martes, 12 de diciembre de 2023

Colas interminables en Madrid. La medida aplicada hoy por el PP, fue criticada cuando Carmena la puso en marcha.

 

Madrid, a reventar durante la semana pasada.

No es nada fácil pasear por el centro de Madrid dos semanas antes de las festas navideñas. La cantidad de gente que se mueve en las céntricas calles de la capital hace casi imposible desplazarse con un mínimo de comodidad. Muchos establecimientos se ven obligados a colgar carteles de 'completo' al llenar sus aforos, y, como consecuencia de tales aglomeraciones, la Policía Municipal establece las calles de Preciados y del Carmen como vías de sentido único para que la gente camine en una misma dirección y así evitar mayores tumultos. Una medida que, tal y como recuerdan los usuarios en las redes sociales, fue criticada por el PP cuando fue Manuela Carmena al aplicarla.

En efecto, la misma medida que hoy aplica el PP fue criticada por el mismo motivo en 2017, cuando Manuela Carmena (Más Madrid) gestionaba la alcaldía.  “Los madrileños no somos un rebaño al que manejar al antojo de Podemos”, aseguraban los 'populares' en su momento. Precisamente sobre esta situación de masificación reflexiona el usuario de X (antes Twitter) Daniel Méndez, al publicar un hilo con un análisis de estas aglomeraciones y sus causas. “Madrid es la capital del tumulto. Hay colas por todos lados. Cuatro horas para comer una hamburguesa en el food truck de Dabiz Muñoz que acaban en reyertas. Colas de 200 metros para conseguir un buñuelo de bacalao. Turnos de más de 100 personas para comprar un bocadillo de calamares”, comienza. “Colas de magufos de las matemáticas que dan la vuelta a la manzana para comprar en Doña Manolita. Colas para comprar un mollete de tortilla de alta cocina en el Barrio de Salamanca”, prosigue, en referencia a las miles de personas que se aglutinan en fila para comprar un décimo de lotería de Navidad en la emblemática administración.

“Mucha gente en España sufre jaranafilia, esa psicótica necesidad de ir a lugares llenos de gente y de ruido, de llegar a una playa vacía donde solo hay dos sombrillas y colocar la tuya junto a una de ellas (basado en un hecho real), de tirar petardos en comunión...”, escribe Méndez, relatando lo acostumbrados que están algunos españoles a los lugares abarrotados de gente. “Madrid es la urbe perfecta para esos compradores de papel higiénico, para los jaranafílicos: una ciudad cada vez más desustanciada, focalizada en echar a sus ciudadanos y en llenarla de turistas desubicados”, reflexiona.

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