y Gipsy Kings
Antonio García
Maldonado cedió su espacio a su hermano, el escritor y farmacéutico Rafael
García Maldonado, en una carta abierta al torero Sebastián Castella, quien, en
agosto de 2015, publicaba un manifiesto en defensa de la tauromaquia en el que
pedía a los taurinos reivindicar la fiesta sin deshonra.
“Estimado Sr. Castella,
me llamo Rafael García Maldonado y soy amante de los toros. He leído su carta
con atención y, si me lo permite, voy a escribirle unas palabras. No había
escuchado jamás su nombre, ni el suyo ni el de prácticamente ningún matador de
toros actual, así que va a tener usted que perdonarme este atrevimiento. Con
respecto a mí, los que me conocen le dirán que soy cualquier cosa menos un
radical, un violento o un hippie. Soy farmacéutico, una profesión noble, de la
que tengo cinco generaciones detrás. Desde hace unos años también soy escritor
de novelas. Me apasionan la lectura, la historia y los animales, y de esta
triada de aficiones saco conclusiones y certezas que me hacen decirle que su
carta está llena de despropósitos, falsedades y demagogia barata. Sobre todo,
de ignorancia. Me ha hecho usted pasar vergüenza ajena, y por eso estoy aquí,
escribiéndole.
“Habla usted como
‘matador profesional’, que ya es en sí un disparate, y se queja de que la
imagen de los toreros está hoy día vilipendiada, de que no hay libertad, de que
existe una persecución política e ideológica, etcétera. Incluso dice que Europa
le maltrata y que tiene usted derecho al trabajo, algo que, siguiendo su
lógica, también podrían reclamar los mafiosos y los proxenetas. Este era un
país libre, o algo así, añade con todo el resentimiento que le da (algo hasta
cierto punto comprensible) ver cómo su siniestra profesión tiene los días
contados. Porque le diré que lo que se opone a todo lo que usted intenta
torpemente defender se llama progreso moral y compasión. Usted no se va a poder
jubilar como matador porque haya una revolución antitaurina, sino porque la
sociedad avanza en su moral, en sus costumbres, y ustedes no lo hacen. Ya casi
nadie puede ver cómo sufre un animal. Intoxica y miente cuando dice que el
toreo es del pueblo, que no tiene ideología y que es de artistas y poetas.
¿Compara usted la literatura, la pintura y la música con la masacre de un noble
animal porque a determinados artistas (Picasso, pone de ejemplo; un genio
malvado y sádico) les gustase dicho espectáculo y los trataran en sus obras?
¿Un novelista que también retrate el crimen hace del asesinato cultura? Creía
que no se había atrevido a tanto, pero vi que sí cuando nos amenaza con una
ridícula imitación de Bertolt Brecht: ‘hoy van a por los toros, mañana será
otra modalidad artística’. (…)
“Las corridas de toros,
señor Castella, son una brutalidad objetiva, un ejemplo agonizante del pueblo
bárbaro que fuimos hasta hace muy poco. No hay éticamente por donde defender
nada con una mínima lógica, más allá de lo que siempre dice Sabina: ‘Al que no
le gusten los toros que no venga’. Se tortura y mata a un gran rumiante hasta
la muerte. Punto. Ni arte ni milongas. El toro, por si usted no lo sabe, no es
bravo, es un rumiante especializado en la huida. De no estar cerradas las
puertas de la plaza, se marcharía lejos, a pastar con el resto de sus
congéneres. Embiste, entre otras cosas, por miedo. Por terror y porque se le
provoca con el tormento. Porque antes de salir a la plaza a los toros les untan
los ojos con vaselina y prácticamente no ven, porque les golpean los riñones
con sacos terreros, porque les afeitan los cuernos, porque se les clava una
divisa que hacen que salgan desesperados de dolor a la arena. El resto, la
escalofriante puya del picador, las banderillas, etcétera, ya lo conoce. Todo
eso duele mucho. Muchísimo, igual que le dolería a usted, porque su sistema
límbico (el sistema cerebral del dolor, busque en Wikipedia) es exactamente
igual al tratarse de un mamífero grande. Señor Castella, su combate es falso, y
encima está amañado. (…)
“Por el respeto que de
todos merecen los verdaderamente discriminados, no anime a la carcundia patria
a salir de ningún armario, porque haría de nuevo el ridículo al ver que son
cuatro gatos los aficionados a esa siniestra fiesta. Empleen el dinero de las
subvenciones públicas en formación, en buscar un trabajo digno. No apelen más a
la tradición (¿acaso no lo es la ablación del clítoris en Somalia?) ni al
liberalismo. Ah, y no diga tampoco aquello del sufrimiento de los demás
animales, las gallinas en las jaulas y todo eso, porque le adelanto que tampoco
me gustan nada, y que compro huevos de gallinas del campo, que es donde
deberían estar los toros”.
2 comentarios:
yo nunca había escuchado nada sobre ese supuesto escritorsucho
Boticario a tu botica, a seguir con tu cruzada de todo lo que no sea medicamentos alopáticos...
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