El feminismo sale a la calle para mostrar su fuerza pese a sus diferencias internas.
Manifestaciones en
decenas de ciudades reivindicaron un 8M más la igualdad e intentaron mantener
el impulso de los últimos años en un escenario marcado por la confrontación
política y la brecha en el feminismo. El resultado no fue otro
que la convocatoria de dos movilizaciones con postulados diferentes y que
discurrieron en paralelo, obligando a todas aquellas personas a decantarse por
una u otra protesta. Decenas de miles de mujeres se manifestaron
en municipios de todo el país en favor de la igualdad, para mantener el impulso
acumulado en los últimos años y el empuje que supuso la primera huelga
feminista en 2018. Y, si en algún lugar, la brecha se
escenificó de manera más clara fue en la capital, incluso con algo tan
simbólico como el lugar del que partieron las manifestaciones: ambas convocaban
su salida desde Atocha, aunque tomaron sus pasos en dirección contraria.
La Comisión 8M,
convocante de las huelgas feministas de 2018 y 2019, arrancó bajo el lema
“Somos el grito necesario. El feminismo lo está cambiando todo”. Mujeres, y
también hombres, a título individual, pero también colectivos y organizaciones
marcharon a ritmo de batucada con gritos como “Madrid será la tumba del
machismo”, “aquí estamos las feministas” o “la ley de extranjería mata gente
cada día”. El color morado, feminista, se extendió por doquier todas partes, en
pañuelos, abrigos, bufandas o en pintadas en la cara de las asistentes. Incluso
en algunos programas televisivos.
Bajo el lema “Somos el
grito necesario, el feminismo lo está cambiando todo”, la Comisión 8M recorrió las
principales arterias de Madrid. En ella participaron nueve ministras, entre
ellas, la de Igualdad, Irene Montero, pero también otras del sector socialista
del Gobierno, como María Jesús Montero, Nadia Calviño, Isabel Rodríguez, Diana
Morant, Carolina Darias, Pilar Llop, Raquel Sánchez y Reyes Maroto. También
acudió el ministro socialista Luis Planas, junto con otras personalidades de
ambas formaciones. Algunos metros por delante marchó Unidas Podemos, con la
ministra Irene Montero a la cabeza. Y, aunque muchas de las reivindicaciones eran
similares, dos elementos impidieron confluir juntas un año más: su posicionamiento
a favor de la abolición de la prostitución y la pornografía y su oposición a la
ley trans y la autodeterminación de género, que vinculan con un supuesto
“borrado de mujeres”.
“Lo dijimos hace dos
años: sin nosotras el mundo se para. Seguimos organizadas en barrios y pueblos
sosteniendo los cuidados, ante la violencia, ante el racismo, la transfobia,
aquí estamos todas y todes un año más llenando la calle. Dicen que estamos
divididas porque no saben que somos plurales”, clamaba una de las portavoces megáfono
en mano. “Las mujeres, desde nuestra diversidad, estamos desbordando las
calles, las plazas de nuestro país, reivindicando nuestros derechos,
acuerpándonos, sintiéndonos las unas al lado de las otras”, declaraba Irene
Montero, al mismo tiempo que ponía de relieve las conquistas de derechos
logradas en los últimos años. “No vamos a dar ni un paso atrás”, repitió.
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