Sólo marear la perdiz.
Mi amigo, Antonio Tello, poeta
y narrador argentino al que conocí como periodista durante su exilio en
Cataluña, creo que dio en el clavo con esta expresión. “En España -escribió
Tello- ‘marear la perdiz’ se usa para indicar que alguien, dando largas o
perdiendo el tiempo, trata un asunto una y otra vez sin intención de llegar a
ninguna conclusión. Pues bien, la RAE (Real Academia Española), encargada de ‘limpiar,
fijar y dar esplendor’ a la lengua, sigue mareando la perdiz con las tildes, en
esta ocasión con la tilde de la palabra solo.
“Hasta 2010 todo parecía
claro. La tilde se aplicaba al vocablo cuando éste era adverbio, es decir
cuando equivalía a ‘solamente’ o ‘únicamente’, pero no cuando solo era un
adjetivo. ‘Sólo trabajo de día’ es decir que únicamente trabajo de día, y ‘Al
cine voy solo’, es decir sin nadie que me acompañe. Pero entonces, los señores
académicos, que necesitan hacer caja y facturar con nuevas ediciones de su
diccionario, no se les ocurrió mejor cosa que modificar innecesariamente la
regla gramatical -acaso presionados también por los simplificadores del
lenguaje- y determinaron que la palabra, fuese adverbio o adjetivo, no llevaba
tilde, lo cual creó gran incertidumbre gramatical. Aunque el error cometido en
2010 era evidente, la RAE, en lugar de reconocerlo y volver al origen, la sigue
liando y da carta libre dejando en manos del escribiente poner o no poner la
tilde en caso de que perciba riesgo de ambigüedad”.
Hoy, Antonio Tello,
aconseja a los señores académicos, “tildistas” y “anti tildistas”, que “se
dejen de marear la perdiz, hagan bien su trabajo y no echen más leña al fuego
de la confusión”. Creo que Tello dio en el clavo con esta expresión. “En España
-escribió- ‘marear la perdiz’ se usa para indicar que alguien, dando largas o
perdiendo el tiempo, trata un asunto una y otra vez sin intención de llegar a
ninguna conclusión. Pues bien, la RAE (Real Academia Española), encargada de
‘limpiar, fijar y dar esplendor’ a la lengua, sigue mareando la perdiz con las
tildes, en esta ocasión con la tilde de la palabra solo.
“Hasta 2010 todo parecía
claro. La tilde se aplicaba al vocablo cuando éste era adverbio, es decir
cuando equivalía a ‘solamente’ o ‘únicamente’, pero no cuando solo era un
adjetivo. ‘Sólo trabajo de día’ es decir que únicamente trabajo de día, y ‘Al
cine voy solo’, es decir sin nadie que me acompañe. Pero entonces, los señores
académicos, que necesitan hacer caja y facturar con nuevas ediciones de su
diccionario, no se les ocurrió mejor cosa que modificar innecesariamente la
regla gramatical -acaso presionados también por los simplificadores del
lenguaje- y determinaron que la palabra, fuese adverbio o adjetivo, no llevaba
tilde, lo cual creó gran incertidumbre gramatical. Aunque el error cometido en
2010 era evidente, la RAE, en lugar de reconocerlo y volver al origen, la sigue
liando y da carta libre dejando en manos del escribiente poner o no poner la
tilde en caso de que perciba riesgo de ambigüedad”.
Hoy, Antonio Tello
aconseja a los señores académicos, “tildistas” y “anti tildistas”, que “se
dejen de marear la perdiz, hagan bien su trabajo y no echen más leña al fuego
de la confusión”.
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